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Economía

La apreciación del yuan no es la panacea

Por ZHAO DAN

El pasado 11 de marzo, el presidente estadounidense Barack Obama, en su discurso sobre políticas comerciales pronunciado en la Conferencia Anual del Export-Import Bank (Ex-Im Bank) de EE.UU. exhortó de nuevo a la República Popular China a revalorizar el yuan (o renminbi - RMB) respecto al dólar estadounidense (USD); era la segunda vez en los últimos dos meses -lo había hecho también en febrero- que el Gobierno de los EE.UU. presionaba a China sobre el tipo de cambio de su moneda.

Poco después, 130 congresistantes de EE.UU. enviaron públicamente una carta al secretario del Tesoro y al secretario de Comercio de la Administración de Obama urgiéndoles a incluir a China en la lista de países manipuladores del tipo de cambio. Si bien el 3 de abril el secretario del Tesoro, Timothy F. Geithner, anunció el aplazamiento de la publicación del informe sobre socios económicos internacionales y políticas de tipo de cambio, previsto inicialmente para el 15 de abril, eso no significa que el Gobierno de la superpotencia haya renunciado a utilizar el arma de las presiones sobre el tipo de cambio.

Por otro lado, en el mensaje de Obama sobre el Estado de la Unión de finales de enero, se incluía el objetivo de doblar las exportaciones en los próximos cinco años, y de él se desprendía que la revalorización del RMB es uno de los factores decisivos para alcanzar esa meta. Pero, ¿de veras la reevaluación del yuan ayudará a EE.UU. a lograr su objetivo? Buscando una respuesta, China Hoy entrevistó a Zhao Zhongxiu, rector del Instituto de Economía y Comercio Internacional de la Universidad de Economía y Comercio Internacional, con sede en Beijing.

Discrepancias estadísticas

China Hoy (CH): ¿Cuál es la situación del comercio entre EE.UU y China en líneas generales? ¿Cuán grande es el déficit de la balanza comercial estadounidense respecto a China?

Zhao Zhongxiu: En primer lugar, hay que puntualizar que cuando hablamos del déficit de la balanza comercial, en realidad nos estamos refiriendo únicamente al comercio de mercancías, ya que, según las estadísticas, ciertamente, de 1985 a 2009, China siempre mantuvo el superávit en dicho comercio con EE.UU. Sin embargo, el déficit de este último no es tan grande, según nuestros datos, como muestran sus estadísticas: por ejemplo, en 2007, el superávit chino alcanzó los 258.506 millones de dólares según los cálculos estadounidense, mientras que la cifra fue de 162.900,75 millones de acuerdo con las estadísticas chinas; en 2008, las cifras fueron de 268.039,80 millones y 170.828,691 millones; y en 2009, de 226.826,10 millones y 143.444,258 millones, respectivamente.

Hay varias razones que explican el porqué de estas diferencias tan significativas: en primer lugar, las mercancías chinas no se transportan directamente, sino que llegan a su destino tras pasar por un punto intermedio, como Hong Kong, donde son empaquetadas de nuevo en la estación de trasbordo, aumentando su valor final. Este valor final, según la aduana china, corresponde al lugar de trasbordo, no a la China continental, mientras que los EE.UU. lo contabilizan como exportaciones de la China continental, ya que se considera su lugar de producción.

Por otro lado, antes se aplicaban en el ámbito de las estadísticas sobre el comercio internacional tanto principios de territorialidad -es decir, del lugar de producción- como de propiedad -país al que pertenece una compañía-. Con el gran desarrollo de las inversiones transnacionales, ahora se aplican únicamente los principios de territorialidad, con lo que las estadísticas norteamericanas incluyen la exportación de una parte considerable de las empresas extranjeras radicadas en China, incluyendo empresas estadounidenses. Quizás lo veamos más claro con un ejemplo: los automóviles de pequeña cilindrada de Toyota producidos en China que se exportan a EE.UU. son incluidos como exportación china en las estadísticas del país norteamericano; asimismo, los celulares de Motorola vendidos dentro de la frontera china, no se calculan como exportaciones de EE.UU. a nuestro país ni tampoco como importaciones chinas de EE.UU., mientras que la venta de estos mismos celulares en EE.UU. u otros países se contabiliza como exportaciones chinas.

Las últimas cifras del Ministerio de Comercio de China muestran que el 55,2% del valor de las importaciones y exportaciones combinadas de China y el 55,9% del valor de sus exportaciones corresponden a mercancías producidas por compañías de propiedad extranjera en nuestro país. En particular, el 83% de las exportaciones de alta tecnología y el 75% de las exportaciones de artículos electrónicos las realizan empresas transnacionales con plantas de producción en China; de hecho, las empresas de propiedad extranjera son responsables de más del 90% de las exportaciones de productos de alta tecnología a EE.UU. Así, si calculásemos el valor del comercio exterior siguiendo los principios de país al que pertenece una empresa, el déficit comercial de Estados Unidos con China sería sólo una cuarta parte de lo que actualmente dicen las cifras que publica el país norteamericano.

Una segunda razón para que se produzcan las discrepancias estadísticas es que el 60% de las exportaciones chinas a EE.UU. son de productos procesados para su posterior comercialización y su precio de exportación es muy distinto al de su importación. Por ejemplo, una muñeca Barbie producida en China y cuyo precio de venta al público en EE.UU. es de 9,99 dólares tiene un valor de exportación desde China de un dólar, que se eleva a los tres dólares al entrar a EE.UU. Sin embargo, los gastos de transporte, seguros y demás que han contribuido a aumentar su coste no suponen un beneficio para el fabricante chino.

Por otro lado, las diferencias en la definición de áreas estadísticas y el periodo de transporte, cuyas fechas de salida y entrada a veces difieren en dos años, también contribuyen a que se produzcan estas discrepancias.

CH: Más allá del comercio bilateral de mercancías, ¿cuál es la situación del comercio de servicios entre China y EE.UU.?

Zhao: En este tipo de comercio, que incluiría las finanzas, transporte, turismo, software informático, etc., el superávit de EE.UU. se ha mantenido constante.

El comercio entre China y EE.UU. es un ejemplo típico de complementariedad, fiel reflejo de las diferentes estructuras económicas y del distinto nivel de desarrollo de ambos países; sin embargo, esta complementariedad natural, se ve obstaculizada por distintas políticas comerciales. Por ejemplo, por razones de seguridad nacional, los EE.UU. imponen rígidas restricciones a la exportación de productos de alta tecnología a China y, sin embargo, tienen un gran interés en que se abra el mercado chino a sus productos agrícolas, cuando en general este tipo de comercio es controlado con cautela por la mayoría de países, dada la importancia de asegurar el abastecimiento de alimentos por parte de cualquier Estado. En otras palabras, el comercio bilateral en estos dos sectores no se atiene a los mecanismos naturales de mercado.

Si es ineludible aplicar medidas restrictivas al mercado, estas deberían ser de una dimensión razonable, ya que las limitaciones excesivas dificultan el comercio normal. Volviendo al ejemplo anterior, en 2001, de las importaciones chinas de productos de alta tecnología, un 18,3% provenían de EE.UU, proporción que se redujo al 8% en 2008; la Administración de Obama se ha dado cuenta del problema y su presidente ya ha mencionado la necesidad de reconsiderar la política de exportaciones estadounidenses.

Sin efecto sobre el desequilibrio comercial

CH: ¿Existe una correlación inherente entre el tipo de cambio del RMB y el comercio entre China y Estados Unidos?

Zhao: El tipo de cambio del RMB viene siendo un tema candente ya desde 2005, tras el primer Diálogo Económico Estratégico entre China y EE.UU.

La verdad es que, después de la reforma de los mecanismos para aplicar el tipo de cambio del RMB, en julio de 2005, nuestra moneda se ha apreciado en un 21% respecto al USD; incluso durante la crisis financiera, entre julio de 2008 y febrero de 2009, el RMB se mantuvo estable, registrando de hecho un aumento efectivo real del 14,5%.

Según el Ministerio de Comercio chino, 16 de los 37 países que exportaron a China en 2009 han declarado que el volumen total de sus exportaciones a nuestro país aumentó ese año. Por otro lado, a pesar de que el volumen total de exportaciones de los miembros de la Unión Europea (UE) disminuyó en un 20,3%, el porcentaje de sus exportaciones a China se redujo en apenas un 1,53%. Entre ellas, las exportaciones alemanas a China llegaron a los 76.000 millones de euros en 2009, la cifra más alta de la historia. Del mismo modo, las exportaciones de EE.UU. al resto del mundo se contrajeron en un 17%, pero el porcentaje correspondiente a las exportaciones a China se redujo únicamente un 0,22%. China se ha convertido en el principal mercado de exportación para sus países vecinos, como Japón y Corea del Sur, y es indudablemente un importante comprador de productos europeos y americanos.

Estos datos nos vienen a decir que no hay una correlación intrínseca entre el tipo de cambio del RMB y el desequilibrio comercial entre China y Estados Unidos. También debemos aprender de las experiencias pasadas de Japón y Alemania, que nos enseñan que la apreciación de la moneda no reduce necesariamente el superávit comercial. En términos de paridad relativa, el tipo de cambio no lo determina el comercio exterior de un Estado, sino su situación económica general y todos los factores económicos externos.

CH: En ese caso, ¿por qué EE.UU. presiona a China para que revalúe su moneda?

Zhao: Una razón importante es que un RMB más fuerte aumentaría el coste de las mercancías que exporta China en el mercado mundial, debilitando así su competitividad y, al mismo tiempo, podría estimular a China a comprar más de otros países, incluyendo de los EE.UU.

No salvará la economía de EE.UU.

CH: ¿Cómo afecta el déficit comercial al índice de desempleo de los EE.UU.?

Zhao: El déficit comercial es un problema que los EE.UU. vienen arrastrando desde hace mucho tiempo. En 2008, el déficit comercial alcanzó los 700.000 millones de dólares, cayendo ligeramente en 2009 debido a la contracción del comercio exterior a nivel mundial en medio de la crisis financiera. En enero de 2010 se situaba en los 43.300 millones de dólares, de los que 18.200 millones correspondían al déficit comercial con China, 4.600 millones al déficit comercial con México, 3.900 millones al déficit comercial con Canadá, 3.300 millones al déficit comercial con Japón y 2.800 millones al déficit comercial con la Unión Europea respectivamente.

Este déficit comercial que EE.UU. mantiene con muchos países es atribuible a su estructura productiva: siendo un gran consumidor, sus compras se realizan en gran medida a través de importaciones, mientras han trasladado gran parte de su producción a plantas de fabricación en el exterior, convirtiéndose así en un país consumidor más que productor.

El desempleo de larga duración en los EE.UU., por otro lado, es un problema estructural: el sector servicios (las finanzas, por ejemplo) se ha comportado de forma excepcionalmente vigorosa en los últimos años, pero una vez se producen quiebras, los trabajadores despedidos tienen enormes dificultades para encontrar empleo, ya que el sector manufacturero tiene una capacidad de absorción de nuevos trabajadores muy limitada, a lo que hay que añadir que los que ya están desempleados en el sector de las manufacturas, están dispuestos a aceptar trabajos en el sector servicios por una retribución más baja, por lo que es fácil que se conviertan en desempleados de larga duración (el Gobierno clasifica como desempleado de larga duración a cualquier parado sin trabajo por más de 26 semanas).

Debido a la crisis financiera, el desempleo en EE.UU. creció desde el 5,8%, en julio de 2008, hasta el 10,1%, en octubre de 2009, cayendo ligeramente hasta el 9,7% en enero de este año, pero manteniéndose todavía muy por encima de su nivel natural y razonable de alrededor del 5%.

Según los datos facilitados por el Departamento del Trabajo de EE.UU., en septiembre de 2009 se destruyeron 147.000 empleos en el sector servicios, 64.000 en la construcción, 53.000 en departamentos gubernamentales y 51.000 en el sector manufacturero, con lo que podemos observar que el índice de destrucción de empleo fue mayor en el sector servicios, que es justo el área en el que EE.UU. mantiene un superávit comercial con China; por tanto, la disminución de su déficit comercial de mercancías con China no tendría un impacto directo sobre el empleo en EE.UU.

CH: Entonces, ¿podemos entender que la reevaluación del RMB no resolvería el déficit comercial de EE.UU. y sus problemas de desempleo?

Zhao: Según nos muestran las experiencias de otros países en el pasado, la relación entre el tipo de cambio y la balanza comercial no es tan estrecha o determinante como podría pensarse. Los ejemplos del comercio exterior de EE.UU. con Japón, Suecia y Alemania lo ilustran perfectamente: los EE.UU. no vieron que se invirtiese su elevado déficit comercial con Japón cuando éste último tuvo que apreciar el yen en 1985. De hecho, ninguna entidad económica en el mundo es capaz de estimar con precisión el llamado tipo de cambio de equilibrio.

La estructura económica y la composición industrial son los elementos que mayor impacto tienen en el equilibrio comercial, que, además, se ve influido por el cuadro macroeconómico, la productividad y el precio de los factores de producción. Por tanto, no es muy aconsejable tratar de ajustar la balanza comercial jugando con los tipos de cambio: no tendrá efectos inmediatos.

 

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