Tíbet: del
aislamiento a la apertura
HASTA
principios de la década de los 50 del siglo XX, todos los
medios de comunicación, tanto de China como del extranjero,
describían el Tíbet en los siguientes términos:
"Carece de agua corriente, de suministro eléctrico,
de sistema de alcantarillado, de transporte por carretera, de lo
que entendemos por 'ciudades' ...". Algunos intelectuales extranjeros
llegaron incluso a comparar la vida en el viejo Tíbet con
la de la Europa medieval. En aquel entonces, aparte de la lejanía
y la imagen mítica que le conferían el Qomolangma
(monte Everest) y otras montañas, el Tíbet era sinónimo
de atraso y aislamiento. No es de extrañar, pues, que poco
después de que un grupo de turistas extranjeros aterrizara
en el Aeropuerto Gonggar de Lhasa con la ilusión de "retroceder
a la Edad Media", sus integrantes se sorprendiesen al ver hoteles
de estrellas, grandes supermercados, bares, cafés Internet,
restaurantes de Sichuan y la Bolsa. Lhasa es actualmente una ciudad
como las del resto de la parte continental. Hoy en día, más
de 2,6 millones de habitantes tienen agua corriente y algunas personas
disponen de automóvil propio.
A este respecto, Radi, presidente del Comité Permanente de
la Asamblea Popular Nacional de la región autónoma
de Tíbet, declaró lo siguiente: "He conocido
la vieja y la nueva sociedad tibetana, y he sido testigo de los
cambios extraordinarios efectuados en esta región. Desde
su liberación pacífica, el Tíbet, con el apoyo
de las autoridades centrales y del pueblo chino, ha pasado del atraso
al progreso, de la pobreza a la prosperidad y del aislamiento a
la apertura".
Cerrando la brecha
Es posible
que los tibetanos sean los únicos habitantes del planeta
que viven a una altitud media sobre el nivel del mar de 4.000 metros.
Debido a la elevada altitud, el frío, la dureza del clima
y la falta de oxígeno, antes de la liberación, la
base de la economía tibetana era de una debilidad extrema.
Por otra parte, el gobierno feudal constituido mediante una alianza
de los poderes político y religioso ahogaba la creatividad
humana, lo que provocaba el estancamiento de la economía
local. Los siervos llevaban una vida miserable. Algunos eran tan
pobres que sus posesiones se limitaban a un manto tibetano y un
cuenco de madera. Hubo un tiempo en el que el gobierno de Kashag
acarició la idea de construir un civilización industrial
parecida a la del exterior. A finales de los años 40 del
siglo XX, Gran Bretaña regaló un automóvil
al XIV Dalai; para hacerlo llegar a Lhasa fue necesario desmantelarlo
y el único lugar por el que podía circular era el
camino de tierra de dos kilómetros que iba del Palacio de
Potala a Norbu Lingka. El automóvil quedó arrinconado
debido a la falta de carreteras.
El 23 de mayo de 1951 se firmó en Beijing el Acuerdo entre
el Gobierno Popular Central y el Gobierno Local del Tíbet
sobre las Medidas para la Liberación Pacífica del
Tíbet. La firma de dicho acuerdo abrió un nuevo capítulo
en la historia del Tíbet.
La Reforma Democrática realizada en el Tíbet en 1959
puso fin a la servidumbre feudal y abrió las puertas del
"techo del mundo". Con el doble fin de reducir la brecha
entre el Tíbet y las restantes áreas de la parte continental,
y de ayudar al millón de siervos emancipados a llevar una
vida próspera, el Gobierno Central concede al Tíbet
subsidios y asignaciones financieras.
Asimismo, el Gobierno Central busca sin cesar vías más
eficaces para el fomento del desarrollo económico del Tíbet.
A partir de 1959 el Gobierno Central construyó varias fábricas,
pero las condiciones geográficas, las carencias infraestructurales,
la escasez de recursos energéticos, los elevados costes del
transporte y la falta de mano de obra cualificada obstaculizaron
el desarrollo de esta región.
En febrero de 1984, el II Foro del Comité Central del PCC
sobre la Labor en el Tíbet decidió que nueve provincias
y municipios (incluidos Beijing, Shanghai, Tianjin y Guangdong),
así como los ministerios y comisiones correspondientes del
Consejo de Estado, unieran sus fuerzas para ayudar al Tíbet
en la ejecución de 43 proyectos de mediana y pequeña
envergadura. Posteriormente, en 1994, el Comité Central puso
en marcha 62 proyectos de ayuda al Tíbet, con el propósito
de impulsar el giro del Tíbet hacia la modernización.
Uno de los 62 proyectos es el tendido del cable de fibra óptica
Lhasa-Xigaze, el primer cable troncal de fibra óptica del
Tíbet. La ejecución de este proyecto es de capital
importancia para las telecomunicaciones de la altiplanicie Qinghai-Tíbet.
Antes de mediados de los años 80, los servicios telefónicos
entre Xigaze y Lhasa dependían de los cables telegráficos
exteriores. Muchos empresarios que contemplaban la posibilidad de
invertir en el Tíbet vacilaron al comprobar el atraso de
sus telecomunicaciones.
A
fin de corregir esa situación, el Ministerio de Correos y
Telecomunicaciones invirtió 30 millones de yuanes en el tendido
de 340 kilómetros de cable de fibra óptica. En la
fase inicial se añadieron 2.000 líneas telefónicas
de larga distancia, paliándose así la escasez de líneas
entre Xigaze y otros distritos cubiertos por la red. Este cable
se utiliza también en la altiplanicie para enviar y recibir
fax. El tendido del cable de fibra óptica ha acortado las
distancias entre el Tíbet y el resto del mundo, lo que sirve
a su vez de sólida base para la modernización de esta
región.
"Los 62 proyectos de ayuda al Tíbet han contribuido
a la transformación de las obsoletas infraestructuras tibetanas,
al incremento de la producción industrial, a la mejora de
la agricultura y la cría de animales, al desarrollo de industrias
beneficiosas y a la elevación del nivel de vida del pueblo",
afirma Jiangcun Norbu, antiguo presidente de la región autónoma
del Tíbet. Desde 1994, año de su inicio, dichos proyectos
han producido innumerables beneficios en sectores relacionados con
la vida y el trabajo del pueblo, como la agricultura, los recursos
energéticos, el transporte, el correo y las telecomunicaciones,
la sanidad pública y la cultura.
En el 2000, la finalización del mayor proyecto de preservación
del agua ejecutado en el Tíbet, el Proyecto Manla de Preservación
del Agua, marcó la culminación de los 62 proyectos
de ayuda a esta región autónoma china. Dichos proyectos,
relacionados con la cultura y la transformación de la ciudad
y la industria, se concentraron en Lhasa. Según Zhaxi, ingeniero
jefe de planificación urbanística, "la finalización
de este conjunto de proyectos consolidará aun más
el papel de Lhasa como centro político, económico
y cultural del Tíbet, y posibilitará la modernización
de esta antigua ciudad".
Nueva vida, nuevos conceptos
Ch arles
Bell, gobernador británico de Sikkim, escribió en
su libro Materiales selectos sobre la historia del Tíbet
que en los once meses (de noviembre de 1920 a octubre de 1921) durante
los cuales fue distinguido huésped del XIII Dalai Lama, no
comió ni un bocado de verdura. Sobre la situación
del pueblo llano sólo se pueden tener atisbos. Durante largos
años, el bajo rendimiento de las cosechas y la escasez de
fruta y verdura se achacaron a las rigurosas condiciones climáticas
reinantes en la altiplanicie. Hoy en día, en cambio, durante
el Festival de Carreras de Caballos que se celebra anualmente en
las praderas de Qangtang (prefectura de Nagqu), no hay mesa preparada
por los participantes en la que no haya todo tipo de frutas y verduras,
así como varios tipos de marisco. En los mercados tanto de
Lhasa como del remoto norte tibetano hay montañas de arroz
y de harina de trigo, y en las mesas del pueblo se sirven platos
espléndidos. Los lugareños saben que todo esto es
resultado de un proyecto de ayuda al Tíbet: el Proyecto Cesta
de Verduras.
La mejora de las condiciones de vida ha provocado un cambio en la
mentalidad y el comportamiento de los consumidores tibetanos, quienes
anhelan salir de la altiplanicie para ver el mundo exterior.
La aldea de Bangdar, situada en la confluencia de los ríos
Yarlung Zangbo y Nyang Qu, era conocida como "la aldea de los
mendigos". Pero ahora, una niña tibetana de 17 años
llamada Cumo que vive en este lugar sueña con matricularse
en una facultad de medicina y ser médica. "Los médicos
pueden curar a los enfermos. Espero sanarlos y hacerlos felices",
dice la joven.
Baizhen,
una médica que trabaja en Lhasa, es muy aficionada a viajar.
Desde los años 80 ha viajado por toda China y en 1999 visitó
Singapur, Malaisia y Tailandia. Cuando un guía turístico
local supo que venía del Tíbet, le hizo muchas preguntas
extrañas que nacían de sus numerosos conceptos erróneos.
Baizhen dice que los forasteros saben muy poco acerca del Tíbet.
Es obvio que los intercambios en los tibetanos y los forasteros
son insuficientes.
Según datos del Buró de Estadística de la Región
Autónoma del Tíbet, en el 2000 la renta disponible
per cápita de la población urbana del Tíbet
ascendía a 6.448 yuanes. Hace unos años, con el dinero
que habían ganado los habitantes de esta región querían
comprar muebles y electrodoméstico; pero ahora muchas familias
ya tienen nevera, televisor en color, aire acondicionado e incluso
automóvil, y desean viajar. Jigmei, jefe del departamento
comercial de la Administración Turística del Tíbet,
dijo a quien esto escribe que en el 2000 el Tíbet recibió
la visita de 565.000 turistas. El número de tibetanos que
viajan a la parte continental es reducido, pero ha registrado un
incremento notable.
En Lhasa, los gastos en educación van en aumento. Algunas
familias ahorran dinero para la futura educación de sus hijos;
son muchos los padres que invitan a maestros a venir a su casa para
enseñar a sus hijos o que les envían a hacer cursos
fuera del horario escolar.
Por otra parte, se presta atención a la elevación
del nivel general de los estudiantes. Durante las vacaciones, el
Palacio Infantil de la Ciudad de Lhasa organiza clases de música
en las que se inscriben unos 200 niños.
Economía
característica
Las
autoridades centrales están redoblando sus esfuerzos encaminados
a ayudar al Tíbet. En el II Foro sobre la Labor en el Tíbet,
celebrado a principios de julio del 2001 en Beijing, el Gobierno
Central aprobó la ejecución de 117 proyectos en el
Tíbet financiados con 31.200 millones de yuanes aportados
por el Estado. Dicho proyectos están vinculados principalmente
a la agricultura, la cría de animales, la ciencia, la tecnología,
la educación, la protección del medio ambiente y las
instalaciones relacionadas con el poder político de las bases;
a tales proyectos hay que sumar los 70 proyectos coordinados de
ayuda al Tíbet, que exigirán una inversión
de 1.060 millones de yuanes. "El país entero ayuda al
Tíbet; ¿qué puede hacer el Tíbet?".
Los tibetanos no están dispuestos a esperar que las autoridades
centrales y las provincias hermanas les "donen la modernización".
Se dan cuenta de que, en último término, la ayuda
del tipo "transfusión de sangre" no puede solucionar
sus problemas y que deben ampliar su capacidad de autodesarrollo
mediante el fortalecimiento de "producción de sangre".
Por lo tanto, el gobierno de la región autónoma del
Tíbet, resuelto a crear nuevos focos de crecimiento económico,
ha decidido impulsar el desarrollo de las seis industrias pilares
siguientes: el turismo, la agricultura y la cría de animales,
la medicina tibetana, la artesanía tradicional, los productos
verdes y la minería.
"El Tíbet goza de ventajas únicas en lo tocante
a recursos", dice un dirigente de la región autónoma.
"Tiene la altiplanicie, montañas nevadas, praderas,
lamaserías y banderas de oraciones, folclore, vistas espectaculares
y ricas reservas de minerales. Al mismo tiempo, el Tíbet,
apodada 'el tercer polo' de la tierra, encierra innumerables enigmas
geológicos y alberga especies animales y vegetales únicas,
hechos que lo convierten en un lugar ideal para la exploración
científica, la aventura y el turismo", explica el dirigente.
Al referirse a las oportunidades históricas proporcionadas
por el desarrollo del Oeste, comenta muy animado: "El Tíbet
es como un atleta que parte de la misma de salida que las otras
provincias y regiones autónomas, o como un baloncestista
que juega en la misma cancha".
El
pasado año, el PIB del Tíbet rompió la barrera
de los 10.000 millones de yuanes. Esta región ha levantado
sus propias industrias y ha creado sus propias marcas prestigiosas,
como los medicamentos Qizheng, el agua mineral Shengdi y las motocicletas
Qomolangma. Los medicamentos tibetanos, 25 de los cuales han sido
incluidos en la lista de preparados medicinales dispensados por
las aseguradoras médicas, son muy bien acogidos por los consumidores.
Uno de ellos, el emplasto analgésico Nuodikang, ganador de
un premio de oro internacional, se exporta a más de 20 países,
entre ellos EE.UU., Japón y la República de Corea.
El vencer su aislamiento para entablar contacto con el exterior
se ha convertido en un anhelo compartido por todos los tibetanos,
mientras que el desarrollo de una economía orientada al exterior
es para el Tíbet una opción atrayente por lo que respecta
a la elección de una economía característica.
En octubre del 2000, la región autónoma del Tíbet
organizó en Hong Kong una feria de inversión y comercio,
en la cual anunció que los 138 proyectos abiertos a la inversión
foránea requerían un total de 1.500 millones de yuanes.
Ese mismo día, el Tíbet y Hong Kong firmaron dos acuerdos
de cooperación turística. Los hongkoneses valoraron
positivamente la "sensibilidad aperturista" de los tibetanos
y dedicaron grandes elogios a aquéllos que hablaban inglés
y chino con fluidez.
Además, el Tíbet se ha percatado de las ventajas que
le ofrece su larga frontera y ha desarrollado activamente su comercio
con el Nepal y Tailandia.
En el 2001, el Consejo de Estado aprobó la construcción
de la línea férrea Qinghai-Tíbet, la más
larga y elevada del mundo. Algunos expertos han señalado
que esta línea marcará un hito en el despegue de la
economía tibetana, en la que el modelo de desarrollo "transfusión
de sangre" habrá sido sustituido por el de "producción
de sangre".
El
sector turístico, que acoge este proyecto con entusiasmo,
afirma que el Tíbet es uno de los destinos que más
fascina a los turistas de todo el mundo. La construcción
de esta línea férrea acabará con la creencia
de que "viajar al Tíbet es más difícil
que viajar al extranjero". Los turistas llegarán al
Tíbet en tren y podrán evitar el mal de altura gracias
al ascenso gradual de la altiplanicie Qinghai-Tíbet. El ferrocarril
traerá a más turistas y, por consiguiente, el sector
turístico tibetano obtendrá mayores ganancias.
El tendido de esta línea beneficiará no sólo
al turismo del Tíbet, sino también a su minería,
los productos especiales de la altiplanicie, las bebidas verdes,
los productos agropecuarios y la artesanía tradicional. Grandes
cantidades de productos y marcas famosas de la altiplanicie llegarán
a las áreas del interior por ferrocarril, sacando así
el máximo partido del potencial del Tíbet.
Losang Jiangcun, alcalde de Lhasa, dice: "En el pasado, la
carretera Qinghai-Tíbet rompió el aislamiento del
Tíbet; hoy, la construcción de la línea férrea
Qinghai-Tíbet representa un gran avance de esta región
hacia la civilización moderna, en la que experimentará
un desarrollo aun mayor".
Ayuda al
Tíbet: la amalgama con la civilización moderna
La ayuda procedente de todo el país ofrecida al Tíbet
refleja la fuerza centrípeta de la nación china y
el respeto con el que los habitantes de las áreas del interior
tratan la cultura tibetana.
Hay
quienes afirman que la etnia tibetana sabe absorber la cultura exterior
avanzada y amalgamarse con ella. Hace ya más de 1.000 años,
el rey tibetano Songtsan Gambo, fundador del reino Tubo, abrió
el Tíbet al imperio Tang, el más poderoso del mundo;
su boda con Wencheng, princesa de la dinastía Tang, tuvo
un importancia trascendental para los intercambios entre tibetanos
y han.
Esos intercambios y amalgamas culturales han continuado hasta nuestros
días. En una de las casetas instaladas en la Feria de Inversión
y Comercio Tíbet 2000 celebrada en Hong Kong, una anciana
tibetana le decía a un visitante de esta región: "Por
favor, compre una máscara de la ópera tibetana. Es
un recuerdo magnífico y representa un pequeño pedazo
de la larga historia del Tíbet y de sus leyendas". Ello
demuestra hasta qué punto los tibetanos desean ser comprendidos
por el resto del mundo. Tal apertura puede rastrearse a lo largo
del desarrollo histórico del Tíbet. El encuentro y
la amalgama de las civilizaciones tradicional y moderna saltan a
la vista en cualquier calle de Lhasa, donde los mantos tibetanos
y los trajes de corte occidental se entremezclan en la muchedumbre
y los vehículos motorizados pasan junto a los peregrinos
que avanzan postrándose. Los tibetanos preservan su cultura
y, al mismo tiempo, se abren al mundo exterior mostrando una flamante
imagen.
Durante la Exposición Nacional de Resultados de la Ayuda
al Tíbet, celebrada en Beijing en el 2001, se hizo patente
el vivo interés de los visitantes tanto por la situación
actual del Tíbet como por la artesanía tibetana. Mientras
bebían agua mineral del Himalaya y hacían preguntas
sobre los efectos del emplasto analgésico Nuodikang, los
visitantes expresaban sus sentimientos fraternales y la sinceridad
de su deseo de comprensión. El Tíbet necesita las
áreas del interior y viceversa. El Tíbet avanza hacia
el futuro rodeada de estas necesidades.
ZHANG
HUA
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