La Asociación Mundial del Lujo (WLA, siglas en inglés) publicó sus más recientes estadísticas el 2 de diciembre de 2009, mostrando el monto total del consumo de artículos de lujo en China, el cual aumentó desde los 8.600 millones de dólares en enero de 2009 hasta los 9.400 millones de dólares, equivalente al 27,5 por ciento del consumo total mundial. Sin embargo, las previsiones apuntan a que en el próximo lustro el valor del consumo de los chinos en el mercado de artículos de lujo llegará a los 14.600 millones de dólares, superior a cualquier otro país. De esta forma, China ha desplazado ya a Estados Unidos del segundo puesto de esta relación, y únicamente es precedida por Japón.
China, la excepción
Según el Informe de Investigación sobre el Mercado de Artículos de Lujo en China de 2009, realizado en noviembre del año recién concluido por Bain & Company, compañía líder en consultoría de negocios, el mercado mundial de productos de lujo, influenciado por la recesión económica, posiblemente sufriría una caída del 8% en 2009, con la única excepción de un crecimiento moderado del 12% en China. Otros datos también muestran que este país podrá ser uno de los pocos puntos brillantes en medio del gravemente afectado mercado mundial.
El informe de Bain & Company revela que el rendimiento se debería al fuerte impulso de la recuperación económica en China en el segundo trimestre de 2009. Detrás de ese enorme consumo están la clase media y la clase rica.
Otro estudio publicado por McKinsey & Company, en julio de 2009, pronostica que el número de chinos ricos se incrementaría hasta ubicar al país en el cuarto lugar en el mundo en 2015. Al cierre de 2008, de acuerdo con datos públicos, había 1,6 millones de familias cuyos ingresos anuales superaban los 80.000 dólares, cantidad que se estima aumentará a 4,4 millones en 2015.
La encuesta de McKinsey muestra también algunas características de la clase rica de China, entre las cuales destaca que el 80% de ella la componen personas menores de 45 años, comparado con el 30% de EE.UU. y 19% de Japón.
Luo Laijun, joven estudioso de la Facultad de Economía Internacional y Comercio, del Instituto de Economía de la Universidad Renmin de China, explicó a China Hoy las razones de las compras. “Al analizar esta cuestión desde la perspectiva económica, una de las razones por la que la gente adquiere artículos de lujo es el incremento de su poder adquisitivo y del nivel de consumo. En segundo lugar, los bienes suntuarios tienen un coeficiente de costo-utilidad mayor para ciertos consumidores. Hay personas que disfrutan despilfarrando todo su patrimonio en artículos de lujo con el mero propósito de alardear, o simplemente por el prurito que les causa el gasto excesivo, incluso en los casos en que sus ingresos no son lo suficientemente amplios para adquirir tales bienes. En lo que al coeficiente costo-utilidad se refiere, el mismo es mayor en los casos de marcas reconocidas.
En cuanto al consumo de los ricos, la Universidad de Beijing y el club de la Asociación Mundial del Lujo en China han puesto en marcha una formación especial sobre la gestión y el consumo de productos fastuosos. En abril de 2009, el Instituto de Artes de la Universidad de Beijing impartió un curso de Formación Avanzada sobre la Gestión de la Moda y los Productos de Lujo”, cuya matrícula costaba 105.000 yuanes, ante lo cual muchas personas exclamaron que el curso también era una especie de lujo.
Modelo de conducta
En China, el consumo de bienes suntuarios no es exclusivo de la clase rica, pues es una tendencia que tiende a convertirse en ejemplo a seguir por otros.

Joyas de esmeraldas valoradas en 50 millones de yuanes, expuestas en una muestra de artículos de lujo en Hangzhou.
Zhu Min, de 26 años, trabaja en una empresa estatal en Nanchang, capital de la provincia de Jiangxi, donde gana un salario normal. En un viaje de trabajo a Beijing, gastó el equivalente a su sueldo de cuatro meses en un reloj de lujo. Una vez vio el reloj en una revista de moda, relató, lo buscó en todas las tiendas de su ciudad, pero sin resultado. “Es muy costoso y dudé muchas veces en comprármelo, pero me parece muy delicado y hermoso. Creo que es una especie de recompensa por mi trabajo de los últimos tres años”.
A diferencia de quienes prestan atención sólo a la utilidad de los artículos, cada vez más chinos toman en consideración la moda y el elemento del diseño. Según Wang Dan, trabajador de una tienda de muebles de una marca líder de Italia, los sillones y equipos de luces decorativas de ese establecimiento tienen una fuerte sensación de diseño y, al mismo tiempo, altos precios. La silla más cara cuesta alrededor de 10.000 yuanes, y la más barata, unos 1.000 yuanes. “Los diseñadores y las estrellas son nuestros clientes habituales, así como los aficionados al diseño de la marca”.
La lectura de las revistas extranjeras de moda es parte de la vida de Wang Yenan, pues su padre a menudo viaja a otros países. Ella, especialmente enfocada en la compra de bolsos, explicó: “Yo conozco las mejores marcas desde muy pequeña y desde entonces me gusta la moda, por lo que siempre las he seguido de cerca. La mayoría de mis colegas y amigos también compran y usan estos bolsos y podemos intercambiar experiencias al respecto”. A pesar de gastar mucho dinero en esas prendas, ella no se siente la persona más loca. “A veces también voy a visitar pequeñas tiendas, pero algunos de mis amigos sólo usan marcas de lujo, de los pies a la cabeza. Piensan que los productos líderes son de buena calidad y reflejan también su identidad y valor”.
Por supuesto, la frugalidad es una virtud, no sólo tradicional de China, sino un estilo de vida en el que muchos todavía insisten. Aunque los chinos compraron una cuarta parte de los bienes fastuosos del mundo, ello no refleja el nivel de vida de todo el país, pues el Producto Interno Bruto per cápita apenas asciende a 3.200 dólares anuales. “Si yo tuviera dinero, sería normal que me comprara más cosas costosas. Un Louis Vuitton es una representación de identidad, capacidad y estatura social”, afirmó una joven que dijo estar ahorrando para una casa y la boda, “pero si no tengo coche o vivienda, o no puedo pagar las condiciones básicas de vida, no es necesario gastar el salario de varios meses en un bolso. Si la compro y la utilizo, la gente pensará que es una buena falsificación”.
¿Reducir los aranceles?
Las estadísticas muestran que en 2008, el mercado de bienes de lujo en la parte continental de China representaba sólo el 40 por ciento del consumo total de lujo de los consumidores de esa parte del país. “Voy cada año a Hong Kong para hacer compras y viajé varias veces a EE.UU. y Gran Bretaña. Además, mi padre me trae cosas cada vez que viaja al extranjero. Adquiero algunos productos aquí sólo en caso de encontrarme con algún estilo en particular y no querer esperar. Después de todo, son mucho más baratos estos bolsos en el extranjero”, comentó Wang Yenan.
Este año la Cámara General del Comercio de China (CGCC, siglas en inglés) acaba de publicar la “Perspectiva de los 10 principales puntos empresariales de China en 2010”, en el que considera que las ventas totales al por menor de productos de consumo social seguirán aumentando. Uno de los puntos es el mercado interior de lujo, que no reduce su velocidad de expansión y tiene un enorme potencial. Pero la clave es la reforma de la política fiscal, que ha puesto un freno al mercado nacional. CGCC cree que una pesada carga tributaria se ha traducido en un escape para el poder adquisitivo de los consumidores. Por lo tanto, es mejor bajar la tasa impositiva para permitir la permanencia del consumo de bienes de lujo en el país.
En agosto de 2009, Jiang Zengwei, viceministro de Comercio, publicó un artículo titulado Continuar inquebrantablemente la expansión de la demanda del consumo, en el que señala que “en relación con el aumento de los ingresos de los ciudadanos chinos, la apreciación del yuan y las diferencias de precios de los artículos dentro y fuera del país, los viajeros chinos siempre compran productos de lujo y gama alta en otros mercados. Puesto que este sector del mercado de consumidores existe en realidad, en lugar de gastar en el exterior, es mejor que ese dinero se quede en China. Podemos pensar en reducir moderadamente los impuestos a productos como los cosméticos, relojes de lujo, etc., para que el consumo en el extranjero sea transferido al mercado interno”.
Luo Laijun sostiene un punto de vista diferente: “La reducción arancelaria no parece tan relacionada para resolver el problema. En primer lugar, en la compra de artículos lujosos en el extranjero el precio más bajo es sólo una razón, la calidad es una consideración importante. Este consumo, sea dentro o fuera del país, es ganancia para las empresas foráneas. Los elevados aranceles y la mejora de la competitividad de las empresas de lujo en China son la estrategia óptima”.