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Especial
La necesaria recomposición de la estructura energética china
Por JIAO FENG

 
Entrevista exclusiva con Zhou Dadi, subdirector del Comité Consultivo Nacional de Expertos en Energía
 
 
Técnicos instalando calentadores de agua solares en el techo de unas viviendas en Yichang, provincia de Hubei. Los expertos señalan que China necesita aumentar la proporción de energía solar, hidroeléctrica y energía nuclear en su mix energético.

 
SEGÚN la Administración Nacional de Estadística de China, el consumo energético global del país en 2009 supuso el equivalente a 3.100 millones de toneladas de carbón estándar, lo que confirma la imagen que se tiene de China como una gran devoradora de energía a nivel mundial. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, en términos relativos, su consumo es todavía bajo -solamente 2,33 toneladas per cápita de carbón estándar en 2009, en comparación con 10,37 toneladas en los Estados Unidos-, pero desafortunadamente, en el mix energético de China domina dicho carbón, cuya utilización es actualmente ineficiente y, cuyo uso y extracción perjudican enormemente al medio ambiente. Por ello, recomponer la estructura energética de China y buscar fuentes de energía más limpias se ha convertido en una prioridad para el país.

En este contexto, hablamos en exclusiva con Zhou Dadi, subdirector del Comité Consultivo Nacional de Expertos en Energía e investigador del Instituto de Investigación en Energía de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, para que nos presente los planes para la optimización energética de China.

Elevado crecimiento económico, alto consumo energético

El consumo global de energía en China se ubica entre los más altos del mundo y, como un país todavía en vías de desarrollo, para mantener el ritmo de crecimiento de su economía, esta tendencia no podrá frenarse a corto plazo.

Sin embargo, su consumo per cápita es inferior al de prácticamente todos los países desarrollados y sólo una cuarta o quinta parte del de EE.UU. En los últimos años, el país depende demasiado de la inversión industrial para estimular el crecimiento económico, lo que ha causado un elevado consumo energético por unidad de PIB. Por lo tanto, el Gobierno chino ha ido transformando el modelo de crecimiento, persiguiendo un desarrollo más equilibrado.

China ha sido durante mucho tiempo autosuficiente en cuanto a los recursos energéticos que precisaba, pero a costa de depender demasiado del carbón, ya que tiene pocas reservas petrolíferas, y a pesar de las abundantes reservas de gas natural que se han detectado en estos últimos años, que proporcionalmente siguen aportando demasiado poco. Por otro lado, en cuanto al comercio energético internacional, China ha adquirido un papel relevante como comprador, aunque sigue sin ocupar las primeras posiciones.

Con estas limitaciones en cuanto a sus reservas, su estructura energética queda compuesta actualmente por carbón en un 70%, petróleo en un 18% y gas natural en un 3,9%; el porcentaje restante queda para la energía nuclear, la hidroeléctrica y la eólica. Una estructura bien distinta a la del resto del mundo.

China ha hecho grandes esfuerzos por transformarla, intensificando el desarrollo y la utilización de fuentes de energía alternativas al carbón. Zhou subraya que, sin embargo, no se puede esperar un cambio espectacular en poco tiempo, ya que no es fácil modificar unas estructuras sólidamente asentadas: China se ha habituado a consumir más de 3.000 millones de toneladas de carbón al año y encontrar alternativas no es sencillo Cualquier transformación energética radical implica a muchos sectores de la sociedad y cambios en las infraestructuras, por lo que necesita tiempo.

A por un consumo más eficiente

El incremento del consumo energético por unidad de PIB ha provocado que China le conceda una gran importancia a la eficiencia energética y, en esta materia, se están realizando rápidos avances.

Zhou Dadi señala que, en los últimos años, China ha progresado tanto en la adopción de nuevas energías como en el aumento de la eficiencia, abandonando antiguos métodos de producción; además, está reduciendo la brecha tecnológica con los países desarrollados en las industrias de alto consumo energético, como las petroquímicas y las generadoras de energía eléctrica.

Sin embargo, todavía hay problemas pendientes: se están despilfarrando recursos energéticos en la industria. En los países avanzados, la industria es responsable únicamente de un tercio del consumo energético y el resto corresponde a construcción y transporte. En China, la tortilla se da la vuelta, ya que la industria acapara un 70% de la energía; de ésta, un 50% va a parar a tan sólo seis sectores de alto consumo: metalúrgico, químico, petroquímico, materiales de construcción, generación eléctrica, y metales no ferrosos, lo que ha disparado todas las alarmas, ya que se está realizando un enorme consumo energético con un bajo rendimiento productivo. Se trata de un problema que se debe solucionar cuanto antes.

Zhou Dadi interpreta los datos en el contexto de la historia reciente de la eficiencia energética en el país: desde que se iniciaron las políticas de reforma y apertura, en 1978, y especialmente entre 1980 y 2002, la eficiencia en el uso de la energía por unidad de PIB aumentó en un 4,6% anualmente. Comparado con el resto del mundo, donde en promedio el mismo índice aumentó entre el 1,1% y 1,2%, se trata de un avance gigantesco. En los primeros años del siglo XXI, sin embargo, se produjo un relativo estancamiento, pero, a partir del 2006, cuando el Gobierno chino fijó como objetivo ahorrar un 20% de energía por unidad de PIB, la situación se recondujo y, de 2005 a 2009, el promedio de reducción del consumo energético alcanzó un 4,1%, mucho más que la media universal y la de los países desarrollados

Fomento de las energías limpias

Junto a la reestructuración de la industria energética, China ha impulsado decididamente proyectos de desarrollo y utilización de energías limpias, cuya proporción en la estructura energética va en aumento. Por ejemplo, ha asumido el liderazgo mundial en el desarrollo de la energía eólica, con 20 millones de kW anuales de capacidad instalada en este momento, y se ha puesto en cabeza en el desarrollo y la utilización de energías renovables.

En este terreno, no hay que olvidar que los planes para el desarrollo de las energías limpias deben tomar en consideración la situación particular de China, o sea, se trataría de, por un lado, incrementar el porcentaje de uso de ciertos tipos de energía, como la hidroeléctrica, la nuclear y el gas natural, y, por otro lado, utilizar plena y eficazmente los recursos ya existentes, elevando la eficiencia en su consumo.

En este mismo sentido, en cuanto a la idea de “energía limpia”, no podemos pensar que con ello se alude únicamente a nuevos tipos de energía o a las renovables; en China, este concepto debe incluir los combustibles fósiles tradicionales, pero utilizados de manera limpia. Entonces, como recurso más importante de China, se deben desarrollar métodos y tecnologías de uso más eficiente y limpio del carbón: utilizar tecnologías punta para filtrar sus impurezas, aumentar la eficiencia y reducir las emisiones de CO2, sería un buen plan.

Zhou destaca que China ha puesto en marcha numerosos proyectos para probar el Mecanismo de Desarrollo Limpio (Clean Development Mechanism, uno de los tres mecanismos establecidos en el Pacto de Kioto), muchos de los cuales, tras ser aprobados, han reducido significativamente las emisiones de dióxido de carbono; de hecho, ahora China es responsable de la mitad de la reducción de las emisiones de los países en vías de desarrollo. “Sin embargo –advierte- estos mecanismos ejercen un papel simplemente complementario al del desarrollo de tecnologías de energía limpia. No podemos depositar en ellos todas nuestras esperanzas, sino confiar en nuestros propios esfuerzos”.

En suma, China debe reconfigurar su estructura energética, aumentando la participación de múltiples fuentes de energía, como la nuclear, la solar, la hidroeléctrica y el gas natural, y manteniendo a un tiempo el volumen de importación de petróleo para evitar la excesiva dependencia del carbón. Si China puede reducir el consumo de carbón hasta que suponga entre el 30% y el 40% de su estructura energética, y aumenta hasta un 20% aproximadamente el porcentaje de uso de la energía nuclear, la hidroeléctrica y el gas natural, habría conseguido una estructura de consumo energético ideal.

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