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Reportaje Exclusivo
Regreso a las costumbres de la infancia
Por ZHAO YAYUAN

Muchos alumnos de primaria y secundaria venden los juguetes que no usan y los libros viejos en el mercado de segunda mano de Nanjing, para experimentar la vida ecológica.

A Li Chunxiang, quien se mudó a Beijing para vivir con su hija, le gusta mucho charlar con los trabajadores del centro de recolección de desechos, porque muchos de los recuerdos de su infancia tienen algo que ver con los objetos de los que otros decidían prescindir. “Cuando yo era niña, para mí casi toda la basura era útil y se podía vender”, rememora Li.

Fuente de dinero de bolsillo

Li nació en la década de los 50 del siglo pasado. En aquel entonces, debido a los bajos salarios y la escasez de artículos y materiales, muchas familias vendían en los centros de recolección cacharros o cosas viejas y en desuso de la casa. Los niños constituían una fuerza de trabajo fundamental para realizar esta tarea y contribuían así a ganar algún dinero. Al igual que otras personas de aquella época, en un rincón de la casa conservaba una caja en la que guardaba periódicos viejos, tubos vacíos de pasta dental, botellas de salsa de soja y pedazos de vidrio. “Éramos muy aficionados a hacer esto, porque nuestro dinero de bolsillo provenía principalmente de vender cacharros”, comentó.

Li recuerda con claridad la situación de entonces: “En mi casa, sólo dos veces al año comíamos pato, y mis hermanas y yo recogíamos las plumas para secarlas y venderlas. En aquel momento, botábamos muy poca basura, porque separábamos con mucha claridad lo que nos podía ser útil de lo que no, como por ejemplo, el hueso de la manzana, que sí lo tirábamos, o la cáscara de la mandarina, que usábamos como medicina tradicional china”.

Incremento de la basura

Sin encontrar una explicación lógica, Li ve cómo cada día aumenta el volumen de desperdicios que se genera en su casa. “Antes, como cocinábamos con carbón, lo que principalmente desechábamos eran las cenizas del mismo, las cáscaras de las frutas o las hojas podridas de las verduras. Sin embargo, ahora, aunque cocinamos con gas, tiramos más basura que antes”.

Mientras aumenta el nivel de vida, se incrementa también el número de artículos y materiales que adquirimos a diario, por lo que, al final, generamos más desperdicios. “En el pasado, usábamos las bolsas de malla para ir de compras, las cuales se pueden doblar y guardar con facilidad en el bolsillo, además de que se pueden limpiar sólo con agua. Actualmente, se usan más las bolsas de plástico, denominadas la “contaminación blanca”, pese a que a partir de 2008 se establecieron regulaciones sobre su producción y se sustituyeron en gran medida por las bolsas biodegradables.

“Además, en el pasado –prosiguió-, como la comida de que disponíamos prácticamente no alcanzaba para llenar nuestro estómago, casi no tirábamos nada; incluso, guardábamos el agua usada del fregadero para criar cerdos. En cambio, en la actualidad, para tener buena salud, cocinamos con mucha variedad, pero comemos poco y botamos todo lo que queda. Por ello no podemos evitar una gran acumulación de basura al final de cada día”.

Adiós a las viejas costumbres

Al llegar a la casa de su hija, Li Chunxiang mantuvo la costumbre de recoger los periódicos viejos, folletos de anuncio, bidones vacíos de aceite y botellas de bebida, que ocupaban casi la mitad del balcón, y luego los vendía a los trabajadores del centro de recolección de deshechos, para ganar unos yuanes. Pero con el paso del tiempo, la hija de Li comenzó a quejarse al ver que ese espacio del apartamento, previsto para descansar, conversar o divertirse, estaba siendo usado para acumular desperdicios. “Las condiciones económicas de nuestra familia han mejorado mucho y ya no necesitamos ganar ese dinero vendiendo la ‘basura’. Los cacharros acumulados en el balcón afectan el ambiente de la casa”, le comentó su hija.

Teniendo en cuenta que su hija y el esposo, casados año y medio atrás, recién estrenaron apartamento, Li ha comprendido lo innecesario de acumular objetos en desuso. Sin embargo, al conversar con los recogedores de basura de su comunidad, se enteró de que en ésta abundan los desechos recuperables, lo que la hace reflexionar exhalando un suspiro: “Según mejora el nivel de vida, todos tienen acceso en cualquier momento a productos nuevos para reemplazar los viejos, incluidos algunos con poco uso o que han sido apartados solo por estar algo sucios”.

Nuevo uso para los desechos

Debido a los problemas que genera el cambio climático, a los que cada vez se presta mayor atención, el ser humano ha comenzado a tomar conciencia de los daños que ha provocado al medio ambiente. En China también se va entendiendo y adoptando el concepto de la vida verde de bajo carbono y cada vez son más los que participan en las actividades de protección de nuestra madre común, la Tierra, como por ejemplo en el ahorro de los recursos energéticos, la reducción de los insumos y la preservación del medio ambiente.

Además, muchas personas se ofrecen como voluntarios para trasmitir sus conocimientos a otros, a través de Internet o la televisión, sobre cómo utilizar los residuos, tales como eliminar la grasa de las ollas con el embalaje de la pasta dental, guardar monedas en botellas de refresco y utilizar cajas de embalaje para guardar lápices. Todo ello ha entusiasmado profundamente a Yu Hui, la hija de Li, quien ya no piensa como antes. “Frente al consumo excesivo, si no hacemos todo lo posible para lograr un amplio uso de los recursos limitados que posee la tierra, tal vez no tarde mucho en desaparecer la especie humana”.

Las palabras de la joven hacen sentir muy satisfecha a su madre, porque todo lo que aprendió durante su infancia sobre el reciclaje de los desechos vuelve a ser útil. “Cuando yo era niña, era muy normal que cada familia aprovechase los desperdicios, pero ahora se ha convertido en algo moderno”, dijo la señora.

China. Org. cn Agencia Noticiera Xinhua Diario del Pueblo Radio Internacional de China CCTV
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