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Deportes
Recuerdo de la Copa del Mundo

Por ZOU MENGMENG

Ceremonia de inauguración de la Copa Mundial en Johannesburgo, Sudáfrica, el 11 de junio.

 

Al entrar en el dormitorio, descubrí que mi compañero, Gu Di, estaba jugando al PES, (Pro Evolution Soccer, conocido juego de fútbol). Al verme, me dijo con gran emoción: “Ven aquí y juega conmigo”. Escogí el equipo de Argentina y él, el de China. “¿Quieres conocer el fracaso?”, le pregunté bromeando. “No tengo remedio, me encanta el equipo chino”.

China participó por primera vez en una Copa del Mundo en el año 2002. En aquel entonces, yo estaba en la secundaria y recuerdo muy bien el día del debut del equipo chino. Estaba enfermo y fui a una pequeña clínica para recibir un suero. Al empezar la competición, todos los que podían moverse se agruparon delante del televisor, olvidándose de que estaban enfermos, golpeando con fuerza la mesa, gritando y animando. Sin embargo, no se produjo la sorpresa esperada. Perdimos por 0-2 frente a Costa Rica, resultado que echó por tierra el sueño de los chinos de vencer en el primer partido, empatar luego con Turquía y perder con Brasil, para tener posibilidades de finalizar segundos en nuestro grupo y avanzar a la siguiente fase. Desgraciadamente, los jugadores chinos terminaron el viaje sin poder marcar ni siquiera un gol.

La desesperación por el fracaso y la alegría de lograr la clasificación son sentimientos que se viven con la misma intensidad. Tras clasificarnos para el Mundial, en todo el país reinaba la alegría y la gente salía excitada a la calle para celebrar este emocionante momento. Todos se saludaban, no importaba si se conocían o no, y muchos extranjeros no entendían lo que sucedía. Claro, ellos no pueden percibirlo: los chinos llevábamos esperando más de 40 años aquel día. Por fin, por primera vez, nuestro once estaba en un mundial, lo cual, junto con la noticia de que China había obtenido la sede de los Juegos Olímpicos de 2008, llevó el sentimiento patriótico en el deporte a su apogeo.

Cuando yo estaba en el primer curso universitario, o sea, cuatro años atrás, el equipo chino no participó en el mundial de Alemania 2006. Aún así, la pasión por la copa vencía a todo. La universidad donde estudiaba abrió especialmente comedores para ver la tele y los asientos siempre estaban ocupados por los aficionados al fútbol, quienes o gritaban o se desanimaban. Para ver los partidos, mis compañeros y yo faltamos a clase, nos metíamos con los que no jugaban bien o hacíamos apuestas consistentes en invitar a comer o correr desnudos. Cuando nuestros equipos favoritos ganaban, nosotros, muy contentos, dábamos golpes al edredón. Para disfrutar de la alegría de ir al bar a ver el partido, teníamos que ahorrar dinero y para ello, recuerdo que durante una semana entera sólo comíamos panecillos y verduras saladas.

Los días sin Copa Mundial son tristes, razón por la cual los juegos de entretenimiento son salvadores para los aficionados al fútbol. Jugamos a todo lo relacionado con este deporte, como PES o Football Manager. Cuando no teníamos clases los fines de semana, siempre alguien gritaba en el pasillo: “¡La copa de dormitorios ya empieza!”. En ese momento, emocionados, nos levantábamos de la cama y nos reuníamos con las consolas de video-juegos en las manos.

En Sudáfrica 2010 no podremos ver tampoco a los futbolistas chinos y a mi lado no estarán ya los fervientes compañeros de la universidad. Una vez graduados, comenzamos a trabajar y no podemos dedicar tanto tiempo a ver los partidos como hacíamos en los años de estudiante.

De todas maneras, el día de la inauguración de la Copa del Mundo 2010, Gu Di y yo nos sentamos temprano delante de la tele. La pasión de los aficionados de Sudáfrica y las particulares bocinas vuvuzela nos dejarán seguramente una grata impresión. El partido de apertura fue entre el once anfitrión y México, y como la carrera que estudié fue lengua española, mi apoyo es para los mexicanos, mientras el de Gu Di es por los africanos. Comimos bocadillos, bebimos y comentamos cada jugada. Cuando Tshabalala marcó el primer gol del mundial, mi compañero de dormitorio saltó de alegría de su silla.

Por fin, los mejicanos reaccionaron y el choque terminó con empate a uno. Pero creo que el resultado no es lo importante, sino que mi equipo favorito, Argentina, pueda hacerme disfrutar de nuevo como en 1986.

 
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