La
nueva Ley del Matrimonio:
un reflejo de los cambios sociales

SE dice que la Ley del Matrimonio
es un barómetro de los cambios sociales. Y es verdad, ya que la
idea directriz de la primera Ley del Matrimonio, promulgada en 1950,
era liberar a las mujeres chinas del sistema matrimonial feudal;
con la segunda ley, enmendada en 1980, dos años después de terminada
la década caótica de la “revolución cultural”, se pretendía recuperar
la legalidad atropellada por la “revolución” de marras; en el año
2000 se inició la revisión de la Ley del Matrimonio para ajustarla
a los cambios sociales registrados en los últimos 20 años.
La primera Ley del Matrimonio
Una
vez fundada la República Popular, el primer punto de la agenda de
trabajo del Gobierno chino fue la reforma del matrimonial feudal.
En la sociedad feudal china, el matrimonio por
interés o decidido por los padres era inmutable: con el dinero,
los hombres podían tener varias concubinas y abandonar a su esposa;
las mujeres, por el contrario, debían preservar su castidad y no
podían pedir el divorcio. Además, el sistema de nuera niña, la costumbre
del casamiento prematuro, el vendaje de los pies y la prohibición
de que las viudas volvieran a casarse mantenían a las mujeres chinas
en el peldaño más bajo de la escala social.
Debido
al arraigo del feudalismo, durante los primeros años de la República
Popular China persistió el fenómeno del matrimonio por interés o
decidido por los padres, de suerte que el deseo de las mujeres chinas
de formar familias felices no podía materializarse. Por este motivo,
la iniciativa de trabajo de las mujeres se veía restringida, haciéndose
necesario promulgar una Ley del Matrimonio para la nueva democracia.
El 1 de mayo de 1950 se promulgó la primera Ley
del Matrimonio de la Nueva China, cuyos ocho capítulos y 27 artículos
fueron redactados basándose en los siguientes principios: “Abolir
el sistema feudal del matrimonio forzado o decidido por los padres
menospreciando los intereses de la mujer; hacer realidad la libertad
matrimonial, la monogamia y la igualdad entre los sexos; proteger
los intereses legales de las mujeres y los hijos; prohibir la bigamia,
el concubinato, la costumbre de la nuera niña, la interferencia
en las segundas nupcias de las viudas y los pagos efectuados so
pretexto de las relaciones matrimoniales”. De estos principios,
los de mayor trascendencia fueron la abolición del matrimonio decidido
por los padres y establecimiento de la monogamia, puesto que gracias
a ello la mujer china se sacudió el yugo que la había mantenido
sujeta durante miles años.
En la orden de promulgación de la primera Ley
del Matrimonio, Mao Zedong, entonces Presidente de la República,
declaró: “Después de la Constitución, la Ley del Matrimonio es la
segunda ley fundamental del Estado relacionada con los intereses
de los hombres y de las mujeres. Es el fundamento legal de la reforma
del sistema matrimonial, un arma en la lucha contra el sistema familiar
feudal y un instrumento para el establecimiento de nuevas relaciones
conyugales y familiares”.
La nueva Ley del Matrimonio fue muy bien acogida
por la mayoría de la población, pero al mismo tiempo encontró cierta
resistencia. Hubo quienes vieron en esa ley “un medio para la opresión
del hombre por parte de la mujer” y la equipararon a “una ley del
divorcio”. En algunos lugares, el matrimonio por interés o decidido
por los padres seguía siendo una práctica habitual, como también
lo eran la interferencia en la libertad para casarse y el menosprecio
y el maltrato a los que las mujeres se veían sometidas. Todas estas
prácticas motivaron el suicidio y el homicidio de no pocas mujeres.
En 1951, en el centro y el sur de China, más de diez mil mujeres
murieron a raíz de los conflictos matrimoniales; en Shangdon, la
cifra de mujeres muertas fue de 1.245; en Zhejiang, la media diaria
fue de 23 muertes. En su discurso pronunciado en mayo de 1951, Deng
Yingchao, vicepresidenta de la Federación Nacional de Mujeres de
China, hizo públicos los resultados de un informe sobre las investigaciones
llevadas a cabo en diversos lugares: “El 54 por ciento de los casos
de divorcio y de ruptura del compromiso matrimonial se dan en las
zonas rurales y el 51 por ciento en las ciudades. Las causas principales
de divorcio, que representan entre el 78 y el 82 por ciento, son
el matrimonio obligado, por interés o convenido por los padres,
el maltrato a la mujer, la bigamia, el adulterio y el abandono de
la esposa. En la mayoría de los casos, entre el 58 y el 92 por ciento
de ellos, es la mujer quien solicita el divorcio; y la mayor parte
de los litigantes son trabajadores jóvenes y adultos”.
Entre 1954 y 1956, más del 90 por ciento de los
matrimonios chinos cumplían la Ley del Matrimonio. Los casos de
interferencia en la libertad de casamiento eran raros y la bigamia
no existía. Por otra parte, eran muchos los casos de desavenencias
entre la suegra y la nuera o entre los cónyuges que se resolvían
por la vía de la reconciliación. De este modo, miles y miles de
mujeres se sacudieron el yugo del sistema matrimonial feudal.
La segunda Ley del Matrimonio
La
segunda Ley del Matrimonio, revisada en 1980, se promulgó el 1 de
enero de 1981, es decir, tres años después del final de la “revolución
cultural” (1966-1976), o lo que es lo mismo, a los tres años del
inicio de la política de reforma y apertura. Para ese entonces,
los chinos ya habían caído en la cuenta de que el desarrollo económico
era la base del poderío y la prosperidad nacionales. La concepción
de la década de los 50 según la cual “cuanto más numerosa sea la
población del país, mayor será su fuerza y su energía” desembocó
a lo largo de las tres décadas anteriores a la “revolución cultural”
en un aumento espectacular de la población y dificultó la mejora
de las condiciones de vida del pueblo. En consecuencia, el control
del crecimiento demográfico se convirtió en una tarea extremadamente
perentoria. Por otra parte, la gente empezó a descubrir la importancia
de los sentimientos en las relaciones conyugales. Engels había dicho:
“El matrimonio sin amor es inmoral”, palabras con las que algunos
cónyuges respaldaron sus justas peticiones de divorcio. Todo ello
reclamaba la reelaboración de la Ley del Matrimonio para ajustarla
al cambio ideológico de la población.
En
comparación con la Ley del Matrimonio de 1950, la de 1980 presentaba
diez nuevos puntos, entre los que destacaban los siguientes: con
el objetivo de retardar el casamiento y la procreación, no sólo
se estipularon nuevas edades para contraer matrimonio, quedando
fijada la de los hombres en 22 años y la de las mujeres en 20, sino
que se añadió un artículo según el cual “los cónyuges tienen el
deber de cumplir las directrices de la planificación familiar”.
En cuanto al divorcio, se estipuló que “en la instrucción de los
casos de divorcio, el tribunal popular deberá primero intentar la
reconciliación; el divorcio se autorizará siempre que este procedimiento
resulte ineficaz y las relaciones conyugales se hayan roto”. Sobre
la protección de los bienes de la mujer, uno de los artículos disponía
lo siguiente: “En caso de divorcio, el reparto de bienes se efectuará
con la aprobación de ambas partes. Si éstas no se ponen de acuerdo,
los tribunales populares tienen la facultad de dictar una resolución
judicial en la que se tomen en consideración los intereses de la
mujer y de los hijos”.
Los casos que a continuación exponemos brevemente
dan una idea de los cambios operados en la vida matrimonial de los
chinos en este nuevo período.
En noviembre de 1981, 25 mujeres de Beijing organizaron
un “grupo con el fin de pedir una audiencia a las altas instancias
para solicitar la resolución de sus casos”. En la carta que escribieron
al Presidente del Partido Comunista, exigían la imposición de sanciones
económicas y judiciales a los elementos inmorales saboteadores de
la familia.
El 10 de marzo de 1983, el Ministerio de Asuntos
Civiles publicó los “Reglamentos sobre el registro de casamientos
de los chinos de ultramar y los compatriotas de Hong Kong y de Maco
con los chinos de la parte continental”. Estos reglamentos ofrecen
un marco para la ordenación jurídica de este tipo de matrimonios
mixtos.
Antes y después de 1982, las federaciones de mujeres
y los departamentos judiciales, utilizando como arma la segunda
Ley del Matrimonio, combatieron los delitos de malos tratos y prostitución
de mujeres y menores, y criticaron el menosprecio de la mujer, la
ciega aceptación de lo nuevo y el rechazo sistemático de lo viejo,
así como el fenómeno de las relaciones triangulares.
Revisión de la tercera Ley del Matrimonio
En
los 30 años de reforma y apertura, la economía china ha realizado
avances extraordinarios, la mentalidad de la población ha experimentado
cambios notables y la cultura occidental ha influido de manera muy
evidente en el pueblo chino, todo lo cual ha tenido múltiples repercusiones,
positivas y negativas, en el matrimonio y la familia. Estos fenómenos
reclamaban una nueva Ley del Matrimonio.
La revisión de la tercera Ley del Matrimonio llevada
a cabo por la Asamblea Popular Nacional ha suscitado un enorme interés
y un intenso debate en los diferentes círculos sociales. La discusión
se centra principalmente en si el concubinato debe tipificarse como
delito sancionable por la ley, en cómo debe abordarse la violencia
doméstica y en la conveniencia de que antes del casamiento se levante
acta notarial de los bienes de ambos cónyuges. Algunos juristas
consideran que esta tercera ley debe incluir la legalización de
la homosexualidad. Lo animado de la polémica es buena muestra de
la importancia atribuida por los chinos a la revisión de la Ley
del Matrimonio.
En
la última revisión de esta ley se plasman los siguientes cinco cambios
sociales de los últimos años.
1. Han surgido nuevos estilos de
vida, buenos y malos, hasta ahora desconocido, entre ellos la convivencia
sin matrimonio, la homosexualidad, los matrimonios sin hijos, la
soltería, el matrimonio experimental, las familias monoparentales
y el concubinato.
2. El propósito del matrimonio ha dejado de ser
la reproducción y la unión de los bienes de las partes contrayentes
para convertirse en la satisfacción de las necesidades sexuales,
sentimentales y psicológicas de la pareja. El principal motivo para
casarse es poder compartir la ternura, la armonía y la felicidad.
Las personas casadas deciden fácilmente divorciarse cuando una de
las partes no está satisfecha de sus relaciones conyugales. Quienes
ya tienen hijos, intentan compensar sus carencias afectivas fuera
del matrimonio, llegando incluso a relacionarse con prostitutas
para lograr su satisfacción sexual, lo que explica el auge de la
prostitución femenina y masculina.
3. Los principios morales del matrimonio se han desplazado de la
esfera familiar a la individual. Se ha puesto en tela de juicio
la concepción según la cual “la familia es la célula social” y “la
estabilidad familiar influye en la estabilidad social”. La gente
presta mayor atención a la felicidad personal y cree que el matrimonio
es un asunto individual que no guarda relación alguna con la estabilidad
social. Mucha gente considera que el divorcio es un tema personal
y que no debe mirarse con otros ojos. No pocos jóvenes consideran
que la libre convivencia es mejor que la convivencia basada en los
vínculos legales del certificado de matrimonio.
4. La ética matrimonial también ha tomado un nuevo
giro. En efecto, ni “la esposa pertenece a su marido hasta la muerte”
ni “la mujer significa obediencia”, sino que ésta ha dejado de ser
un accesorio de su marido y se ha convertido en una persona independiente.
La mujer ha sabido exigir buenas relaciones matrimoniales y la satisfacción
de sus necesidades afectivas, reivindicar su derecho al placer sexual
y conquistar la libertad de casarse con quien desee. El matrimonio
sin amor se considera inmoral y el enamoramiento extramatrimonial
se juzga aceptable. El concepto tradicional de castidad ha sido
criticado, pero sigue siendo predominante.
5. La gente ha empezado a no cifrar la consolidación
del matrimonio en el certificado de matrimonio o en los hijos.
La
revisión de la Ley de Matrimonio se basa en los cinco puntos que
acabamos de exponer.
A pesar de ello, la gente confía unánimemente
en que la nueva Ley del Matrimonio favorezca la estabilidad matrimonial
y familiar, la protección de los intereses de las mujeres y los
hijos, la evitación del enamoramiento extramatrimonial, la disminución
de la tasa de divorcios, la prevención de la violencia doméstica,
el reparto de los bienes familiares, etc.
Tenemos sobrados motivos para creer que por medio
de la reflexión y la discusión de todo el pueblo chino, la tercera
Ley del Matrimonio, nuevamente revisada y promulgada, concertará
la realidad social con la voluntad de los ciudadanos.
Por CHEN XINXIN
CHEN XINXIN, investigadora de la Federación
Nacional de Mujeres de China
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