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China y el Mundo Iberoamericano
Espléndidos capítu los de la diplomacia popular
Por TANG MINGXIN*

El 14 de diciembre de 1970, el premier Zhou Enlai se entrevistó con Antonio Tarolari, jefe de la delegación del Instituto de Cultura Chile-China, miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile, y miembro de la Cámara de Representantes del país andino.

El 16 de marzo de 1960 se fundó la Asociación de Amistad Chino-Latinoamericana y Caribeña (AACHILAC) bajo el auspicio de la Asociación del Pueblo Chino para las Relaciones Culturales con el Extranjero y otras 14 organizaciones populares. Hoy nos sentimos sumamente complacidos por la celebración de los 50 años de esta institución, en cuyos impactantes y brillantes capítulos históricos he tenido la suerte de tomar parte a lo largo de su proceso de desarrollo, además de ser testigo de la resplandeciente trayectoria de amistad chino-latinoamericana, que se inició desde la diplomacia popular o extraoficial por minuciosas corrientes, hasta converger en un caudaloso torrente. Evocando los días del pasado, a la vista de los acontecimientos del presente, muchos recuerdos de aquellos años me vienen a la memoria.

Enseñanzas señalan el camino

Los primeros contactos entre los pueblos de China y América Latina y el Caribe se remontan a tiempos muy lejanos. Pero sólo a partir de la proclamación de la Nueva China, en 1949, entraron en una etapa totalmente nueva. Sin embargo, en los primeros años, tras la fundación de la República Popular China (RPCh), en nuestras relaciones con el resto del mundo, particularmente con Latinoamérica, entonces tratada por EE.UU. como su “patio trasero”, nos encontramos con una situación compleja y difícil. Ante tales circunstancias, el presidente Mao Zedong, como estrategia global y con una visión clarividente, planteó la alianza con aquellas naciones que nos habían tratado en pie de igualdad y la unidad con los pueblos amantes de la paz y la libertad, para restaurar e impulsar de diferentes formas los contactos e intercambios en beneficio de la consolidación de los frutos de la revolución, el desarrollo de la producción, la prosperidad de la economía y la defensa de la paz mundial.

Bajo la orientación del líder chino y su perspicacia, logramos superar múltiples obstáculos creados por EE.UU. y algunos gobiernos occidentales, tales como el aislamiento político, el bloqueo económico y la amenaza militar. De esta manera la “diplomacia popular” de China con América Latina y el Caribe emprendió un camino de vigoroso desarrollo.

Hugo Batalla, quien fue vicepresidente de Uruguay en 1996 y visitó China en septiembre de 1950 junto con un grupo de jóvenes latinoamericanos progresistas para festejar el primer aniversario de la fundación de la RPCh, me contó con emoción una conversación que sostuvo el presidente Mao con ellos. En aquella oportunidad, recordó, el mandatario les dijo con profundo significado: “Ustedes han llegado a reunirse finalmente con nosotros, superando numerosos obstáculos, desafiando el bloqueo y el cerco que creó Occidente, con EE.UU. a la cabeza, reprochando sus ataques y calumnias contra la Nueva China, sin siquiera detenerse ante el peligro de pasar a formar parte de la ‘lista negra’ de la CIA (Agencia Central de Inteligencia). Por eso ustedes deben ser calificados como héroes intrépidos que ‘forzaron la entrada de cinco fortalezas y eliminaron a los seis generales de la guardia’. De ahí se desprende que la fuerza de la unidad entre los pueblos no puede ser contenida por ninguna circunstancia o persona. Ustedes son realmente los pioneros que abren el camino de los vínculos amistosos de los pueblos latinoamericanos con el pueblo chino. Nosotros les quedamos sumamente agradecidos por su profunda simpatía hacia el pueblo chino”.

En cuanto escucharon estas palabras los presentes en el auditorio tributaron de inmediato una cerrada, prolongada y efusiva ovación al mandatario, recordó Batalla, quien finalizó su anécdota comentándome que ese instante histórico constituyó una escena conmovedora que reflejó plenamente la corriente irresistible de los contactos amistosos entre los pueblos de China y América Latina y la grandeza del elevado espíritu del presidente Mao, que ha dejado raíces bien arraigadas en lo más hondo de su corazón durante toda su vida.

El 2 de mayo de 1973, Amalia Solórzano de Cárdenas, esposa del general mexicano Lázaro Cárdenas, visitó China.

Nuevo puente de amistad Chino-Latinoamericana

Los hechos han probado la certeza de las predicciones del presidente Mao. En aquellos años surgieron, uno tras otro, grupos de vanguardia que desbrozaron la ruta de la amistad con la RPCh, como parte de una corriente imparable. Ellos, abrigando el sentimiento amistoso de solidaridad con la Revolución China y el ferviente anhelo por conocer más acerca de la realidad de la Nueva China, establecieron sucesivamente asociaciones de amistad con nuestro país. Durante ese período, numerosos amigos, incluyendo celebridades como Salvador Allende, quien más tarde fue presidente de Chile, y el ex presidente mexicano Lázaro Cárdenas, visitaron China, superando inmensas dificultades y obstáculos. Sus viajes contribuyeron a profundizar ulteriormente los vínculos y el sentimiento de amistad con China.

Al mismo tiempo, el Gobierno chino envió muchos representantes a visitar América Latina y el Caribe. Entre ellos figuraron delegaciones de diferentes sectores de la sociedad, como cultura, economía, medios de comunicación, sindicatos, juventud y mujer, así como conjuntos artísticos u óperas folclóricas. Todas esas actividades surtieron un gran efecto positivo, tendiendo de este modo un gigantesco puente de amistad entre las orillas occidental y oriental del océano Pacífico, que unió a los pueblos de China y América Latina y el Caribe.

“Países vecinos sólo separados por una franja de agua”

A partir de la década del 60 del siglo pasado, a medida que la posición internacional de China fue ganando mayor relevancia y la aspiración de los pueblos latinoamericanos y caribeños de intensificar los intercambios amistosos con ella se volvió cada vez más enérgica, como oleadas impetuosas, los vínculos amistosos y las relaciones culturales y comerciales entre China y América Latina y el Caribe experimentaron un rápido progreso. Dirigentes chinos como los presidentes Mao Zedong y Liu Shaoqi, el primer ministro Zhou Enlai y el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, Zhu De, recibieron frecuentemente a invitados de diversos círculos latinoamericanos y caribeños, impulsando en gran medida el desarrollo de las relaciones extraoficiales y estatales entre China y América Latina y el Caribe.

Todavía guardo frescos en mi mente los recuerdos sobre una conversación importante que sostuvo Zhou Enlai con varias delegaciones latinoamericanas, en la que dijo que China y América Latina debían de ser buenos vecinos, porque nos separaba apenas una franja de agua, el océano Pacífico.

Los chinos tenemos un antiguo dicho: “Cuando exista una amistad íntima dentro de los cuatro mares, los lejanos confines del mundo serán reducidos a la vecindad cercana”. Eso quiere decir que la amistad sincera borra la lejanía. De ahí se desprende que nosotros y América Latina somos grandes vecinos y amigos, separados sólo por una franja de agua. Por lo tanto, esperamos hacer esfuerzos mancomunados para lograr que en el Pacífico reine realmente la paz y que nos traiga como consecuencia la situación de tranquilidad que requiere el progreso del mundo y el bienestar de la humanidad.

Esas palabras del primer ministro reflejaron la aspiración común de los pueblos de China y Latinoamérica y el Caribe y se convirtieron más adelante en una frase clásica y conocida que citaban constantemente los amigos latinoamericanos y caribeños.

El II Seminario México-China: Socios Extratégicos del Siglo XXI, se celebró el 13 de octubre de 2008 en Beijing.

“Excavar zanjas y abrir canales”

Considerando los diversos factores que obstaculizaban el desarrollo de las relaciones chino-latinoamericanas, el presidente Mao Zedong y el premier Zhou Enlai decidieron llevar el trabajo a cabo poco a poco, avanzar con pasos seguros, impulsar simultáneamente los vínculos, tanto oficiales como entre los pueblos, y promover las relaciones oficiales por medio de la diplomacia popular.

En una audiencia concedida a un periodista latinoamericano, el mandatario manifestó en términos claros que siempre y cuando los países latinoamericanos estén dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con China, les daremos la bienvenida. En caso de que no estén listos para ello, también serán bien acogidos quienes deseen hacer negocios. Y si no están interesados en hacer negocios, igualmente serán bien recibidos los contactos regulares. Desde entonces, la estrategia de “impulsar las relaciones oficiales por medio de la diplomacia popular” ha generado resultados positivos, enriqueciendo la amistad chino-latinoamericana hasta un nuevo nivel.

Guillermo Pedregal, quien fue ministro del Interior y vicepresidente de Chile, se pronunció firmemente por desarrollar las relaciones amistosas de su país con China. En sus encuentros con los presidentes Mao y Liu y el primer ministro Zhou, propuso comenzar a través de los intercambios comerciales, para que el pueblo chileno pudiera ver los frutos reales que reportaban esos vínculos. Y cuando las condiciones estuvieran maduras, abordaríamos el establecimiento de las relaciones diplomáticas. Esta idea fue aceptada y apreciada por los dirigentes chinos, quienes consideraron como magnífico el método de “excavar zanjas para abrir canales” y “a medida que llega el agua, se va formando el cauce”. Al escucharlo, Pedregal se sintió muy contento y dijo que desde ya él había tomado la decisión de “excavar zanjas para abrir canales”, aguardando el momento de la formación del curso, es decir, hasta el establecimiento de las relaciones diplomáticas.

Los hechos posteriores son convincentes, porque a medida que los contactos populares y los intercambios comerciales se incrementaban, en 1970 se establecieron las relaciones diplomáticas entre China y Chile. Así pues, finalmente, se hizo realidad la aspiración de Pedregal.

“La fuerza del caballo se revela a través de un largo recorrido y el corazón del hombre se mide por medio del tiempo”

Danillo Santos es un viejo amigo de nuestra Asociación de Amistad Chino-Latinoamericana y así lo ha demostrado siempre. A partir de 1963, cuando ejerció sus funciones de abogado al servicio de la primera misión china que participó en la Feria Internacional de Río de Janeiro, empezó a trabajar con toda dedicación y ardor, sellando una profunda amistad con China.

Durante una larga trayectoria, de más de 40 años, invirtió toda su capacidad intelectual y física por llevar adelante la amistad entre China y Brasil. No importaba que las relaciones oficiales entre los dos países hubieran sufrido algún altibajo, siempre hemos podido ver su figura entregada a la salvaguardia y promoción de la amistad entre nuestros dos pueblos.

En ocasión de su visita a Brasil, Chen Siwei, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China y presidente de la AACHILAC, entregó personalmente a Santos la Medalla de la Amistad Chino-Latinoamericana, en reconocimiento a su notable contribución al impulso del entendimiento mutuo y mayor acercamiento entre los pueblos de China y Brasil y a la promoción de las relaciones entre nuestros dos países. Santos pronunció con emoción un discurso de agradecimiento, diciendo que “al aprender de la obra Servir al pueblo el espíritu de total dedicación a los demás, sin la menor preocupación por uno mismo, y al aprender de la obra El viejo tonto removió las montañas el ejemplo del indomable espíritu de lucha, logramos por fin romper los crudos hielos y acoger con los brazos abiertos la aurora de la primavera en las relaciones entre Brasil y China. Admiro a Mao Zedong, Zhou Enlai y Deng Xiaoping, porque fueron ellos los que posibilitaron la transformación de China de un estado pobre y atrasado en un país próspero y poderoso como lo es hoy. Ahora las relaciones de amistad y cooperación económica y comercial entre Brasil y China se incrementan con ímpetu, desafiando el viento y las olas. Me asiste la plena convicción de que sobre la base de los cinco principios de la coexistencia pacífica, el gigantesco edificio de la amistad construida por los dos países en vías de desarrollo más grandes del mundo y nuestros pueblos permanecerá erguido para siempre”.

Amistad que crea un espléndido porvenir compartido

Durante los 50 años transcurridos desde su fundación, la AACHILAC ha cumplido numerosas tareas de significativa trascendencia y colorido, como invitar a los representantes de los diversos círculos de América Latina y el Caribe a visitar China, impulsar el intercambio y la cooperación en las áreas cultural, artística, económica, comercial y educativa, promover las relaciones de cooperación entre los gobiernos locales y el establecimiento de las ciudades hermanas, así como el intercambio entre los jóvenes y adolescentes, rindiendo de esta manera una enorme contribución al acercamiento y la amistad entre los pueblos de China y América Latina y el Caribe.

Al mismo tiempo, ha programado cuantiosas actividades, como la divulgación en América Latina y el Caribe de información sobre la cultura china, dotada de una historia milenaria y con rasgos distintivos, sobre los diferentes aspectos de la reforma y la apertura de nuestro país al exterior y los éxitos alcanzados en la construcción socialista, así como también celebrar eventos conmemorativos en homenaje a los héroes nacionales y las personalidades culturales célebres de América Latina, introducir a China en las sobresalientes obras culturales y artísticas de los países latinoamericanos y caribeños y organizar actividades de solidaridad con la justa lucha de los pueblos latinoamericanos y caribeños, en defensa de su independencia nacional y la soberanía estatal.

De manera que la AACHILAC constituye ya un gran escenario donde se despliegan la cooperación y el intercambio a múltiples niveles entre ambas partes. Al atravesar los tiempos tempestuosos a lo largo de medio siglo, las relaciones chino-latinoamericanas y caribeñas han entrado en una etapa de desarrollo cada vez más impetuoso, en la que marcharemos tomados de la mano para crear un mañana más espléndido.

Pese al paso de medio siglo, estos inolvidables recuerdos me han estimulado constantemente a continuar rindiendo mis modestos esfuerzos por la noble causa de la amistad chino-latinoamericana y caribeña. Mirando hacia el abstruso cielo estrellado, muchos pensamientos acuden a mi mente: ¿acaso el profundo sentimiento cristalizado con la amistad chino-latinoamericana y caribeña no es parecido a la luminosa Vía Láctea? A pesar de la inmensa distancia más allá de las nubes y la niebla y una vasta extensión de espacio, ese sentimiento arraigado en mi corazón resplandece para siempre a través del ilimitado tiempo y espacio.

Tang Mingxin ha sido subdirector general del Departamento de América y Oceanía de la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero y secretario general de la Asociación de Amistad Chino-Latinoamericana y Caribeña, además de embajador de China en Bolivia y Uruguay.

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