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Cultura
Trazos de historia,sabiduría y cultura

Trazos de historia,sabiduría y cultura

 

Por BIRGIT FISCHER*

*Estudiante de la Universidad de Bonn, Alemania.

 
“Qué agradable es verte haciendo esos trazos tan parecidos a los de los niños de la guardería infantil”, me dijo un amigo chino cuando le mostré orgullosamente los caracteres chinos que acababa de aprender, poco después que me inicié en el estudio de la especialidad de Historia de la Ciencia Asiática en la universidad, lo que me deja muy claro por primera vez que todavía me falta mucho para dominar este idioma.

Para los europeos, el chino es diferente a todos los idiomas con los que ellos se han familiarizado, de ahí que puedan perder la confianza de continuar estudiando después de las primeras clases del “Chino práctico básico”. Los curiosos cuatro tonos y los caracteres indistinguibles cuestan mucho trabajo identificarlos, no ya decir recordarlos. Sin embargo, después del “choque cultural” de la primera semana, la gente comienza a embelesarse por este “idioma melódico”, que contiene la cultura y la larga historia de una nación antigua y por el que vale la pena apretar los dientes para dominarlo.

Las profesoras que nos imparten las clases son chinas que saben hablar alemán, por lo que conocen bien las dificultades que enfrentamos en los primeros días y dedican mucha paciencia a nuestros ejercicios sobre las cuatro fonéticas, algo muy esencial para la comunicación con un chino, porque una misma pronunciación, por ejemplo, la sílaba “ma”, si se emplea con los diferentes tonos, puede significar “madre”, “cáñamo”, “caballo” e “insultar”. De lo que se desprende cuántas confusiones y situaciones embarazosas puede crear una fonética errónea. Pero por fortuna, los chinos se muestran muy pacientes ante los europeos que tratan de comunicarse en su lengua y son capaces de entendernos y enseñarnos cómo pronunciar correctamente si nuestra entonación no es adecuada.

Igual que los alumnos del primer grado del nivel primario, leemos en voz alta el alfabeto y repetimos una y otra vez la fonética, ejercicio que al principio consideramos algo chistoso y a la vez penoso, pues parece como si cantáramos solos ante toda la clase. No obstante, mientras más nervioso te pongas, más errores cometes.

Es lamentable que el chino aplique reglas de pronunciación totalmente diferentes a las de cualquier lengua de nuestro continente. Especialmente si pronunciamos sílabas con las letras “s”, “j”,”q” y “x”, momentos en los que sentimos que la lengua se nos pone dura, como si dijéramos un trabalenguas. Esta extraordinaria y renovada experiencia de aprendizaje, contiene tres aspectos imprescindibles, la interpretación en alemán, la fonética del chino para deletrear las sílabas y también la escritura de los caracteres.

Según nuestra profesora, cada uno puede contar con su propio método de recordar los caracteres, pero la repetición de la escritura siempre funciona. Los niños chinos también empiezan de esta manera, escribiendo una y otra vez, según el orden, dirección y número establecidos para los trazos. Sin dudas se trata de un trabajo nada suave, aunque no se tarda mucho en cosechar éxitos. Mis compañeros recortaron muchos papeles con los caracteres más difíciles de recordar para ellos y los pegaron por toda la habitación, por ejemplo, en el espejo del baño, para leerlo al cepillarse, o en la cabecera de la cama para terminar el día contemplándolos.

Otro método requiere mucha imaginación: observar por largo tiempo un carácter chino y vincular su forma o dibujo con una escena o historia, lo que favorece mucho recordar su significado y la escritura. Soy muy buena empleando este recurso y generalmente establezco relaciones que a mis colegas les parecen muy sorprendentes y graciosas. Por ejemplo, “结婚”, significa “contraer matrimonio”, el primer carácter, “结”, tiene en su lado izquierdo el sentido de la seda (muchos caracteres se forman por dos partes, una indica la pronunciación y la otra, la idea). Su lado derecho, a mis ojos, se conforma desde arriba hacia abajo por una cruz, un guión y un cuadro. El último en chino tiene el concepto de “boca”. La explicación que di a este carácter fue la siguiente: la novia espera el comienzo de la boda en el vestuario, con los brazos abiertos como una cruz, para probar su vestido espléndido hecho de seda, luciendo un rojo muy atractivo en sus labios. Otro carácter, “婚”, comprende en su lado izquierdo el significado de “la mujer”, la parte superior del lado derecho se parece mucho a un saxofón, y la inferior significa “sol”, por eso lo interpreté como: cuando la novia entró en la catedral, el saxofón comenzó a tocar la música titulada “La salida del sol”.

Aprender de memoria los caracteres mediante la imaginación de escenas e historias, puede parecer un poco complicado e infantil, pero a mí me ha funcionado muy bien.

En comparación con la fonética y la escritura, tenemos más suerte en la gramática del chino, que cuenta con una mejor reputación al respecto que el alemán. Según mi punto de vista, el chino posee una estructura más sencilla que las lenguas europeas y no necesita la declinación de los sujetos y adjetivos o la conjugación de los verbos, los que han torturado tanto a muchos alumnos europeos y casi los han hecho desistir en su aprendizaje del latín. En el chino los verbos tampoco presentan ningún cambio de tiempo, lo que facilita mucho la formación de una frase, aunque al mismo tiempo constituye un obstáculo en su traducción a otro idioma. Una frase en chino puede mostrar variadas ideas al ser traducida. Sólo analizando el contexto podemos saber si el sujeto es plural o singular, si es hombre o mujer y si el verbo se refiere al presente o al pasado. Sería en vano el esfuerzo por localizar en el chino la firme estructura y expresión acertada, como en el alemán. Por eso, al igual que en el estudio de otras lenguas, lo más importante es adquirir la capacidad de sentir el idioma.

Quizá los lectores me pregunten ¿a qué nivel del chino puede llegar un extranjero? Todavía no soy capaz de responder a esa interrogante, porque en estos momentos estoy en el proceso de estudiar con afán. En la universidad a la que asisto se presta mucha atención a la lectura, la escritura y la traducción, y por el limitado tiempo de las clases, la comprensión auditiva y la habilidad para hablar requieren muchos ejercicios fuera de clases, como tener de compañero de práctica a un estudiante chino en nuestro país, para perfeccionar la pronunciación mutuamente. Después de dos años estudiando el idioma, lo más recomendable es vivir en Beijing por un tiempo, para aplicar lo aprendido en la práctica. Por las guías de viajes sobre China, supe que en las calles de la capital uno que no entienda ni hable chino puede convertirse en sordo, mudo y analfabeto. Y aunque después de los Juegos Olímpicos mejoró mucho la popularidad del inglés en el país, fuera de los puntos de interés turístico, hace falta saber por lo menos un poco de chino para poder comunicarse.

Cuando los europeos hablamos en chino con los beijingeses, éstos generalmente se muestran muy pacientes y son capaces de adivinar nuestra idea. Con el afecto que frecuentemente les caracteriza, afirman que hablo muy bien el chino, aun cuando sólo les diga una frase. En realidad, soy una alemana a la que le falta mucho para tener una fina comprensión auditiva. Por ejemplo, cuando recorrí la ciudad y los taxistas me hablaron con su cadencia normal o con algún acento local, quedé totalmente desconcertada.

Como uno de los idiomas más lindos del mundo, el chino contiene el arte, la cultura y el espíritu de la nación, por lo que deseo permanecer más tiempo en Beijing para captar mejor nuevas impresiones y experiencias, especialmente para practicar mi chino. Si tengo suerte, hablaré y escribiré un poco mejor que “los niños de la guardería infantil”.

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