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Especial
Los bosques de China, contra el cambio climático
Por WANG ZHUXIONG*
 

La plantación de árboles en las urbes ha mejorado considerablemente las condiciones de vida de sus habitantes.

Los bosques son la salvaguarda de la salud de nuestro planeta, jugando un papel clave como freno del deterioro del clima. A fuerza de reforestar su territorio, China ha avanzado a grandes pasos en la protección y desarrollo de sus recursos forestales y ha contribuido así a mitigar los efectos del cambio climático.

Ambiciosos programas de reforestación

El Gobierno chino ha otorgado una importancia estratégica a la repoblación forestal y al desarrollo de un entorno ecológico saludable. Desde 1978, China ha plantado enormes cinturones de bosque en las regiones del norte, las zonas costeras, las llanuras, los cursos superior y medio del río Yangtsé, los montes Taihang, los alrededores de Beijing y Tianjin y las cuencas del río Amarillo, el Liaohe, el Perla y del lago Taihu.

En 1998, el Gobierno central reformuló su política de desarrollo forestal y, desde ese momento, se ha concentrado en seis grandes proyectos de preservación ecológica: la protección de los bosques naturales, las actuaciones en las zonas de origen de las tormentas de arena que azotan Beijing y Tianjin, la reconversión de tierras de cultivo en bosques, la plantación de arboledas de protección en las regiones del norte y a lo largo del curso del Yangtsé, el establecimiento de viveros de especies forestales de rápido crecimiento y la preservación de la fauna salvaje.

Cada primavera, millones de voluntarios de todo el país se dedican a plantar árboles como parte de una campaña nacional que se ha celebrado con éxito desde hace ya 29 años. A finales de 2009, la suma de participantes de todas sus ediciones llegaba a los 12.110 millones y el número de árboles plantados alcanzaba los 56.330 millones, haciendo de esta campaña el proyecto ecológico de mayor participación y con más éxito del mundo.

Con una duración proyectada de 73 años, el programa de cinturones protectores de bosque en las regiones del norte, iniciado en 1978, será el esfuerzo de reforestación continuada de mayor longevidad del país. En sus tres primeras décadas, se han plantado 24 millones de hectáreas de bosques protectores, haciendo crecer la cobertura forestal de las regiones del norte de un 5,05% a un 10,51%.

El proyecto de devolución de tierras de cultivo a los bosques que se ha desarrollado durante los últimos diez años ha restaurado aproximadamente 27 millones de hectáreas forestales en regiones de frágil equilibrio ecológico.

Las labores de contención de la desertización y las tormentas de arena que se llevan a cabo en ocho de los principales desiertos y cuatro regiones arenosas han obtenido éxitos evidentes en un 20% de ellas. Desde finales de los 90 hasta los primeros años del siglo XXI, el ritmo de desertización se ha ido frenando, pasando de los 3.436 km2 anuales a los 1.283 km2, un descenso dramático en un muy corto periodo.

El mayor proyecto para proteger los bosques naturales en la historia de China abarca 100 millones de hectáreas. En la última década, ha producido un incremento neto del volumen de árboles vivos de 460 millones de m3, siendo responsable del 43% del crecimiento de los recursos forestales del país. El número de reservas forestales naturales ha subido hasta las 2.012, totalizando 123 millones de hectáreas, el 12,8% del territorio de China.

Al mismo tiempo, se han realizado esfuerzos constantes para incrementar la cobertura vegetal en las ciudades, pasando del 10,1% de 1981 al actual 37,37%, o lo que es lo mismo, de 3,45 m2 a 9,71 m2 per cápita. Los efectos asociados son la mitigación del impacto del cambio climático y la mejora de nuestro hábitat.

Reducciones importantes de las emisiones de CO2

China ha promulgado nueve leyes nacionales, 15 reglamentos administrativos, 43 estatutos y alrededor de 300 leyes regionales para la administración de sus recursos forestales. Apoyado en este cuerpo legal, el Estado ha lanzado diversas campañas para acabar con las talas y apropiaciones ilegales de bosques, para la supervisión y previsión de catástrofes naturales y para la construcción de reservas naturales.

Estos esfuerzos se han visto recompensados: el séptimo censo de los recursos forestales de China (2004-2008) reveló que los bosques sumaban en conjunto 195 millones de hectáreas, cubriendo el 20,36% del territorio chino, lo que quiere decir que el objetivo de alcanzar un 20% de cobertura forestal se consiguió dos años antes de lo previsto. Del total de 13.720 millones de m3 de arbolado vivo, 1.960 millones de m3 eran el resultado de plantaciones que cubrían un total de 62 millones de hectáreas. Estas cifras colocan a China en la quinta posición en el mundo en términos de superficie forestal, en la sexta en cuanto a volumen de árboles vivos y en la primera en cuanto a plantaciones de bosques.

En relación al censo anterior, los bosques chinos habían crecido 20,54 millones de hectáreas, la cobertura forestal subía en un 2,15% y el volumen de arbolado vivo aumentaba en 1.123 millones de m3. El valor de los bosques para un país no reside únicamente en su condición de proveedores de materiales de construcción y de combustible: los bosques absorben una enorme cantidad de CO2, por lo que son clave en los esfuerzos por frenar el cambio climático. Se estima que, entre 1980 y 2005, como resultado de la plantación de bosques, se han eliminado en China 4.680 millones de toneladas de dióxido de carbono, al mismo tiempo que se han reducido en 430 millones de toneladas las emisiones de gases de efecto invernadero debido al control de las talas. El Plan Nacional de Respuesta al Cambio Climático de 2007, publicado por el Consejo de Estado, reveló que los bosques absorbieron 500 millones de toneladas de CO2 en 2004, lo que representa un 8% de todas las emisiones de ese año. Actualmente, la cantidad de CO2 retenida en los bosques chinos alcanza las 7.810 millones de toneladas.

Planes para el futuro

En la Conferencia de Copenhague de 2009, el Presidente Hu Jingtao declaró que China continuaría aumentando la capacidad de absorción de CO2 de sus bosques hasta 2020 mediante el aumento de superficie en 40 millones de hectáreas y del volumen de arbolado vivo en 1.300 millones de m3 respecto a los índices de 2005. Para conseguirlo, China reforzará sus labores de repoblación forestal y mejorará la administración de sus bosques.

Actualmente, nuestro país dispone de 40 millones de hectáreas de yermos y de considerables superficies de cultivo en pendientes de más de 25º, lo que las hace más aptas para bosques que para la agricultura. De acuerdo con los planes del Gobierno, la cobertura forestal de China debe incrementarse desde el 20,36% actual al 23% en 2020 y superar el 26% en 2050, lo que significará el correspondiente aumento de la retención de CO2 en los bosques.

La calidad de los bosques chinos todavía es mejorable: el volumen de arbolado vivo es bajo, 85,88 m3 por hectárea, el 78% de la media mundial, y es incluso más bajo en las plantaciones, con 49,01 m3. Los expertos estiman que la capacidad de captura de CO2 de los bosques chinos es de alrededor del 44,3% de su potencial, por lo que hay un gran margen de mejora. El volumen de arbolado vivo por hectárea crecerá significativamente con una gestión racionalizada de los recursos.

Asimismo, se aplicarán medidas más estrictas de control de las talas y las apropiaciones de tierra ilegales. En cuanto a las talas autorizadas, el daño que infligen al sotobosque y al suelo se puede atenuar con una planificación científica y realizando operaciones de tala de baja intensidad, disminuyendo el riesgo de erosión.

Los bosques son también un importante germen de biomasa, que a su vez es una fuente de energía limpia. Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) predice que la energía generada a partir de la biomasa satisfará la mitad del consumo energético mundial a mediados de siglo. El volumen de biomasa utilizable de China se estima en más de 300 millones de toneladas anuales, lo que equivale a 200 millones de toneladas de carbón; se pueden plantar bosques para el suministro de biomasa en yermos, montañas, salinas y terrenos de minas abandonadas.

El aumento del uso de la madera también supone reducir las emanaciones. Su producción y procesado consume mucha menos energía y emite mucho menos CO2 que en el caso del hierro o el aluminio. Una mayor utilización de la madera supondrá un incremento de las plantaciones de árboles, que pueden absorber dióxido de carbono en su proceso de crecimiento y retenerlo incluso al convertirse en productos, a no ser que se pudran o se quemen. Muchos artículos de madera sobreviven durante siglos, manteniendo a buen recaudo el CO2 por todo ese tiempo.

*Wang Zhuxiong es director del Departamento de Reforestación de la Administración Forestal Estatal.
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