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Reportaje Exclusivo
De inmigrantes a ciudadanos
Por HOU RUILI
-Iniciativas para la integración en las ciudades de los trabajadores de origen rural
 

Dos chicas reciben sus permisos de residencia permanente en Chongqing. Se trata de dos de los primeros inmigrantes que pasan de campesinos a residentes urbanos en su distrito.

Las nuevas generaciones de inmigrantes procedentes del mundo rural, tras experimentar lo bueno y lo malo de la vida urbana, aún confían en encontrar su lugar en las ciudades.

En este sentido, uno de los puntos clave es la reforma del sistema de registro de residencia familiar, o registro civil (conocido como hukou), mediante el cual una persona queda adscrita a una cierta localidad, generalmente la de su nacimiento o la del de sus padres, y que determina dónde puede gozar de los diferentes derechos y beneficios sociales que el Gobierno le otorga, distinguiéndose entre los residentes urbanos y los del ámbito rural. El premier Wen Jiabao se refirió recientemente a este asunto, señalando que el principal problema a resolver era el de quienes tienen un trabajo y residencia fijos en una ciudad pero carecen de todo tipo de registro en la misma. Se deben hacer los esfuerzos necesarios para facilitar su integración a la vida urbana y para que disfruten en igualdad de condiciones de los mismos derechos y servicios sociales que sus vecinos. En segundo lugar, dijo, se debe estudiar la capacidad de absorción de nueva población de las grandes metrópolis, y tener en cuenta que, ahora mismo, lo primordial es orientar a los emigrantes para que se establezcan tanto en las ciudades medianas y pequeñas como en las grandes urbes.

Del certificado de residencia temporal a la tarjeta de residencia

En 1958, China comenzó a aplicar un sistema de registro temporal de residencia, consistente, en pocas palabras, en que cualquier persona que residiese durante más de tres días en una ciudad fuera de la provincia de su localidad natal debía registrarse en dicho municipio. En 1984, el volumen de población flotante aumentó de manera espectacular a causa de la búsqueda de empleo en las ciudades, estando compuesta un 80% de la misma por emigrantes de origen rural. De acuerdo con la norma mencionada anteriormente, estos emigrantes se registraron como residentes temporales, recibiendo un certificado de residencia temporal como identificación, pero este acto no comportaba para los forasteros el poder de disfrutar de ningún beneficio social, sino que se trataba, simplemente, de un mecanismo para facilitar al Gobierno el control de la población flotante en un marco de economía planificada.

De acuerdo con las cifras de la Administración Nacional de Estadísticas de China, hay actualmente unos 230 millones de personas procedentes del campo que llevan viviendo y trabajando en las ciudades más de seis meses y, por tanto, deberían ser consideradas como parte de la población urbana. Por ello, en las ciudades y provincias de economía más desarrollada y que reciben más cantidad de inmigrantes, como las provincias de Guangdong, Zhejiang y Liaoning, en la costa, y las ciudades de Taiyuan, Wuhan y Changchun, desde 2008, se ha empezado a sustituir el certificado de residencia temporal por una tarjeta de residencia para estos nuevos ciudadanos.

Esta sustitución es, en realidad, una reforma radical con el objeto de alcanzar una mayor justicia social: aunque no supone un cambio definitivo de adscripción en cuanto a su registro de residencia, con la tarjeta de residencia los inmigrantes pueden gozar en igualdad de condiciones que la población local de servicios sociales como sanidad, enseñanza, seguros sociales y laborales y otros.

Además, gracias a esta tarjeta de residencia, si han cumplido con sus obligaciones fiscales y tienen un domicilio fijo (que incluye la vivienda de alquiler) en la provincia, los inmigrantes de Guangdong que hayan residido allí durante al menos siete años, pueden solicitar el cambio de adscripción del campo a la ciudad y pasar a ser residentes urbanos de pleno derecho. El requisito de estancia más bajo se pide en Taiyuan, donde son necesarios únicamente cinco años para solicitar el registro de residencia urbano, siendo el más largo el de Shenzhen, donde se exigen diez años.

Hu Xingdou, profesor del Instituto de Tecnología de Beijing y experto en el sistema de registro civil, piensa que la reforma del sistema y la concesión de tarjetas de residencia a los inmigrantes, desempeñará un papel activo en la estabilización de la población flotante. Así mismo, consolidará y mejorará la competitividad económica, ya que las empresas tienden, en general, a invertir en la formación de los empleados estables. Considera también que, en cuanto al cambio de adscripción definitivo del campo a la ciudad, éste debe hacerse paso a paso, evaluando antes el nivel educativo, la situación en cuanto a la vivienda y los años de residencia acumulados. Hu estima que China debe concluir la reforma global del sistema de registro de residencia (hukou) en un plazo de 10 años, acabando de esta forma con el antiguo sistema de registros, urbano y rural.

Los beneficios sociales que se proporcionen a los nuevos residentes, como los referentes a empleo, seguridad social, educación, etc., aumentarán sin duda la carga de gasto de las ciudades, por lo que es de esperar que, en función de la diferente capacidad financiera de cada municipio, se ofrezcan diferentes niveles de protección social.

Beijing, sin ir más lejos, debido a su enorme flujo de población flotante y a la necesidad de control de la inmigración, debe aplicar un sistema de tarjetas de residencia en breve, pero precisamente por estos condicionantes, seguramente no podrá ofrecer tantas ventajas como otras ciudades. Cubrirá, sin duda, los beneficios básicos relacionados con el empleo, seguros sociales, sanidad, educación y otros, pero los beneficios extraordinarios serán seguramente menores a los que proporcionan otras grandes urbes.

El profesor Hu considera que será la aplicación del nuevo sistema de tarjetas de residencia en la capital lo que marque el despegue de la reforma en el resto del país. A pesar de las condiciones especiales de Beijing, confía en que, en menos de diez años, se haya llevado a cabo en la ciudad el proceso de reforma.

Ante la promoción de esta reforma, se han oído voces preocupadas por una posible explosión demográfica causada por una emigración masiva a las grandes metrópolis. Hu sostiene, sin embargo, que el mercado se encargará de ajustar de forma automática la población flotante de las ciudades: a medida que ésta aumente, subirán los precios de la vivienda y de los productos de primera necesidad, a la vez que la consecución del cambio de adscripción a residente urbano requerirá de una estancia de duración relativamente larga, por lo que no todos los inmigrantes tendrán la capacidad para residir en la ciudad el periodo preciso para conseguirlo y deberán regresar a su lugar de origen o buscar un nuevo destino.

Han Deyun, un abogado de Chongqing, piensa que, al igual que el anterior sistema de certificados de residencia temporal, el nuevo mecanismo de tarjetas de residencia, si bien significa un avance en términos de igualdad y justicia social, es otro instrumento transitorio en la reforma a largo plazo del sistema de registro civil en China.

De campesinos a ciudadanos

El viaje de un campesino a la ciudad es largo y, a menudo, difícil. Además, adquirir el hukou como residente urbano suele ser una decisión dura para quien la toma, ya que supone desvincularse definitivamente de su tierra natal, sin que en la ciudad pueda estar exento del riesgo de desempleo y teniendo que hacer frente al alto coste de la vida en las capitales.

Fu Yan’an es un inmigrante procedente del campo residente en Chongqing. Estudió derecho de manera autodidacta y ahora trabaja como abogado, ganando entre 4.000 y 5.000 yuanes al mes. En 2007, compró un piso por valor de 200.000 yuanes y, este año, ha conseguido para sí mismo y para su familia (esposa, hijo y padres) el hukou como residente en la ciudad, obteniendo 21.500 yuanes como compensación por la pérdida de las tierras en su aldea natal y como subsidio de establecimiento en la capital. Fu ha dedicado este dinero a la adquisición de un seguro para sus ancianos padres, quienes reciben así una pensión de 200 yuanes cada mes.

La ciudad de Chongqing ha acogido a 3 millones de inmigrantes en los últimos 12 años, muchos de los cuales han dejado atrás sus casas y terrenos arrendados en sus pueblos natales. El gobierno municipal ha elaborado un plan para cambiar su adscripción de residentes rurales a residentes de la ciudad, otorgándoles el nuevo hukou urbano a todos estos inmigrantes en un plazo máximo de dos años. “La adopción de tres millones de nuevos residentes significará un aumento del consumo por valor de varias decenas de miles de millones de yuanes. De esta manera, conseguiremos hacer crecer nuestra economía mediante el impulso del consumo interno –afirma Huang Qifan, alcalde de Chongqing–. Al mismo tiempo, el volumen de población rural en las aldeas se verá reducido en la misma proporción, aumentando con ello los recursos per cápita disponibles de sus administraciones locales y, consecuentemente, los ingresos de los campesinos”, concluye.

Este mes de julio, el gobierno municipal de Chongqing presentó las políticas para la reforma del registro civil, que incluyen 17 mecanismos relacionados con aspectos como los terrenos que se destinarán a tal fin, la vivienda, los seguros sociales, la educación y la sanidad pública. La meta es aumentar la tasa de urbanización de la municipalidad de Chongqing desde el actual 28% a entre un 60% y un 70% en 2020, lo cual significa que 10 millones de campesinos pasarán a ser residentes urbanos en los próximos años.

Sin embargo, una investigación realizada revela que hasta el 90% de los campesinos encuestados no están dispuestos a renunciar a sus tierras para convertirse en ciudadanos. ¿Qué van a hacer sin tierras si no pueden luego ganarse la vida en la ciudad? Ante este problema, las autoridades locales han planteado un periodo de transición de tres años, en aras de flexibilizar el proceso. Durante este lapso, los campesinos podrán subarrendar sus tierras y casas y gozarán de los mismos beneficios que tendrían en la ciudad relativos a empleo, vivienda, educación, sanidad y pensiones, aunque no se hayan asentado todavía en ella. Según Huang Qifan, se trata de un proceso gradual de adecuación a las demandas del mercado.

Fan Wenzhong, subdirector de la Comisión de Desarrollo y Reforma de Chongqing, explica que hay que diferenciar entre el derecho de utilización de la tierra y el derecho sobre sus rendimientos, separados por ley. Este último, queda reservado a los agricultores que se conviertan en residentes urbanos, mientras que el derecho de disponer de la tierra se transferirá a empresas arrendatarias con el objetivo de facilitar la agregación de parcelas para el desarrollo de proyectos agrícolas a gran escala.

Quienes recibirán primero el hukou urbano serán posiblemente los hijos de las primeras generaciones de inmigrantes de origen rural. El motivo, según aclara Huang Qifan, es que “éstos todavía tienen por delante entre 10 y 20 años de vida laboral, con lo que la administración no precisa hacerse cargo, por el momento, de sus pensiones ni seguros sociales, al mismo tiempo que estos trabajadores contribuyen a la hacienda pública con sus cotizaciones, reduciendo así las presiones financieras sobre el gobierno local”.

Actualmente, China está dando prioridad al desarrollo urbano de ciudades de pequeño tamaño -según los estándares chinos-, es decir, de entre uno y cuatro millones de habitantes. Los estudios realizados muestran que, considerando en conjunto los indicadores en cuanto a crecimiento económico, sanidad, educación, protección medioambiental, transporte y ocupación de tierras, estas ciudades presentan una mayor eficiencia que el resto.

Nueva vida para los recién llegados

En la provincia costera oriental de Jiangsu, el número de inmigrantes procedentes del campo ha superado ya los diez millones. Nanjing, Wuxi y Suzhou, por ejemplo, han presentado durante años un crecimiento anual de población inmigrante de más de dos dígitos y Kunshan es ahora una ciudad prácticamente poblada por ellos, con 690.000 nativos locales por 1,3 millones de inmigrantes. Así, en estas urbes se ha llegado a sustituir la etiqueta de “inmigrantes” por la de “nuevos ciudadanos”.

Una encuesta realizada recientemente entre 3.000 de estos trabajadores de origen rural en dicha provincia, revela que el 70% de los mismos considera que ha disfrutado de los servicios sociales al mismo nivel que sus conciudadanos y el 75% cree que la calidad de vida en la ciudad ha ido en aumento. Muchos de ellos han progresado, llegando a convertirse en directivos en empresas privadas, o involucrándose en la política local como diputados de la Asamblea Popular Nacional y miembros del Consejo Consultivo Político del Pueblo Chino.

Chang Shuying, de 37 años, una de estas “nuevas ciudadanas” y empleada común del Grupo Químico Zhongdan, en Jiangsu, es una de las que han llegado a convertirse en diputadas de la Asamblea Popular Provincial. Se ha sentido siempre preocupada por problemas como la parcialidad de la justicia, las carencias del sistema de salud, las condiciones inferiores de los barrios más antiguos y otros asuntos que atañen principalmente al ciudadano corriente. Sus propuestas y toques de atención en la Asamblea Popular han conseguido que estos problemas se vayan resolviendo paulatinamente.

Yu Hai, profesor de sociología de la Universidad de Fudan, señala que con el cambio en el apelativo de “trabajadores inmigrantes” a “nuevos ciudadanos”, podemos ver una metamorfosis en las actitudes sociales hacia este colectivo y su inevitable integración en la sociedad urbana. La discriminación hacia el grupo de los inmigrantes de origen rural era tanto social como institucional, sin embargo, estos cambios muestran que están siendo finalmente aceptados, reconocidos, e integrados en las comunidades de adopción.

KFC escogió Shuyang, una pequeña capital de distrito al norte de Jiangsu, para abrir su primer establecimiento en esta zona de la provincia. Se trata de una localidad próspera, que cuenta ya con diez grandes superficies comerciales cuya facturación anual sobrepasa los diez millones de yuanes. Con la intervención del gobierno local, el precio de las viviendas de Shuyang se ha mantenido un 30% más bajo que el de las ciudades vecinas. En los últimos seis años, se han establecido aquí unos 30.000 nuevos inmigrantes anualmente, aumentando la población de menos de 200.000 a 460.000 habitantes. Es un perfecto ejemplo de la realidad actual, ya que ciudades como ésta empiezan a constituir el destino de muchos emigrantes de origen rural.

Otras iniciativas que han tomado las autoridades locales para mejorar las condiciones de los inmigrantes se pueden ver también en Suzhou y Wuxi. En Suzhou, por ejemplo, se han levantado más de diez edificios residenciales en la zona industrial, que proporcionan hogar a más de 10.000 jóvenes inmigrantes. En conjunto, en esta ciudad, más del 70% de los trabajadores procedentes del campo se ha trasladado a edificios construidos por el gobierno municipal. En Wuxi, por otro lado, el gobierno local ha invertido más de 1.000 millones de yuanes en la construcción de 5.200 complejos residenciales, en total más de dos millones de metros cuadrados, destinados a este colectivo, donde viven ya el 50% de los trabajadores inmigrantes de origen rural de la ciudad.

Tabla: Cambio generacional en la estructura laboral de los inmigrantes de origen rural (%)

Generación anterior

Nueva generación

Sectores

Industria

56,4

67,3

Construcción

12,3

3,7

Servicios

24

26,3

Agricultura

5,4

1,0

Tipo de empleo

Trabajador común o de

servicios logísticos

54,2

46,2

Administrativo y personal

de control de calidad

2,6

9,7

Atención al público

3,8

10,8

Tamaño de las entidades empleadoras

Menos de 100 empleados

40

33,3

Entre 101 y 1000 empleados

39,6

38,2

Más de 1001 empleados

20,4

28,5

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