Contenido de Septiembre del 2001
 

Tíbet: del aislamiento a la apertura

 



HASTA principios de la década de los 50 del siglo XX, todos los medios de comunicación, tanto de China como del extranjero, describían el Tíbet en los siguientes términos: "Carece de agua corriente, de suministro eléctrico, de sistema de alcantarillado, de transporte por carretera, de lo que entendemos por 'ciudades' ...". Algunos intelectuales extranjeros llegaron incluso a comparar la vida en el viejo Tíbet con la de la Europa medieval. En aquel entonces, aparte de la lejanía y la imagen mítica que le conferían el Qomolangma (monte Everest) y otras montañas, el Tíbet era sinónimo de atraso y aislamiento. No es de extrañar, pues, que poco después de que un grupo de turistas extranjeros aterrizara en el Aeropuerto Gonggar de Lhasa con la ilusión de "retroceder a la Edad Media", sus integrantes se sorprendiesen al ver hoteles de estrellas, grandes supermercados, bares, cafés Internet, restaurantes de Sichuan y la Bolsa. Lhasa es actualmente una ciudad como las del resto de la parte continental. Hoy en día, más de 2,6 millones de habitantes tienen agua corriente y algunas personas disponen de automóvil propio.
A este respecto, Radi, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de la región autónoma de Tíbet, declaró lo siguiente: "He conocido la vieja y la nueva sociedad tibetana, y he sido testigo de los cambios extraordinarios efectuados en esta región. Desde su liberación pacífica, el Tíbet, con el apoyo de las autoridades centrales y del pueblo chino, ha pasado del atraso al progreso, de la pobreza a la prosperidad y del aislamiento a la apertura".

Cerrando la brecha

Es posible que los tibetanos sean los únicos habitantes del planeta que viven a una altitud media sobre el nivel del mar de 4.000 metros. Debido a la elevada altitud, el frío, la dureza del clima y la falta de oxígeno, antes de la liberación, la base de la economía tibetana era de una debilidad extrema. Por otra parte, el gobierno feudal constituido mediante una alianza de los poderes político y religioso ahogaba la creatividad humana, lo que provocaba el estancamiento de la economía local. Los siervos llevaban una vida miserable. Algunos eran tan pobres que sus posesiones se limitaban a un manto tibetano y un cuenco de madera. Hubo un tiempo en el que el gobierno de Kashag acarició la idea de construir un civilización industrial parecida a la del exterior. A finales de los años 40 del siglo XX, Gran Bretaña regaló un automóvil al XIV Dalai; para hacerlo llegar a Lhasa fue necesario desmantelarlo y el único lugar por el que podía circular era el camino de tierra de dos kilómetros que iba del Palacio de Potala a Norbu Lingka. El automóvil quedó arrinconado debido a la falta de carreteras.
El 23 de mayo de 1951 se firmó en Beijing el Acuerdo entre el Gobierno Popular Central y el Gobierno Local del Tíbet sobre las Medidas para la Liberación Pacífica del Tíbet. La firma de dicho acuerdo abrió un nuevo capítulo en la historia del Tíbet.
La Reforma Democrática realizada en el Tíbet en 1959 puso fin a la servidumbre feudal y abrió las puertas del "techo del mundo". Con el doble fin de reducir la brecha entre el Tíbet y las restantes áreas de la parte continental, y de ayudar al millón de siervos emancipados a llevar una vida próspera, el Gobierno Central concede al Tíbet subsidios y asignaciones financieras.
Asimismo, el Gobierno Central busca sin cesar vías más eficaces para el fomento del desarrollo económico del Tíbet. A partir de 1959 el Gobierno Central construyó varias fábricas, pero las condiciones geográficas, las carencias infraestructurales, la escasez de recursos energéticos, los elevados costes del transporte y la falta de mano de obra cualificada obstaculizaron el desarrollo de esta región.
En febrero de 1984, el II Foro del Comité Central del PCC sobre la Labor en el Tíbet decidió que nueve provincias y municipios (incluidos Beijing, Shanghai, Tianjin y Guangdong), así como los ministerios y comisiones correspondientes del Consejo de Estado, unieran sus fuerzas para ayudar al Tíbet en la ejecución de 43 proyectos de mediana y pequeña envergadura. Posteriormente, en 1994, el Comité Central puso en marcha 62 proyectos de ayuda al Tíbet, con el propósito de impulsar el giro del Tíbet hacia la modernización.
Uno de los 62 proyectos es el tendido del cable de fibra óptica Lhasa-Xigaze, el primer cable troncal de fibra óptica del Tíbet. La ejecución de este proyecto es de capital importancia para las telecomunicaciones de la altiplanicie Qinghai-Tíbet.
Antes de mediados de los años 80, los servicios telefónicos entre Xigaze y Lhasa dependían de los cables telegráficos exteriores. Muchos empresarios que contemplaban la posibilidad de invertir en el Tíbet vacilaron al comprobar el atraso de sus telecomunicaciones.
A fin de corregir esa situación, el Ministerio de Correos y Telecomunicaciones invirtió 30 millones de yuanes en el tendido de 340 kilómetros de cable de fibra óptica. En la fase inicial se añadieron 2.000 líneas telefónicas de larga distancia, paliándose así la escasez de líneas entre Xigaze y otros distritos cubiertos por la red. Este cable se utiliza también en la altiplanicie para enviar y recibir fax. El tendido del cable de fibra óptica ha acortado las distancias entre el Tíbet y el resto del mundo, lo que sirve a su vez de sólida base para la modernización de esta región.
"Los 62 proyectos de ayuda al Tíbet han contribuido a la transformación de las obsoletas infraestructuras tibetanas, al incremento de la producción industrial, a la mejora de la agricultura y la cría de animales, al desarrollo de industrias beneficiosas y a la elevación del nivel de vida del pueblo", afirma Jiangcun Norbu, antiguo presidente de la región autónoma del Tíbet. Desde 1994, año de su inicio, dichos proyectos han producido innumerables beneficios en sectores relacionados con la vida y el trabajo del pueblo, como la agricultura, los recursos energéticos, el transporte, el correo y las telecomunicaciones, la sanidad pública y la cultura.
En el 2000, la finalización del mayor proyecto de preservación del agua ejecutado en el Tíbet, el Proyecto Manla de Preservación del Agua, marcó la culminación de los 62 proyectos de ayuda a esta región autónoma china. Dichos proyectos, relacionados con la cultura y la transformación de la ciudad y la industria, se concentraron en Lhasa. Según Zhaxi, ingeniero jefe de planificación urbanística, "la finalización de este conjunto de proyectos consolidará aun más el papel de Lhasa como centro político, económico y cultural del Tíbet, y posibilitará la modernización de esta antigua ciudad".


Nueva vida, nuevos conceptos
Charles Bell, gobernador británico de Sikkim, escribió en su libro Materiales selectos sobre la historia del Tíbet que en los once meses (de noviembre de 1920 a octubre de 1921) durante los cuales fue distinguido huésped del XIII Dalai Lama, no comió ni un bocado de verdura. Sobre la situación del pueblo llano sólo se pueden tener atisbos. Durante largos años, el bajo rendimiento de las cosechas y la escasez de fruta y verdura se achacaron a las rigurosas condiciones climáticas reinantes en la altiplanicie. Hoy en día, en cambio, durante el Festival de Carreras de Caballos que se celebra anualmente en las praderas de Qangtang (prefectura de Nagqu), no hay mesa preparada por los participantes en la que no haya todo tipo de frutas y verduras, así como varios tipos de marisco. En los mercados tanto de Lhasa como del remoto norte tibetano hay montañas de arroz y de harina de trigo, y en las mesas del pueblo se sirven platos espléndidos. Los lugareños saben que todo esto es resultado de un proyecto de ayuda al Tíbet: el Proyecto Cesta de Verduras.
La mejora de las condiciones de vida ha provocado un cambio en la mentalidad y el comportamiento de los consumidores tibetanos, quienes anhelan salir de la altiplanicie para ver el mundo exterior.
La aldea de Bangdar, situada en la confluencia de los ríos Yarlung Zangbo y Nyang Qu, era conocida como "la aldea de los mendigos". Pero ahora, una niña tibetana de 17 años llamada Cumo que vive en este lugar sueña con matricularse en una facultad de medicina y ser médica. "Los médicos pueden curar a los enfermos. Espero sanarlos y hacerlos felices", dice la joven.
Baizhen, una médica que trabaja en Lhasa, es muy aficionada a viajar. Desde los años 80 ha viajado por toda China y en 1999 visitó Singapur, Malaisia y Tailandia. Cuando un guía turístico local supo que venía del Tíbet, le hizo muchas preguntas extrañas que nacían de sus numerosos conceptos erróneos. Baizhen dice que los forasteros saben muy poco acerca del Tíbet. Es obvio que los intercambios en los tibetanos y los forasteros son insuficientes.
Según datos del Buró de Estadística de la Región Autónoma del Tíbet, en el 2000 la renta disponible per cápita de la población urbana del Tíbet ascendía a 6.448 yuanes. Hace unos años, con el dinero que habían ganado los habitantes de esta región querían comprar muebles y electrodoméstico; pero ahora muchas familias ya tienen nevera, televisor en color, aire acondicionado e incluso automóvil, y desean viajar. Jigmei, jefe del departamento comercial de la Administración Turística del Tíbet, dijo a quien esto escribe que en el 2000 el Tíbet recibió la visita de 565.000 turistas. El número de tibetanos que viajan a la parte continental es reducido, pero ha registrado un incremento notable.
En Lhasa, los gastos en educación van en aumento. Algunas familias ahorran dinero para la futura educación de sus hijos; son muchos los padres que invitan a maestros a venir a su casa para enseñar a sus hijos o que les envían a hacer cursos fuera del horario escolar.
Por otra parte, se presta atención a la elevación del nivel general de los estudiantes. Durante las vacaciones, el Palacio Infantil de la Ciudad de Lhasa organiza clases de música en las que se inscriben unos 200 niños.

Economía característica
Las autoridades centrales están redoblando sus esfuerzos encaminados a ayudar al Tíbet. En el II Foro sobre la Labor en el Tíbet, celebrado a principios de julio del 2001 en Beijing, el Gobierno Central aprobó la ejecución de 117 proyectos en el Tíbet financiados con 31.200 millones de yuanes aportados por el Estado. Dicho proyectos están vinculados principalmente a la agricultura, la cría de animales, la ciencia, la tecnología, la educación, la protección del medio ambiente y las instalaciones relacionadas con el poder político de las bases; a tales proyectos hay que sumar los 70 proyectos coordinados de ayuda al Tíbet, que exigirán una inversión de 1.060 millones de yuanes. "El país entero ayuda al Tíbet; ¿qué puede hacer el Tíbet?". Los tibetanos no están dispuestos a esperar que las autoridades centrales y las provincias hermanas les "donen la modernización". Se dan cuenta de que, en último término, la ayuda del tipo "transfusión de sangre" no puede solucionar sus problemas y que deben ampliar su capacidad de autodesarrollo mediante el fortalecimiento de "producción de sangre". Por lo tanto, el gobierno de la región autónoma del Tíbet, resuelto a crear nuevos focos de crecimiento económico, ha decidido impulsar el desarrollo de las seis industrias pilares siguientes: el turismo, la agricultura y la cría de animales, la medicina tibetana, la artesanía tradicional, los productos verdes y la minería.
"El Tíbet goza de ventajas únicas en lo tocante a recursos", dice un dirigente de la región autónoma. "Tiene la altiplanicie, montañas nevadas, praderas, lamaserías y banderas de oraciones, folclore, vistas espectaculares y ricas reservas de minerales. Al mismo tiempo, el Tíbet, apodada 'el tercer polo' de la tierra, encierra innumerables enigmas geológicos y alberga especies animales y vegetales únicas, hechos que lo convierten en un lugar ideal para la exploración científica, la aventura y el turismo", explica el dirigente. Al referirse a las oportunidades históricas proporcionadas por el desarrollo del Oeste, comenta muy animado: "El Tíbet es como un atleta que parte de la misma de salida que las otras provincias y regiones autónomas, o como un baloncestista que juega en la misma cancha".
El pasado año, el PIB del Tíbet rompió la barrera de los 10.000 millones de yuanes. Esta región ha levantado sus propias industrias y ha creado sus propias marcas prestigiosas, como los medicamentos Qizheng, el agua mineral Shengdi y las motocicletas Qomolangma. Los medicamentos tibetanos, 25 de los cuales han sido incluidos en la lista de preparados medicinales dispensados por las aseguradoras médicas, son muy bien acogidos por los consumidores. Uno de ellos, el emplasto analgésico Nuodikang, ganador de un premio de oro internacional, se exporta a más de 20 países, entre ellos EE.UU., Japón y la República de Corea.
El vencer su aislamiento para entablar contacto con el exterior se ha convertido en un anhelo compartido por todos los tibetanos, mientras que el desarrollo de una economía orientada al exterior es para el Tíbet una opción atrayente por lo que respecta a la elección de una economía característica.
En octubre del 2000, la región autónoma del Tíbet organizó en Hong Kong una feria de inversión y comercio, en la cual anunció que los 138 proyectos abiertos a la inversión foránea requerían un total de 1.500 millones de yuanes. Ese mismo día, el Tíbet y Hong Kong firmaron dos acuerdos de cooperación turística. Los hongkoneses valoraron positivamente la "sensibilidad aperturista" de los tibetanos y dedicaron grandes elogios a aquéllos que hablaban inglés y chino con fluidez.
Además, el Tíbet se ha percatado de las ventajas que le ofrece su larga frontera y ha desarrollado activamente su comercio con el Nepal y Tailandia.
En el 2001, el Consejo de Estado aprobó la construcción de la línea férrea Qinghai-Tíbet, la más larga y elevada del mundo. Algunos expertos han señalado que esta línea marcará un hito en el despegue de la economía tibetana, en la que el modelo de desarrollo "transfusión de sangre" habrá sido sustituido por el de "producción de sangre".
El sector turístico, que acoge este proyecto con entusiasmo, afirma que el Tíbet es uno de los destinos que más fascina a los turistas de todo el mundo. La construcción de esta línea férrea acabará con la creencia de que "viajar al Tíbet es más difícil que viajar al extranjero". Los turistas llegarán al Tíbet en tren y podrán evitar el mal de altura gracias al ascenso gradual de la altiplanicie Qinghai-Tíbet. El ferrocarril traerá a más turistas y, por consiguiente, el sector turístico tibetano obtendrá mayores ganancias.
El tendido de esta línea beneficiará no sólo al turismo del Tíbet, sino también a su minería, los productos especiales de la altiplanicie, las bebidas verdes, los productos agropecuarios y la artesanía tradicional. Grandes cantidades de productos y marcas famosas de la altiplanicie llegarán a las áreas del interior por ferrocarril, sacando así el máximo partido del potencial del Tíbet.
Losang Jiangcun, alcalde de Lhasa, dice: "En el pasado, la carretera Qinghai-Tíbet rompió el aislamiento del Tíbet; hoy, la construcción de la línea férrea Qinghai-Tíbet representa un gran avance de esta región hacia la civilización moderna, en la que experimentará un desarrollo aun mayor".

Ayuda al Tíbet: la amalgama con la civilización moderna
La ayuda procedente de todo el país ofrecida al Tíbet refleja la fuerza centrípeta de la nación china y el respeto con el que los habitantes de las áreas del interior tratan la cultura tibetana.
Hay quienes afirman que la etnia tibetana sabe absorber la cultura exterior avanzada y amalgamarse con ella. Hace ya más de 1.000 años, el rey tibetano Songtsan Gambo, fundador del reino Tubo, abrió el Tíbet al imperio Tang, el más poderoso del mundo; su boda con Wencheng, princesa de la dinastía Tang, tuvo un importancia trascendental para los intercambios entre tibetanos y han.
Esos intercambios y amalgamas culturales han continuado hasta nuestros días. En una de las casetas instaladas en la Feria de Inversión y Comercio Tíbet 2000 celebrada en Hong Kong, una anciana tibetana le decía a un visitante de esta región: "Por favor, compre una máscara de la ópera tibetana. Es un recuerdo magnífico y representa un pequeño pedazo de la larga historia del Tíbet y de sus leyendas". Ello demuestra hasta qué punto los tibetanos desean ser comprendidos por el resto del mundo. Tal apertura puede rastrearse a lo largo del desarrollo histórico del Tíbet. El encuentro y la amalgama de las civilizaciones tradicional y moderna saltan a la vista en cualquier calle de Lhasa, donde los mantos tibetanos y los trajes de corte occidental se entremezclan en la muchedumbre y los vehículos motorizados pasan junto a los peregrinos que avanzan postrándose. Los tibetanos preservan su cultura y, al mismo tiempo, se abren al mundo exterior mostrando una flamante imagen.
Durante la Exposición Nacional de Resultados de la Ayuda al Tíbet, celebrada en Beijing en el 2001, se hizo patente el vivo interés de los visitantes tanto por la situación actual del Tíbet como por la artesanía tibetana. Mientras bebían agua mineral del Himalaya y hacían preguntas sobre los efectos del emplasto analgésico Nuodikang, los visitantes expresaban sus sentimientos fraternales y la sinceridad de su deseo de comprensión. El Tíbet necesita las áreas del interior y viceversa. El Tíbet avanza hacia el futuro rodeada de estas necesidades.

ZHANG HUA

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