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Reportaje Exclusivo
Lecho en China

La ciudad de Guiyang enfrenta su mayor desafío: el mejoramiento de viviendas

Por MICHAEL ZÁRATE y ZHANG WEN

Recién casados en el poblado de Qingyan.
 
Guiyang tiene una de esas tardes desiertas que parecen amaneceres. Esta ciudad, capital de la provincia de Guizhou (al suroeste de China), se presenta ante nosotros con su cielo nublado, un suelo montañoso y con la única certeza de que no hay nada escrito en su futuro. Si bien se trata de una de las zonas más necesitadas del país, Guiyang es una ciudad de paradojas, pues no solo cuenta con escenarios ideales para el ecoturismo, sino que la provincia de Guizhou alberga a 49 de las 55 etnias minoritarias de China. Guiyang está encerrada en su propia riqueza.

Sus carencias son tantas como sus oportunidades. En ese sentido, uno de sus mayores desafíos es la mejora de la vivienda. Por muchos años, los pobladores de menores recursos han tenido que conformarse con apartamentos de escasos metros cuadrados, de techos de esteras, mal acondicionados y donde la luz del sol no pide permiso para entrar, sino que es un visitante esporádico.

Ese fue el caso de Wang Shiqin, quien nos recibe en el nuevo apartamento que le ha otorgado el gobierno local de Guiyang. Antes vivía en un área de apenas 22 m2. Hoy, este jubilado de 81 años –cuyo problema en el oído no le impidió conversar con China Hoy– disfruta de casi 50 m2 al lado de su esposa. “La mudanza la celebré con fuegos artificiales”, sonríe Wang, de rostro apergaminado y a quien lo interrumpimos mientras veía su programa favorito de televisión.

Historias como las de Wang no han caído en saco roto. Ma Changqing, teniente alcalde de Guiyang, acaba de inaugurar en el barrio de Yu’an –junto con el Grupo Zhongtian– un programa de viviendas para quienes cuentan con un salario mensual por debajo de los 975 yuanes y viven en apartamentos menores a 15 m2.

Alrededor de 22.630 familias ya han sido las beneficiadas de varios proyectos que buscan también dinamizar la economía local. De hecho, el crecimiento del PIB en Guiyang ha sido constante en los últimos años, gracias al apoyo del Gobierno Central. “Más de 2.500 km de autopistas están hoy en construcción, lo que nos hará llegar a la meta de 4.000 km. Hace diez años era de ilusos creer que por aquí pasaría un tren de alta velocidad o un metro. Ahora estamos construyendo los dos”, señala Ma.

Guiyang, ciudad de acero

Mo Zixiu tiene 67 años y, a pesar de que habla un dialecto de Guiyang, nos cuenta que es viuda y que todos sus hijos están fuera de la ciudad. Su vida la comparte con su pequeña nieta de 3 años, quien se esconde en uno de los rincones de la sala, intimidada por la presencia de una cámara fotográfica. Mo dejó su corroída vivienda para establecerse hoy en un apartamento de 50 m2, cerca de un centro educativo infantil. “Ahora dedico mis últimos esfuerzos al cuidado del barrio. Ayudo a limpiar las calles y salgo a hacer ejercicio”, relata, mientras carga una y otra vez a su nieta.

Unos metros más allá está Fu Wenjun, quien es jubilada y todavía vive en una casa de los años sesenta, con un techo de madera apolillada por el paso de los años. A pesar de que ya tiene un nuevo apartamento asignado por el gobierno local, ella ha preferido permanecer en su antigua morada hasta que la salud de su esposo se restablezca. De unos ojos tan claros que parecen líquidos, Fu no duda en contarnos que pasa el tiempo cultivando verduras.

Sin embargo, los grandes desafíos de Guiyang son la búsqueda de fondos, el establecimiento de un sistema que seleccione adecuadamente a los beneficiarios y la mejora de la infraestructura de la ciudad. Los apartamentos de menor calidad ya han pasado a la historia –añade Ma– y para la construcción de los nuevos barrios se ha tomado en cuenta el estilo y la herencia cultural. Guiyang cuenta con 600 años de historia desde que la dinastía Ming construyó sus famosas murallas y la ciudad fue dejando de ser un simple paso comercial. La preservación del patrimonio constituye un punto primordial.

Guiyang apunta a metas mayores. “En los últimos cinco años, el PIB ha crecido a un 13% anual. Nuestra meta es doblar esa cifra en un lustro para alcanzar los 220.000 millones de yuanes y tener un ingreso per cápita de 6.000 dólares, aunque no basta con reconstruir viviendas. La industrialización es necesaria y por eso debemos dotar a nuestros campesinos de capacidad técnica”, considera Ma Changqing, quien espera que esa mano de obra impulse pronto a otros sectores, como la industria química, la siderúrgica (el acero) y la producción del emblemático licor Maotai, cuya botella puede costar más de 1.000 yuanes.

Nuevos aires

El veloz desarrollo de Guiyang tiene un símbolo: su nuevo distrito de Jinyang. Con una inversión de 1.000 millones de yuanes, el gobierno local ha ordenado la construcción de un estadio con capacidad para 60.000 personas, que albergará en setiembre próximo los IX Juegos de las Minorías étnicas. El distrito de Jinyang, además, contará con un centro de convenciones de 280.000 m2, que será el quinto de mayor tamaño en China.

Li Guangrong, jefe del Departamento de Vivienda Urbana y Rural de Guiyang, lamenta que la asignación de recursos del gobierno local para la reconstrucción de viviendas rurales en Guizhou todavía sea limitada. Ello hace que, por ejemplo, los trabajos de preservación del medio ambiente y la construcción de mejor infraestructura en las periferias no tengan el énfasis esperado. “Por ahora la prioridad es la vivienda, el abastecimiento de agua y la construcción de carreteras, pero esos problemas los resolveremos paso a paso. Por lo pronto, ya se han garantizado los servicios de electricidad y telecomunicación”, explica Li, quien se jubilará dentro de 16 meses y quien espera, para entonces, haber colocado a Guizhou más cerca de la modernidad.

Li recuerda la primera vez que llegó a Guizhou, allá por 1967. “Tuve que fabricar mis propios muebles para la casa. Hoy la situación de Guizhou y Guiyang es muy diferente y eso puede verse en el intenso tráfico. Cada vez son más las familias que invierten en un automóvil. Liu Bowen (poeta chino del siglo XIV) hizo un presagio: después de 500 años Yunnan y Guizhou serán las más hermosas regiones al sur del río Yangtsé. Si bien han pasado más de 600 años, estoy seguro de que Guizhou será pronto un paraíso”, señala Li, sobreviviente del devastador terremoto de Tangshan de 1976, hecho que estimuló su interés por otorgar viviendas seguras a los más necesitados.

La tarde cae en Guiyang. Algunos campesinos apuran el paso al llevar sus productos sobre sus beidou (canastas) y –pese al cielo cubierto– la luz final del día asoma como un esplendor de durazno. El espectáculo es tan fascinante que aquí no haría falta un antropólogo, sino un antropoeta para describirlo, y nosotros no somos ni siquiera poetas. Sin embargo, después de recorrer Guiyang por cinco días, solo queda un verso: no hay nada más viejo que hablar sobre el futuro, no hay nada más valioso que la acción sobre el presente.

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