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Reportaje Exclusivo
Ayuda sin fronteras
Por ZHU HONG

Doctora del equipo chino atendiendo a un niño en Pakistán.

Eran las 2:40, la profundidad de la noche, y un hombre pakistaní de alrededor de 30 años estaba golpeando la puerta del Hospital Móvil Chino, sosteniendo a un pequeño niño contra su pecho. Al oír el frenético alboroto de afuera, el pediatra Wang Jun saltó de la cama y corrió hacia la tienda de medicina interna. El niño respiraba con dificultad. Tenía la cara pálida y el pulso débil. El Dr. Wang diagnosticó que tenía una gastroenteritis aguda y le recetó suero y antibióticos para arreglar el desequilibrio electrolítico que presentaba. El niño vomitó varias veces sobre el Dr. Wang, pero eso no distrajo al médico de su deber. Después de dos horas, el estado del niño era estable y el Dr. Wang pudo volver a su habitación, lavarse, cambiarse de ropa y prepararse para nuevo día de trabajo. El padre del niño estaba tan emocionado que no podía dejar de agradecerle cada vez que podía, “los médicos chinos nos trataron como si fuéramos de su propia familia, y estoy muy agradecido. Muchas gracias a mi hermano chino y muchas gracias a los médicos chinos por su ayuda”.

En el verano de 2010, 20 millones de pakistaníes se vieron afectados por las incontenibles inundaciones sin precedentes que fueron noticia alrededor del mundo. El 27 de agosto, el Equipo de Rescate Internacional de China llegó a Tatta, al sur de Pakistán, la zona más afectada. El equipo enviado fue el primer contingente de socorristas internacionales que llegó a la zona. Muy pronto otro equipo de médicos chinos se unió a sus colegas, por lo que el número total de profesionales chinos era de más de 100 personas. Atendieron a la extraordinaria cifra de 25.664 pacientes y realizaron más de 100 operaciones durante su tiempo de servicio. Las Naciones Unidas, el Gobierno de Pakistán y la población local elogiaron sus servicios.

El sufrimiento aún no había terminado. Las enfermedades de la piel, diarreas, infecciones de las vías respiratorias y enfermedades infectocontagiosas estaban poniendo en peligro la vida de los damnificados. El equipo chino tuvo que superar las altas temperaturas, las malas condiciones de higiene y otras dificultades para erigir en el menor tiempo posible un hospital móvil. Un hospital “móvil” se refiere a que es prefabricado y ensamblado en el lugar después de ser enviado. El hospital tenía una tienda de operaciones aislada y libre de gérmenes, y más de 20 departamentos, tales como pediatría, ginecología, dermatología y enfermedades respiratorias. Fue necesario que los rescatistas se esforzaran mucho debido al mal tiempo; Zhang Liyan, capitán adjunto del equipo chino, recordó que en una noche de tormenta, los rescatistas chinos formaron una muralla con sus cuerpos para proteger a los pacientes que se encontraban en el interior. “Había varios pacientes que estaban con suero en ese momento y nuestras enfermeras también estaban de pie, una al lado de la otra, formando una barrera protectora contra la tormenta”.

Los factores culturales debían ser considerados. Por respeto a la convención islámica, los médicos varones no podían tratar a las pacientes musulmanas y el hospital móvil tuvo que abrir un departamento especial para mujeres. Los niños eran los más vulnerables. Ashad, de seis años, vivía con su familia en una pequeña aldea en los suburbios de Tatta. Para buscar tratamiento para su mano hinchada, él y su padre caminaron más de 20 km para llegar al hospital móvil chino. El padre y el hijo habían visitado tres hospitales locales en vano, y la hinchazón ya había privado al niño de la capacidad para sostener cualquier cosa. Su médico chino determinó que tenía un absceso causado por la inflamación y realizó una operación sencilla. Este tratamiento a tiempo salvó la mano del niño y su padre no dejaba de agradecer al equipo.

Paraka, proveniente de un hospital de Karachi, sabía claramente de la capacidad del equipo y lo mucho que valía. Decía que “este equipo de rescate es realmente organizado y tiene una clara división de responsabilidades. Ellos encarnan la enorme ayuda que estamos recibiendo de China. Cada día, una gran cantidad de pacientes, acompañados por sus familiares, convergen aquí desde los diferentes campos de rescate. Todos los días se forma una larga fila frente al hospital móvil. Algunas de estas personas han caminado decenas de kilómetros”.

Mazar es un estudiante de una escuela secundaria local. Cuando se enteró de que el equipo chino necesitaba intérpretes, se ofreció como voluntario para el trabajo. “Han venido hasta aquí para ayudarnos, y creo que es mi deber hacer algo por ellos”, afirmó. Compartiendo los mismos sentimientos de gratitud, Mohammed Sha y sus amigos enviaron medicamentos al hospital móvil, y Muna Wa, un teniente de la marina a cargo de la seguridad del equipo de rescate, trajo frutas, en más de una oportunidad, para el personal y los pacientes que se encontraban en recuperación. Un marinero que estaba terminando su guardia nocturna y revelaba el cansancio en su rostro, decía que se sentía contento cuando veía a los médicos chinos profundamente dormidos.

Cuando llegó el momento de que los equipos de rescate chinos volvieran a casa, los voluntarios de Pakistán y la población local fueron a despedirlos, muchos de ellos con lágrimas en sus rostros. Un voluntario pakistaní dijo: “Si bien no puedo recordar el nombre de cada uno de ustedes, sé que comparten dos palabras comunes, ‘China’ y ‘doctor’. Mis ojos han sido testigos de lo que han hecho aquí día tras día, y estoy emocionado por su dedicación. Los médicos chinos son los mejores”.

China. Org. cn Agencia Noticiera Xinhua Diario del Pueblo Radio Internacional de China CCTV
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