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Reportaje Exclusivo
Renovación tecnológica
Por JIAO FENG

Compañía Termoeléctrica Zhongke Zhongmao, en la ciudad de Cixi, provincia de Zhejiang.

A partir de la reciente década de los 90, la Academia de Ciencias de China (ACC), las universidades de Tsinghua y Zhejiang y otras instituciones científicas emprendieron el estudio de las tecnologías para el tratamiento de la basura con derecho de propiedad intelectual independiente, a fin de formular nuevas resoluciones sobre el procesamiento de la basura en el país.

Previamente, la mayoría de las ciudades chinas aplicaban el método de enterramiento de los desechos. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fue agravando el conflicto entre la ocupación de los terrenos dedicados a sepultar la basura y el proceso de urbanización y el consecuente aumento de los volúmenes de desperdicios. En 1985, el municipio de Shenzhen puso en marcha la primera planta de incineración de basura de fabricación japonesa, mediante lo cual se genera electricidad y calefacción. No obstante, la introducción de esta tecnología, dominada en aquel entonces por algunos países desarrollados, resultaba muy costosa y no era conveniente para el tratamiento de la basura en el país, caracterizada por su alto contenido líquido y complicada composición.

Nuevas plantas de incineración

En la pared de la oficina de Yan Yong, gerente general de la Compañía Zhongke de Electricidad y Protección Ambiental de Tai’an, de la provincia de Shandong, está instalada una gigantesca pantalla plana, en la que se observan diversas estandísticas y lo que ocurre en todos los talleres. “Aquí se muestra la producción de electricidad, la cual en estos momentos alcanza los 10.000 kWh por hora”, explicó el directivo, señalando con el control remoto a un lugar del monitor.

Por el ambiente amplio, nuevos edificios y pocos obreros con casco de seguridad que de vez en cuando pasan por el patio, es difícil imaginar que estamos en medio de una planta de procesamiento de desechos, lo que prueban sólo los carros de basura que pasan sucesivamente por las pesas eléctricas al lado de la entrada.

En el centro de monitoreo, los trabajadores vigilan atentamente las pantallas y operan con destreza el panel de control. Todo el proceso está automatizado. La basura es enviada primero al almacén, donde se separan las piedras y otros materiales no combustibles, que se acarrean hasta una plataforma para su trituración y, finalmente, pasan al incinerador. Por los canales colocados debajo del almacén, el líquido que desprenden los desperdicios es recolectado y conducido al incinerador, a través de la bomba de inyección. Según Yan, todo el tratamiento se lleva a cabo en un espacio cerrado, para que no escape ningún olor desagradable. Además, un conducto de ventilación en el techo del almacén extrae el aire contaminado al incinerador, donde las altas temperaturas y otros procedimientos tecnológicos descomponen los elementos nocivos, de ahí que en la planta no se perciba ningún mal olor.

Como parte de una empresa de inversión mixta, la compañía Zhongke se dedica a generar energía eléctrica a partir de la incineración de la basura doméstica, adoptando la tecnología CFB (en inglés significa cama de circulación de fluido), creada por instituciones nacionales. Según el gerente, los dos incineradores de la planta, trabajando a plena capacidad, son capaces de quemar de 1.000 a 1.200 toneladas diarias de desperdicios. “Cada día en la ciudad de Tai’an se generan unas 500 ó 600 toneladas de desechos. Actualmente estamos extrayendo la basura que antes enterramos, tarea que calculamos terminará en cinco años, y entonces la tierra ocupada volverá a ser usada para otros fines”.

La incineración reduce el 90% del volumen de la basura, lo que supone mucho menos tierra dedicada al enterramiento. Además, de estos residuos se fabrican “productos secundarios” que se convierten entonces en recursos útiles. Según Yan Yong, desde las pruebas de puesta en marcha realizadas el año pasado, la planta quedó conectada con la red eléctrica nacional, a la que puede aportar cada año 120 millones de kWh, a una media de 0,4 kWh por cada kilo de basura, a la que se suma la calefacción que es posible suministrar a las zonas periféricas durante el invierno.

Señalando hacia el barrio ubicado frente a la instalación, Yan comentó que “el pasado invierno, las 800 familias de la aldea de Chiziya pudieron disfrutar del servicio de calefacción que les dimos. En el futuro vamos a proveer energía térmica a las escuelas, las comunidades, la estación de ferrocarril y a otros lugares”. Según la investigación y evaluación, el 83,5% de los habitantes cercanos coincidieron en que la planta no deja ninguna influencia negativa en el ambiente y el 76,9% mostró satisfacción por su funcionamiento. En el humo emitido por los incineradores se aprecia que el contenido máximo del gas residual está por debajo del nivel exigido por las normas nacionales.

Tecnologías de energía limpia

A cargo de la Compañía de Ciencia General de Energía y Ambiente de China (GEE, siglas en inglés) estuvo la investigación y creación de la tecnología CFB, cuya “ventaja clave es la de quemar residuos no clasificados, sobre todo los de China, caracterizados por su bajo valor térmico y compleja composición”, indicó Jin Jian, gerente general de la compañía.

Los países desarrollados fueron los primeros en aplicar la tecnología de incineración de basura para reaprovechar los recursos y tienen, por tanto, los niveles de investigación más avanzados al respecto. Sin embargo, las tecnologías extranjeras no se adaptan a las exigencias de China, producto de los elementos que componen los desechos en el país. Aquí una alta proporción de los desperdicios que se generan en las casas provienen de las cocinas, por lo que contienen mucho líquido y pocas calorías. Debido a ello, para quemarla, generalmente, es necesario agregar carbón, aceite u otros carburantes.

Como investigador principal de la tecnología CFB en la etapa inicial, Jin señaló que el método es capaz de elevar en un instante la temperatura de la basura a más de 850 grados y mantener la temperatura de su humo a este nivel durante tres o cuatro segundos. Según él, los materiales nocivos, como la dioxina, se generan entre 250 y 550 grados, por lo que alcanzar rápidamente los 850 grados contribuye a disminuir la formación de la dioxina. La permanencia del humo en el horno por más de dos segundos también favorece la descomposición de los elementos nocivos. “De esta manera se eliminan de raíz los contaminantes y existe más seguridad que si se adopta el modo de absorción con carbón activo”. Además, el sobrecalentamiento exterior incrementa también en gran medida el aprovechamiento de la energía térmica y eleva la efectividad en la generación eléctrica.

El Centro de Investigación Ecológica y Ambiental de la ACC estuvo en pruebas durante tres días por la posibilidad de emisión de dioxina en el incinerador de tecnología CFB. El análisis de todas las muestras de humo arrojó que el contenido de esta sustancia queda por debajo de las normas nacionales y europeas.

Más tecnologías nuevas

China está rezagada todavía en las investigaciones sobre el tratamiento de la basura, si se la compara con los países desarrollados. Y aunque las tecnologías exploradas por los investigadores nacionales están aún en la fase de pruebas o divulgación inicial, los técnicos no han dejado de esforzarse.

En 2008, una nueva tecnología explorada por la Universidad de Zhejiang se aplicó en el tratamiento de los deshechos industriales y de hospitales en la ciudad de Huzhou, provincia de Zhejiang, y ya dispone de su patente nacional y derechos de propiedad intelectual.

Este año el Instituto de Mecánica de la ACC concluyó con éxito la investigación realizada sobre la tecnología de plasma, que puede sustituir a las técnicas tradicionales para el tratamiento de la basura. Por el horno de pirolisis de plasma, los residuos sólidos, compuestos principalmente por plásticos y papeles, se desintegran en un aire rico en monóxido de carbono e hidrógeno, que no sólo se emplea en la generación de energía eléctrica, sino también en la producción de diesel, etanol y otros combustibles líquidos verdes, con una emisión casi cero de contaminantes. Actualmente esta tecnología se aplica en varias líneas de producción destinadas al tratamiento de objetos peligrosos en Sichuan y Shaanxi, entre otras provincias. Mientras tanto, Beijing planea construir una planta ejemplar con capacidad suficiente para procesar 50 toneladas diarias de basura doméstica con la tecnología de plasma, lo que contribuirá a la difusión y desarrollo de este procedimiento.

“Cada técnica reciente necesita un proceso de implementación y adaptación. Pese a más de diez años de desarrollo, la tecnología CFB todavía es nueva y requiere ser perfeccionada antes de su industrialización. Con el desarrollo acelerado del país, la mejor tecnología para el tratamiento de basura, sin duda, nacerá en China”, comentó Jin Jian.

El 20 de junio pasado, el departamento concerniente del Gobierno chino sometió a la consulta de la opinión pública la política de tratamiento de la basura y control de la contaminación que se pretende implementar en el país. La estrategia tiende a desarrollar la incineración de basura en algunas ciudades, de lo que se desprende que China no tendrá otra alternativa en el futuro que la de quemar sus residuos y la adopción de tecnologías avanzadas eliminará los efectos negativos que pueda producir este proceso.

 

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