Mao
Zedong:
El poder nace del fusil
Mao,
nacido en el seno de una familia de campesinos de Hunan, no estudió
ni en la universidad ni en el extranjero. Durante los primeros diez
años de existencia del Partido, Mao ocupó en él
una posición poco sobresaliente e incluso marginal; sin embargo,
posteriormentre su posición fue importantísima.
Por su origen, Mao conocía perfectamente
a los campesinos y sabía lo importante que era resolver el
problema de campesinado. A este respecto, cabe decir que Mao supo
aprovechar al máximo la fuerza de este grupo social para
lograr el triunfo de la revolución y la instauración
de la nueva democracia china. Mao, convencido de que el poder nace
del fusil, se opuso a las teorías reformistas y, tras la
fundación de la República Popular, elevó la
lucha de clases a la categoría de elemento clave de su trabajo.
Utilizó ingeniosamente el marxisamo-leninismo sin caer en
la adhesión ciega a las teorías extranjeras, combinando
a la perfección los principios del marxismo-leninismo con
los de la revolución china.
La
posición de Mao en el Partido fue elevándose y afianzándose
a lo largo de los años 20 y 30 del siglo pasado hasta quedar
consolidada en la reunión de Zunyi. Debido al seguimiento
del modelo de la revolución rusa, antes de dicha reunión
la causa del PCC sufrió reiterados fracasos, muchos de sus
territorios cayeron en poder del Guomindang y las tropas comunistas
se vieron obligadas a replegarse. A partir de la reunión
de Zunyi, donde se reafirmó el liderato de Mao, el PCC se
libró de su sujeción a la Tercera Internacional y
el destino de la revolución china empezó a cambiar.
Mao
poseía las cualidades típicas del intelectual chino
tradicional, perseguía una moralidad perfecta y daba abundantes
muestras de su romanticismo. En una carta de 1920 dirigida a su
amigo Cai Hesen escribió que los miembros de la Sociedad
Xinmin debían ser sinceros (no astutos), abiertos
(en la personalidad) e ir en ascenso. Esta manera
de ser le permitió llevar un estilo de vida y de trabajo
adecuado y compartir alegrías y penas con el pueblo. Éste
le dedicó grandes elogios por haber mandado al frente de
Corea a su primogénito, quien murió en el campo de
batalla luchando contra las tropas estadounidenses.
El romanticismo de Mao se manisfestó no
sólo en sus poesías sino en su ideales revolucionarios
En los años 20 del siglo pasado, formuló como principio
de la Sociedad Xinmin la transformación de China y
del mundo, pues consideraba que el socialismo es internacional
y no debe llevar colores patrióticos. Después
del establecimiento de la Nueva China, el internacionalismo figuró
siempre entre los principales objetivos ideológicos de la
lucha del PCC. La constatación de que una tercera parte
de la población mundial todavía no ha sido liberada
fue lo que en todo momento estimuló a los comunistas chinos
en su pugna. No cabe duda de que la alianza entre su romanticismo
intelectual y su pensamiento revolucionario ayudaron a Mao a convertir
lo que era un país pobre y débil en una nación
rebosante de vigor. Pero fue esa misma alianza la responsable tanto
del trágico Gran Salto Adelante de los años
50, como de la no menos funesta Revolución Cultural
de los años 60.
No
obstante, Mao ha gozado de un respeto especial entre el pueblo.
En los templos chinos se venera a Mao Zedong y a Sakyamuni (Buda);
los taxistas cuelgan retratos de Mao en sus vehículos porque
creen que ello les ayudará a prosperar. La suerte de Mao
y la situación actual del PCC corren parejas: si bien es
verdad que hay quienes se quejan de los desaciertos del Partido,
no es menos cierto que la mayoría de la población
china considera que sin éste no existiría una China
estable y en vías de desarrollo.
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