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Reportaje Exclusivo
Expo: ¿Qué hacer con la basura
Por ZHANG HONG

Basurero ecológico en el recinto de la Expo.

Al igual que la escasez de agua y recursos energéticos, el tratamiento de la basura se ha convertido en un cuello de botella para el desarrollo urbano. Con el tema “Mejor ciudad, mejor vida” de la Expo Universal de Shanghai, no pocos pabellones han apostado por ofrecer soluciones al problema de qué hacer con los desechos.

Edificios hechos de basura

Hay ejemplos en la Expo de construcciones que emplean materiales producidos a partir de desperdicios. “El 70% del hormigón ordinario es cemento, que hemos sustituido con cenizas de carbón y escorias, cuyo porcentaje es del 40%”, revela Wang Wei, ingeniero jefe del Instituto de Investigación de Ciencia Arquitectónica de Shanghai (SRIBS, siglas en inglés), encargado del proyecto Eco-Casa en Shanghai, que se exhibe en la muestra universal. Es un edificio que demuestra el modo de vida más eficiente desde el punto de vista energético.

Los residuos recuperados de esta construcción incluyen: ladrillos hechos con cieno del río Yangtsé, 150.000 ladrillos usados en las construcciones demolidas de Shikumen, ladrillos hechos con residuos constructivos, cenizas de carbón, arena fina de la desembocadura del río Yangtsé, escaleras y maderas usadas y paneles solares en desuso que son transformados en tableros de mesa. La reutilización de estos desechos en la Eco-Casa de Shanghai reduce la emisión de dióxido de carbono en un 10%.

“En el proceso de explotación de las montañas y cocción del cemento a altas temperaturas, ¿qué volumen de gases de efecto invernadero se generan? La reutilización representa múltiples ventajas”. A través de la Expo, Wang Wei desea que los departamentos gubernamentales puedan redoblar su impulso a la reutilización de residuos y tratar el medio ambiente de manera adecuada. Ha sido un nuevo problema determinar cómo procesar la gran cantidad de basura generada por la reconstrucción urbana y los desastres naturales.

En abril de este año, cuando tuvo lugar el gran terremoto de Yushu, cálculos preliminares indicaron que en el epicentro del sismo, en el poblado de Jiegu, el desastre dejó 6.730.000 toneladas de escombros, equivalentes a 4.040.000 m3. Inmediatamente, el gobierno local inició las labores de limpieza y reciclaje de estos desechos.

Las gravas y ladrillos, después de ser procesados, son empleados en el allanamiento del terreno, el firme de las carreteras, los cimientos de las viviendas, el relleno de tierras bajas, etc.; los residuos de concreto en infraestructura vial; la madera en viviendas rurales, casas de colocación temporal y de edificación sencilla; metales como los laminados y las barras de acero son reciclados y procesados. Hasta los primeros días de junio reciente, en la zona afectada se había restaurado un área de 2.000.000 de m2 de ruinas.

De hecho, el reciclaje de los residuos sólidos urbanos siempre ha sido un tema importante en Shanghai, que comenzó a estudiar qué hacer con estos materiales hace 30 años. Las millones de toneladas de cenizas de carbón generadas anualmente en esa metrópoli son aprovechadas en su totalidad por el sector de la construcción. Desperdicios que en el pasado carecían de valor, hoy constituyen un tesoro bien acogido y, hasta los que ya fueron enterrados, también son reutilizados.

Además de las cenizas de carbón, la ciudad planea reciclar millones de toneladas del yeso desulfurado que se produce anualmente. Una sección del Instituto de Investigación de Ciencia Arquitectónica de Shanghai, que se dedica especialmente al estudio de los residuos sólidos, está concentrada en el aprovechamiento del yeso desulfurado. Un objetivo clave del centro es asegurar que los materiales constructivos producidos a partir de estos desechos duren al menos 50 años.

“Tesoros” en la basura

La reutilización de los residuos es un desafío que enfrenta la ciudad. En la Expo 2010, la práctica de la ciudad de Taipei en el tratamiento de los restos de comida y muebles puede ser un ejemplo a tomar en cuenta.

Dados los hábitos y costumbres de los chinos, los residuos alimenticios representan una gran parte de la basura diaria, a los cuales no es aplicable el tratamiento de incineración tradicional. En 2004, Taipei empezó a promover el reciclaje de estos desechos y una de las medidas de estímulo puestas en práctica fue la de proveer gratuitamente a la población de cubos de recogida, además de orientarla sobre cómo separarlos de los desperdicios ordinarios. Para la conservación, en algunos barrios han comprado congeladores especiales que permiten depositar los alimentos que se tiran y pueden servir como comida para cerdos.
En los camiones de basura también se han instalado contenedores de reciclaje de residuos de cocina, que se clasifican en dos grupos: desperdicios crudos y cocidos. Los primeros se venden a las fábricas de estiércol vegetal, para la producción de abonos. Los segundos se venden a los criadores de cerdos, que los someten a altas temperaturas y los convierten en forraje porcino. La recogida de los residuos de comida reporta anualmente 2.000.000 de yuanes de ingreso a la municipalidad. “Esta riqueza puede dedicarse a la promoción de la clasificación y eliminación de la basura”, dijo Gao Weiyu, técnica del Buró de Protección Ambiental de Taipei (EPB, siglas en inglés).

La otra práctica exitosa es la recuperación de muebles usados. Si alguien quiere desechar sus muebles viejos, con sólo una llamada al EPB, los porteadores acuden a su domicilio para recogerlos. Luego, la “sección de reparación” de la EPB los recompone y pule y anuncia su subasta en Internet. Los muebles recuperados son trasladados más tarde a un mercado de segunda mano y vendidos en una puja que se celebra cada semana.

En comparación con los muebles nuevos, los usados tienen precios diez veces más bajos, lo que los hace muy tentadores para los consumidores. Al igual que los residuos de comida, los ingresos provenientes de estas ventas se invierten en las labores de protección del medio ambiente.

Con el cobro de la basura, la cantidad de residuos de Taipei ha disminuido en gran medida. Sin embargo, tras cuatro años de trabajo en el EPB, Gao descubrió que esta medida no logra reducir el exceso de los envases comerciales.

Con el fin de evitar el despilfarro de embalajes, Taiwan promulgó una normativa restrictiva de embalajes excesivos, estableciendo castigos para los productores de estuches que excedan ciertos parámetros (en cuanto al volumen del envase y el contenido) y tengan demasiadas capas. Por otra parte, se estimula al público a no utilizar las vajillas desechables, ni comprar mercancías de embalajes complicados, eliminando la generación de residuos desde la fuente.

En una película que se proyecta en el mayor cine 4D del pabellón de Vanke de la Expo, podemos ver un fragmento que valora positivamente la política de tratamiento de la basura de Taipei. En una visita de trabajo a esa ciudad, Wang Shi, presidente del Grupo Vanke, quedó muy impresionado por el tratamiento que se da allí a los desechos. Él, quien acaba de regresar del monte Everest con 50 kg de desperdicios, propone que dentro de tres años las comunidades de Vanke realicen plenamente la clasificación de la basura y espera que se ponga en marcha la clasificación y reducción de las fuentes de residuos en 100 ciudades de China.

De hecho, el propio pabellón de Taipei ya sirve como ejemplo de la recuperación de recursos -al principio, la sede era una estación termoeléctrica obsoleta-. En correspondencia con el lema “Recursos reciclables y una sociedad sostenible”, el pabellón de Taipei exige a su personal que deje de usar vasos de papel y vajilla desechable. En opinión de Gao, “el trabajo en la protección ambiental me enseña a apreciar los desechos. Para mí, se trata de tesoros excavados”.

Debido al evidente efecto positivo que han tenido las políticas aplicadas en la reducción de los volúmenes de basura generados, el proyecto para el tercer relleno sanitario (lugar donde se entierra la basura) de Taipei será desestimado, y la segunda instalación de este tipo, que ya funciona en la urbe, quedará inhabilitada a finales de 2010. La meta de “enterramiento cero” está a la vista. “Deseamos que la ciudad no tenga necesidad de utilizar el relleno sanitario y aproveche mejor los contenedores de clasificación de desechos existentes”, comentó Gu Zhikang, funcionario del EPB.

De vertedero a centro ecológico

La basura amontonada dentro de las áreas urbanas preocupa a muchas ciudades del mundo, entre las que se encuentra Montreal (Canadá), donde la población hace grandes esfuerzos por resolver este problema. Situada en el Área de Mejores Prácticas Urbanas, la sección de Montreal presenta un multimedia sobre sus experiencias innovadoras en el desarrollo sostenible.

El Complejo Ambiental de Saint-Michel (CESM, siglas en inglés), del noroeste de Montreal, era el tercer mayor relleno sanitario de América del Norte en los inicios del siglo XX, llegando a absorber más de 37 millones de toneladas de residuos desde 1968.

Según la directora de Relaciones Públicas del pabellón de Montreal en la Expo, Kim-Tien Huynh, hace varios años, cuando ella llegó a esta ciudad, un gran relleno sanitario, equivalente a 300 campos de fútbol, asediaba a la localidad. Durante largo tiempo los residentes sufrieron la pesadilla del fuerte hedor, los pájaros locos y el ruido omnipresente de los camiones de basura, además del temor a la contaminación de las aguas subterráneas por la posibilidad de que se produjese una fuga de metano.

¿Cómo transformar un relleno sanitario en un lugar agradable? Desde que el gobierno municipal presentó el plan de recuperación, en 1995, se han tomado un conjunto de medidas que comprenden: recobrar la tierra deteriorada, gestionar los desechos de manera más segura y construir a su alrededor infraestructuras educativas, recreativas y culturales. Con la conclusión de la transformación de 192 hectáreas de vertedero, la basura quedó sepultada para siempre bajo tierra y nació un parque verde.

En este nuevo centro ecológico se instalaron seis puntos para reciclar residuos como madera, metales, muebles, ropa y electrodomésticos pequeños. Los productos recuperados devolverán a los ciudadanos, por ejemplo, el abono foliar. La municipalidad transporta anualmente las hojas recolectadas al CESM, para generar estiércol vegetal, parte del cual es asignado a la jardinería municipal y el resto se distribuye gratuitamente entre los ciudadanos, quienes lo emplean en sus propios jardines para fertilizar otras vidas.

En un futuro no muy lejano, este parque será el mayor de la ciudad y estará muy bien comunicado con los centros comerciales. Kim-Tien Huynh ya decidió que, cuando vuelva de Shanghai, comprará una vivienda en sus alrededores.

“Devorar” la basura de la Expo

En la Expo de Shanghai, además de mostrarse las experiencias de diversos países en el tratamiento de la basura, el parque ferial en sí constituye un modelo al respecto. Como promedio, unas 400.000 personas acuden a los distintos pabellones en cada una de las 184 jornadas del evento. Si cada visitante, como se calcula, genera una media diaria de 0,28 kg de basura, por fecha se llegará a las 150 toneladas de desperdicios, cuyo tratamiento resulta todo un desafío para los organizadores.

En el recinto un grupo de saneamiento ambiental, compuesto por 3.588 barrenderos y equipado con cientos de camiones especiales, se encarga de la limpieza. A ambos lados de las carreteras están los “basureros” en forma de brotes, pero detrás de ellos se esconde un avanzado sistema neumático de tratamiento de residuos, que realiza silenciosamente todo el proceso bajo tierra, sin provocar ninguna contaminación en el suelo. Es la primera vez que China aplica este sistema en un área de gran superficie, lo que la convierte en líder de Asia en este campo.

En la Expo hay más de 53 recolectores de este tipo. A través del equipo de control automático instalado en la boca de cada cesto, los desperdicios, al llegar a cierta cantidad, son transportados a las tuberías subterráneas. Al mismo tiempo, el aspirador, a casi 1.000 metros de distancia del basurero, empieza a aspirar con fuerza, para llevar todos los desperdicios hacia el centro de recolección, a una velocidad media de 60 metros por segundo. Una vez en ese lugar, los residuos se someten a distintos procesos, como la separación de los sólidos y los líquidos, la compresión, filtración, depuración y eliminación de los olores. La basura “empaquetada” es transportada fuera del recinto y, durante todo el proceso, se manipula en un ambiente herméticamente cerrado y sin operación manual. El basurero, que se transforma en un voraz “pozo sin fondo”, eleva considerablemente la eficiencia de eliminación de los desechos del parque.

Otros países han comenzado a implementar ya este sistema. En Noruega, Japón y Singapur la tasa de penetración llega al 40%. En China, además del parque de la Expo, la Villa de los Juegos Asiáticos de Guangzhou y la Eco-Ciudad de Tianjin, todavía en construcción, utilizarán también esta tecnología.

Zhang Quan, director de la Administración de Protección Ambiental de Shanghai, afirma que, después de la Expo, en un momento adecuado, empezará a poner en práctica este sistema en algunas comunidades de la ciudad. Los expertos predicen que en los próximos siete u ocho años, su uso se habrá extendido mucho por las grandes ciudades de China.

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