EN una era azotada por el calentamiento global y la escasez de recursos naturales, el desarrollo de una economía baja en emisiones de carbono es un desafío ineludible para cualquier Estado. La tarea de la reducción de emisiones es especialmente ardua para un enorme país en vías de desarrollo como China. ¿Cómo reducir las emisiones y el consumo de energía mientras se mantiene el crecimiento económico sano y a un buen ritmo? ¿Cómo transformar la estructura económica en este sentido? En los últimos años, el Gobierno se ha dedicado a buscar un modelo que se adapte a las condiciones de China y, utilizando algunas políticas y mecanismos de mercado, ha iniciado con buen pie el camino hacia una nueva economía más ecológica.

Compromisos del Gobierno
El nivel de compromiso del Gobierno con la economía baja en emisiones de carbono determinará su éxito. El hecho de que China sea rica en carbón, pero pobre en gas y petróleo, y de que su eficiencia energética sea baja, son las principales causas de sus altas emisiones de CO2. El Gobierno chino es consciente de este problema desde hace tiempo y está trabajando sin descanso por reducir el consumo energético y desarrollar nuevas fuentes de energía.
En el X Plan Quinquenal, el Estado emprendió una estrategia que se centraba en la preservación y búsqueda de recursos, además de la mejora de la eficiencia energética, impulsando el desarrollo de fuentes de energía alternativas, como la eólica, la solar, la geotérmica y otras, y el fomento del ahorro de energía y de las tecnologías para su utilización integral. El XI Plan Quinquenal elevó a la categoría de política nacional fundamental la preservación de los recursos y concretó objetivos de reducción del consumo energético por unidad de PIB y de uso de nuevas fuentes de energía.
En apoyo de las estrategias de desarrollo nacional, el Consejo de Estado aprobó en 2004 el anteproyecto del Plan de Desarrollo Energético a Medio y Largo Plazo. Ese mismo año, la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo promulgó el primer Plan Especial para el Ahorro de Energía a Medio y Largo Plazo del país, y, en 2007, publicó el Plan de Desarrollo de las Energías Renovables a Medio y Largo Plazo, fijando objetivos para 2020. Además, hizo público el Programa Nacional sobre el Cambio Climático, que define clara y sistemáticamente las normas, principios guía, objetivos y medidas políticas del país para afrontar el cambio climático. China es el primer Estado del mundo en elaborar un programa así.
En cuanto a la legislación, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional aprobó, en 2005, la Ley de las Energías Renovables y revisó, en 2007, la Ley para el Ahorro de Energía, sentando las bases legales para el ahorro energético y el desarrollo de nuevas fuentes. La Tabla I muestra la efectividad de los esfuerzos de China por reducir el consumo energético por unidad de PIB durante el XI Plan Quinquenal. El Gráfico I presenta, a su vez, el porcentaje creciente de las energías limpias en el consumo energético chino (desde el 5,1% de 1990 hasta el 8,9% de 2008) y el descenso gradual del porcentaje del carbón.
China insiste en el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” y se ha comprometido a asumir las obligaciones que como país en vías de desarrollo le corresponden: además de impulsar activamente la institucionalización del desarrollo limpio y los mecanismos del mercado de emisiones y de comprometerse a reducir sus emanaciones en un 20% por unidad de PIB hasta 2010, prometió durante la Cumbre de Copenhague, en 2009, llegar todavía más lejos, reduciendo sus emisiones de CO2 para 2020 entre un 40% y un 45% respecto a 2005, mostrando la sincera voluntad del país de cumplir con sus obligaciones medioambientales y la importancia que le otorga al problema del cambio climático y a la cooperación internacional en este terreno.
Fomentando las finanzas verdes
Las finanzas verdes son un eslabón clave en el desarrollo de la economía de bajo carbono. Su función es la de proporcionar fondos a los proyectos en este campo, establecer un mercado eficiente para la negociación de derechos de emisiones (CER, siglas en inglés) y un sistema adecuado de fijación de precios, así como desarrollar los correspondientes instrumentos financieros. China ha conseguido un buen número de logros en este campo. La Tabla II muestra el apoyo financiero y las medidas de algunos bancos comerciales del país respecto a proyectos de ahorro energético y reducción de emisiones.
Los mecanismos de negociación de derechos de emisiones son el núcleo de las finanzas verdes. Al establecer un límite a la cantidad de gases que una empresa puede emitir y proporcionar los derechos (o permisos) de emisión correspondientes, se les puede otorgar un valor y crear un mercado donde negociarlos. De esta forma, las inversiones empresariales en tecnologías para la reducción de emisiones pueden tener un rendimiento financiero y se puede atraer al capital y a recursos privados a los proyectos medioambientales, reduciendo la presión inversora sobre el Estado.
El mercado de emisiones de China se empezó a desarrollar en 2008. En agosto de ese año, se crearon el Mercado de Valores del Medio Ambiente de Beijing y el Mercado de Valores de la Energía y el Medio Ambiente de Shanghai; en septiembre se inauguró el primer mercado de emisiones de China, en Tianjin, el Mercado de Valores del Clima de Tianjin, una empresa de capital mixto junto al Mercado de Valores del Clima de Chicago, socio que aporta tanto capital extranjero como una gran experiencia en este tipo de operaciones. Plataformas similares aparecerían más tarde en la provincia de Hebei y en la ciudad de Guangzhou.
Estos mercados se implican principalmente en proyectos empresariales de reducción voluntaria de emisiones, Mecanismo de Desarrollo Limpio (CDM, siglas en ingles), servicios de información (ver gráficos II y III), contratos de gestión de la energía y transferencia y financiación de tecnologías de ahorro energético. También proporcionan servicios de certificación y verificación en cuanto a los volúmenes de emisiones de gases de efecto invernadero y servicios de consultoría.
Múltiples mecanismos de promoción
Las políticas y las finanzas verdes son mecanismos administrativos y de mercado para estimular a las compañías a reducir las emisiones, pero para implicar a gran escala a individuos y empresas se requiere un fomento constante de la economía sostenible por parte del Gobierno y el público. Hasta ahora, China ha llevado a cabo varios proyectos en este sentido.
Por ejemplo, la edición de verano del Foro de Davos, en Tianjin, ha hecho del desarrollo sostenible su tema principal. El Banco Popular de China y el gobierno municipal de Tianjin patrocinaron conjuntamente la primera Cumbre Global de las Finanzas Verdes, y Shanghai creó la plataforma de negociación de derechos de emisión y de reducción voluntaria de emisiones “Green World Expo” (o Expo del Mundo Verde), promocionando a escala global las ideas ecológicas. No son los únicos ejemplos. Tras la publicación del “Estándar Panda”, el primer estándar voluntario de China sobre CO2, el Mercado de Valores del Medio Ambiente de Beijing comenzó a publicar los índices de bajo carbono del país en el Foro Ditan de Beijing. El Mercado de Valores del Clima de Tianjin, a su vez, inició un programa de reducción voluntaria de emisiones para empresas y creó un mecanismo para la negociación de la eficiencia energética en edificios. Asimismo, el nuevo distrito de Binhai, en Tianjin, fue citado como ejemplo de desarrollo de la economía de bajo carbono en el Informe sobre las Inversiones en el Mundo de 2010 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Además, Internet se ha convertido en un medio muy efectivo para promover la economía sostenible, algo en lo que muchos sitios Web del Gobierno y proveedores de servicios de Internet participan activamente.
Futuro prometedor
La economía baja en emisiones tiene muy buenas perspectivas, pero para su futuro desarrollo necesita todavía de planificación racional por parte del Gobierno y sus políticas de apoyo. A largo plazo, las finanzas verdes supondrán para China una oportunidad para generar ventajas competitivas en sus industrias verdes y en sus instituciones financieras. Por tanto, China debería desarrollar lo antes posible un mecanismo eficiente de negociación de emisiones e implicar a más empresas, fijando límites a sus emanaciones. Al mismo tiempo, el Gobierno debería estandarizar las operaciones de los mercados de negociación de emisiones, crear un sistema estable de fijación de precios y reforzar el papel del mercado en el suministro de recursos. También deberían estudiarse fórmulas para el comercio internacional en este terreno y aumentar la influencia internacional del mercado doméstico. Además, tendría que estimular a los bancos comerciales para que creen productos financieros verdes; junto a los “créditos ecológicos”, los bancos deberían adaptarse con rapidez, tanto en términos de tecnología como de recursos humanos, a la financiación de mecanismos de desarrollo limpio y al desarrollo de derivados financieros relacionados con la economía sostenible, todo lo cual aumentaría su competitividad a nivel internacional.
La economía de bajo carbono es un estimulante proyecto del hombre al que está ligado nuestro destino. China debe seguir esta tendencia y hacer todo lo que esté en su mano para transformar su estructura económica de manera acorde. El éxito en este terreno llevará a nuestro país a lograr sus metas en cuanto al desarrollo sostenible y servirá de ejemplo para otros países.