Geográficamente considerado el país más distante de China, Chile fue, no obstante, el primero en contestar al documento estratégico sobre la política de la nación asiática hacia América Latina y el Caribe, que el Gobierno chino divulgó en noviembre de 2008. Justo un año después, durante el Foro de la APEC celebrado en Singapur, la entonces presidenta chilena, Michelle Bachelet, puso en manos de su par, Hu Jintao, la respuesta de su administración, que considera que “es el momento de pensar en la mirada estratégica común hacia los próximos cuarenta años”.

La posición de la nación sudamericana, recogida en el folleto “Respuesta de Chile al ‘Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe’”, editado en español, chino e inglés, que la embajada chilena en Beijing ha hecho circular entre medios de comunicación locales, reconoce la importancia de la estrategia de China, que “manifiesta con claridad los objetivos” hacia Latinoamérica y el Caribe y constituye un “referente útil para la cooperación (…) señalando áreas de trabajo común e intereses compartidos”.

Abocado a la celebración del bicentenario de la proclamación de su independencia, Chile, reconoce el texto, “comprende que hoy la independencia de una nación va a la par con la práctica de la interdependencia con el resto del mundo” y que el proceso de globalización que vive el planeta desde hace algunos años, requiere “pensar y actuar juntos y reforzar el multilateralismo para afrontar los desafíos de la paz y el desarrollo”.

Posible y necesaria considera Santiago la propuesta de Beijing de rediseñar los organismos internacionales dotándolos de la adecuada representación que refleje la geografía política, económica y social del siglo XXI, al tiempo que rechaza el proteccionismo como una de las alternativas a la actual crisis financiera global.

Primer país de Sudamérica en establecer relaciones con China, acontecimiento del que el 15 de diciembre próximo se conmemorarán 40 años, Chile fue también el primero en respaldar el ingreso de la nación asiática en la OMC, en reconocer el carácter de mercado de la economía de ésta y en suscribir un Tratado bilateral de Libre Comercio (TLC), y no descarta “otros primeros”, tomando en consideración que “la distancia ya no es un obstáculo mayor y lo esencial es la cercanía de los intereses mutuos y las visiones compartidas”.

Como una “plataforma sólida para el trabajo conjunto” en las próximas décadas califica el Gobierno chileno el propósito de la parte china de ampliar el consenso basado en el respeto y la confianza mutua, profundizar la cooperación en el espíritu del beneficio recíproco y la ganancia compartida y estrechar los intercambios en aras del mutuo aprendizaje y el progreso común, y ratifica su apoyo al principio de una sola China, algo que entiende es positivo para el pueblo chino y un aporte al desarrollo pacífico de Asia.

Campo por campo, la respuesta del país andino consigna sus comentarios a lo que en su momento plantease el documento chino en cuatro aspectos específicos para el fortalecimiento de la cooperación bilateral: política, economía, cultural y social y paz, seguridad y justicia.

El primero de ellos reconoce la necesidad de continuar profundizando los intercambios de alto nivel como vía para la “siembra de la confianza mutua y el intercambio de ideas sobre los desafíos políticos, económicos y sociales” de las transformaciones inherentes al siglo XXI y califica el diálogo permanente como “una fuente de mutuo conocimiento e intercambio de experiencias”.

Destaca el hecho de que China y Chile coincidan en la “necesidad de avanzar hacia una arquitectura internacional concordante con la realidad global contemporánea”, un marco en el que ve como una prioridad llevar a cabo la “ampliación y reforma integral del Consejo de Seguridad” de la ONU y ratifica la voluntad del país andino de seguir pugnando por la transformación del sistema financiero internacional y fortalecer el papel clave del multilateralismo.

En el plano económico, agrega, la entrada en vigor de TLC “ha permitido negociar y suscribir nuevos aportes para un comercio basado en reglas claras y con beneficios concretos”, incluso para terceros mercados. El primer año de vigencia del pacto, China se convirtió en el principal receptor de las exportaciones chilenas, al experimentar una progresión de un 6,3%, en tanto que la nación asiática, segundo proveedor de Chile, vio crecer sus ventas en un 40% en 2007 y un 40,4% en el primer semestre de 2008, año en el que el comercio total alcanzó los 17.500 millones de dólares.

Un comercio fuerte, activo y diversificado es la meta a mediano y largo plazo del TLC. Para el 2015 prácticamente el 98% de los productos chilenos negociados dentro de ese marco entrarán al mercado chino libres de arancel, añade el documento, que anuncia además la próxima puesta en vigor del acuerdo para el área de servicios y evalúa como muy avanzadas las conversaciones para cerrar el concerniente a las inversiones.

Como esenciales para el conocimiento mutuo y la toma de conciencia de valores, la historia y las visiones que configuran el ser de cada país, ven las autoridades chilenas los intercambios culturales, los cuales sugiere incrementar “en el afán de expandir el conocimiento recíproco”. Específicamente, identifican un gran espacio para una mayor interacción en las artes plásticas.

Chile afirma tener un alto interés en la coo-peración que Beijing plantea en la protección del medio ambiente y contra el cambio climático y evalúa como “muy importantes” los recientes compromisos adoptados al respecto por China, un actor “fundamental” en estas cuestiones.

“El intercambio de información sobre políticas aplicadas, el análisis de buenas prácticas, la formación de expertos (…) y la investigación en áreas como la conservación de la biodiversidad, energías alternativas y resguardos contra la contaminación y la desertificación –agrega el texto– son sectores en los que Chile y China pueden tener una agenda de mutuo interés”.

Por último, en lo referente a la paz, la seguridad y la justicia, la contestación reconoce los beneficios del intercambio de los altos mandos militares chinos y chilenos y aconseja intensificar este tipo de relación. Además, indica que la preservación de la seguridad internacional ha dado fuerza a las operaciones de paz. Estas misiones, subraya, “abren un espacio de colaboración entre Chile y China”.