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Reportaje Exclusivo
12 años ofreciendo trayectos gratuitos
Por CHENG WENJUN

Wang Yong posando junto a su coche
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Todas las mañanas, en la parada del autobús 344 de Huilongguan, una comunidad de vecinos de Beijing, un hombre de 36 años se sienta al volante de su Mercedes-Benz S350 negro y ofrece llevar gratis a un pasajero. Baja la ventanilla y saluda a la multitud: “¿Quién va en mi dirección? Que suba, que le llevo. ¡Es gratis!”

Su nombre es Wang Yong, un exitoso hombre de negocios, pero sus vecinos lo conocen, no por eso, ni por su dinero, sino por su campechana forma de ofrecer ayuda desinteresadamente. En los últimos 12 años, ha llevado gratis en su coche a más de 10.000 personas.

Todo comenzó en una noche lluviosa de 1998, el tercer año de Wang Yong en Beijing. Mientras conducía, vio a una anciana sin paraguas empapada por la lluvia. “Hacía frío ese día, así que me detuve y la llevé a su casa”, recuerda Wang.

Cuando llegaron a su destino, el hijo de la mujer y su nuera le estrecharon calurosamente la mano. “Me dio su número de teléfono y me dijo que siempre que necesitara ayuda, estaría allí para mí. Me sorprendió y me conmovió su gratitud, como si hubiera salvado la vida de su madre”, explica Wang.

“Yo crecí en una zona rural del distrito de Shaoyang, en la provincia de Hunan. En mi pueblo natal es algo muy normal ofrecer a los vecinos llevarles a donde vayan sin pedir nada a cambio. Cuando estaba en la escuela secundaria, a menudo llevaba a otros en la bici. Si alguien no quería ir contigo, quería decir que eras impopular”, recuerda Wang.

Wang vino a Beijing desde Hunan en 1996, cuando acabó sus estudios universitarios. Había ahorrado algo de dinero, con el que creó su propia compañía de diseño y, a continuación, compró un coche, ya que le resultaba conveniente para las visitas de negocios. Entonces, se dio cuenta de cuán profundamente se había enraizado en él la costumbre de compartir su medio de transporte con otros. “Es algo muy sencillo: paras y ofreces llevar a quien esté dispuesto a aceptar tu ayuda. Y, sin embargo, muchos conductores no se molestan en hacerlo. ¿Por qué no? Lo medité y pensé que quizás yo tenía que ser el que diese ejemplo. Así que, al día siguiente, empecé a hacerlo”, sonríe Wang.

En 2002, su empresa creció y aumentó los beneficios y Wang cambió de vehículo, adquiriendo un nuevo Honda blanco. Durante cuatro años, siguió ofreciendo insistentemente llevar desinteresadamente a desconocidos, aunque durante este tiempo reconoce que hubo veces en que se desanimó, por la incomprensión y el sinnúmero de rechazos que recibía; pero una vez que alguien aceptaba su oferta y se lo agradecía, recobraba la energía y la pasión.

“Una vez, en una parada de autobús, le ofrecí mi ayuda a una chica. Su novio se me acercó y me preguntó con cara de pocos amigos qué quería. Le expliqué que yo sólo quería llevarles, sin pedir dinero a cambio, y le invité también”, dice riendo.

Wang cuenta que la mayoría de sus pasajeros suelen ser empleados de oficina. “Son realmente agradables: charlan conmigo y ni me dejan pagar el peaje de las autopistas”, explica. En estos años, han sido muchas las anécdotas que le han sucedido: un joven vendedor que llevó una vez, se convirtió más tarde en empleado del propio Wang; y, en otra ocasión, una pareja se conoció y se enamoró en su coche, y todo acabó en boda con el tiempo.

El reconocimiento a su labor le proporciona mucha alegría y felicidad. Especialmente, cuando ve que los que han recibido su ayuda empiezan a hacer lo mismo cuando tienen coche propio.

En 2005, Wang adquirió un Mercedes-Benz S350. La comunidad en la que vive ha ido creciendo y madurando sin parar; cuantas más personas se han mudado, más serios se han vuelto los problemas de tráfico. “En hora punta, la autopista que conecta a la comunidad con el centro de la ciudad se convierte en un gigantesco aparcamiento. Compartir el automóvil es también una buena forma de aliviar el problema”, observa Wang.

Wang ha presentado esta propuesta tanto al Comité Municipal de Beijing como al Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, instando a las autoridades a establecer un sistema de coche compartido para mitigar la fuerte presión sobre las carreteras de la ciudad.

“La seguridad es otro problema”, piensa Wang. Por ello, sugiere que los propietarios de automóviles traten de llevar gratis a sus vecinos y acuerden de antemano con éstos cómo compartir la responsabilidad en caso de accidente. “Por mi parte, persisto en mi idea de proporcionar viajes a desconocidos porque quiero que más gente conozca esta idea tan sencilla: compartir tu coche con los demás”.

 
 
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