En aquel 2 de septiembre de hace 50 años, los más de un millón de cubanos presentes en la Plaza de la Revolución, a propuesta del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, acordaron reconocer a la República Popular China, país bloqueado en aquel entonces por el mundo occidental.

Semejante escenario emocionó a millones y millones de chinos y quedó grabado para siempre en la mente de nuestro pueblo. El 28 de septiembre del mismo año, ambos países decidieron unirse para compartir su destino. La Nueva Cuba se convirtió, así, en el primer país latinoamericano en establecer relaciones diplomáticas con la Nueva China.

Ese acontecimiento no sólo inició una nueva era para las relaciones entre China y Cuba, sino que también abrió una nueva página en los anales de la comunicación entre China y América Latina.

Estos 50 años son tan sólo un instante en la historia de la humanidad; pero para nuestros dos países tienen un significado trascendental: son 50 años de ayuda y apoyo mutuo, 50 años de lucha conjunta por la soberanía y la independencia nacional, 50 años de cumplimiento del compromiso de compartir nuestros destinos. Porque los ideales del socialismo nos unen y nos orientan. Independientemente de las circunstancias internacionales, los dos países son, el uno para el otro, el amigo digno de toda confianza y el excelente compañero de cooperación.

Actualmente, las relaciones entre ambas partes se caracterizan por el desarrollo polifacético y en múltiples planos. En los problemas relacionados con los intereses fundamentales de cada nación, el apoyo del uno al otro siempre es incondicional. China se opone firmemente al bloqueo contra Cuba y Cuba, por su parte, ha mantenido su política de “una sola China” durante medio siglo. En medio de las complejas y desafiantes situaciones internacionales, los intercambios de visitas de nuestros máximos dirigentes expresan el clima de confianza política mutua existente.

Tras medio siglo de esfuerzos mancomunados, nuestra cooperación económica y comercial ha dado muchos frutos tangibles. Más de 200 empresas chinas tienen negocios con Cuba, 30 de ellas instaladas en este país. A su vez, más de 20 empresas e instituciones cubanas están registradas en el país asiático. Como consecuencia, estos vínculos bilaterales se han traducido en beneficios para nuestros pueblos. Los electrodomésticos Haier, los buses Yutong, los autos Geely y muchos otros productos chinos, son muy familiares para los cubanos. Los productos biofarmacéuticos cubanos, como los anticuerpos monoclonales o el interferón, están salvando en China la vida de muchos enfermos.

Últimamente se han acelerado las inversiones recíprocas. Ahora, ambos países cuentan con 13 empresas conjuntas, siete de ellas en Cuba, en sectores como las industrias mecánica y ligera, las comunicaciones, la agricultura y el turismo, y las seis restantes en China, incluyendo tres hospitales oftalmológicos, dos productoras de medicamentos biotecnológicos y el hotel Gran Meliá Shanghai.

En el terreno educativo y cultural, los intercambios son también muy activos. En la década de los 60, Cuba empezó a recibir a jóvenes chinos que venían a aprender el español, siendo el primer país de América Latina en hacerlo. Actualmente, unos 1.800 chinos estudian español, medicina, turismo y pedagogía en la isla. El Instituto Confucio, mediante un programa de cooperación entre China y Cuba, ya se ha establecido en la Universidad de La Habana para satisfacer la demanda de estudios de idioma chino entre los cubanos.

Además, hay que destacar especialmente que, hace dos años, cuando China sufrió el escalofriante terremoto de Sichuan, ya en los primeros momentos Cuba envió una brigada médica de salvamento. Los doctores cubanos, no obstante los riesgos para sus propias vidas, rescataron de entre las ruinas a muchas víctimas, transmitiendo los sentimientos fraternales del pueblo cubano al chino. Nuestros pueblos están orgullosos de las magníficas relaciones binacionales y nuestra amistad ya está arraigada en el corazón de la gente de ambos países.

La Revolución Cubana ya ha cumplido 51 años. Las experiencias de ambos países demuestran la gran vitalidad del socialismo. Precisamente gracias al socialismo, 1.300 millones de chinos han salido de la pobreza y el atraso; precisamente gracias al socialismo, Cuba, a pesar de los bruscos cambios en la coyuntura internacional de hace dos décadas, en vez de desaparecer como desean sus enemigos, se mantiene orgullosamente erguida en el mundo.

A pesar de que China enfrenta todavía muchísimos desafíos y tiene por delante un largo camino por recorrer, y de que Cuba también encara numerosas dificultades, los pueblos de ambos países, que han protagonizado grandes hazañas, marcharán firmemente, como siempre, juntos, hombro con hombro, por el camino que han escogido. Nos asiste la firme convicción de que nuestro porvenir es brillante.

Quisiera aprovechar esta ocasión para expresar nuestro gran reconocimiento y gratitud a tantos amigos por sus grandes esfuerzos durante tantos años en el fomento de las relaciones entre China y Cuba y por su amistad y sentimientos fraternales hacia China: al general Moisés Sio Wang, al embajador José Guerra Menchero y a otros amigos que ya no están con nosotros, pero a los que nunca olvidaremos.

*La autora es embajadora de la República Popular China en Cuba. Anteriormente, ha sido también embajadora de China en Ecuador y Chile.