
Muchas
veces, se oye decir a los extranjeros que visitan China cuánto esperan encontrarse con la China “de verdad”, tal vez algo sorprendidos por la modernidad de las grandes urbes, donde cada vez más a menudo el visitante se encuentra con las mismas tiendas, comodidades y actitudes que en cualquier capital internacional.Para quien quiere ir algo más allá de los caminos más trillados y adentrarse en el corazón del mundo chino, la región que circunda Guiyang, la capital de la provincia de Guizhou, ofrece, en un radio de poco más de 100 km, la oportunidad de disfrutar tanto de la historia de la China clásica, como de los inicios de la China moderna (¿Cuántos sabíamos que fue aquí donde el PCCh recondujo su estrategia y comenzó el ascenso de Mao Zedong al liderazgo?), en un itinerario que nos permite conocer tanto la cultura ancestral, gracias a pequeñas aldeas casi vírgenes, de empedrados caminos y casas, con sus costumbres tradicionales casi intactas y una riquísima e imaginativa artesanía, como los padecimientos y momentos clave en la construcción de la China contemporánea.
Descendientes de las leyendas
Saliendo de Guiyang, a menos de 80 km al suroeste, se encuentra la región de Tunpu; aquí, en 1381, llegaron los ejércitos del primer emperador de la dinastía Ming, Zhu Yuanzhang, y establecieron una base en su retorno a Nanjing tras conquistar la provincia de Yunnan, todavía en poder de los mongoles de la dinastía Yuan.
En dicha base se asentaron los soldados y sus familias, e incluso artesanos enviados por el emperador para ayudar a su levantamiento, por el que se constituyeron diversos emplazamientos, militares, civiles y comerciales. Con el tiempo, una de las zonas comerciales se convertiría en lo que hoy es la aldea de Yunshantun, a poca distancia de la cual se abrió, en 2006, un museo para conmemorar el 625º aniversario del asentamiento.
Yunshantun es ahora una pequeña y acogedora villa en excelente estado de conservación, cuyos habitantes son los descendientes de los ejércitos de Zhu Yuanzhang. El enclave, rodeado de colinas que actuaban como barrera natural contra los ataques, llegó a cobijar a más de 1.000 familias, de las que actualmente quedan algo más de 160, ancianos y niños en su mayoría, ya que los jóvenes estudian o trabajan en las grandes ciudades.
Entre sus numerosos encantos, a la calma del mundo rural y a la hospitalidad de sus habitantes, se suman sus peculiares tejados de roca, una variación particular de la arquitectura típica de la época Ming: las tejas, a diferencia de lo que es común en otras poblaciones, no están apenas trabajadas, ya que los soldados descubrieron que en la zona abundaba un tipo de roca muy ligera del que las planchas que extraían servían perfectamente como teja sin necesidad de elaboración.
En la calle principal destaca la plaza, en la que hay un pequeño anfiteatro para representaciones, frente al cual se encuentra el templo del dios de la riqueza, adornado con mazorcas de maíz (uno de los principales productos agrícolas de la zona) que se secan al sol a ambos lados de su entrada principal, como en tantos otros portales de la localidad; en las afueras, todavía se conserva un sector de la muralla, que alcanzó en su día 1.500 m de longitud, aunque desgraciadamente la mayoría se perdió durante la dinastía Qing.
Muy cerca de Yunshantun, el Museo de la Cultura de Tunpu, un centro de interpretación de la historia local, cuenta con una exposición permanente de originales y reproducciones tanto de las armas como de los instrumentos artesanales tradicionales. Destacan las hiladoras, con las que se elaboraban la indumentaria y adornos de la época Ming y que aún hoy, es posible ver vestir a algunos habitantes de la aldea, particularmente los trajes femeninos, de un intenso azul, y sus hermosos cintos; estos se elaboraban a mano, tejiendo en ocasiones hasta 888 hilos. También destacan las cintas blancas, para las mujeres casadas, a diferencia de las solteras, que se reconocen por sus trenzas, y las cintas negras, que indicaban una alta posición en la familia, así como los adornos de plata, que se cree protegen la salud de quien los lleva.
En el patio del museo podemos asistir a una representación de las danzas tradicionales, un baile de fantásticas máscaras cuyo propósito original era ahuyentar a los malos espíritus y animar a los soldados y que, con el tiempo, se convirtió en la ópera local.
Protagonistas de la historia contemporánea
Cerca de Guiyang contamos también con algunos ejemplos únicos para conocer más a fondo la historia más reciente, indispensables para comprender mejor la China de hoy en día. Con epicentro en la ciudad de Zunyi, la sede de la reunión en que se decidió la entrada de Mao al Buró Político del Comité Central del PCCh, un acontecimiento capital en la configuración actual del país y que todo chino conoce, se hallan varios lugares que forman parte del circuito de turismo rojo, una tendencia al alza en el turismo nacional.
Partiendo desde Guiyang hacia el Norte, en el distrito de Xifeng, se halla, a unos 70 km, el sobrecogedor Museo Conmemorativo de la Historia Revolucionaria del Campo de Concentración de Xifeng. Aquí, el Guomindang estableció en octubre de 1938 un campo de concentración para prisioneros políticos, el de mayor nivel de los que dispuso el partido nacionalista en la época. A lo largo de su existencia, hasta julio de 1946, llegó a alojar a 1.200 prisioneros, de los cuales más de 600 fueron torturados hasta la muerte.
El museo, abierto al público desde 2005, nos permite contemplar las celdas y barracones de los presos, diversos instrumentos de tortura y los edificios donde residían los oficiales del Guomindang, junto con abundante información sobre su historia, las terribles actividades que aquí se llevaron a cabo y la vida y personalidades de los cautivos.
Muchos occidentales estamos familiarizados con las atrocidades de los campos de concentración nazis, pero desconocemos los horrores de la guerra en China y el sufrimiento de su pueblo, por lo que este museo debe ser una visita obligada para cualquiera con interés por la historia moderna.
El hermoso entorno natural y las mansiones con típicos jardines orientales de los oficiales del Guomindang, acentúan, más si cabe, la desazón del visitante, al pensar que en un emplazamiento así se pudieran llevar a cabo los actos más inhumanos.
Pero, junto a este símbolo de su padecimiento, a pocos kilómetros, encontramos otros que nos hablan del triunfo del comunismo, como es el caso de Xiaozhaiba, algo más al Norte: las mujeres de este término municipal reclamaron trabajar igual y recibir el mismo salario que sus camaradas varones, algo que, tras ver la luz en una publicación local, llegó a Mao Zedong a través de un informe, siendo el origen de su famosa cita “las mujeres soportan la mitad del cielo” y de que decidiese aplicar las medidas para que sus peticiones se viesen satisfechas, no sólo en Xiaozhaiba, sino por todo el país.
Ahora, como recuerdo de los esfuerzos por la igualdad, se está erigiendo en el municipio un Centro Educativo Femenino que abrirá en breve sus puertas, llevando a cabo actividades y cursos para ambos sexos.
Mao, precisamente, debe mucho a Guizhou en su ascenso al liderazgo del PCCh. A poco más de 50 km al norte de Xifeng, a unos 125 km de Guiyang, se halla la ciudad de Zunyi, donde durante tres días, del 15 al 17 de enero de 1935, en plena Gran Marcha hacía el Norte ante el acoso del Guomindang, se llevó a cabo una célebre reunión que marcó un relevo en el Buró Político del Comité Central del PCCh, del que pasaría a formar parte Mao Zedong, junto a Zhou Enlai y Wang Jiaxiang (el nuevo Sanrentuan, o “grupo de los tres), y el cambio de rumbo en la estrategia militar del Ejercito Rojo, que años más tarde los llevaría al triunfo.
La reunión se celebró en la antigua residencia de un general del Guomindang, un peculiar y exquisito edificio de dos plantas y 541 m2 diseñado por un arquitecto europeo y construido en 1930. Fue en el segundo piso donde, en una modesta sala de 27 m2, sentados alrededor de una mesa y sin un orden particular que reflejase jerarquía alguna, los 20 dirigentes del PCCh allí congregados, debatirían hasta reelegir a su cúpula directiva y corregir sus tácticas.
La mansión, tras ser restaurada para recuperar su estructura original, se abrió al público en 1955 y conserva aún hoy la mayor parte del mobiliario original, permitiendo así recrear en nuestra mente de forma muy precisa el momento.
Para finalizar el recorrido histórico, también en Zunyi merece ser visitado el Monumento a los Mártires del Ejército Rojo, erigido a instancias de Deng Xiaoping en 1985 en conmemoración del 50º Aniversario de la Reunión y cuyo elemento principal es una alta columna coronada por la hoz y el martillo.
Al monumento, junto al cementerio dedicado a los mártires, se llega tras subir una larga escalinata en la ladera de la montaña de Fenghuan; muy frecuentado, es habitual que los visitantes realicen ofrendas con fervor casi religioso a los caídos. Destaca en el conjunto la estatua al soldado Long Siquan, un sanitario del Ejército Rojo que prestó asistencia a numerosas personas y que desapareció, siendo asesinado. Se pensó originalmente que se trataba de una mujer, de ahí su forma femenina, aunque posteriormente se averiguó que era en realidad un hombre. Llaman la atención sus piernas, desgastadas por el roce, y es que, como si de un santo se tratase, las mujeres acarician su espinilla izquierda y los hombres, la derecha, para conseguir su bendición y buena fortuna. ¿Nos uniremos a ellos?