¿Existe una fórmula mágica para el éxito de la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático de Cancún? ¿En qué podemos confiar para frenar el cambio climático global? ¿Cuál es el papel que se espera juegue China en la Conferencia de Cancún? ¿Qué opinión sostiene en las negociaciones internacionales y qué es lo que ha dicho y hecho en estos años al respecto? Estos son los interrogantes que intentaremos despejar en el siguiente artículo.
La fórmula mágica
Por TANG SHUBIAO
*Tang Shubiao es el enviado especial de China Hoy a la Conferencia de Cancún.
Recientemente se han publicado diversos artículos y reportajes en los medios occidentales en relación a la Conferencia sobre el Cambio Climático en Cancún que vale la pena comentar.
En busca de la clave para lograr un acuerdo
En un reportaje de Reuters del 22 de noviembre se indica que la posibilidad de lograr progresos para sentar las bases de un acuerdo que logre un amplio consenso depende en gran medida de EE.UU. y China. Las posiciones encontradas de estas dos grandes potencias han sido uno de los factores clave para que las negociaciones quedasen varadas en muchas ocasiones. Como existen divergencias en aspectos como la magnitud de las emisiones, el grado de transparencia de los datos a suministrar y los principios en los que debe basarse un nuevo pacto, el éxito de la cumbre todavía es una incógnita.
Otro artículo, en este caso de VOA, publicado el 23 de noviembre, menciona que Xie Zhenhua, subdirector de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China, exhortó a EE.UU. a tomar una actitud más activa y ejercer el liderazgo en Cancún. Según este medio, en las reuniones anteriores, el desacuerdo entre estos dos países siempre se ha considerado como representativo de las divergencias entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Por ello, el proceder de estos dos Estados será decisivo para los resultados de la Conferencia de Cancún.
El 22 de noviembre, el Montreal Gazette, de Canadá, publicaba un artículo en el que se indicaba que el reportaje anual del Global Carbon Project (Proyecto Global del Carbono) revela que las emisiones de dióxido de carbono en 2010 establecerán un nuevo récord, y la dependencia del carbón que tienen los países emergentes, como China e India, agravará este problema.
Según un reportaje del 24 de noviembre del New Zealand Herald,el Protocolo de Kioto adolece de graves defectos, ya que sólo los países desarrollados, excepto EE.UU., se comprometen a reducir las emisiones, pero China, India, Brasil y otros países emergentes (además de los norteamericanos) no están sujetos a este pacto. El diario neozelandés alienta a todos los países industrializados y a los países en vías de desarrollo más importantes a tomar medidas en función de sus capacidades.
Todos estos reportajes y artículos intentan dar con la fórmula mágica que resuelva el problema, cada día más acuciante, de las emisiones globales de CO2. Aunque no ofrecen las mismas respuestas, tienen todos ellos un punto en común: la fórmula no está en sus manos.
¿Dónde se esconde la fórmula?
Los británicos creen que la clave está en Estados Unidos. El 23 de noviembre, The Times, de Gran Bretaña, informaba de que Chris Huhne, secretario de Energía y Cambio Climático del Reino Unido, predecía que aún tardaremos cinco años en llegar a un acuerdo sobre el cambio climático. El político británico no confiaba en que se realizasen grandes progresos en la Conferencia de Cancún, pero sí en obtener algunos frutos, probablemente en cuanto a la protección forestal y el suministro de fondos a los países emergentes. Piensa que el principal obstáculo son los Estados Unidos, ya que nunca han dicho públicamente cómo van a cumplir su promesa de reducir las emisiones en un 17% para 2020 respecto a los niveles de 2005.
Algunos expertos chinos comparten esta opinión. En la conferencia de prensa sobre la publicación del Libro Verde del Cambio Climático (2010) y la Cumbre sobre el Reto de Cancún y las Acciones de China, auspiciada conjuntamente por el Centro de Investigación del Desarrollo y la Ciudad, de la Academia de Ciencias Sociales de China, y el Centro Nacional del Clima, de la Administración Meteorológica de China, Pan Jiahua, director del Centro de Investigación de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, de la Academia de Ciencias Sociales de China, indicó que China no tiene ni la intención ni la capacidad de controlar el proceso de negociación, algo que sólo está en manos de Estados Unidos, país que tiene la clave para que se llegue a un acuerdo.
Sin embargo, Su Wei, responsable del departamento de Cambio Climático de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y representante chino en las negociaciones internacionales, se manifestó en otros términos en la misma ocasión. Según su parecer, no hay un solo país que tenga la fórmula mágica para el consenso, sino que la clave está en la solución de los problemas de transferencia de fondos y tecnología, tema vital para los países en vías de desarrollo, y cuya solución reactivaría el diálogo multilateral tras la Cumbre de Copenhague y reestablecería la confianza mutua entre los países ricos y los que están en vías de desarrollo. Si los primeros pueden cumplir las promesas que hicieron en Copenhague sobre aportación de capital, transferencia tecnológica y capacitación de los países pobres, la puerta del éxito de la Conferencia de Cancún se va a abrir.
El éxito reside en la cooperación internacional
El 29 de noviembre, la tan esperada 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP16), y la 6ª Conferencia de las Partes del Protocolo de Kioto (CMP6) quedaba inaugurada en Cancún, la conocida ciudad turística de México, reuniendo a los representantes de cerca de 200 países.
El país anfitrión, México, proyectó un cortometraje muy emocionante en la ceremonia de apertura, apelando a todos ellos: “Fueron una vez niños y también tendrán hijos y nietos. Ahora, se han hecho adultos y tienen el poder en sus manos. No olviden sus sueños infantiles, no cubran sus ojos, y actúen para garantizar que estos bellos paisajes perduren para siempre”. El presidente mexicano, Felipe Calderón, fue aún más explícito: “No hagan que nuestros descendientes recuerden únicamente nuestro egoísmo”. Calderón expresó también su deseo de que los participantes puedan dejar aparte los intereses propios o los de su grupo y dejen de dar rodeos a la hora de enfrentarse al problema del cambio climático.
Su Wei, subdirector de la delegación china y primer representante de China en las negociaciones, declaró que, por el futuro de la humanidad, China desea que la Conferencia de Cancún pueda obtener resultados positivos en temas clave, como la transferencia de capital y tecnología, llegar a un acuerdo equilibrado en todos los aspectos, y promover la aplicación práctica con eficacia y de forma continuada de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y del Protocolo de Kioto.
Palabras que no son nuevas, ya que Su Wei expresó prácticamente los mismos deseos unos días antes en China.
Para Su, el cambio climático es un problema realmente grave y un reto crucial al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. La lucha contra el cambio climático está íntimamente ligada al desarrollo a largo plazo de todos los países del mundo y necesita de la cooperación sólida de la comunidad internacional. Es imprescindible encontrar fórmulas justas para repartir los esfuerzos comunes.
En 1990, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la resolución que establecía el Comité de Negociaciones Intergubernamentales sobre el Cambio Climático; en 1992, vio la luz la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que entró en vigor dos años después; en 1997, nació el Protocolo de Kioto, que entró en vigor en 2005; en 2007, se establecía la Hoja de Ruta de Bali, con el fin de llevar a la práctica la Convención Marco y el Protocolo; y el año pasado, llegó el acuerdo de Copenhague. Este proceso atestigua que la comunidad internacional profundiza continuamente sus conocimientos sobre este problema, llega a acuerdos y refuerza la cooperación.
Su Wei tiene muy claro que el gran público ya no tiene muchas esperanzas depositadas en los resultados de la Conferencia de Cancún, y que la Hoja de Ruta de Bali tampoco se llevará fácilmente a la práctica. Pero sigue teniendo fe en que esta conferencia sirva para dar un paso importante en la lucha internacional contra el cambio climático. Sólo con que la reunión avance en la dirección correcta y que de ella se obtengan algunos frutos, se cumplirán las expectativas de todos los países, quienes deben consolidar los resultados ya obtenidos y ampliar las coincidencias, así como aplicar en acciones concretas el acuerdo político de Copenhague.
Su Wei piensa que la Cumbre de Copenhague puso de relieve que existe la voluntad política por parte de los dirigentes nacionales de abordar el cambio climático, pero para resolver el problema, es necesario traducir esta voluntad en acciones reales. Las negociaciones posteriores a la Cumbre de Copenhague se han centrado en poner en práctica el consenso al que llegaron los dirigentes, fortalecer la aplicación del Protocolo de Kioto, y sentar las bases para la autorización de la Hoja de Ruta de Bali en el futuro. Para lograr estas metas, es necesario establecer en la Conferencia de Cancún índices cuantitativos para los compromisos de la segunda fase del Protocolo de Kioto que adquirieron los países desarrollados. Es posible que no se logre un acuerdo final sobre estos índices, pero sería un resultado importante de la Conferencia que se puedan dar pasos significativos en este sentido.
Su Wei agregó que los países no firmantes del Protocolo de Kioto pueden también, por su parte, asumir bajo la Convención Marco las responsabilidades de reducción de emisiones comprometidas en el mismo.
El representante chino manifestó, asimismo, que en la Conferencia de Cancún se deben concretar las cuestiones de transferencia de fondos y tecnología a los países en vías de desarrollo, así como los proyectos de capacitación en su apoyo. Aunque no es imprescindible que se firme un acuerdo final, se deberían especificar los principios y un marco de actuación, un compromiso importante que debería salir de Cancún. Su desea que, por el bien de la humanidad, las partes presentes en la conferencia no regateen excesivamente sus responsabilidades, sino que se esfuercen todo lo posible para hacer frente a este problema.
El cambio climático es un reto para toda la humanidad, que requiere de acciones y medidas conjuntas. El problema, causado por las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los países desarrollados, ha afectado a todos los países del mundo; en este sentido, los países en vías de industrialización, en su proceso de desarrollo y erradicación de la pobreza, deben hacer todo lo posible por adaptarse y frenar el cambio climático, con la premisa del desarrollo sostenible. Los países desarrollados también tienen la obligación de prestar el apoyo necesario en forma de fondos y tecnología.
El papel de China
Los medios de comunicación estadounidenses no son optimistas respecto a los resultados de Cancún. USA Today publicó un reportaje, el pasado 23 de noviembre, en el que destacaba que la esperanza de llegar a un acuerdo sobre el tema primordial, el control de las emisiones a nivel mundial, era muy remota, por lo que en las reuniones de la próxima semana, la toma de medidas en cuanto a la deforestación, las energías renovables y otras materias, se convertiría en el asunto principal.
El mismo día, The New York Times calificaba de “comentarios intransigentes” las palabras de Xie Zhenhua, responsable chino de las negociaciones sobre el cambio climático y subdirector de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China, quien había dicho que “con tal de que los países occidentales acuerden la transferencia de tecnología a China y a otros países en vías de desarrollo, la Conferencia sobre el Cambio Climático en México habrá tenido éxito”. Según el artículo, esta posición refleja la actitud constante de los países en desarrollo de no asumir ninguna responsabilidad en cuanto al cambio climático, ya que es un problema causado por los países occidentales, por lo que no se sienten obligados a tomar la iniciativa en su resolución. Cuando los representantes de todos los países están tratando de reconciliar las posturas de ambos bandos (el de los países desarrollados y el de los que están en vías de desarrollo), las declaraciones de Xie ponen de manifiesto el desafío al que se van a enfrentar los diplomáticos en la Conferencia de Cancún.
Pero, ¿es entonces la posición de China errónea? ¿Qué papel le toca desempeñar en el evento de Cancún?
Xie había declarado en Beijing a los medios nacionales y extranjeros que China ejercería en Cancún un papel constructivo y que no cejaría en su esfuerzo por obtener resultados positivos.
El delegado chino afirmó también que China apoyará firmemente los acuerdos que se adopten en Cancún sobre la aplicación plena y eficaz de la Convención Marco y el Protocolo. Expresó, asimismo, el deseo de que en la Conferencia de Cancún se mantenga vivo el espíritu de los acuerdos anteriores y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, y se concreten en la práctica los consensos políticos de Copenhague, especialmente los que hacen referencia a los problemas más preocupantes, que en su opinión son los de financiación y transferencia de tecnología a los países en vías de desarrollo, sentando así las bases para lograr acuerdos vinculantes en la Conferencia de Sudáfrica del año próximo.
Xie manifestó también que, mediante la adhesión a los principios de la Convención, el Protocolo y la Hoja de Ruta de Bali, y con la participación transparente y amplia de los asistentes, la conferencia obtendrá, sin duda, resultados positivos, y reestablecerá la confianza mutua entre todas las partes, impulsando como consecuencia la cooperación de la comunidad internacional.
En relación a la transparencia, algunos medios han observado que China posiblemente adoptará una actitud flexible. El South China Morning Post, de Hong Kong, indicó, el 24 de noviembre, que Xie había confirmado que China no pone objeciones a la transparencia respecto a las emisiones y también desea que se logre un compromiso aceptable por todos en este sentido en Cancún.
Sin embargo, China insiste en su condición de país en vías de desarrollo. Xie sostiene que, con un PIB per cápita de sólo 3.700 dólares, China se coloca alrededor del puesto 100 en el ranking mundial. Asimismo, en China 150 millones de personas viven bajo el umbral internacional de la pobreza que fija la ONU. China se enfrenta al enorme reto de desarrollar la economía y mejorar el nivel de vida de la población, así como proteger el medio ambiente, mientras hace frente al cambio climático.
China ha asumido sus propias responsabilidades. El año pasado, antes de asistir a la Cumbre de Copenhague, China hizo público sus objetivos principales para 2020 y el programa de acciones para lograrlos: disminuir las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB entre un 40% y un 45% respecto a 2005, aumentar la proporción de combustibles no fósiles en la producción total de energía primaria hasta alcanzar el 15%, incrementar en 40 millones de hectáreas la superficie forestal, y ampliar en 1.300 millones de metros cúbicos el volumen de bosques.
Desde 2006 hasta 2010, China ha invertido 200.000 millones de yuanes en programas de ahorro de energía y reducción de emisiones y espera lograr rebajar en un 20% el consumo de energía por unidad de PIB. Unos días antes de la inauguración de la Conferencia de Cancún, Christiana Figueres, principal negociadora oficial de la ONU sobre el cambio climático, afirmó en Alemania que China, de hecho, había superado la meta establecida de reducción de emisiones. Figueres también enumeró los hechos que demuestran que China se ha esforzado al respecto.
Sobre los reproches de la comunidad internacional a China, Xie Zhenhua señaló que, según se indica en la convención internacional sobre el cambio climático, los países en vías de desarrollo emprenden acciones de control de emisiones en función de la financiación que reciben de los países desarrollados, mientras que China, sin el apoyo financiero y tecnológico de otros países, ha controlado voluntaria e independientemente las emisiones, lo que muestra la importancia que concede al cambio climático y su contribución a la lucha contra el mismo. En el próximo plan quinquenal se fijarán unos ambiciosos índices en cuanto a reducción de emisiones de dióxido de carbono, consumo de energía, proporción de fuentes no fósiles en la composición de la estructura energética, así como en cuanto al crecimiento de la superficie y el volumen forestales, entre muchos otros aspectos, con el fin de garantizar en 2020 la reducción de emisiones de carbono entre un 40% y un 45% por unidad de PIB respecto a 2005.
Xie hizo hincapié en que, de conformidad con la Convención, el Protocolo, la Hoja de Ruta de Bali y el Acuerdo de Copenhague, los países desarrollados deberían cumplir sus obligaciones correspondientes, y atenerse al principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Hay que insistir en esta actitud. Los países desarrollados han sido responsables a lo largo de la historia de un gran volumen de emisiones de gases de efecto invernadero, y actualmente su volumen de emisiones per cápita sigue siendo elevado. A ellos corresponde tomar la iniciativa en cuanto a su descenso. China desea que los países desarrollados adopten el liderazgo en este campo. Con el objetivo de garantizar el desarrollo sostenible, China también impulsará activamente medidas y políticas para controlar las emisiones. Todos los países deben colaborar y ayudarse los unos a los otros, esforzándose solidariamente por fortalecer la cooperación e impulsar el proceso que solucione el problema del cambio climático.
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