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Grupos Étnicos
Etnia dong
Por ZHANG WEN

 

La cantada.

En el censo demográfico del año 2000, la población de la etnia dong totalizaba 2.960.300 habitantes, cuya mayor parte se concentra en las provincias de Guizhou y Hunan y en la región autónoma de Guangxi.

Por tradición, los dongs se dedican a la agricultura, fundamentalmente al cultivo del arroz, aunque una minoría trabaja en la selvicultura. Sus aldeas están próximas a ríos y montañas y, entre otras características, se distinguen por sus altas torres del tambor. Cada clan tiene la suya y, en los poblados más grandes, pueden existir dos o tres. Este es el centro de la actividad pública y también símbolo de las aldeas dongs.

La estructura de los puentes que atraviesan los ríos es ingeniosa y de estilo elegante y a ambos extremos de estos viaductos se colocan unos bancos para que los transeúntes descansen y contemplen el paisaje. Por lo general, las viviendas son de madera, tienen dos o tres pisos y están soportadas por pilotes. Si observamos una aldea dong desde una montaña, la torre elevada y solemne, el agua corriente debajo de los puentes y las viviendas esparcidas conforman un pintoresco paisaje pastoril.

Los dongs se destacan por su arquitectura, su música y su poesía, pero sus técnicas de bordado, trenzado de mimbre y bambú, pintura a color, tallado y platería son igualmente peculiares.

Según un proverbio de esta etnia, “La comida nutre el cuerpo y el canto el corazón”. La cantata, la manifestación artística de mayor fama, es un coro polifónico popular, sin director ni banda, que se entona por más de tres personas escogidas y preparadas desde la infancia. El teatro dong es auténtico y procede de narraciones y baladas.

Los dongs tienen muchas fiestas, trato social y diversión. Aparte de la Fiesta de la Primavera, que es la más grande, celebran el Año Nuevo Dong, la Fiesta de los Alimentos Nuevos y la Fiesta del Dios Buey.

Puente Fengyu en las aldeas dongs.

 Cantata

El 30 de abril de este año, el Canto de cigarra conmovió a toda la audiencia asistente a una presentación previa a la inauguración de la Expo Universal de Shanghai, acontecimiento que pudiera repetirse el mes de agosto venidero, cuando la cantata resuene nuevamente en la semana temática de Guizhou, actuación que formará parte de los espectáculos diarios de la Expo.

En septiembre de 1986, por invitación del Festival Artístico de Otoño de París, Francia, el coro de voces femeninas de la etnia dong de la provincia de Guizhou ejecutó una pieza musical de la cantata. Cuando las chicas vestidas con sus trajes tradicionales subieron al escenario, deslumbraron a los espectadores, que las recibieron con una cerrada ovación. Al escuchar el sonido natural del coro, sin acompañamiento, todo el público quedó encantado. La peculiar música, suave, dulce y prolongada, les llevó a un mundo de hadas y cuando concluyó su actuación, los aplausos obligaron al coro a salir una y otra vez al escenario e interpretar otras piezas. Después del estreno, el periódico Le Monde publicó un artículo bajo el título Conmovedora polifonía y el presidente del festival elogió al coro por su “brillante música, singular en el mundo”. A partir de entonces, la cantata de los dongs empezó a salir de la provincia de Guizhou y a obtener reconocimiento mundial. En 2009, la Unesco la incluyó en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La melodía de la cantata de la etnia dong es suave y fluida, y la calidad musical es pura y unificada, con diversos ritmos. La coordinación entre el primer cantante y el coro es hábil, natural y variable.

Los primeros registros históricos de este arte coral datan de la dinastía Song. En los años 50 del siglo pasado, la gente lo fue conociendo gradualmente, a través de sus presentaciones, atrayendo la atención de todo el país. En la actualidad, los jóvenes dongs no sólo participan frecuentemente en espectáculos nacionales, sino que también debutaron en escenarios internacionales, ganando innumerables comentarios favorables.

El encanto de la cantata se nutre del medio ambiente natural, la calidad humana, las ricas costumbres populares y el carácter alegre de su gente. La región de asentamiento de los dongs, muy vinculada a las colinas verdes y las fuentes de aguas claras, tiene un paisaje pintoresco y un clima templado. Su pueblo posee abundantes alimentos, así como ropas y adornos de confección casera. La tierra fértil, al pie de la montaña, y los sistemas de terrazas, permiten el cultivo de abundantes frutos, verduras y arroz. Sus vestidos y adornos se elaboran con telas de fabricación artesanal.

La cantata se clasifica en muchos tipos, pero el sonido es la esencia de este arte. El Canto de cigarra es la pieza más representativa de esta disciplina. En ella, las chicas dongs imitan el chirrido de las cigarras con la vibración de la lengua. La melodía dócil y agradable canta al amor, las montañas, el agua y la armonía entre el hombre y la naturaleza. El sonido que emiten los insectos, el trino de los pájaros y el susurro del agua corriente, son fuente inagotable para sus canciones. La danza y, especialmente, el canto son un componente esencial de casi todas sus fiestas.

Los dongs tienen lengua oral propia, mas carecían de escritura. En la década de los 50 se diseñó su lengua escrita. Hoy día, la mayoría escribe y lee en mandarín. Antes, cuando no tenían escritura propia, acostumbraban a expresar su pensamiento, su amor, enseñar a los hijos, registrar la historia y cultivar la moralidad a través del canto, sin duda una manera particular de transmitir su cultura multicolor, su vida feliz y su agradecimiento por la bondad de la naturaleza.

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