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Sociedad
Mundo sin ladrones
Por FENG ZHIYING*

Cómoda sala de descanso de un agradable hogar.

Queridos amigos Teresa y Pérez:

¿Cómo están? Antes de explicarles el porqué del título de este trabajo, aprovecharé para describirles detalladamente el entorno y las instalaciones de que dispone el asilo Huichen, para que tengan una idea más exacta de él.

Considerando que la mayoría de sus habitantes son ancianos, la comunidad ha proporcionado instalaciones especiales para garantizarnos la comodidad y seguridad indispensables. Por ejemplo, las camas son bajas y las sillas pueden ser desplazadas de un lugar a otro sin ningún ruido desapacible, pues cada una de sus patas está rematada por una pieza de plástico. La taza del retrete tiene pasamanos de metal galvanizado y las escaleras poseen barandillas de madera, mientras a la entrada de los apartamentos hay gradas y rampas, también con barandas de metal galvanizado, que facilitan el acceso de quienes usan silla de ruedas.

Las habitaciones fueron construidas con aislantes acústicos que evitan el paso de los ruidos de un apartamento a otro. Nuestros espaciosos hogares están bien ventilados e iluminados por los rayos solares y los corredores de los pisos son anchos y claros. Al lado de la puerta de entrada, en el antepecho o en el quicio exterior de las ventanas, se pueden ver amontonados los paquetes de alimentos. Yo imité a mis vecinos dejando varios objetos fuera de la puerta. Este detalle es una de las muestras del ambiente familiar en el que vivimos. Además, las galerías están embellecidas con plantas sembradas en macetas, algunas de ellas florecidas, colocadas por vecinos en el pretil de la ventana o al lado de la puerta, y con una decena que ha dispuesto el asilo en cada piso. Al abrir la puerta, salta a la vista un corredor apacible, pulcro y bien decorado. Siempre que lo veo, me produce un gozo ilimitado.

Por todo el patio se ven bancos de madera en los que podemos sentarnos para descansar o charlar cuando nos sentimos cansados por el paseo. Una noche llovió y al día siguiente salí a pasear por el patio, en el que predominaba el verdor. Los senderos estaban húmedos y los cuatro gansos (en la carta anterior les conté que el asilo cría dos gansos blancos y dos grises) nadaban sosegadamente en el arroyo, a cuyas orillas la brisa primaveral movía las ramas de los sauces. Caminé por los senderos flanqueados por los pinos, magnolias y otros árboles florales y pude respirar un aire fresco y perfumado. En este ambiente cautivador me siento más unida a la naturaleza y mi corazón está purificado.

Las personas de edad avanzada en lo único que pensamos es en cómo vivir más años para disfrutar de la vida. Además, procuramos dedicarnos a la caridad, como ocurrió en 2008, luego del terremoto de Sichuan, cuando muchos de mis amigos y colegas donaron más dinero que los jóvenes, pese a no tener una pensión alta, pues no concedemos excesiva importancia a lo material. Tenemos garantizadas las necesidades esenciales, y desde el punto de vista de la moral y de las condiciones económicas, no nos asiste ninguna razón para no ayudar al prójimo.

Por otra parte, los empleados del asilo están dotados de buenas cualidades. Los ancianos podemos confiarles todo. Recuerdo que hace poco, una vecina encontró en el suelo un envoltorio de papel. Al abrirlo, vio que el paquete contenía 1.000 yuanes. De inmediato se lo entregó a la mayordoma Wang, que preguntó casa por casa quién había perdido dinero, hasta que finalmente encontró a la propietaria, una señora distraída, y se lo devolvió.

Por lo general, los ancianos somos algo olvidadizos. Así lo demuestra el caso de una señora que acostumbraba a colocar su dinero en un lugar fijo. Un día cambió de sitio y guardó 4.000 yuanes en otra parte, que con el tiempo no recordaba. Al cabo del tiempo, buscó en el lugar original y, naturalmente, no lo encontró. Entonces consideró que había perdido el dinero y se lo comunicó a la mayordoma Wang, quien la consoló y ayudó en la búsqueda, hasta que finalmente hallaron la suma extraviada.

Otro caso fue el de una vecina que, al quitarse la ropa para bañarse en el centro de aguas termales, guardó su reloj de pulsera en el bolsillo de su pantalón. Días después, la anciana recordó su reloj, lo buscó por todas partes y lamentó haberlo perdido, porque le había acompañado durante muchos años. Como su hija la conocía al dedillo, le dijo a la mayordoma que no hiciese caso del asunto, pues estaba convencida de que su madre podría encontrar el reloj. Así sucedió poco después, en una ocasión en que la anciana volvió a ponerse aquel pantalón y descubrió su reloj en el bolsillo.

En otra oportunidad, al hacer la limpieza de la habitación, una empleada encontró una cadena de oro en el suelo y se la entregó a su dueña, recomendándole que guardara bien los objetos de valor.

Ahora, salvo cuando me voy a la cama, salgo de casa sin cerrar la puerta con llave. Cuando Chen, quien se encarga de la limpieza, termina su labor, veo que todos los objetos se encuentran en su lugar original. Desde el inicio del funcionamiento del asilo hasta hoy, que yo sepa, no se ha dado ningún caso de robo. El Huichen es un mundo sin ladrones.

Desde que el mundo es mundo, la gente sencilla ha aspirado a una sociedad civilizada y moralizada, en la que nadie se quede lo que se encuentre en el camino y no se cierren las puertas por la noche. Aunque el hombre no ha conseguido hacer realidad este ideal, en el Huichen impera un ambiente de honradez. Aquí podemos vivir a nuestras anchas y sin ninguna preocupación. Muchas noches me he acostado y he olvidado cerrar la puerta con llave. Al día siguiente, al notarlo, no me he sentido inquieta, a diferencia de los años en que vivía sola en un edificio de la ciudad, donde pasaba los días con el alma en vilo, temiendo que alguna noche entraran los ladrones por la ventana.

En marzo reciente se publicó en la pared de la antesala del apartamento n.° 3 la relación de los cinco empleados más destacados del asilo en 2009, y a su lado se especificaba en qué consistía el premio con el que cada uno era recompensado: un diploma de honor, 500 yuanes de prima, tres días de vacaciones, invitación a dos familiares de cada ganador a pasar cinco días en el asilo (con alojamiento, comida y transporte pagados), junto con tres cupones para ir al centro de aguas termales. Este reconocimiento está orientado a estimular a los empleados a mejorar sus cualidades, con la finalidad de ofrecernos mejores servicios. Esta medida ha tocado las fibras de mi corazón.

¡Reciban mi cordial saludo!

Su amiga para siempre, Feng

 

*Feng Zhiying, revisora de traducción de español de Beijing Informa y miembro de la Asociación de Traductores de China, se jubiló hace veinte años.

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