
Gran número de maquinarias agrícolas, como las de la siega, han sido incorporadas al campo.
Mi tierra natal está situada en la aldea de Chenjiagou, poblado de Jiaodai, distrito de Lantian, en la ciudad de Xi’an, provincia de Shaanxi, por lo que mis padres son típicos campesinos locales. Hace más de diez años, cargando con la esperanza de ellos, que deseaban hacer de mí un hombre eminente, salí de mi pobre aldea a Wuhan, capital de la provincia central de Hubei, y después de graduarme me trasladé a Beijing para trabajar.
Una vida que mejora día a día
En estos años, sólo he podido volver a mi tierra natal y reunirme con toda mi familia durante la Fiesta de la Primavera, pero me siento satisfecho al ver que mi aldea cambia año tras año hacia un rumbo favorable.
La mejora es más perceptible en la vida cotidiana. Los alimentos son una prueba de ello. Antes nuestra comida básica era el maíz y cuando éramos niños comíamos mucho pan elaborado a partir de este grano. No obstante, en la actualidad los platos principales de nuestra mesa se preparan a base de harina de trigo, más deliciosa que el maíz, además de disponer de otros alimentos nutritivos con los que acompañamos nuestras comidas básicas, como la leche de soja y el yogur. Esto era impensable para las personas de la generación de mi abuelo.
Sin ocultar su emoción, mi madre comentó: “antes, cuando llegaba el Año Nuevo Lunar, escatimaba mucho el aceite cuando cocinaba”. Ahora ella ya no tiene esa preocupación. Además de aceite suficiente para preparar los diversos platos, al llegar la fiesta compramos al menos tres kilos de carne, a diferencia del pasado, en el que comprábamos menos de un kilo.
Imborrable en mi memoria está el recuerdo del agua que bebíamos durante los años de mi infancia. Entonces la teníamos que sacar a mano, con un cubo, de un pozo. Ahora, en el mismo pozo, existe una bomba eléctrica que extrae el agua. Antaño, cuando cocinábamos, teníamos que avivar el fuego manualmente, para que la leña prendiera. Mis hermanos y yo, hembras y varones, teníamos mucha experiencia en el uso del fuelle. Por eso en aquel entonces, después de cocinar, se podía ver la casa llena de humo. Algunos años más tarde, cuando volví a la casa, vi que habían construido una nueva cocina y que mi madre estaba muy contenta por poder cocinar rápido y fácil con el soplador eléctrico.
En la actualidad es normal encontrar muchos electrodomésticos en las casas del poblado. Pero una década atrás en mi casa sólo había una bicicleta y una máquina de coser, ni uno solo de esos aparatos modernos que conocemos hoy. Luego, lo primero que compramos fue un televisor en blanco y negro, que algunos años después cambiamos por uno a color, y en los últimos dos años tenemos un receptor de mayor tamaño. Además, disponemos del servicio de televisión por cable, con más de 50 canales, a diferencia de antes, cuando sólo podíamos ver dos o tres canales.

El maíz era la comida más común en nuestra niñez.
También han quedado atrás aquellos años en los que para comunicarme con mi familia tenía que ser mediante cartas, a través del correo convencional. Ahora la casa de mis padres no sólo tiene teléfono fijo, sino que cada uno de mis hermanos tiene un móvil. Así todos podemos hablar en cualquier momento. Actualmente en nuestra aldea aproximadamente el 60% de familias tiene teléfono fijo.
Otros detalles que ilustran el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo del campo chino es que ya mi madre no necesita ir al río a lavar la ropa. Lo hace en casa, en su lavadora. Además, la bicicleta eléctrica les facilita a mis padres el desplazamiento por la aldea.
Recientemente me comentó mi padre que todas estas mejoras son el resultado de las políticas a favor del pueblo que el Gobierno ha implementado en el país, como la de los subsidios al cultivo de cereales para los campesinos, la exención del pago de cereales en calidad de impuesto, e incluso las subvenciones a las compras de fertilizantes químicos y semillas.
Cambios en cualquier sitio
Realmente, los cambios no sólo se producen en mi casa. Ya la aldea donde radica mi familia es más abierta. Antes, debido a los caminos fangosos, la localidad estaba prácticamente aislada del mundo. Era tan difícil para los aldeanos salir como para las mercancías entrar. En los últimos años, las vías fangosas han sido reemplazadas por caminos de cemento, los vendedores han dejado de transportar los productos con varas que sostenían en sus hombros, para hacerlos con vehículos automotores. Además, la aparición de establecimientos comerciales como brotes de bambú después de la lluvia primaveral ha permitido desterrar el fenómeno de la escasez de artículos de primera necesidad. Se ven anuncios de diversos tipos en las paredes exteriores de las casas a ambos lados de la carretera principal de la aldea, lo que me hace reconocer que la economía de mercado ya ha penetrado cada rincón del país.
Los trabajos agrícolas que durante miles de años los residentes locales hicieron con sus propias manos y con el empleo de animales de labranza, reflexionó mi padre, se ejecutan ahora con máquinas de siembra o siega, y la mecanización está presente en todo el proceso agrícola.
La superficie actual de la calle comercial del poblado de Jiaodai, donde se encuentra nuestra aldea, duplica la de una década atrás. En el pasado, en la calle se vendían principalmente los productos de primera necesidad, como las comidas o verduras, pero ahora se encuentran artículos como reproductores de dvd y motocicletas, además de las copisterías, que se están viendo desde hace varios años. Y también el año pasado se abrió un nuevo café Internet, que ha tenido una muy buena acogida entre los estudiantes de las escuelas más cercanas, quienes tienen ahora a su alcance un mundo rico y variado.
Años atrás, al participar en la reunión de los compañeros de la escuela secundaria de segundo ciclo del distrito de Lantian, donde estudié tres años antes de entrar a la universidad, casi no reconocí la escuela. Aparte de un moderno edificio de varios pisos, recién construido, pude ver suficientes ordenadores para que los estudiantes reciban las clases de informática. Diez años atrás, yo ni siquiera sabía qué era un ordenador.
Al volver a mi tierra natal, tengo que pasar por la ciudad de Xi’an, capital de la provincia de Shaanxi. Mirando por la ventanilla del tren, pude percatarme de los grandes cambios que se están operando en esa ciudad antigua, respetando su estilo primitivo y sencillo y añadiéndole un mayor espíritu de modernidad. En realidad estas transformaciones son fácilmente perceptibles, pero lo que más me impresiona es la evolución en el comportamiento cívico. Hace diez años, cuando cambiaba de tren en la estación de Xi’an, un gran número de pasajeros abordaban los coches a empujones y armando un gran bullicio. Pero ahora todo el mundo respeta el orden de la cola y cada pasajero puede subir al tren sin atropello.
De la aldea cerrada al poblado remoto, el distrito y la ciudad, los cambios de la última década son evidentes para todos. Como una de las personas originarias del occidente de China, al preguntarme sobre los motivos de estas transformaciones, tengo que atribuir los grandes éxitos a la política de Explotación a Gran Escala del Oeste del país. Mis familiares y yo confiamos en que estas estrategias continúen ejecutándose de manera sostenible, que la economía del Oeste pueda ser tan avanzada como la del Este y todos los ciudadanos tengan una vida llena de prosperidad.