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Cuentos de Ellas
Las lágrimas que derribaron la Gran Muralla
Por ZHANG XIAOGUO

Estatua de Meng Jiangnü.

La Gran Muralla estuvo considerada en su momento como una obra sólida e inexpugnable. ¿Cómo pudo entonces una mujer común y corriente derribarla con sus lágrimas? Una conmovedora historia, que durante más de mil años ha circulado entre el pueblo chino, cuenta cómo el amor sincero e indoblegable de una joven pudo con el baluarte.

Meng Jiangnü busca a su marido

Según la leyenda, durante la dinastía Qin (221-207 a.n.e.) vivió una chica guapa llamada Meng Jiangnü, bien versada en la poesía, la redacción y los instrumentos musicales. Cuando se hizo mayor, la joven se enamoró y se casó con un buen hombre llamado Fan Xiliang. Sin embargo, el emperador Qin Shihuang (259-210 a.n.e.), quien por entonces ponía en marcha el grandioso proyecto que uniría las diferentes secciones de la Gran Muralla, reclutó por la fuerza a los mozos para acometer dicha empresa. Sólo dos días después de la boda, Fan Xiliang fue capturado por los funcionarios de la corte encargados de asegurar la mano de obra para la construcción de la majestuosa barrera defensiva.

Meng, sin noticias de su marido, lloró todos los días por el temor de que algo malo le hubiera sucedido y con la esperanza de su regreso. Pero pasó un año sin que su hombre volviera ni tuviera noticias de él. Muy preocupada por la suerte de Fan, Meng Jiangnü decidió ir a buscarlo. Confeccionó algunas ropas acolchadas para el esposo y partió a su encuentro.

Meng emprendió el largo y arduo camino. A pesar del hambre, la fatiga, el frío y otras dificultades, llegó a la Gran Muralla. A todos los trabajadores que encontraba le preguntaba por su marido, hasta que supo que había muerto hacía un mes como consecuencia del exceso de trabajo agotador y que lo habían enterrado en la muralla.

Muy triste y desperada, la joven esposa empezó a llorar. Sus gritos atrajeron el viento y las montañas se estremecieron. El cielo se oscureció y la muralla, en medio de un enorme estrépito, se vino abajo, dejando al descubierto los restos mortales de muchos trabajadores. Meng reconoció los huesos de su esposo y permaneció a su lado día y noche, llorando a lágrima viva.

Qin Shihuang se sintió agraviado por las acciones de Meng Jiangnü y fue a castigarla, pero al ver la belleza de la mujer quiso convertirla en su concubina. Al principio la joven se negó, pero luego de reflexionar brevemente, aceptó, previa condición de que se le diera la debida sepultura a Fan Xiliang, se le construyera un mausoleo y se levantara un monumento. Además, el mismo Qin Shihuang debía llevar luto para demostrar su arrepentimiento por lo que había hecho. El emperador accedió y cumplió. Tras cobrar venganza ridiculizando al monarca, Meng Jiangnü se lanzó al mar.

Qin Shihuang y la dinastía Qin

Qin Shihuang unificó China en el año 221 a.n.e. y puso fin así a las posesiones de feudos por los dignatarios que habían reinado hasta entonces. Fue el primer soberano del país, de ahí su nombre de Shihuang, que significa “primer emperador”.

Para asegurar la supremacía del poder imperial, fundó un sistema político altamente centralizado, manteniendo en sus manos el control administrativo, militar y económico. Ordenó la división del territorio nacional en más de 40 prefecturas como unidades administrativas bajo el control del Gobierno Central y del emperador y desarrolló una extensa red de caminos y canales, conectando las prefecturas con Xianyang, capital de la dinastía Qin. A través de esas propias vías, realizó varias inspecciones de las distintas regiones del país.

Durante su permanencia en el poder, el soberano siguió mejorando el sistema de registro de familias, ampliándolo de la simple identidad de la gente a una información detallada que contemplaba la edad y posesión de tierras, a fin de garantizar el impuesto estatal. De hecho, permitió la gestión directa de los gobernadores sobre la mano de obra y la tierra. Además, estableció un sistema judicial en el ámbito nacional y un ejército fuerte para gobernar, unificó China económicamente mediante la estandarización de pesos y medidas, moneda, longitud de los ejes de los carros, etc. Este sistema imperial se desarrolló durante los siguientes dos milenios y el sistema de registro de familias ha estado en uso hasta hoy.

El emperador Qin Shihuang puso en marcha la unión de los diversos sectores de la muralla construidos por los estados precedentes para defenderse de las incursiones de los hunos, un pueblo nómada del norte. Tal obra llegó a ser conocida como la Gran Muralla, un sistema completo de defensa, compuesto por la muralla en sí, torres de vigilancia, pasos, cuarteles, almenas y parapetos, atalayas, etc.

Para acometer el gigantesco proyecto fue necesario reclutar a unos 400.000 trabajadores cada año. En aquel entonces, la población del país era de alrededor de 10 millones de habitantes, mientras que más de dos millones servían en las fuerzas armadas, que concentraban a más de un tercio de los hombres de edad viril.

A pesar de la productividad extremadamente baja, se movilizó a muchas personas para que participasen en el trabajo no productivo, por lo que la población local padeció inenarrables sufrimientos. La historia de Meng Jiangnü sobre la ardua labor expone el cruel sistema de trabajo forzado bajo la tiranía feudal, alaba el amor honesto y representa también la aspiración común del pueblo chino: el deseo de paz, la búsqueda de la estabilidad y el ansia de una vida feliz para cada uno con su familia.

Templo de Meng Jiangnü y las fiestas

En memoria de Meng Jiangnü, las generaciones posteriores construyeron más de 500 templos por toda China y los bautizaron con su nombre. Pero más tarde fueron destruidos por diversas razones. Hoy en día sólo se conserva el del Paso de Shanhaiguan, en el extremo oriental de la Gran Muralla.

Este santuario, actualmente en una pequeña colina de la ciudad de Qinhuangdao, provincia de Hebei, fue erigido durante la dinastía Song (960-1279), y reconstruido en la dinastía Ming (1368-1644). Además de la estatua de Meng Jiangnü, el inmueble muestra en sus paredes interiores inscripciones de poesías, caracteres y obras caligráficas de emperadores de la dinastía Qing (1644-1911) y visitantes. Detrás del templo hay una enorme roca sobre la cual aparecen huellas de pisadas, llamada roca Wangfu.

Cuenta la leyenda que estas son las huellas que dejó Meng Jiangnü cuando subió a la piedra y esperó el regreso de su marido. Desde entonces la roca se ha convertido en símbolo de lealtad. Muchos literatos incluso escribieron sobre ella, entre los que sobresale el romántico emperador Qianlong, de la dinastía Qing.

En 1993, al norte del templo, el gobierno local construyó un parque de estilo arquitectónico de la dinastía Qin, en el que se puede revivir la leyenda de Meng Jiang Nü mediante tecnologías avanzadas. Con el empleo de sonidos, luces, películas y otras técnicas, los visitantes pueden apreciar muchas escenas típicas de esta historia.

Según ha trascendido a lo largo del tiempo, Meng recorrió miles kilómetros para llevar ropas acolchadas a su marido, lo que conmovió al pueblo. Cada 1 del décimo mes del calendario lunar, muchas personas queman ropa de invierno en nombre de Meng Jiangnü para su marido. Esta costumbre, cada vez más popular, derivó en la Fiesta de la Ropa de Invierno, también conocida como Fiesta del Culto a los Antepasados. Ese día la gente quema prendas invernales en homenaje a sus familiares fallecidos, para que ellos se calienten en el otro mundo.

 

 
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