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Economía
¿Con un pan bajo el brazo?
Por ZHAO YAYUAN

Niños experimentando el trabajo de panadero en la panadería de “Beyou World”.

Dice el refrán que los bebés vienen con un pan bajo el brazo, pero el pasado 15 de junio se publicaron los resultados finales del estudio Expectativas de procreación entre los habitantes de las zonas urbanas y rurales de China, llevado a cabo por la consultora Horizonte que, entre sus conclusiones, destaca: “En las grandes metrópolis como Beijing, Shanghai y Guangzhou, las parejas con ingresos inferiores a 8.000 yuanes mensuales (un dólar de EE.UU. equivale aproximadamente a 6,80 yuanes) no consideran la idea de tener descendencia”. Es natural preguntarse entonces por el coste que representa hoy en día tener un hijo en China.

Un sinfín de gastos

Hace poco, por sugerencia de un conocido, Sun Xiaozhen llevó a su hija de cuatro años al “Beyou World” (que se podría traducir por algo así como “El mundo y si fuese…”), una ciudad en miniatura, a imitación de una auténtica, creada exclusivamente para niños de 3 a 12 años, donde los pequeños pueden experimentar diferentes profesiones. “En medio día pueden probar de tres a cinco ocupaciones distintas. Mi hija estuvo haciendo de cocinera y preparó sushi”, explica Sun sonriendo. Una entrada para un niño acompañado de un adulto al “Beyou World” cuesta 280 yuanes, o sea, casi la tercera parte del salario mínimo mensual estándar en Beijing.

Actividades así no son excepcionales. El Día del Niño o en su cumpleaños, por ejemplo, Sun procura llevar a su hija a sitios como un parque de atracciones o el teatro infantil, entretenimientos que nunca cuestan menos de 200 yuanes. Además, no suele dejar escapar la ocasión de acudir con su hija a cualquier evento que crea que le puede proporcionar experiencias interesantes. Sun piensa que “según las diferentes etapas de crecimiento del niño, los padres tenemos gastos y prioridades distintas. Cuando es menor de dos años, el principal desembolso es el que se realiza en leche en polvo; tras los tres años, el mayor gasto va para la guardería infantil y, una vez empieza a asistir a la escuela, se lo llevan las actividades y clases extraescolares”. Pero remarca que, además de la alimentación, ropa, juguetes y educación, hay todavía un sinfín de posibilidades de gastos extra; por ejemplo, la suscripción anual de su hija a una piscina donde acude a nadar tres veces al mes le costó otros 600 yuanes, a los que se suman otros 100 cada vez que va, ya que han decidido que practique junto a un entrenador.

Sun Xiaozhen trabaja en una escuela de primaria y gana alrededor de 5.000 yuanes al mes, aproximadamente la mitad que su marido, que tiene un pequeño negocio en Beijing. Es decir, en total la familia ingresa mensualmente unos 15.000 yuanes, lo cual está por encima de la media para una familia de la capital. Muchas de las familias vecinas de Sun dedican casi la mitad de sus ganancias mensuales a sus retoños, si bien Sun piensa que, en su caso, están gastando con cabeza, ya que le basta con 2.000 yuanes para cubrir los gastos mensuales de su hija. “Lo que más deseo es que crezca alegre y sana, así que, en la medida de nuestras posibilidades económicas, le ofrecemos todo aquello de lo que no pudimos disfrutar nosotros en nuestra infancia”, justifica.

Y es que, cuando un bebé viene al mundo, la familia no sólo recibe al vástago, sino que con él llegan una gran cantidad de gastos. Song Yunxia, que acaba de dar a luz, ha tenido que alquilar un piso nuevo, mayor y más caro que el anterior, para acoger al nuevo miembro de la familia, y aún a otro más, ya que su madre ha venido a vivir con ellos para ayudarlos. No sólo eso, sino que también ha contratado a una niñera que le supone otros 3.000 yuanes al mes, el equivalente al salario habitual de un trabajador administrativo medio en Beijing.

Ganar la carrera desde la línea de salida

Luo Lei no puede olvidar lo dura que resultó su primera reunión de padres en el colegio; tanto, que casi se echó a llorar: “el maestro me preguntó si mi hija había asistido a las clases de preescolar antes de empezar en primaria, porque iba muy retrasada en sus estudios”. En clase hay 31 alumnos, pero el profesor sólo criticó a la hija de Luo Lei, algo que para ella fue terriblemente embarazoso. Un ejemplo que ilustra muy bien por qué entre los padres chinos se ha hecho tan popular la frase “ganar la carrera desde la línea de salida”.

La educación es el gasto más importante que la familia de Luo dedica a su hija de siete años, quien estudia su primer curso en un buen internado de Beijing. Antes, la pequeña estudiaba en Qiyang, en la provincia de Hunan, y para transferirla al colegio de Beijing, Luo tuvo que pagar 15.000 yuanes, que es casi el total de los ingresos mensuales de su familia. A pesar del coste que supuso, está muy satisfecha con la escuela: “Además de las asignaturas básicas, como matemáticas, chino o inglés, aprende también música, danza, patinaje sobre ruedas, natación y otras. El colegio ofrece una educación completísima en muchas áreas”.

Los gastos de matrícula son de 7.000 yuanes por semestre, diez veces más de lo que costaba la escuela de Qiyang, “pero la calidad de la enseñanza en las ciudades pequeñas no se puede ni comparar con la de las grandes urbes. No hay razón para que mi hija tenga que estudiar en un colegio ordinario de una pequeña localidad, pudiendo estudiar en Beijing en mucho mejores condiciones”, explica Luo.

Si en cuanto a ropa y alimentación Luo compra con sentido común, ya que prácticamente todas sus adquisiciones las realiza a través de Internet, en educación se muestra muy generosa. Como su hija tiene dificultades con el inglés, contrató a un universitario como profesor particular por entre 60 y 80 yuanes cada semana, lo cual considera que “no es demasiado. Otros compañeros de clase de mi hija van a conocidas escuelas de idiomas que les cuestan 10.000 yuanes al año”. En verano, su hija quiere participar en dos cursillos, uno de danza y otro de bellas artes, cuyo coste oscila entre los 1.000 y 2.000 yuanes, lo que a Luo también le parece aceptable.

Luo, en un cálculo conservador, estima que, durante los seis años que dura la escuela primaria, la familia tendrá que desembolsar unos 160.000 yuanes para cubrir los estudios de su hija, aún más que lo que cuestan ahora los estudios universitarios.

Para un hijo, no se repara en gastos

En cualquier centro comercial chino es imposible no quedar deslumbrado ante la cantidad de artículos infantiles que se encuentran, que, además, se venden en su mayoría a un precio elevado: 200 yuanes cuesta una lata de leche en polvo de importación, 120 yuanes una muñeca, 400 yuanes un par de zapatillas deportivas, y podríamos seguir. Precios que, desde hace un tiempo, parecen estar en continuo ascenso. No es extraño tampoco que reconocidas firmas internacionales de artículos infantiles hayan desembarcado en China, abriendo nuevas filiales ante el potencial de mercado que suponen sus 250 millones de niños.

Fue a finales de los años 70 del último siglo cuando en China se implantó la política del hijo único. Como consecuencia, cuando esta generación de hijos únicos tenga su propia descendencia, esta última contará con dos padres y cuatro abuelos que les podrán dedicar toda su atención e inversiones económicas para que crezcan de la mejor manera posible. Además de la prosperidad económica del país, ésta es una de las razones del aumento en el consumo de productos infantiles. Pero muchos padres manifiestan que, en comparación con otros gastos de la vida cotidiana, no les supone ningún dolor los que dedican a sus hijos: “¡Cómo no vamos a hacer todo lo que podamos por nuestros hijos, si no tenemos más que uno!”, confiesa Luo.

Se trata de una actitud que comparten la mayoría de los padres, lo cual “está impulsando el consumo de toda la sociedad, aunque los niños por sí mismos no generen valor de mercado”, sostiene Zhang Yaohui, presidente de la Asociación de Estudios de Creación Económica de Guangdong. En la Primera Cumbre de la Creación Económica en el Sector Infantil, en 2010, Zhang expuso que el potencial del mercado de productos infantiles es enorme, con una tasa de crecimiento que es actualmente del 40%.

Yao Jingyuan, economista general de la Administración Estatal de Estadística, apoya también esta tesis: “Los niños tienen distintas demandas, como alimentación, vestido, estudios, juguetes y artículos de uso cotidiano. Tanto desde el punto de vista de la demanda como del de la oferta, se trata de un gran mercado. La ‘economía infantil’ constituye una parte importante de la economía en su conjunto e impulsa fuertemente el crecimiento de la economía nacional”.

De acuerdo con la vigente política de planificación familiar, una pareja formada por dos hijos únicos puede tener a su vez dos vástagos. Sin embargo, la realidad es que sólo un 40% de estas parejas se ha decidido a tener un segundo bebé. La madre de Luo Lei la anima a menudo a quedarse de nuevo embarazada, pero Luo se ha negado hasta ahora. Con cierta pena, dice que se debe a que “el coste de la vida en Beijing es demasiado alto. Ni si quiera hemos podido comprarnos un piso todavía y, con la presión de la adquisición de la vivienda, no nos atrevemos a pensar en otro hijo”.

China. Org. cn Agencia Noticiera Xinhua Diario del Pueblo Radio Internacional de China CCTV
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