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Sociedad
Rejuvenecidos en la Fiesta de la Primavera
Por FENG ZHIYING*
Queridos amigos Teresa y Pérez:

¿Cómo están? En vísperas de la Fiesta de la Primavera, recibí con agradable sorpresa su carta, en la que, además de felicitarme por la fiesta, me piden que les siga escribiendo para contarles todo lo que pase en el asilo, sobre todo en los días de la Fiesta de la Primavera. Bueno, en adelante les escribiré cuando haya novedades o cosas dignas de informar.

Como esta celebración cae precisamente en temporada muerta de la agricultura, los campesinos tienen tiempo para prepararla y gozar un poco de la vida después de laborear tanto en el año. En el campo, los días festivos se prolongan hasta el 15 del primer mes del año lunar (Festival de las Linternas), o sea, un mes. Pero en las ciudades la atmósfera festiva no es tan cargada como en las zonas rurales. De cualquier forma, la Fiesta de la Primavera es la más importante para los chinos y la tradición, consagrada por el tiempo de la nación.

Cantando nuestra nueva vida.

 

 

A partir del 22 de enero (8 del último mes del año lunar), los funcionarios de las secciones de Asuntos de la 3a edad de distintas instituciones vinieron a ver a sus antiguos empleados, trayendo regalos de Año Nuevo (en su mayoría frutas, leche y otros comestibles; mi entidad, además de estos productos, me entregó 500 yuanes en un lindo sobre rojo). Dichas visitas quebraron el silencio imperante en el asilo, escuchándose charlas, risas e incluso carcajadas en un departamento hoy y en otro mañana.

La atmósfera de la fiesta se tornaba aún más animada con la presencia de diversos grupos musicales y aficionados a la Ópera de Beijing, quienes intensificaron sus ensayos para la reunión de confraternidad.

El 30 de enero se veían colgados en la antesala de dos apartamentos grandes nudos chinos y dos sartas de adornos de papel rojo con lindos flecos amarillos, una con la inscripción “primavera”, y la otra “felicidad”. En lo alto de la puerta de cristal del apartamento estaba horizontalmente pegada una inscripción escrita en papel rojo, flanqueada por dos versos pareados también en papel rojo. En una hoja de la puerta había una estampa colorida de una niña, que tenía sobre su cuerpo el carácter chino de “prosperidad”, y en la otra hoja, la de un niño con el de “felicidad”. Ambos amorosos pequeños vestían típicos trajes tradicionales.

Esos días, recibimos continuamente gratas sorpresas del asilo. En la antesala del apartamento aparecieron varios faroles policromados con borlas, colgados de dos cuerdas cruzadas, en cuyo punto de cruce estaba colocado el farol más grande con adornos de hojas, flores y frutos de loto, acompañado por cuatro farolillos estrellados más pequeños, un farol de loto menos grande que el central y por último dos pequeños faroles redondos; es decir, cuatro estrellados, cuatro menores de loto y ocho redondos rodeaban el central verde. Dentro de cada farol estaba montada una bombilla. ¡Gran obra maestra de Wang, gerente del asilo Huichen!

Los empleados engalanaron los corredores de todos los edificios con 30 bolas rojas macizas en forma de faroles, colgándolas en el techo de los pasillos de cada piso. Entre bola y fleco rojo o amarillo intercalaron la inscripción dorada de “felicidad”. Mientras tanto, las macetas de plantas colocadas en el antepecho de las ventanas del pasillo por los propios ancianos (algunas de las cuales florecían despidiendo la fragancia propia de orquídeas y narcisos), y los macetones de plantas en las galerías del asilo nos ofrecían un agradable verdor, embelleciendo así juntos nuestro hogar.

Los rojos papeles recortados con imágenes de tigre o carpa aparecían adheridos en las ventanas de la antesala de los apartamentos, en las puertas de cristal del edificio blanco y en las ventanas de nuestras piezas. La imagen del tigre presagiaba la pronta llegada del Año del Tigre, mientras la carpa encierra el sentido de ascendente carrera oficial. A mí me tocaron un par de papeles recortados pegados en las ventanas izquierda y derecha, con seis carpas rodeando la letra “felicidad”.

El 4 de febrero, la clínica dictó una conferencia sobre cómo preservar la salud durante la fiesta, advirtiéndonos que debíamos mantener una vida normal y no permitir que los excesos en las comidas o en la diversión perjudicaran nuestra salud. A las tres de la tarde del día 9 se efectuó una reunión de confraternidad en el salón polivalente, que comenzó con dos discursos de congratulación por el Año Nuevo, pronunciados por dos dirigentes del asilo Huichen. Las funciones artísticas se alternaron con el sorteo de premios (de objetos artesanales) y con la adjudicación de distinciones a los ganadores en el ajedrez. Ancianos y empleados representaron una Ópera de Beijing, bailaron, recitaron y cantaron. Las magníficas actuaciones arrancaron atronadores aplausos. Un señor de 80 años tocó muy bien la armónica. Los melodiosos sonidos halagaban nuestro oído. Mientras, dos danzas xinjianesas modernas interpretadas por muchachas del asilo demostraban su vitalidad juvenil.

Gran encuentro familiar.

 

 

Toda la comunidad estaba inmersa en el ambiente de fiesta y saturada de un aire de regocijo. Durante siete días (desde la víspera hasta el 6 del primer mes lunar), el Huichen mostró una vista nocturna sumamente encantadora: los colosales faroles rojos de seda colgados en lo alto de ambos lados de la entrada de todos los edificios emitían brillantes luces; el techo del edificio blanco estaba orlado de luces amarillas con los 15 caracteres luminosos rojos del nombre del asilo inscritos sobre un bloque de cemento encima del techo; dos líneas luminosas, una roja y otra amarilla, serpenteaban entre los arbustos, con ocho faroles rojos de seda pendientes de un enrejado de madera en el patio; mientras, en el apartamento, con los faroles multicolores encendidos, la antesala se iluminaba espléndidamente. Parecía que nos encontrábamos en un mundo fantástico.

La inmensa mayoría de los ancianos nos quedamos en el asilo para pasar la fiesta. Participamos activamente en todas las actividades organizadas. Como vivimos en una gran familia, en la tarde de la víspera, vestidos con nuestros mejores trajes, fuimos a la reunión familiar, a la cual asistieron también los administradores de alto rango de la comunidad junto con sus empleados. Preparamos ravioles y vimos en la televisión la velada nacional, esperando el advenimiento del Año del Tigre. Cuando el reloj daba las doce, coloridos fuegos artificiales hicieron brillar esplendorosamente el cielo. Jubilosos como niños, nos sentimos rejuvenecidos. Nos saludamos deseándonos mutuamente salud y felicidad. Así fue como entramos, llenos de emoción, en el Año del Tigre.

El primer día del nuevo año chino, el gerente general Zhou, precediendo a su equipo, vino a las ocho de la mañana a ver a sus habitantes casa por casa. Junto con la visita nos trajo una caja de manzanas. Al recibirla, nos sentimos rodeados de amor.

Antes de terminar la carta, quería compartir con ustedes que la ex vicealcaldesa He visita cada año a los ancianos del asilo, donde vive la pareja mencionada en mi anterior carta. Este año la funcionaria también vino a saludarlos y traerles algunos obsequios, un acto que evidencia cuanta atención prestan nuestros dirigentes del Gobierno a las personas de la tercera edad.

¡Cuídense mucho!

Su amiga para siempre, Feng

 

 

*Feng Zhiying, revisora de traducción de español de Beijing Informa y miembro de la Asociación de Traductores de China, se jubiló hace veinte años.

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