La familia de Wang Wangui, una señora de 57 años, ha vivido por generaciones en la aldea de Yinda, de la ciudad de Jiuquan, provincia de Gansu, en un oasis rodeado por el desierto, por donde otrora pasaba la famosa Ruta de la Seda que conectaba la antigua China con Occidente.
Nuevos hogares
Han pasado más de mil años, y el pueblo natal de Wang ha dejado de ser una importante vía comercial de enlace entre Occidente y Oriente. También con el progreso de las últimas décadas Wang Wangui y sus vecinos se despidieron de sus tradicionales casas de adobe, en las que antaño vivieron sus antepasados, y se mudaron a los nuevos hogares decorados con columnas romanas y de estilo europeo.
En la aldea habitan en total 625 familias y el nivel de ingresos per cápita es medio, considerando el estándar de vida de Jiuquan. Wang vive con la familia de su hijo mayor, en una casa de cinco habitaciones y más de 100 m2 de superficie, habilitada con los electrodomésticos necesarios, sofá, cama con colchón Simmons, muebles combinados y una decoración interior acorde a las tendencias actuales y buen gusto de las casas de las ciudades del país.
Todos estos cambios se produjeron en la última década. Hace 10 años, al igual que la mayor parte de los habitantes de la aldea, además de vivir en una casa de adobe, la familia de Wang percibía unos pocos miles de yuanes como ingresos anuales. Ya por aquel entonces, la zona litoral del este de China había elevado considerablemente su nivel de vida, mientras en el Oeste, por la ubicación apartada y la producción agrícola e infraestructuras atrasadas, muchos habitantes padecían una marcada pobreza.
La ciudad de Jiuquan está ubicada en una zona de clima seco semidesértico, en la que el promedio anual de precipitaciones es de apenas 84 mm y la vaporización alcanza los 2.141 mm. La irrigación de la producción agrícola local dependía totalmente del agua proveniente de la nieve que se derrite en las montañas cercanas, escasa en los últimos años, de ahí que las cosechas se hayan visto afectadas. A partir de 2000, con la inversión del Estado, la aldea ha excavado 10 pozos, comprado las bombas hidráulicas y reparado los canales de riego, resolviendo de esta manera el uso del agua de los habitantes y garantizando el rendimiento estable en las cosechas.
Además, Jiuquan se ha convertido en una de las tres zonas más ventajosas del país en la producción de semillas de verduras para la exportación y ha entablado cooperación con países como EE.UU., Japón, Alemania, etc. En 2003, la familia de Wang Wangui también dejó de cultivar cereales como trigo y maíz en sus cinco mu de tierras (alrededor de un tercio de hectárea) y se dedicó a la siembra de pimientos y calabazas para producir semillas, a pedido de la compañía local de semillas, y consiguió 5.000 yuanes de ingreso por cada mu, cinco veces lo que ganaba con los cereales. El resto del campo se dedicó a plantar trigo y verduras, una parte de los cuales dedican a satisfacer el propio consumo de la familia y el resto lo pueden vender en el mercado, con lo que obtienen varios miles de yuanes más de ganancia.
Conforme a la demanda de vivienda de los campesinos enriquecidos y la planificación del desarrollo urbano del cantón y la ciudad, desde 2005 la ciudad de Jiuquan ha empezado a llevar a cabo el programa de “hogar feliz” que invita a los arquitectos profesionales a diseñar casas de estilo europeo, a la vez que económicas, prácticas y convenientes al ambiente local, además de otorgar un subsidio de 4.000 yuanes a cada familia. Con este dinero, más los ahorros de la familia y el préstamo de 30.000 yuanes de sus parientes y amigos, la familia de Wang logró trasladarse a una casa nueva, grande y bien iluminada.
Nuevas fuentes de ingreso
Aun cuando la ganancia por el cultivo aumentó considerablemente, la mayor parte de los ingresos de la familia proviene de los salarios. A partir de 2000, el Gobierno ha invertido en la construcción de carreteras que conectan todas las aldeas con los catones y la zona urbana. Al mismo tiempo, a través de autopistas, aeropuerto y ferrocarril, la ciudad de Jiuquan estableció una fácil comunicación con el resto del país, lo que favorece mucho la circulación de mercancías y el capital, y también que muchos jóvenes de la aldea de Yinda salieran a otras ciudades a buscar trabajo y oportunidades.
Gracias a la política de China de promover el desarrollo de las nuevas energías, la ciudad de Jiuquan está construyendo la base más grande para la investigación, producción y reparación de las nuevas energías y la primera base eléctrica eólica con capacidad de 10 millones de kilovatios del país. La generación de electricidad a partir del viento y la producción de equipos correspondientes proveen 17.000 puestos de trabajo y otros 10.000 puestos indirectos, en terrenos concernientes a la logística, restaurantes, construcción, etc.
Estos empleos brindaron a muchos jóvenes, incluido Liu Jianping, segundo hijo de Wang Wangui, la oportunidad de trabajar en la ciudad de Jiuquan. El chico, de 24 años, lleva ya seis años como cocinero en un hotel, con un salario mensual de 2.200 yuanes, similar al de los funcionarios públicos de la localidad.
En 2008, Liu Jianping solicitó un préstamo al banco y compró un apartamento de 97 m2 en la ciudad. “Las muchachas exigen ante todo que su futuro novio cuente con una casa en la ciudad. Una casa en el campo, aunque sea más grande y linda, no sirve para nada al intentar conquistarlas”, explicó Wang, lo que refleja el interés de las nuevas generaciones de campesinos por la urbanización.
Liu Jianpeng, de 33 años y el mayor de los hijos de Wang, trabaja como cartero en la oficina de correos del cantón de Yinda, donde además de su salario gana una comisión por vender abonos químicos e insecticidas, que elevan sus ingresos totales en el mes a 1.400 yuanes. Cada día, al terminar el reparto de las cartas, él aprovecha el tiempo libre para ayudar a su madre y su esposa en el trabajo del campo.
Niños de la escuela primaria de la aldea de Yinda.
Nuevas esperanzas
Aunque no es grande, la aldea de Yinda tiene una rica tradición de música y danza. Dispone de su propio teatro, con capacidad para varios centenares de espectadores, construido por el Gobierno, una banda musical integrada por 15 personas y un numeroso grupo de danza. Liu Jianpeng es miembro de la banda musical, donde toca la batería, el saxofón y el violoncelo, conocimientos que adquirió en el centro cultural del distrito. Zhao Juan, esposa de Liu, integra el grupo de danza, como bailarina del folclor del noreste de China y la ópera local. En la temporada de poco trabajo agrícola, la pareja acude todas las noches a los ensayos en el teatro. Cada año los grupos artísticos locales ofrecen decenas de espectáculos en la aldea, el cantón, el distrito, la ciudad y hasta la provincia, ninguno de ellos con carácter lucrativo.
Como aficionada a la danza, cada noche de lunes, miércoles y viernes, Wang Wangui va a la plaza de la aldea a bailar Guozhuangwu, danza tibetana, para disfrutar y también hacer ejercicios.
Con su esposo fallecido y dos hijos independientes, Wang ya no necesita preocuparse mucho por su futuro. Desde 2007 toda la familia se beneficia del nuevo sistema cooperativo rural de asistencia médica, financiado por el Estado. Con un pago de 30 yuanes por persona cada año, uno puede conseguir un reembolso del 70% de los gastos médicos. A partir de 2010, los aldeanos mayores de 60 años pueden recibir 600 yuanes anuales de pensión.
La nieta de Wang es alumna de la escuela primaria de la aldea, a sólo 300 m de la casa. El actual recinto estudiantil, un edificio de tres pisos, fue levantado en 2006, gracias a una inversión de más de 300.000 yuanes del Gobierno. Las instalaciones de la enseñanza a distancia hacen realidad la posibilidad de que maestros sobresalientes del Este impartan clases a los niños que habitan en el desierto, quienes desde el 2003 no tienen que pagar la matrícula y los libros. En el futuro, en caso de que no sean admitidos por las universidades, los pequeños podrán entrar en la escuela de capacitación subsidiada por el Estado.
Para el futuro, Wang Wangui, sus hijos y su nuera aguardan con esperanzas y planes diferentes. La aspiración de la señora es que su hijo mayor le dé otro nieto, pues según la política de la provincia de Gansu, cuatro años después del nacimiento de la primera descendiente niña, los matrimonios pueden tener otro hijo. Este año la nieta cumplió siete años, pero su padre no quiere tener un segundo hijo. La nuera de Wang está de acuerdo con su suegra y, al mismo tiempo, desea que su hija pueda estudiar en una buena universidad y buscar un buen trabajo en una gran ciudad.
El hijo mayor de Wang desea dejar de ser un trabajador por contrato para convertirse en uno fijo, con lo cual su sueldo subiría a 3.000 yuanes. Pero el problema más apremiante ahora es comprar un calentador solar de agua para que la familia pueda bañarse con agua caliente. En tanto, el sueño de Liu Jianping, el hijo menor y cocinero de segunda categoría, es ascender al puesto de cocinero jefe y ¡ganar el doble!