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Así Nos Ven
Una nueva vida en China
Por ABEL FARIÑAS ALMANSA*

Para muchas personas sería un bonito sueño poder ahorrar el dinero suficiente y radicarse en Europa, donde la vida es más acomodada, los sueldos más altos y el horario de trabajo inferior al de muchos países del mundo. ¿Cuál es el motivo que me impulsó entonces a mí a dejar mi hogar para venir a vivir a China?

Yo nací en Madrid, la capital de España. Tenía tan solo ocho años cuando empecé a tener trato con personas procedentes de China, en 1990. El último año de primaria que cursé tenía nueve compañeros chinos, de los cuales sólo uno sabía decir apenas alguna palabra en español. Pocos años más tarde, España empezó a recibir emigrantes de diferentes partes de China, quienes se agruparon en barrios con el fin de ayudarse mutuamente, especialmente por el gran desconocimiento del idioma. Al mismo tiempo, pusieron muchos negocios cerca de sus domicilios. Uno de aquellos barrios es donde yo crecí.

Tierra lejana y desconocida

Debido a aquel entorno, donde los orientales se fusionaron con los madrileños, se desarrolló en mí la curiosidad por una cultura desconocida. No es menos cierto que, gracias a la buena influencia de un buen amigo mío que por aquel entonces acababa de matricularse en un curso para aprender mandarín comencé a sumergirme poco a poco en el estudio de la lengua china.

Nunca pensé en dejar mi tierra natal y mucho menos cambiarla por un país tan diferente. Siempre soñé con ir a Latinoamérica, donde la calidez, tanto del país como de su pueblo, me atraía desde mucho tiempo atrás. Así pues, sin darme ni cuenta, dejé atrás otros sueños por ir a una tierra lejana e ignota.

La primera vez que visité China fue en septiembre de 2005 y pasé 13 días por las ciudades más representativas del territorio continental: Beijing, Xi´an, Guilin, Hong Kong, Shanghai, Hangzhou… Aquel viaje influyó enormemente en mi comprensión sobre el país. Cada ciudad tenía su propia manera de hablar, sus hábitos culinarios y sus intereses variaban de una zona a otra. ¡Hasta me pude percatar de que el humor era diferente! En aquel entonces pensaba qué ciudad sería ideal para vivir, donde el nivel de vida y los factores culturales me aportaran lo que emocionalmente estaba buscando.

Desde que tengo uso de razón he conocido a personas que han emigrado a España por motivos de trabajo. Hace años los españoles emigraron a Alemania por la misma causa. Hoy muchos chinos deciden irse a otros países con el fin de hacer grandes fortunas que les permitan un porvenir prometedor. Pero aquella fuerza impulsora que ardía dentro de mí se debía a otra “llama” diferente. Quería entender la cultura de este pueblo, entender su manera de pensar, comprender sus sentimientos y el porqué de sus aspiraciones. Cuando se trata de aprender un idioma, muchos son los que mediante un libro son capaces de hacerlo. Pero cuando se trata de aprender de la esencia cultural de una raza no queda más remedio que mudarse al sitio autóctono de donde procede.

 

Gran mercado internacional de Urumqi.

 

 

Mi vida en Xinjiang

En julio de 2007 decidí definitivamente que había llegado el momento de partir. ¿Dónde elegiría iniciar mi nueva vida? Para muchos Beijing es el lugar ideal donde estudiar el idioma, pues no cuenta con un dialecto correspondiente. Para otros Shanghai es donde más a gusto se encontrarían. Esta última ciudad cuenta con numerosos sitios de “marcha”, tales como pub, cafeterías o discotecas. Todo latino que se precie necesita tener sitios donde dar riendas sueltas a la presión recogida día a día. Yo decidí vivir en la comunidad de Xinjiang, ¿por qué?

Todavía recuerdo cuando un amigo me habló de Xinjiang. Miré el mapa de China y recorrí con el dedo desde Hong Kong en dirección al norte. Me pareció que aquel lugar estaba increíblemente lejos. Pero cuando me paré detenidamente a pensar en esta zona del país, me resultó muy atrayente. En primer lugar, yo no contaba con un gran capital para poder hacer mi vida en el extranjero. Por tanto, tenía que pensar seriamente que hasta que encontrara trabajo mi cuenta del banco iría en disminución.

Como anteriormente comenté, cada ciudad en China es diferente y también lo es su nivel de vida. La capital de Xinjiang, Urumuqi, cuenta con la mayor parte de los servicios necesarios para hacer una vida normal: tiene aeropuerto, buena comunicación ferrovial, gran cantidad de autobuses que recorren toda la ciudad, hospitales… y varias universidades donde estudiar. Por otra parte, la vida en Urumuqi es realmente barata. Por ejemplo, el alquiler de una vivienda es aproximadamente la cuarta parte de la renta en Beijing. Esta combinación permitía que mi incorporación fuera mucho más cómoda y no tuviera la misma presión económica.

Además del factor económico, existe una gran variedad racial. Personas con diferentes rasgos socio-culturales convergen es esta hermosa ciudad. Cabe destacar a los uigures y kazacos. Al margen de las creencias religiosas, cuya diferencia con la etnia han es notable, cuentan con su propio folclore. A los uigures les gusta tocar la guitarra española de tal modo que una persona no entendida en la materia diría que su música fue compuesta en España. Además, en algunos restaurantes de dicha minoría acompañan su música danzas de hermosas mujeres proyectando sus sensuales movimientos bajo las miradas de todos los presentes. Por último, destacar la variedad de comidas accesibles a bajo coste de cada minoría. La comida uigur, por ser de origen árabe, tiene abundantes puntos en común con la que se consume en España. Por mencionar un par de ejemplos, la comida básica no es el arroz, sino el pan, así como el gran consumo de carne en su dieta.

Algunos piensan que puesto que las minorías que allí residen no tienen como idioma materno el mandarín, quizás no sea buena idea estudiar allí. Sin embargo, basándome en mi propia experiencia puedo decir que ellos no tienen ningún dialecto donde quede oculta la claridad del idioma chino. Y desde el punto de vista profesional, los profesores están dedicados a la enseñanza del idioma chino a dichas minorías. Con lo cuál, sus recursos docentes y gran experiencia no menosprecia la educación impartida en los mismos.

Beijing-Capital de China

Tengo grandes recuerdos de mi vida en Xinjiang, así como mis viajes por toda la comarca. Pero la realidad es que Xinjiang no es un lugar donde los extranjeros podamos encontrar trabajo. Con lo cual, tuve que regresar a Europa.

Seis meses después de haber partido de China, recibí una gran noticia. El Gobierno chino me había concedido una beca en la Universidad Jiaotong de Beijing. Así, volví a dejar nuevamente mi tierra natal para poder seguir mi investigación sobre la vida en China.

Beijing, por ser la capital, tiene mejoradas sus instalaciones, cuenta con una gran población y es el motor que impulsa la enseñanza en todo el país. Recibe todos los años una gran oleada de turistas que pasan varios días visitando famosas construcciones como la muralla china y la Ciudad Prohibida. ¡Esta vida es muy diferente de la que viví en Xinjiang!

Para empezar, pocos son los extranjeros que recibe Xinjiang. A decir verdad, poco más que algunos rusos y de Kazajistán. Por otro lado, la gente en Beijing vive ajetreada, corriendo de aquí para acá. En Xinjiang la población habla tranquilamente, perdiendo en muchas ocasiones la noción del tiempo. El estilo de vida y su alto coste somete a una gran presión a la gente de la capital, carente en Urumuqi.

He vivido en Madrid y Londres, grandes ciudades cargadas de estrés, muy parecidas a la actual Beijing. Cuentan con altos edificios, donde la vista no permite extenderse apenas unos metros. El ruido de la multitud de coches hace ensordecedora cualquier ciudad desarrollada. Mi vida ahora se basa en una bicicleta que en ocasiones tengo que dejar aparcada para tomar el metro o el autobús. ¡Qué bueno es sentir que mis dos piernas me pueden llevar a cualquier rincón de la ciudad!

Pero la vida en la capital tiene también sus grandes disfrutes, con los que no cuenta Xinjiang. Puedo comerme una hamburguesa en un McDonald, beber una taza de café en un Starbucks o ver un musical o representación teatral o de circo. Los vuelos de avión los puedo tomar directamente desde Beijing a España, sin tener que hacer escala de tránsito en otra ciudad, como sucedía antiguamente, y disfrutar todo aquello que implica el desarrollo.

Sin duda, China es el gran desconocido para todo occidental. Desde sus grandes y lujosas ciudades, hasta los pequeños rincones donde confluyen diferentes minorías étnicas, no deja de impresionar a todo aquel que pruebe la experiencia de una nueva vida.

 

* Abel Fariñas Almansa, estudiante español de arquitectura en la Universidad Jiaotong de Beijing.

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