Chu er fan er es un dicho chino que se emplea para describir la acción de desdecirse de una promesa. Y hoy Japón lo ha ilustrado perfectamente con su comportamiento.
Echemos la vista atrás por un momento: el 16 de febrero de 2005, entra en vigor el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional que tiene por objetivo controlar las emisiones que causan el calentamiento global. Japón lo celebraba con una gran ceremonia esa misma noche.
La nación asiática se mostraba orgullosa de que el Protocolo hubiese visto la luz en su país. Pero han bastado tan sólo cinco años para que lo que era una honra se transforme en una pesada losa. El 30 de noviembre de 2010, la ONG CAN International (Climate Action Network o Red de Acción por el Clima) otorgaba a Japón el premio al “Fósil del día” por su oposición a aceptar una renovación del Protocolo de Kioto.
El premio al “Fósil del Día” existe desde 1999 y, desde entonces y durante cada reunión de la Conferencia de las Partesde la Convención Marco de lasNaciones Unidas sobre el Cambio Climático, se concede a los países que más se esfuerzan por bloquear las negociaciones. Se entrega cada día a las 6 de la tarde mientras dura la conferencia a tres países por su mal desempeño en las conversaciones.
De hecho, no se trata de la primera que Japón se hace acreedor a este galardón. Ya el año pasado, en Copenhague, recibió el premio en varias ocasiones, una de ellas también por negarse a prorrogar el Protocolo de Kioto.
Este año, cuando sólo han transcurrido dos días desde la inauguración de la conferencia, los representantes japoneses ya han reiterado en múltiples ocasiones su “rotunda negativa, bajo cualquier circunstancia, a comprometerse a ningún objetivo de reducción de emisiones en una segunda fase del Protocolo de Kyoto”. La razón que dan para ello es que el Protocolo sólo vincula a los países responsables del 27% de las emisiones globales, mientras que los mayores emisores planetarios, China y Estados Unidos, no se han comprometido a ningún objetivo de reducción de emisiones bajo dicho Protocolo.
Al respecto, Yang Ailun, responsablede proyectos del clima y la energía de Greenpeace, comenta que “Japón, a pesar de ser el país donde nació el Protocolo, ahora se opone firmemente a su prolongación, una actitud destructiva que ha influido negativamente en la atmósfera de la conferencia. El Protocolo de Kioto es el único acuerdo vinculante de este tipo y es fruto de los esfuerzos globales para frenar el cambio climático”.
Como Estados Unidos, Japón es también uno de los países desarrollados que tiene la obligación de tomar la iniciativa en la reducción de emisiones, tal y como que exige el Protocolo. El hecho de que Japón se escude en el comportamiento de los norteamericanos para justificar su actitud muestra una gran irresponsabilidad. Yang piensa que, en vista de la gravedad del cambio climático, todos los países deben actuar activamente y las excusas para lo único que servirán es para llevar las conversaciones a un círculo vicioso y, finalmente, a un desastre climático global.
De acuerdo con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, los países en vías de desarrollo asumen responsabilidades diferentes a las de las naciones desarrolladas. A pesar de ello, y considerando los intereses de todo el mundo, China ha llevado a cabo una reducción efectiva de emisiones. El hecho de que Japón tome a China como pretexto para no aceptar sus obligaciones como país industrializado no es ni justo ni razonable.
En realidad, antes de la conferencia de Cancún, una alianza de nueve grandes grupos industriales japoneses presionó al Gobierno de su país para que actuase contra la prolongación del Protocolo más allá de 2012. Esa es la razón para el Chu er fan er de Japón.
Yang Ailun opina que “los grupos industriales están imponiendo sus intereses al Gobierno japonés y controlando su actitud en las negociaciones internacionales. Pero estos grupos industriales son cortos de miras, ya que no se dan cuenta de que la tendencia en todo el mundo hacia la reducción de emisiones supone para ellos también nuevas oportunidades de negocio, ya que cuentan con tecnologías avanzadas y eficientes para el ahorro energético. Su actitud está provocando que Japón posiblemente vaya a perder sus ventajas competitivas a nivel internacional”. |