Contenido de abril del 2001
 

La nueva Ley del Matrimonio:
un reflejo de los cambios sociales

SE dice que la Ley del Matrimonio es un barómetro de los cambios sociales. Y es verdad, ya que la idea directriz de la primera Ley del Matrimonio, promulgada en 1950, era liberar a las mujeres chinas del sistema matrimonial feudal; con la segunda ley, enmendada en 1980, dos años después de terminada la década caótica de la “revolución cultural”, se pretendía recuperar la legalidad atropellada por la “revolución” de marras; en el año 2000 se inició la revisión de la Ley del Matrimonio para ajustarla a los cambios sociales registrados en los últimos 20 años.

La primera Ley del Matrimonio

Una vez fundada la República Popular, el primer punto de la agenda de trabajo del Gobierno chino fue la reforma del matrimonial feudal.

En la sociedad feudal china, el matrimonio por interés o decidido por los padres era inmutable: con el dinero, los hombres podían tener varias concubinas y abandonar a su esposa; las mujeres, por el contrario, debían preservar su castidad y no podían pedir el divorcio. Además, el sistema de nuera niña, la costumbre del casamiento prematuro, el vendaje de los pies y la prohibición de que las viudas volvieran a casarse mantenían a las mujeres chinas en el peldaño más bajo de la escala social.

Debido al arraigo del feudalismo, durante los primeros años de la República Popular China persistió el fenómeno del matrimonio por interés o decidido por los padres, de suerte que el deseo de las mujeres chinas de formar familias felices no podía materializarse. Por este motivo, la iniciativa de trabajo de las mujeres se veía restringida, haciéndose necesario promulgar una Ley del Matrimonio para la nueva democracia.

El 1 de mayo de 1950 se promulgó la primera Ley del Matrimonio de la Nueva China, cuyos ocho capítulos y 27 artículos fueron redactados basándose en los siguientes principios: “Abolir el sistema feudal del matrimonio forzado o decidido por los padres menospreciando los intereses de la mujer; hacer realidad la libertad matrimonial, la monogamia y la igualdad entre los sexos; proteger los intereses legales de las mujeres y los hijos; prohibir la bigamia, el concubinato, la costumbre de la nuera niña, la interferencia en las segundas nupcias de las viudas y los pagos efectuados so pretexto de las relaciones matrimoniales”. De estos principios, los de mayor trascendencia fueron la abolición del matrimonio decidido por los padres y establecimiento de la monogamia, puesto que gracias a ello la mujer china se sacudió el yugo que la había mantenido sujeta durante miles años.

En la orden de promulgación de la primera Ley del Matrimonio, Mao Zedong, entonces Presidente de la República, declaró: “Después de la Constitución, la Ley del Matrimonio es la segunda ley fundamental del Estado relacionada con los intereses de los hombres y de las mujeres. Es el fundamento legal de la reforma del sistema matrimonial, un arma en la lucha contra el sistema familiar feudal y un instrumento para el establecimiento de nuevas relaciones conyugales y familiares”.

La nueva Ley del Matrimonio fue muy bien acogida por la mayoría de la población, pero al mismo tiempo encontró cierta resistencia. Hubo quienes vieron en esa ley “un medio para la opresión del hombre por parte de la mujer” y la equipararon a “una ley del divorcio”. En algunos lugares, el matrimonio por interés o decidido por los padres seguía siendo una práctica habitual, como también lo eran la interferencia en la libertad para casarse y el menosprecio y el maltrato a los que las mujeres se veían sometidas. Todas estas prácticas motivaron el suicidio y el homicidio de no pocas mujeres. En 1951, en el centro y el sur de China, más de diez mil mujeres murieron a raíz de los conflictos matrimoniales; en Shangdon, la cifra de mujeres muertas fue de 1.245; en Zhejiang, la media diaria fue de 23 muertes. En su discurso pronunciado en mayo de 1951, Deng Yingchao, vicepresidenta de la Federación Nacional de Mujeres de China, hizo públicos los resultados de un informe sobre las investigaciones llevadas a cabo en diversos lugares: “El 54 por ciento de los casos de divorcio y de ruptura del compromiso matrimonial se dan en las zonas rurales y el 51 por ciento en las ciudades. Las causas principales de divorcio, que representan entre el 78 y el 82 por ciento, son el matrimonio obligado, por interés o convenido por los padres, el maltrato a la mujer, la bigamia, el adulterio y el abandono de la esposa. En la mayoría de los casos, entre el 58 y el 92 por ciento de ellos, es la mujer quien solicita el divorcio; y la mayor parte de los litigantes son trabajadores jóvenes y adultos”.

Entre 1954 y 1956, más del 90 por ciento de los matrimonios chinos cumplían la Ley del Matrimonio. Los casos de interferencia en la libertad de casamiento eran raros y la bigamia no existía. Por otra parte, eran muchos los casos de desavenencias entre la suegra y la nuera o entre los cónyuges que se resolvían por la vía de la reconciliación. De este modo, miles y miles de mujeres se sacudieron el yugo del sistema matrimonial feudal.

La segunda Ley del Matrimonio

La segunda Ley del Matrimonio, revisada en 1980, se promulgó el 1 de enero de 1981, es decir, tres años después del final de la “revolución cultural” (1966-1976), o lo que es lo mismo, a los tres años del inicio de la política de reforma y apertura. Para ese entonces, los chinos ya habían caído en la cuenta de que el desarrollo económico era la base del poderío y la prosperidad nacionales. La concepción de la década de los 50 según la cual “cuanto más numerosa sea la población del país, mayor será su fuerza y su energía” desembocó a lo largo de las tres décadas anteriores a la “revolución cultural” en un aumento espectacular de la población y dificultó la mejora de las condiciones de vida del pueblo. En consecuencia, el control del crecimiento demográfico se convirtió en una tarea extremadamente perentoria. Por otra parte, la gente empezó a descubrir la importancia de los sentimientos en las relaciones conyugales. Engels había dicho: “El matrimonio sin amor es inmoral”, palabras con las que algunos cónyuges respaldaron sus justas peticiones de divorcio. Todo ello reclamaba la reelaboración de la Ley del Matrimonio para ajustarla al cambio ideológico de la población.

En comparación con la Ley del Matrimonio de 1950, la de 1980 presentaba diez nuevos puntos, entre los que destacaban los siguientes: con el objetivo de retardar el casamiento y la procreación, no sólo se estipularon nuevas edades para contraer matrimonio, quedando fijada la de los hombres en 22 años y la de las mujeres en 20, sino que se añadió un artículo según el cual “los cónyuges tienen el deber de cumplir las directrices de la planificación familiar”. En cuanto al divorcio, se estipuló que “en la instrucción de los casos de divorcio, el tribunal popular deberá primero intentar la reconciliación; el divorcio se autorizará siempre que este procedimiento resulte ineficaz y las relaciones conyugales se hayan roto”. Sobre la protección de los bienes de la mujer, uno de los artículos disponía lo siguiente: “En caso de divorcio, el reparto de bienes se efectuará con la aprobación de ambas partes. Si éstas no se ponen de acuerdo, los tribunales populares tienen la facultad de dictar una resolución judicial en la que se tomen en consideración los intereses de la mujer y de los hijos”.

Los casos que a continuación exponemos brevemente dan una idea de los cambios operados en la vida matrimonial de los chinos en este nuevo período.

En noviembre de 1981, 25 mujeres de Beijing organizaron un “grupo con el fin de pedir una audiencia a las altas instancias para solicitar la resolución de sus casos”. En la carta que escribieron al Presidente del Partido Comunista, exigían la imposición de sanciones económicas y judiciales a los elementos inmorales saboteadores de la familia.

El 10 de marzo de 1983, el Ministerio de Asuntos Civiles publicó los “Reglamentos sobre el registro de casamientos de los chinos de ultramar y los compatriotas de Hong Kong y de Maco con los chinos de la parte continental”. Estos reglamentos ofrecen un marco para la ordenación jurídica de este tipo de matrimonios mixtos.

Antes y después de 1982, las federaciones de mujeres y los departamentos judiciales, utilizando como arma la segunda Ley del Matrimonio, combatieron los delitos de malos tratos y prostitución de mujeres y menores, y criticaron el menosprecio de la mujer, la ciega aceptación de lo nuevo y el rechazo sistemático de lo viejo, así como el fenómeno de las relaciones triangulares. 

Revisión de la tercera Ley del Matrimonio

En los 30 años de reforma y apertura, la economía china ha realizado avances extraordinarios, la mentalidad de la población ha experimentado cambios notables y la cultura occidental ha influido de manera muy evidente en el pueblo chino, todo lo cual ha tenido múltiples repercusiones, positivas y negativas, en el matrimonio y la familia. Estos fenómenos reclamaban una nueva Ley del Matrimonio.

La revisión de la tercera Ley del Matrimonio llevada a cabo por la Asamblea Popular Nacional ha suscitado un enorme interés y un intenso debate en los diferentes círculos sociales. La discusión se centra principalmente en si el concubinato debe tipificarse como delito sancionable por la ley, en cómo debe abordarse la violencia doméstica y en la conveniencia de que antes del casamiento se levante acta notarial de los bienes de ambos cónyuges. Algunos juristas consideran que esta tercera ley debe incluir la legalización de la homosexualidad. Lo animado de la polémica es buena muestra de la importancia atribuida por los chinos a la revisión de la Ley del Matrimonio.

En la última revisión de esta ley se plasman los siguientes cinco cambios sociales de los últimos años.

1. Han surgido nuevos estilos de vida, buenos y malos, hasta ahora desconocido, entre ellos la convivencia sin matrimonio, la homosexualidad, los matrimonios sin hijos, la soltería, el matrimonio experimental, las familias monoparentales y el concubinato.

2. El propósito del matrimonio ha dejado de ser la reproducción y la unión de los bienes de las partes contrayentes para convertirse en la satisfacción de las necesidades sexuales, sentimentales y psicológicas de la pareja. El principal motivo para casarse es poder compartir la ternura, la armonía y la felicidad. Las personas casadas deciden fácilmente divorciarse cuando una de las partes no está satisfecha de sus relaciones conyugales. Quienes ya tienen hijos, intentan compensar sus carencias afectivas fuera del matrimonio, llegando incluso a relacionarse con prostitutas para lograr su satisfacción sexual, lo que explica el auge de la prostitución femenina y masculina.

3. Los principios morales del matrimonio se han desplazado de la esfera familiar a la individual. Se ha puesto en tela de juicio la concepción según la cual “la familia es la célula social” y “la estabilidad familiar influye en la estabilidad social”. La gente presta mayor atención a la felicidad personal y cree que el matrimonio es un asunto individual que no guarda relación alguna con la estabilidad social. Mucha gente considera que el divorcio es un tema personal y que no debe mirarse con otros ojos. No pocos jóvenes consideran que la libre convivencia es mejor que la convivencia basada en los vínculos legales del certificado de matrimonio.

4. La ética matrimonial también ha tomado un nuevo giro. En efecto, ni “la esposa pertenece a su marido hasta la muerte” ni “la mujer significa obediencia”, sino que ésta ha dejado de ser un accesorio de su marido y se ha convertido en una persona independiente. La mujer ha sabido exigir buenas relaciones matrimoniales y la satisfacción de sus necesidades afectivas, reivindicar su derecho al placer sexual y conquistar la libertad de casarse con quien desee. El matrimonio sin amor se considera inmoral y el enamoramiento extramatrimonial se juzga aceptable. El concepto tradicional de castidad ha sido criticado, pero sigue siendo predominante.

5. La gente ha empezado a no cifrar la consolidación del matrimonio en el certificado de matrimonio o en los hijos.

La revisión de la Ley de Matrimonio se basa en los cinco puntos que acabamos de exponer.

A pesar de ello, la gente confía unánimemente en que la nueva Ley del Matrimonio favorezca la estabilidad matrimonial y familiar, la protección de los intereses de las mujeres y los hijos, la evitación del enamoramiento extramatrimonial, la disminución de la tasa de divorcios, la prevención de la violencia doméstica, el reparto de los bienes familiares, etc.

Tenemos sobrados motivos para creer que por medio de la reflexión y la discusión de todo el pueblo chino, la tercera Ley del Matrimonio, nuevamente revisada y promulgada, concertará la realidad social con la voluntad de los ciudadanos.

Por CHEN XINXIN
CHEN XINXIN, investigadora de la Federación Nacional de Mujeres de China

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