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Especial
Del terremoto de Wenchuan al de Yushu
Por LI WUZHOU

Un niño herido el 20 de abril, trasladado al Hospital del Oeste de China de la provincia de Sichuan, donde pudo mejorar rápidamente.

El terremoto de magnitud 7.1 en la escala Richter que se produjo en abril en el distrito de Yushu, de la prefectura autónoma de la etnia tibetana, en la provincia de Qinghai, dejó finalmente un saldo de 10.000 heridos, 2.220 muertos y 70 desaparecidos.

Tras el terremoto de 2008 en Wenchuan, Sichuan, China ha sufrido una nueva calamidad sísmica. Aunque la intensidad y el número de víctimas y damnificados no han sido tan elevados en esta ocasión, las condiciones geográficas de Yushu, con una altitud promedio de más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, un clima glacial alpino y con las zonas afectadas situadas en una estrecha y alargada franja de terreno, de orografía complicada, suponían un gran reto para llevar a cabo las labores de rescate. Sin embargo, la experiencia adquirida en Wenchuan por los equipos especializados sirvió para que pudiesen actuar de forma rápida y eficiente en su lucha contra este nuevo desastre causado por la naturaleza.

Socorro urgente

El 14 de abril, inmediatamente después de producirse el seísmo, organizar las tareas de socorro a los afectados se convirtió en la prioridad número uno de todo el país.

Tras el terremoto, el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao ordenaron el comienzo urgente y sin escatimar esfuerzos de las labores de socorro; el mismo día, se establecieron grupos especiales y el viceprimer ministro Hui Liangyu se trasladó al poblado de Jiegu, en el epicentro del terremoto, adonde llegó a las 20:00 horas, disponiendo inmediatamente los trabajos de auxilio a las víctimas y damnificados. El mandatario decidió interrumpir su gira por Latinoamérica, llegando el 18 del mismo mes a la zona afectada por la tragedia, para estar junto a los afectados; asimismo, el premier aplazó las visitas previstas a Brunei, Indonesia y Myanmar, volando rápidamente a Yushu para dirigir las operaciones de rescate y reconstrucción.

Desde los organismos oficiales, la coordinación fue prácticamente instantánea: 30 minutos después de producirse el seísmo, los departamentos relevantes, como la Administración Sismológica de China, y los ministerios más importantes, como los de Sanidad Pública, Comunicaciones y Transportes, Seguridad Pública y Asuntos Civiles, iniciaron conjuntamente un plan de contramedidas, reuniendo en todo el país los materiales y equipos humanos especializados y contingentes de asistencia médica y transportándolos con la máxima urgencia a la zona afectada. Se asignaron a la misión 200 millones de yuanes del Fondo de Ayuda para Emergencias del Gobierno Central (a los que posteriormente se añadirían otros 300 millones) y la Comisión Estatal de Desarrollo y Reforma aportó 50 millones de yuanes de forma urgente.

Tanto el Ejercito Popular de Liberación (EPL) como la Policía Armada (PA) estuvieron en la vanguardia de la lucha contra el desastre desde el primer instante. Apenas transcurridos 10 minutos desde que se produjo el seísmo, los equipos de la subzona militar de Yushu y las unidades de la PA locales llegaban para iniciar las labores de salvamento de los damnificados; a ellos se sumaron rápidamente el regimiento militar y la Policía Armada de la provincia de Qinghai, así como unidades militares de las provincias adyacentes de Sichuan y Xinjiang; los equipos de las Fuerzas Aéreas designados para la misión se encontraban en el aire tan sólo 21 minutos después de darse las órdenes y las Fuerzas Navales también contribuyeron rápidamente, haciendo llegar una aeronave de sensores remotos para suministrar la mayor cantidad de datos precisos a los centros de información de las operaciones de rescate.

Qinghai y las provincias limítrofes respondieron con celeridad al desastre: la policía de tráfico de esa localidad despejó inmediatamente las vías de acceso más importantes a las áreas afectadas, como el aeropuerto de Yushu y la carretera de acceso a la ciudad de Xi’ning; dos horas después, 65 expertos en rescate y sismólogos del Tibet partían ya de la zona de Chengdu; seis horas más tarde, lo hacía el primer equipo de asistencia médica, constituido por 49 personas, que llegaban al área afectada desde Sichuan y, siete horas después, partían los equipos de asistencia urgente de la provincia de Gansu.

Durante el periodo en el que se extendieron las labores de rescate, las fuerzas de asistencia sumaron un total de 12.603 personas, que se entregaron en cuerpo y alma a la tarea de encontrar supervivientes y salvar el mayor número de vidas posible. Hasta los 18:00h del 23 de abril, se habían rescatado 1.455 personas con vida de entre los escombros, recuperándose 1.029 cadáveres. Los heridos que precisaron de atención médica fueron 9.145, ayuda de la que se encargaron 52 equipos compuestos por un total de 3.032 profesionales de la salud.

“Tras el desafío que supuso el terremoto de Wenchuan, China cuenta ahora con mecanismos de reacción de emergencia para este tipo de desastres. La experiencia de Yushu nos muestra de nuevo las ventajas del sistema socialista para concentrar y movilizar fuerzas con rapidez en situaciones críticas”, afirmó Wu Hongying, director de la Academia de Estudios Latinoamericanos del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas. “La asistencia que prestamos tras el seísmo de Haití es otra muestra de esta capacidad”, agregó. El 13 de enero, la fecha del terremoto en Haití, el Equipo Nacional de Socorro para Terremotos se reunió a las 11:30 de la mañana y dispuso los preparativos necesarios para colaborar en las operaciones de rescate, partiendo tan sólo tres horas después y siendo uno de los primeros equipos en llegar al país caribeño.

Tian Yixiang, director de la oficina de emergencia del Estado Mayor General del EPL, señala que, recientemente, se les encomendó formar ocho equipos nacionales de rescate profesionales, compuestos por 50.000 personas, objetivo que se conseguirá a finales de 2010.

Mayor eficiencia tras Wenchuan

Tras la tragedia de Wenchuan, los mecanismos de actuación de emergencia y la capacidad de movilización han mejorado notablemente, tal y como confirmó Qu Guosheng, ingeniero en jefe del Centro Nacional de Servicios de Apoyo a Emergencia de Terremotos: “Cuando se produjo el seísmo de Wenchuan, la evaluación de la situación y la puesta en marcha de las operaciones nos llevaron únicamente varias decenas de minutos; en esta ocasión, los dispositivos de urgencia se pudieron activar aún más rápidamente”.

Li Changcai, director de las operaciones de rescate en Yushu, lo corroboró: “El despliegue de las operaciones de socorro en Yushu se hizo muy rápido. Tanto la toma de decisiones estratégicas como el suministro de equipos y la movilización de fuerzas se hizo de forma eficiente”.

Bajo la dirección del cuartel general del Consejo de Estado, los expertos evaluaron primero la situación real tras el desastre, elaborando la estrategia más adecuada en función de la misma y coordinando, a continuación, los equipos de rescate según los planes trazados.
En las labores de salvamento, además del uso de los aparatos científicos como detectores de vida, los satélites y aviones no tripulados también ejercieron un papel importante, transmitiendo datos precisos que contribuían a realizar la asistencia de forma mucho más eficiente.
La información en los medios de comunicación mientras se desarrollaron las operaciones de rescate, fluyó abiertamente. La Oficina de Información del Consejo de Estado estableció dos centros de prensa, uno en Xi’ning y otro en Yushu, y organizó conferencias de prensa prácticamente a diario para informar sobre la marcha de las operaciones, facilitando datos constantemente y de forma transparente (indicando las fuentes, cantidades, tipos y destinos de las donaciones, por ejemplo) a los más de 650 periodistas nacionales e internacionales de 185 medios.
La cooperación entre las ONG y el Gobierno estuvo también mejor coordinada, los servicios logísticos para las fuerzas de rescate fueron más rápidos y se envió un grupo de 500 traductores, ya que la mayor parte de la población del territorio afectado es de la etnia tibetana: todo ello, aprovechando la experiencia acumulada en Wenchuan.

Ante todo, las personas

El 21 de abril se declaró día de duelo nacional en China, en memoria de las víctimas del terremoto. Todas las actividades recreativas y deportivas se suspendieron y las portadas de periódicos y sitios web se publicaron en blanco y negro.

Los funerales que el Gobierno celebró por las más de 2.000 víctimas siguieron los ritos de las distintas etnias y confesiones religiosas a las que éstas pertenecían.


La idea de poner por delante a los seres humanos se hizo palpable en el proceso de búsqueda de personas aún con vida entre las ruinas: se exigía a los equipos de socorro que, incluso en los casos más extremos, hiciesen todo lo posible por recuperar a los supervivientes sin realizar amputaciones, y se prestó ayuda no sólo material, sino también psicológica, a los afectados. En las primeras 72 horas, consideradas críticas para encontrar cuerpos con vida, su búsqueda fue la primera prioridad, lográndose poner a salvo a 1.433 personas que se encontraban bajo los escombros; tras esos tres días, se siguió insistiendo en no abandonar la búsqueda de posibles supervivientes enterrados, fortaleciéndose las medidas de búsqueda y auxilio, gracias a las cuales 22 personas fueron salvadas en el séptimo día. Transcurrido este periodo, se realizó un “peinado” final para garantizar que no quedaba ningún rincón sin revisar ni se abandonaba a nadie.

En cuanto a los supervivientes, se realizaron todos los esfuerzos para aliviar sus condiciones. 48 horas después del terremoto, ya se disponía de tiendas de campaña, comida y té calientes y medicinas para todos los damnificados. Se trasladó a los niños que habían quedado huérfanos a Beijing y a otras ciudades y se organizó la reanudación de los estudios en otras provincias para los estudiantes de secundaria cuyos institutos habían resultado dañados.

No se olvidó la atención del personal de socorro, que debía soportar unas duras condiciones de altitud, escasez de oxígeno, orografía extrema y bajas temperaturas, condiciones a las que muchos miembros de los equipos no estaban habituados, por lo que el gobierno de Qinghai pidió a los voluntarios que no acudiesen en masa a la zona afectada y se trasladó rápidamente a lugares de menor altitud a los que no se adaptaban a las condiciones ambientales.

Impresionantes las ONG

No sólo el Estado se hizo cargo del rescate, sino que también un gran número de ONG y voluntarios se desplazaron a la zona para colaborar activamente y sus logros impresionaron muy positivamente a todo el país.

Como dice un antiguo proverbio chino, “cuando surgen dificultades, la ayuda llega de todas partes”. Y es que, pese a las recomendaciones del gobierno de Qinghai, fueron muchas las ONG y centenares los voluntarios que de inmediato llegaron a la zona afectada para colaborar en las tareas de rescate; entre ellos se distinguían las caras familiares de quienes habían colaborado ya durante el terremoto de Wenchuan, algunos de los que recibieron ayuda en ese mismo seísmo, supervivientes del gran terremoto de Tangshan de 1976 y voluntarios de Hongkong, Macao y Taiwan.
Algunos casos son realmente conmovedores, como el de los seis campesinos del distrito de Maoxian, de la provincia de Sichuan, que aportando 3.000 yuanes de su propio bolsillo cada uno, alquilaron un coche para ir hasta Yushu a colaborar en el rescate; el de los cinco carpinteros del distrito de Nangqian, en la misma provincia de Qinghai, pero originarios de Sichuan, que una hora después de la llegada de los equipos nacionales de rescate ya les estaba asistiendo; o el de los dos propietarios de restaurantes de Yushu, nativos de Wenchuan, que quisieron expresar su agradecimiento por la asistencia que a ellos se les prestó en su momento ofreciendo comida gratuitamente a los damnificados y a los equipos de rescate.

Pero, sin duda, uno de los casos más emocionantes y que reforzaron los lazos entre los chinos, fue el del hongkonés Huang Furong, de 46 años, quien trabajaba de voluntario en un orfanato de Yushu: en el momento en que se produjo el seísmo fue capaz de escapar a tiempo, pero regresó enseguida para rescatar a los estudiantes y profesores atrapados entre los escombros, con tan mala fortuna que fue golpeado por los restos del edificio que aún caían, sacrificando así su vida.
También se registraron numerosas donaciones voluntarias por toda China. En 11 días se llevaban recaudados 3.500 millones de yuanes y recursos materiales por valor de otros 4.000 millones. Tan sólo en la noche del 19 de abril, en la gala especial a beneficio de los damnificados celebrada en Xi’ning, se recaudaron 670 millones de yuanes y recursos materiales por valor de otros 200 millones.

CCTV organizó también un programa especial para recoger donaciones, alcanzando los 2.175 millones de yuanes y superando así por amplio margen la cifra recaudada en su momento para Wenchuan.

Las empresas comerciales también fueron plenamente conscientes de sus responsabilidades sociales. Por ejemplo, los grandes grupos de telecomunicaciones, China Mobile, China Unicom y China Telecom, cedieron de inmediato vehículos de comunicación de emergencia, generación de electricidad, comunicaciones vía satélite y reparaciones en las líneas, con el objeto de asegurar que los usuarios de Yushu no vieran interrumpidas sus comunicaciones. Algunas empresas adquirieron y donaron equipos de asistencia de los que carecía la zona, otras cadenas comerciales, como Beijing Hualian, establecieron rápidamente una red comercial en la región para garantizar el suministro de mercancías y la estabilización de sus precios, donando finalmente al área afectada lo obtenido por las ventas realizadas.


Reconstrucción rápida y sostenible

El terremoto de Yushu causó también cuantiosas pérdidas materiales: un total de 15.000 viviendas privadas se hundieron y 100.000 residentes tuvieron que ser trasladados a otras zonas; en algunas aldeas, se desplomaron más del 99% de las construcciones. Por otra parte, las infraestructuras también sufrieron graves daños. Las principales vías de comunicación resultaron seriamente afectadas, al igual que las telecomunicaciones, el suministro eléctrico y el de agua potable, además de instalaciones públicas diversas, tales como escuelas, hospitales y edificios gubernamentales.

“¡Nuevo colegio, lo vamos a tener! ¡Nuevo hogar, lo vamos a tener!”. Al mediodía del 18 de abril, en su visita a una escuela de huérfanos, el presidente Hu Jintao escribió estas palabras en una pizarra. Al día siguiente, en el cuartel general del Consejo de Estado, desde donde se dirigían las operaciones de rescate, se estableció un equipo para encargarse de las tareas de reconstrucción tras el desastre, organizado por la Comisión Estatal de Desarrollo y Reforma.


De hecho, la reconstrucción se inició desde el primer día de las operaciones, ya que ese mismo día se realizaron reparaciones de urgencia en las carreteras dañadas y, por la noche, el aeropuerto volvió a estar operativo; al día siguiente, Yushu recuperó las comunicaciones, se garantizó el suministro de electricidad en los asentamientos habilitados para los damnificados, así como la asistencia médica y se recuperó el suministro de agua potable en varias zonas. El tercer día, se trasladó a Sichuan a líderes y expertos para que aprendieran de primera mano de las labores de reconstrucción que allí se llevaron a cabo con posterioridad al terremoto de Wenchuan. Al cuarto día, algunos colegios pudieron ya reanudar las clases. Al quinto día, se evaluaron por parte de especialistas los daños en viviendas y la situación geológica en que se hallaba ahora la zona y sobre la que sentarían las bases de las nuevas construcciones. Al sexto día, se aumentó el número de oficinas bancarias y de correos abiertas y se empezó a recuperar el orden en el comercio…

Pero la tarea de reconstrucción presenta dificultades adicionales dadas las condiciones geográficas de Yu-shu: su clima glacial implica que la temporada adecuada para realizar las obras es muy corta, iniciándose en mayo y finalizando en octubre; el transporte hasta esta zona es complicado e implicará elevados costes y, en añadidura, justamente aquí nacen tres de los ríos más importantes de Asia, el Yangtsé, el río Amarillo y el Mekong, por lo que se debe considerar el impacto ecológico de cualquier obra.

El programa de reconstrucción se diseñó en los 15 días siguientes a la catástrofe y está en fase de evaluación previa a su aprobación, con el objetivo de garantizar el equilibrio entre la protección medioambiental y el desarrollo de Yushu, en la que se espera potenciar el turismo ecológico. Según los planes preliminares, las labores de reconstrucción tendrán una duración aproximada de tres años.

Un ejemplo de esta nueva mentalidad lo tenemos en la negativa de Wang Yuhu, gobernador de la prefectura, a levantar una planta cementera en la zona para garantizar el rápido suministro de materiales de construcción, como se había conjeturado, por el daño medioambiental que podría provocar: “Preferimos desarrollarnos más lentamente y construir nuestros nuevos hogares más despacio a dañar el medio ambiente en que vivimos”.

 

 

 

 
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