El paleoantropólogo
Jia Lanpo y el Hombre de Pekín
AL
ver una mandíbula inferior humana entre dos rocas, los ojos
de Jia Lanpo (1908-2001), miembro del Instituto Chino de Investigación
Geológica, comenzaron a brillar como si hubiese descubierto
un nuevo continente. Jia sacó los fragmentos de ese hueso
ya fosilizados cubiertos de tierra. El maxilar fue hallado el día
15 de octubre de 1936 en Zhoukoudian, pueblo situado 50 kilómetros
al sudoeste de la ciudad de Beijing. La subsiguiente investigación
arqueológica recibió ayudas financieras de la Fundación
Rockefeller.
Un mes después, la mañana del 15 de noviembre, Zhang
Haiquan, colega de Jia, encontró un fragmento de hueso del
tamaño de una moneda. Al verlo, Jia dijo: "Esto es un
hueso humano". La excavación prosiguió y se encontraron
los huesos temporal y etmoides; al mediodía, se habían
encontrado los fragmentos de un cráneo completo; y por la
tarde, se encontró otro cráneo.
La tarde del día 26 del mismo mes Jia encontró un
cráneo entero.
La noticia del descubrimiento de tres cráneos humanos en
11 días se difundió rápidamente por todo el
mundo.
Al ver ese cráneo, un antropólogo alemán que
trabajaba en Zhoukoudian tembló de emoción, puesto
que comprendió que el hallazgo de lo que dio en llamarse
el "Hombre de Pekín" confirmaba que el ser humano
desciende de los simios.
En una conferencia celebrada por la Sociedad Geológica de
Beijing el 19 de diciembre del mismo año, el antropólogo
alemán dijo: "Este gran descubrimiento se debe a Jia
Lanpo".
Desde entonces, la vida de Jian Lanpo estuvo estrechamente vinculada
al Hombre de Pekín hallado en Zhoukoudian.
Este descubrimiento mereció el elogioso título de
"Primera medalla de oro" de la ciencia china moderna.
Dedicación
Jia
nació el 25 de noviembre de 1908 en Xingjiawu, aldea de Yutian,
distrito de la provincia de Hebei. Cuando era niño se trasladó
a Beijing, donde cursó sus estudios de secundaria, al término
de los cuales no pudo ingresar en la universidad debido a la falta
de recursos económicos. Por medio de su primo conoció
al antropólogo Pei Wenzhong, del Instituto Chino de Investigación
Geológica, y comenzó a trabajar con él como
aprendiz. El director Wong del Instituto preguntó a Jia:
"¿Por qué vienes a nuestro instituto, donde te
espera un trabajo muy duro?"; "Para ganarme la vida",
le contestó Jia. Wong le replicó: "Has dicho
la verdad. Deberás trabajar bien".
"Como aprendiz, me correspondían las tareas más
duras y sucias", recordó Jia. "Tenía que
comprar instalaciones, excavar y cargar muestras. Pero ganaba 26
yuanes de plata al mes, cantidad que para mí ya era suficiente".
Su colega Bian Meinian, graduado de la Universidad de Yanjing, transmitió
a Jia numerosos conocimientos relacionados con la química
paleontológica, las estructuras geológicas, el dibujo,
etc. Ambos se hicieron muy buenos amigos.
Poco a poco, Jia fue aficionándose a los fósiles animales;
pidió prestada a la biblioteca la edición inglesa
de Introducción a los esqueletos de mamíferos
y, con la ayuda de Bian, leyó sus 372 páginas.
A fin de conocer mejor los esqueletos animales, montó un
esqueleto de perro y en cada hueso anotó su nombre. La lectura
de El hombre del período paleolítico, escrito
por un académico estadounidense, le ayudó mucho en
sus estudios sobre este período prehistórico.
Cierto día de 1933, el Instituto mandó a Jia que comprara
una caja de dientes de mamífero y anotara en ellos el correspondiente
nombre latino. Jia tardo sólo tres días en cumplir
perfectamente esa tarea, éxito que le valió el ascenso
a la categoría de practicante.
En 1934, Jia empezó a dirigir las excavaciones arqueológicas
de Zhoukoudian. En 1939 estudió anatomía en el Hospital
Xiehe de Beijing. Durante sus estudios, llevaba en los bolsillos
varios carpos para aprender a distinguirlos.
En reconocimiento a sus éxitos académicos y profesionales,
fue ascendido a técnico.
Aunque los trabajos arqueológicos son muy duros, a lo largo
de sus 50 años de dedicación Jian nunca vaciló
en sus aspiraciones y logró muchos éxitos en la arqueología
del paleolítico, la paleoantropología y la geología
cuaternaria.
En 1949, Jia pasó a desempeñar el cargo de responsable
de arqueología de Zhoukoudian; en 1953, empezó a trabajar
en el departamento de paleovertebrados; a partir de 1967, trabajó
en el Instituto de Paleovertebrados y Paleoantropología;
en 1980, fue elegido miembro de la Academia China de Ciencias; en
1994, fue nombrado miembro extranjero de la Academia Norteamericana
de Ciencias, y en 1996, fue designado miembro de la Academia de
Ciencias del Tercer Mundo.
Además del hallazgo y la investigación del Hombre
de Pekín, Jia descubrió también el Hombre de
Tingcun y el Hombre de Lantian.
Desaparición del
Hombre de Pekín
La
historia suele gastar bromas a la humanidad: en 1941, el bien custodiado
cráneo del Hombre de Pekín desapareció misteriosamente.
El cráneo del Hombre de Pekín y otros restos hallados
en Zhoukoudian se guardaban en una caja fuerte del edificio B del
Hospital Xiehe de Beijing. Debido a la guerra de agresión
japonesa a China y a las tensas relaciones entre Japón y
Estados Unidos, el Hospital Xiehe, perteneciente a este segundo
país, se encontraba en una situación precaria. Temiendo
por la seguridad del Hombre de Pekín, Jia Lanpo encargó
a un diplomático estadounidense que se llevara el cráneo
fósil a su país.
Las tropas estadounidenses trasladaron el cráneo y otros
fósiles a la ciudad litoral de Qinhuangdao, desde donde habían
de llevarse a Estados Unidos con un barco de este país que
debía arribar a China procedente de Fipilinas. Sin embargo,
el trasatlántico estadounidense fue bombardeado por los japoneses
en alta mar y se hundió. Por consiguiente, el Hombre de Pekín
permaneció en Qinhuangdao; por otra parte, el militar estadounidense
encargado de custodiar el cráneo fósil fue hecho prisionero
por los japoneses en Qinhuangdao.
Desde entonces, la misteriosa desaparición del Hombre de
Pekín ha suscitado el interés de todo el mundo.
Jia conservaba una copia de la lista de los fósiles empaquetados.
"Es posible que en algún lugar del mundo se encuentren
un día estos fósiles, bien envueltos y puestos en
cajas de madera", decía Jia esperanzado.
Esperanza
Jia tuvo que aprender a vivir con el sufrimiento
que le causaba la pérdida de los restos del Hombre de Pekín.
En el año 2000, la televisión de Beijing rodó
una película sobre el descubrimiento y la desaparición
del Hombre de Pekín; en ella, Jia Lanpo y 13 miembros de
la Academia China de Ciencias pedían a la sociedad que contribuyese
a la búsqueda del cráneo fósil.
En opinión de Jia, los estudios paleoantropológicos
y arqueológicos del paleolítico plantean numerosas
dificultades. En algunos casos, en el momento de producirse el descubrimiento
no pueden sacarse conclusiones. Son muchos los colegas extranjeros
interesados en visitar Zhoukoudian, yacimiento caracterizado por
la abundancia de todo tipo de fósiles, puesto que su estudio
es indispensable para todo paleoantropólogo.
No hace mucho se informó de que se había encontrado
el cráneo del Hombre de Pekín en Jilin, ciudad del
noroeste de China, pero esta noticia no ha sido confirmada. Sin
embargo, estamos convencidos de que los continuadores de Jia podrán
culminar la tarea que él no pudo ver finalizada.
Jia Lanpo nos dejó el 8 de julio del 2001. La mitad de sus
cenizas fueron inhumadas en Zhoukoudian, porque, como dijo en vida
este eminente paleoantropolólogo chino: "Soy el descubridor
del Hombre de Pekín. Cuando muero, quiero descansar a su
lado".
Por nuestro reportero Zhang
Zhong
|