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Especial
Fuente de inspiración ecológica
Por ZHANG HONG

La “Ciudad ciclista”, de Odense, en Dinamarca, una pista de 150 metros de largo instalada en la zona de exhibición en la Expo de Shanghai.

E
l pasado 10 de agosto, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR) puso en marcha un plan experimental para desarrollar la economía de bajo carbono en provincias y ciudades, en el que participan en una primera fase cinco provincias -Guangdong, Liaoning, Hubei, Shaanxi y Yunnan- y ocho ciudades -Shenzhen, Xiamen, Tianjin, Chongqing, Hangzhou, Nanchang, Guiyang y Baoding-. Pero, a falta de precedentes, ¿cómo conseguirlo? La Expo de Shanghai puede convertirse en un auténtico manantial de ideas para llegar a esta meta.

Ahorrando camino, ahorrando emisiones

En el Parque de la Expo hay más de 300 pabellones en representación de distintos países, ciudades, empresas y organizaciones internacionales. Suponiendo que uno dedique 10 horas al día a visitarlos, si sólo pasase media hora en cada pabellón, sin esperas para entrar ni descansos para tomar un refresco, tardaría medio mes en recorrer el recinto: toda una prueba para la fuerza física de los visitantes.

Los vehículos de energía alternativa del Parque podrían ser una gran ayuda, ya que trasladan a los visitantes a cualquier punto del complejo en pocos minutos. Más de 1.000 automóviles de “cero emisión” fabricados en China, además de los vehículos internacionales, circulan por la Expo, de los que unos 300 son eléctricos y 200 utilizan baterías de combustible.

La organización ha publicado, además, la Guía del transporte verde de la Expo, para facilitar a los visitantes la elección del medio de locomoción e itinerario más ecológicos y oportunos para sus desplazamientos. Una calculadora conectada a Internet les permite calcular las emisiones de CO2 de cada trayecto y, si lo desean, pueden compensarlas mediante la compra de una tarjeta de transporte de bajo carbono, ya que la mitad del importe irá destinado a la financiación de proyectos de protección medioambiental.

Concienciación ecológica

Shanghai se ha convertido en el mayor centro industrial de China y en una metrópolis internacional desde su apertura al comercio exterior hace más de 100 años. El progreso trae consigo la prosperidad, pero también provoca una enorme presión sobre el medio ambiente.

A finales de 2009, un informe publicado conjuntamente por el Grupo Bayer, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad Tongji de China, revelaba que Shanghai era la ciudad con mayor cantidad de emisiones de CO2 en términos absolutos entre las cuatro urbes principales de Asia y el Pacífico, emitiendo el triple por unidad de PIB que las otras tres (Tokio, Bangkok y Sydney).

De hecho, Shanghai se ha puesto manos a la obra para limpiar su atmósfera y su reputación. Ya desde el año 2000, cuando comenzaron los preparativos para la Expo, la ciudad incrementó su presupuesto para la protección del medio ambiente; en 2009, la inversión triplicó la de dicho año 2000, llegando a los 42.000 millones de yuanes (aproximadamente 6.000 millones de dólares). Ahora, la Expo le da la oportunidad de mostrar al mundo su voluntad y su potencial de crecimiento verde.

El Parque de la Expo es en sí mismo un laboratorio para la innovación ecológica. A diferencia de las anteriores exposiciones universales, en las que sus edificios eran de nueva construcción, en la de Shanghai se han incluido los edificios industriales que llevaban décadas en el lugar, rehabilitando las antiguas instalaciones fabriles y transformándolas en pabellones que ocupan en conjunto 300.000 m2, además de trasladarse cuatro plantas industriales altamente contaminantes.

Por otro lado, desde la primera exposición universal, celebrada en Londres en 1851, el consumo de electricidad por visitante se ha elevado continuamente en cada nueva edición. La Expo de Shanghai espera llegar a la cifra récord de 70 millones de visitantes, así que no es difícil imaginar la cantidad de electricidad que puede necesitar. Con el fin de reducir el consumo de energía, los organizadores han probado diversas soluciones:

Dado que el evento se realiza durante el verano, cuando Shanghai está bajo la influencia del monzón del Sureste, en el Parque de la Expo se han diseñado canalizaciones eólicas en cada edificio, de acuerdo con los vientos dominantes de la temporada, y, de este modo, se reduce el uso del aire acondicionado.

Por otro lado, en muchas construcciones se han instalado paneles solares en techos y paredes, incluidas las cinco estructuras permanentes -el Boulevard, el pabellón de China, el pabellón Temático, el Centro de Exposiciones y el Centro de Actuaciones- y diversos pabellones nacionales. En el diseño del pabellón de China y en el del pabellón Temático se ha incorporado además la tecnología BIPV, módulos fotovoltaicos de energía solar que, al mismo tiempo que son materiales de construcción, generan electricidad. Con este sistema, sólo el pabellón Temático puede generar 2,8 millones de kWh al año, cantidad suficiente para satisfacer la demanda anual de electricidad de más de 4.000 hogares de Shanghai.

Bajo carbono, mucha imaginación

El Gobierno chino se ha comprometido a reducir para 2020 las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB entre un 40% y un 45% en relación con las del año 2005. La Expo de Shanghai también está contribuyendo a lograr este objetivo mediante la implantación de multitud de tecnologías verdes. “El Parque de la Expo no está diseñado sólo para los seis meses de duración del evento, sino que pretende sentar las bases para el futuro sostenible y armonioso de la ciudad”, afirma Wu Zhiqiang, su planificador en jefe. “En su ubicación, antes se asentaba todo un barrio de 10.000 hogares en condiciones miserables, junto a 280 fábricas. La construcción del parque ha permitido limpiar una fuente de contaminación del centro de la ciudad y realojar en condiciones mejores a miles de familias”, explica Wu.

La Expo nos ofrece muchos más ejemplos de innovaciones ecológicas en la construcción. Uno de ellos es el revestimiento exterior del pabellón de Vanke, hecho de paja, un residuo agrícola común en todo el mundo que normalmente se quema. Casi todos pensamos que este material no es lo suficientemente resistente ni duradero como para utilizarse en construcciones, pero la innovación de Vanke está cambiando esta percepción: este material está compuesto en un 95% por paja de trigo y en un 5% por adhesivo no contaminante; tras pasar por una serie de procesos de secado al aire, alisado y compresión, resulta sólido y estable. Como uno de las inmobiliarias líderes en China, Vanke tiene como objetivo construir viviendas y comunidades ecológicas y fomentar la baja emisión de CO2 en todo el país. Este material se ha obtenido como parte de los proyectos en que actualmente trabaja la compañía para convertir residuos agrícolas en materiales de construcción.

Otro modelo de construcción verde que nos ofrece la Expo es la Eco-Casa de Shanghai, edificada al completo con desechos reciclados. Sus paredes están hechas con ladrillos recuperados de edificios demolidos y las placas de circuitos integrados usadas se han convertido aquí en mesas. La casa ha sido diseñada para aprovechar al máximo la energía solar y el agua de lluvia, consumiendo un 75% de energía menos que los otros edificios de este tipo.

Otras tecnologías pioneras que se pueden ver en la Expo son: el suelo que puede absorber la energía de las pisadas para generar electricidad, en el pabellón de Japón; la enorme cortina biodegradable y generadora de energía del pabellón de Suiza; las paredes reciclables de corcho del pabellón de Portugal; el “Árbol del Aire”, en el pabellón de Madrid, que puede producir electricidad de origen eólico y regular la temperatura ambiental; el tejado de grano del pabellón de Londres, que captura el agua de lluvia para rebajar la temperatura del interior... En suma, un sinfín de ideas que la Expo nos ofrece para construir el mundo verde que todos deseamos.

China. Org. cn Agencia Noticiera Xinhua Diario del Pueblo Radio Internacional de China CCTV
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