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Deportes
¿Escaso interés por el fútbol?
Por ZHU HONG

 

Menos de 7.000 jugadores juveniles y adolescentes están registrados en las academias de fútbol de China.

Extremadamente desilusionados por la ausencia de su selección nacional de la Copa Mundial de Fútbol que se disputó este verano en Sudáfrica, los aficionados chinos no pueden comprender cómo una nación de 1.300 millones de habitantes no es capaz de formar un once de nivel mundial.

Estadísticas incompletas de la Asociación de Fútbol de China (AFC) muestran que actualmente en el país están registrados menos de 7.000 futbolistas juveniles y de categorías inferiores, cifra notablemente inferior a los 650.000 jugadores que existían en 1995, cuando la liga nacional de este deporte comenzó a introducir el sistema de clubes profesionales. La notable diferencia entre ambos números da una idea de la situación real y pesimista del fútbol chino, carente del relevo generacional que garantice el futuro saludable de la práctica de esta disciplina.

¿Desde cuándo los niños chinos dejaron de soñar con ser estrellas de fútbol? ¿Por qué los padres prefieren alejar a sus hijos de este deporte?

Malos ejemplos

¿Es la falta de interés popular la que conduce a que cada día menos niños aspiren a convertirse en futbolistas de elite? Parece que no, porque existen una gran cantidad de aficionados al fútbol en las zonas rurales y ciudades de China, quienes cada fin de semana suelen organizar sus propios partidos. Sin embargo, pocos de ellos desean que sus hijos practiquen el más universal de los deportes como carrera. “Soñaba que mi hijo pudiera llegar a ser el segundo Fan Zhiyi (famoso jugador chino), cuando el fútbol experimentaba su momento más glorioso en nuestro país. Pero actualmente, no”, comenta un aficionado.

En la última década, la selección china mostró un bajo nivel técnico, fracasó continuamente en las competiciones internacionales en que participó y, como consecuencia, perdió posiciones en el ranking de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA). Al mismo tiempo, afloraron sin cesar los escándalos sobre partidos amañados con la implicación de clubes, jugadores y árbitros, a los que se sumó el juego fuerte y el comportamiento inapropiado de no pocos futbolistas fuera del campo, lo que fue lacerando progresivamente la confianza y la pasión del público por este deporte.

Además, los jugadores profesionales se afligen frecuentemente por las lesiones, su mal estado físico y psicológico y otras dificultades. Y tampoco todos los futbolistas cobran un buen salario por jugar. Por ejemplo, un miembro de un club de categoría B de la AFC gana de 1.000 a 2.000 yuanes mensuales (de 148 a 297 dólares, aproximadamente, según la tasa de cambio actual), mucho menos que un empleado común de los llamados de “cuello blanco”.

Carrera sin porvenir

Desde una de las bandas del campo de fútbol de la Escuela Secundaria de la Etnia Hui de Beijing, Lin Lili, empresaria, observa cómo juega su hijo de 12 años. Cuando le preguntamos si desea que el pequeño se convierta algún día en futbolista profesional, contesta que su único interés es que el chico refuerce su cuerpo mediante el ejercicio físico y asegura que no permitirá que avance más en el camino hacia el profesionalismo. Incluso, para lograr que su hijo entre en un colegio de secundario clave, la madre desea que dedique más tiempo a los estudios. ¿Qué futuro puede tener entonces la práctica del fútbol?

Esta preocupación es generalizada entre los padres. Men Guangyuan, comerciante de la provincia de Zhejiang, cuyo hijo de 15 años se entrena en la Escuela de Fútbol de Lücheng, de su localidad natal, expresa que le angustia mucho pensar en el futuro del muchacho. “Sin habilidad profesional ni educación, ¿será capaz de ganarse la vida jugando al fútbol? Si mi hijo hubiera obtenido notas satisfactorias en sus estudios, no le permitiría dedicar ni un minuto a jugar al fútbol”. El hecho es que la mayor parte de los adolescentes y niños que se forman para ser futbolistas profesionales son aquellos de quienes sus padres ya no esperan notables resultados en los estudios o desean que permanezcan ocupados en el entrenamiento, en lugar de andar haciendo travesuras.

Reconocida por su larga tradición en la enseñanza del fútbol, la Escuela Secundaria de la Etnia Hui de Beijing ha obtenido éxitos excelentes en casi todas las competiciones en que ha intervenido con centros similares de la capital. Además, según el acuerdo que tiene suscrito con el Instituto de Tecnología de Beijing (ITB), su equipo constituye una cantera para el once de esa institución, por lo que los mejores jugadores tienen la oportunidad de ser admitidos por el ITB sin tener en cuenta sus notas escolares. Cao Xiaodong, subdirector de la secundaria, se queja de que le faltan niños de buenas condiciones y talento para el deporte, porque “los padres no quieren apostar al fútbol el futuro de sus hijos”.

Mejor suerte ha corrido en China la práctica del básquetbol, en especial después del paso a la NBA de la estrella local Yao Ming. También el tenis se vuelve cada día más popular, tras la destacada actuación de las jugadoras chinas en los torneos de Grand Slam. En cambio, “no hay ídolo para los jóvenes chinos en el fútbol. El ping-pong, el tenis y el básquetbol constituyen los deportes mejor acogidos por los alumnos. Pese al elevado costo de aprendizaje, muchos padres no dudan en poner a sus hijos a practicar tenis de campo, porque saben que esta disciplina tiene un futuro prometedor”, comenta Li Chen, profesor de deportes de la Escuela Yucai de Beijing.

Formación muy cara

El alto costo de formación de un futbolista contrasta fuertemente con su porvenir profesional decepcionante. Según datos proporcionados por la Asociación de Fútbol de China, capacitar a un futbolista juvenil resulta mucho más caro que educar a talentos de otros sectores. Generalmente las escuelas de fútbol cobran de 15.000 a 20.000 yuanes al año. Si un niño empieza su adiestramiento a partir de los 8 años, sus padres deberán pagar 200.000 yuanes hasta que esté en edad de ingresar en un equipo profesional. “Formar a un futbolista resulta muy difícil para una familia de ingresos económicos medios, por eso abandoné la idea de convertir a mi hijo en futbolista. Es más realista y mejor para él estudiar con afán que soñar con ser una estrella de fútbol”, comenta una madre.

A finales de 2009, al tiempo que se llevaba a cabo una ofensiva contra las apuestas y arreglos ilegales de partidos en el fútbol chino, comenzó a desplegarse a escala nacional la campaña “Fútbol escolar”. Conforme a la AFC, más de 2.300 escuelas primarias y secundarias de primera etapa de 46 ciudades están involucradas en este programa, que prevé incorporar unos 1.000 estudiantes por centro educativo, lo que haría un total de 2,3 millones de alumnos. La gente desea que esto suponga una esperanza para el fútbol chino.

 

 

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