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A lo Largo del País
Caijiawa, nueva prosperidad rural
Por CHEN SIJIA

Paisaje del parque industrial.

Los ancianos mayores de 60 años tienen una pensión de jubilación y los residentes adultos han dejado de dedicarse a la agricultura y viven del retiro que cobran en el banco, de los beneficios que les reportan sus acciones y de la distribución de las ganancias por su participación en empresas. En Caijiawa, ubicada en la zona montañosa del distrito de Miyun, en la municipalidad de Beijing, todos viven una época de bonanza económica.

Después de viajar 4 km en automóvil desde la cabecera distrital de Miyun, en dirección Este, a 500 m de la salida de la autopista Beijing–Chengde, en Mujiayu, se encuentra la villa de Caijiawa, rodeada de colinas por el Este y el Sur, y el río Chaohe por el Oeste. Tiene una superficie de cerca de 20.000 mu (una hectárea equivale a 15 mu) y una población de 2.600 personas de 800 familias.

En este lugar hay montes, tierra, agua y abundantes recursos naturales. Su economía, antes de 2003, era muy débil y varias empresas locales quebraron sucesivamente por sus grandes pérdidas; la mayoría de los habitantes dependían de poco más de 1 mu de tierra para mantenerse. Por si fuera poco, de 2001 a 2003 una prolongada sequía afectó la región y se perdieron las cosechas de grano.

La mayoría de las viviendas de Caijiawa fueron construidas en los años 60 o 70 del siglo XX, algunas, incluso en los 50. Los caminos estaban desordenados y llenos de hoyos y según los registros de la época, “en los días de sol, las personas que transitan por los caminos quedan cubiertas de polvo; mientras quienes salen cuando llueve llevan los pies llenos de barro”.

En los últimos siete años, sin embargo, la localidad ha experimentado grandes cambios y se ha convertido en una villa próspera y muy conocida. Quienes pasean actualmente por allí, se percatan de que están en medio de un entorno rural, pero no encuentran grandes campos de cultivo; simplemente ven una villa que vive sin las prisas ni el alboroto propio de las grandes ciudades. Esta es, en esencia, una población en plena etapa embrionaria de la industrialización, la urbanización y la vida ecológica.

Ya no se ven casas de una sola planta, sino nuevos edificios espaciosos y claros. Las comunidades ajardinadas recién construidas, cuya superficie alcanza los 200.000 m2, sobresalen entre las flores y los árboles verdes. Cada apartamento ha sido acondicionado con los recursos que ha aportado la administración de la localidad y sus moradores solo necesitan trasladar los muebles para instalarse en ellos.

Los residentes mayores de edad tienen una pensión y los jóvenes no necesitan ir a otras provincias o ciudades en busca de empleo, pues aquí pueden encontrar un trabajo que les guste. Los niños van a la escuela en un transporte especial, acompañados por un responsable del centro de enseñanza. La clínica de la villa, con un área de 1.000 m2, ofrece las mayores facilidades a los campesinos. Los habitantes cuentan con el suficiente abastecimiento de agua potable y de riego... Se está haciendo realidad la vida que soñaban.

Al tiempo que la nueva fisonomía sustituye a la antigua, en los últimos años Caijiawa ha intensificado sus esfuerzos de modernización y sus tres grandes industrias han crecido simultáneamente, mejorando el rendimiento económico, el resultado social y los ingresos de los campesinos.

El 2003 se eligieron a los cuadros en la villa. Wang Dalin fue votado como nuevo jefe, en gran medida por ser un hombre emprendedor y con un pensamiento abierto, que en 1992, con un préstamo bancario de 50.000 yuanes empezó de la nada y poco a poco se convirtió en todo un empresario de fama local, cuyo capital actual asciende a varios cientos de millones de yuanes.

Al tiempo que se hizo rico, no se olvidó de parientes ni vecinos. Abandonó resueltamente sus negocios para tomar parte en la elección de cuadros, con el objetivo de ayudar a sus vecinos a enriquecerse con su talento. Aprovechando su experiencia empresarial y las tendencias de desarrollo agrícola, las tierras y áreas montañosas de la localidad, se volvieron a colectivizar, bajo su administración.

Los habitantes de Caijiawa se esforzaron por crear un buen ambiente ecológico, una agricultura moderna y elevar el valor agregado de los productos agrícolas. Supieron aunar sus ventajas, unificando las tierras y recursos dispersos, desarrollando una agricultura única; plantaron árboles frutales y desarrollaron grandes invernaderos para el cultivo de árboles frutales tropicales, verduras y flores, con la cereza como producto estrella y otras frutas para diversificar la producción. Levantaron un jardín botánico para plantas medicinales y crearon un jardín frutal dedicado exclusivamente al turismo, con el fin de atraer a los visitantes que desearan recoger frutas durante las cuatro estaciones del año y aumentar así el ingreso agrícola.

En el valle de las mariposas crearon las condiciones para criar cerca de mil especies de estos insectos, que sirven de reclamo turístico. De esta manera la agricultura tradicional se transformó en una agricultura de ocio y turismo, recogida de frutas, restauración y hostelería.

El parque industrial moderno, de 400 mu, cuyas empresas son de capital colectivo o cooperativas, ha atraído a 12 compañías que aprovechan las frutas frescas y secas, verduras, setas, legumbres y otros productos locales para procesar y explotar la producción de varios alimentos. Se desarrolló la producción de tofu, el producto típico más característico de Caijiawa, y se creó una plataforma destinada a los residentes emprendedores que deseen abrir un negocio o microempresa y ampliarla poco a poco.

Los talleres en el parque industrial producen y, al mismo tiempo, atienden a los turistas que vienen a conocer el lugar y probar sus productos, integrando así el procesamiento y venta de artículos, el ocio y turismo, un nuevo aspecto brillante de la industria turística.

Asimismo, la administración de la villa desarrolla activamente la zona comercial de ocio y turismo, para atraer a grandes empresas del sector de la construcción de centros de convenciones, sedes empresariales, etc., con el objetivo de impulsar este tipo de edificaciones, los hoteles de gama alta, spa, jardines y desarrollar una nueva zona turística en la parte oriental de Beijing.

“Sin el respaldo de la industria, la construcción del nuevo mundo rural no es más que palabrería. De ninguna manera podríamos hacer que los campesinos pobres viviesen en chalets”, afirma Wang Dalin respecto a su propósito de trasladar su experiencia en gestión empresarial a la construcción de la nueva Caijiawa. A ello se ha dedicado en cuerpo y alma, tanto que su propia empresa ha sufrida pérdidas de varios millones de yuanes anuales. No obstante, enormes cambios nunca vistos tienen lugar en la villa.

Hoy en día, la localidad ha completado el parque agrícola moderno, con un área de 5.000 mu, y el parque industrial turístico, con una superficie de 400 mu. Además, planea invertir 6.000 millones de yuanes en un parque comercial turístico verde, con un área de 1.300 mu.

El 96% de los aldeanos vive ya en modernos edificios de apartamentos y, a finales de 2009, el ingreso global de Caijiawa alcanzó los 150 millones de yuanes, con un promedio neto de 20.000 yuanes per cápita y un activo colectivo superior a los 400 millones de yuanes.

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