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Economía
¿Es necesaria la apreciación del yuan?
Por LIU QIONG

Fred Bergsten, director del Instituto Peterson de Economía Internacional, es una personalidad en el Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos, cuya opinión pesa mucho en las decisiones financieras y la elaboración de políticas del país dirigidas al exterior.

En audiencia ante el Congreso, Bergsten afirmó que la moneda china, yuan o renminbi (RMB), estaba infravalorada hasta un 41 por ciento frente al dólar, declaración de la que reiteradamente se han hecho eco varios funcionarios y expertos estadounidenses, entre ellos Paul Krugman, Nobel de Economía. Sin embargo, la conclusión es cuestionada por Zhang Yongjun, investigador del Centro de Intercambio Económico Internacional de China (CIEIC).

¿Infravaloración de un 41 por ciento?

Según un informe publicado el año pasado por el Instituto Peterson, el dólar estadounidense “se ha sobrevalorado gravemente”, principalmente frente al RMB y otras monedas asiáticas. El centro señaló que de 29 monedas analizadas en el estudio realizado por sus investigadores, la mayoría deberían ser más fuertes, especialmente el yuan, cuyo valor, recomendó, debe aumentar significativamente.

“El cálculo de la infravaloración del 41 por ciento del Instituto Peterson es ampliamente citado en todo el mundo, incluso alimentó recientes debates entre China y EE.UU. acerca del tipo de cambio, además de ejercer una gran presión sobre la reevaluación del RMB”, dijo Zhang en un foro económico mensual organizado por el CIEIC, el 21 de abril de 2010.

Zhang refutó el modelo de cómputo de Bergsten -Método de inversión de matriz simétrica (SMIM en inglés)- que consideró erróneo en cinco aspectos principales y cuyas conclusiones serían, pues, insostenibles. Primero, toma el equilibrio de las cuentas corrientes como el único objetivo del tipo de cambio. Segundo, el establecimiento del objetivo sobre el equilibrio en cuentas corrientes de los países relacionados es infundado. En tercer lugar, relaciona la flexibilidad del precio de las exportaciones solamente con la tasa de cambio, sin tener en cuenta factores como el coste de producción interna, la competitividad del producto, etc. En cuarto lugar, supone sin razón que el movimiento de los tipos de cambio sólo afecta a las exportaciones, pero no a las importaciones. Y por último, su cálculo de la flexibilidad del precio de las exportaciones es demasiado simplificado, ya que está definido solamente por la proporción de las exportaciones.

El experto chino señaló que, la presión que últimamente ejerce la comunidad internacional, con EE.UU. a la cabeza, para que se revalorice el RMB tiene un motivo central: China tiene un gran superávit en sus cuentas corrientes.

“Existen diferencias entre los países en términos de recursos, mano de obra, tecnología, cultura y capital. No es sorprendente que las naciones con ventajas competitivas en ciertos aspectos puedan obtener superávit en sus cuentas corrientes”, explicó Zhang, citando varios ejemplos. Oriente Medio y Rusia son ricos en petróleo, Japón y Alemania son bien conocidos por sus altas tecnologías manufactureras y China tiene la capacidad para la fabricación a gran escala. Haciendo caso omiso de esos contrastes, si sólo se persigue un equilibrio comercial entre los países, sin duda, se provocará un retroceso contra la tendencia hacia la globalización.

“Los factores que afectan el equilibrio del comercio internacional son mucho más complicados que un simple tipo de cambio”, sostuvo el estudioso chino, y agregó que la demanda interna y las estructuras económicas de cualquiera de los dos países también producirían un déficit comercial entre ellos. “El tipo de cambio, por supuesto, es uno de los factores influyentes, pero su repercusión varía según los diferentes países. Por lo tanto, regular simplemente el tipo de cambio no es una manera viable y eficaz para eliminar el desequilibrio comercial bilateral”.

Zhang sugiere que China modifique la estructura de su demanda interna para ajustar su superávit en el comercio exterior, pero señala que ese ajuste debe ser paralelo al nivel de desarrollo del país, ya que la estructura de la demanda interna no sólo depende de la estructura económica nacional, sino también de varios factores de producción, tales como la composición de la población y de la mano de obra.

La apreciación no es la solución

Según Zhang, si el valor del RMB sube frente al dólar, los consumidores apenas comprarían más productos estadounidenses, ya que la mayoría de los bienes manufacturados del mundo se producen en grandes cantidades en China; y si las industrias se mudan fuera de China para escapar de los mayores costes de producción causados por la reevaluación, se trasladarían a otros países y regiones en desarrollo en lugar de a EE.UU. En otras palabras, la apreciación del yuan no estimularía la creación de puestos de trabajo en Estados Unidos, cuya reindustrialización es de un nivel superior, y el país no podría mejorar sus cuentas corrientes.

“Las experiencias históricas en el desarrollo de la economía mundial han demostrado que confiar en el mero ajuste del tipo de cambio no elimina el desequilibrio comercial bilateral”, subrayó Zhang citando los ejemplos del yen japonés y el marco alemán, cuya apreciación a finales de 1980 no eliminó el superávit de las cuentas corrientes con EE.UU.

Wei Jianguo, otro economista del CIEIC, coincide con Zhang y señala que el desequilibrio comercial chino--estadounidense se debe a muchos factores. Por la parte china, alrededor del 40 por ciento del comercio bilateral corresponde al comercio general y más del 50 por ciento pertenece al comercio de elaboración, precisó. En el comercio general, China y Estados Unidos mantienen una relación en la que la cooperación es mayor que la competencia, ya que juegan diferentes papeles en la división internacional del trabajo. Las exportaciones chinas a EE.UU. se concentran en las industrias intensivas en mano de obra. En el comercio de elaboración, las corporaciones transnacionales, incluidas las empresas estadounidenses, se están aprovechando de la mano de obra menos barata China .

Por otro lado, EE.UU. sigue reportando un bajo nivel de ahorro interno y una elevada tasa de consumo al que los estadounidenses se han acostumbrado. Mientras tanto, los productos estadounidenses no son más competitivos que los de Europa o Japón. En 2009 las exportaciones de Japón a China superaron los 130.000 millones de dólares, mientras que las de EE.UU. se limitaron a 69.600 millones. Además, este último impone límites estrictos sobre sus ventas a China, especialmente para los productos de alta tecnología. Las prácticas se remontan al Comité de Coordinación en Materia del Control de Exportaciones de la Guerra Fría, mantenidas en la década de los 90. En 2007, EE.UU. estableció nuevas restricciones a las exportaciones especialmente orientadas a China. En realidad, las medidas adoptadas por la Casa Blanca para proteger su comercio, no sólo obstaculizan el crecimiento de sus socios comerciales, sino que frenan también su propio desarrollo.

Lecciones del yen y el marco

A partir de la década de los 80 del siglo pasado muchos países experimentaron una subida rápida del tipo de cambio antes del estallido de una crisis económica. No importa si se trata de un país desarrollado o en desarrollo, cuando el proceso de apreciación de la moneda no se corresponde con el nivel de desarrollo económico, una crisis está en camino.

Por ejemplo, en la década de los 80 del siglo XX, tanto el yen como el marco se revalorizaron rápidamente. En el caso de Japón, su tipo de cambio ya estaba en lo más alto en 1985, lo que significaba que había poco o ningún espacio para más aumento, algo que en el caso de Alemania no fue tan grave. Además, Japón mantuvo su tasa de interés a un nivel muy bajo mucho más tiempo que Alemania, contribuyendo al crecimiento de las burbujas inmobiliaria y de valores. Estos factores son la causa de las diferencias entre estas dos economías gigantes. Japón perdió una década de progreso económico, mientras que Alemania, pese a varios problemas surgidos después de su reunificación, no tardó en recuperarse y llegó a mantener un buen ritmo de desarrollo.

“Podemos aprender de las experiencias de Alemania, aunque China tiene una situación diferente”, señaló Zong Liang, director del Centro de Investigación Financiera Internacional, del Banco de China.

 

 
 
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