Contenido de Septiembre del 2001
 

Los JJ.OO.: un examen de siete años

El éxito logrado por la candidatura presentada por Beijing para organizar los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) del 2008 ha dado una inmensa alegría a los chinos. Éstos se han comprometido ante el mundo entero a celebrar dentro de siete años unos JJ.OO. inolvidables. Pero lo más importante es que la celebración de este magno acontecimiento deportivo permitirá a China mostrar al resto del mundo su elegancia y su grandeza. La preparación y celebración de los JJ.OO. del 2008 suponen para el conjunto de la nación china un examen de siete años.

EL enardecimiento manifestado por los chinos responde no sólo al éxito de la candidatura de Beijing, sino también a los beneficios que esperan que se deriven de la organización de los JJ.OO.
J.A. Samaranch, que acaba de dejar su cargo de presidente del COI (Comité Olímpico Internacional), ha reconocido que dicho comité incurrió en dos errores: el primero fue el de conceder la organización de las Olimpiadas del centenario, las de 1996, a Atlanta (EE.UU.) en lugar de a Atenas (Grecia); y el segundo fue la elección de Sydney (Australia) en lugar de Beijing (China) como sede de las Olimpiadas del 2000.
No obstante, los chinos no tardaron en admitir que, en comparación con la candidatura presentada por Sydney, la de Beijing adolecía de algunos puntos débiles .
La convicción con la que los chinos se aprestan a organizar los JJ.OO. comenzó a cimentarse en 1993. El incesante crecimiento económico, la mejora del tráfico y del medio ambiente, el buen ritmo en la construcción de instalaciones deportivas y la popularización del espíritu olímpico son otras tantas garantías de que China cumplirá los compromisos contraídos en relación con la organización de los JJ.OO. Durante los ocho años transcurridos desde 1993, el crecimiento de la economía china se ha mantenido entre el 8 y el 10 por ciento; durante ese mismo período, en Beijing se han construido numerosas autopistas, algunas de ellas de circunvalación (los llamados "anillos"). Aunque en el 2008 Beijing no sea la ciudad más hermosa del mundo, no cabe duda de que la vitalidad de la capital cautivará a la mayoría de los miembros del COI.
Si una ciudad ha cumplido lo prometido ocho años atrás, es merecedora de plena confianza al hacer una nueva promesa, razón por la cual, el hecho de que la candidatura de Beijing venciese es lo menos que cabía esperar, tanto más si se tienen en cuenta los esfuerzos del pueblo por lograr este merecido éxito.

"Tenemos la capacidad necesaria"
Casi nadie pone en duda la capacidad de Beijing para organizar las Olimpiadas. Tanto los miembros del COI como los chinos y extranjeros que conocen nuestro país consideran que Beijing ha sacado una gran ventaja a las demás ciudades que concurrieron en la adjudicación de los juegos de la XXIX Olimpiada de la era moderna. Esa misma opinión es la expresada ahora en las páginas de un sector de la prensa internacional que, descarriado por sus prejuicios, se había manifestado receloso de dicha capacidad.
Beijing invertirá más de 20.000 millones de dólares en los JJ.OO. del 2008 y en la construcción y reparación de sus infraestructuras urbanas. A esa cantidad habrá que añadir una partida de 2.000 millones de dólares asignada a la construcción de estadios y gimnasios y a la financiación de los gastos administrativos.
Según el informe de la Comisión de Evaluación de las candidaturas, el COI expresa su confianza en que China podrá allegar 20.000 millones de dólares para los gastos administrativos y, por el contrario, su temor de que Osaka sea incapaz de resolver la problemática económica que lastra su candidatura. De hecho, para un país que, como China, está desarrollándose a ojos vista, estas inversiones astronómicas, lejos de representar una rémora, son motores que impulsan el desarrollo en todos los ámbitos.
La internacionalización y comercialización que hoy en día caracterizan la celebración de los JJ.OO. han tenido solamente repercusiones positivas: con la organización de los JJ.OO. de 1992, la ciudad de Barcelona (España) obtuvo unas ganancias de 26.048 millones de dólares; la ciudad de Sydney (Australia), sede de los últimos JJ.OO., consiguió unos beneficios de 3.600 millones de dólares. Según los primeros cálculos, los JJ.OO. de 2008 supondrán para China unos ingresos de más de 16.000 millones de dólares, procedentes de la venta de los derechos de retransmisión televisiva, los proyectos comerciales, la venta de entradas y de otras fuentes. A esa cifra hay que añadir otra de difícil cálculo: la correspondiente a los ingresos indirectos generados por la promoción de la ciudad y por diversos sectores económicos, como el turístico y el inmobiliario.
Según los cálculos de los expertos, los JJ.OO. del 2008 supondrán para Beijing un aumento de la inversión exterior del orden de 9.000 millones de dólares (74.500 millones de yuanes). La gran magnitud del aumento de las inversiones y el elevado rendimiento de las mismas constituyen una fuerza colosal que impulsará el rápido crecimiento económico de Beijing y de toda China. Así, por ejemplo, el sector turístico chino verá aumentar sus ingresos anuales en cerca de 10.000 millones de dólares. Durante los próximos siete años, la actividad constructora será tan intensa que generará 1,5 millones de puestos de trabajo y contribuirá con un punto porcentual al incremento del PIB. Conviene recordar que en el año 2000 el PIB de China fue del orden del billón dólares.
Aunque en el último quinquenio los ingresos anuales del municipio de Beijing han aumentado un 20 por ciento, la capital no podrá allegar por sí sola los 20.000 millones de dólares necesarios para sufragar todos los costes. En efecto, necesitará patrocinadores, donaciones, las ayudas del COI y, en último lugar, pero el más importante, las subvenciones proporcionadas por el Gobierno Central. El apoyo incondicional del Gobierno ha sido precisamente uno de los puntos fuertes de la candidatura presentada por Beijing en nombre del pueblo chino.


Los JJ.OO. del pueblo chino
Cuando la noche del 13 de julio se anunció desde Moscú que la candidatura vencedora era la de Beijing, 500.000 habitantes de esta ciudad iniciaron una fiesta desbordante de alegría que se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
Según una encuesta realizada por el BOBICO (Beijing Olympic Bid Committee), el 95 por ciento de los beijineses apoyaban la candidatura de su ciudad; una encuesta similar efectuada por el COI fijaba esa proporción en el 96 por ciento; en cualquier caso, ambos porcentajes eran ostensiblemente superiores a los de Osaka y París. De haberse realizado una encuesta a escala nacional, no cabe duda de que tales porcentajes habrían sido más altos incluso, ya que el pueblo chino considera que la responsabilidad de organizar los JJ.OO. no recae exclusivamente en la capital, sino que debe ser asumida por todo el país. Por consiguiente, cuando la noche del 13 de julio se anunció el triunfo de Beijing se celebraron actividades festivas no sólo en la capital, sino en todos los pueblos y ciudades de China.
El éxito de la candidatura de Beijing es un gran triufo de los chinos, entre los que sobresalen por méritos propios He Zhenliang, miembro del Comité Ejecutivo del COI, y Deng Yaping, campeona olímpica de tenis de mesa.
He Zhenliang, miembro del COI y presidente honorario del COC (Comité Olímpico Chino), vive desde 1955 consagrado a la promoción del deporte chino, lo que le convierte en un testigo de excepción de la apertura del deporte chino al mundo.
En 1981, cuando contaba 52 años, ingresó en el COI; cuatro años después fue elegido por unanimidad miembro de su Comité Ejecutivo; y en 1989 fue nombrado vicepresidente del COI. Casos como el de He Zhenliang, quien en poco tiempo ha sido ascendido tres veces, no son frecuentes en el COI.
He Zhenliang ha abrigado largo tiempo el sueño de que China organizase unos JJ.OO., sueño que ahora está haciéndose realidad. Al igual que los demás chinos, en 1993 se llevó un gran disgusto con la derrota de la candidatura de Beijing; cuando se anunciaron los resultados He Zhenlinag, a sus 64 años, lloró como un niño.
Cuando en el 2001 se anunció en el palacio del Centro Comercial Mundial de Moscú que Beijing era la candidata elegida para hospedar los JJ.OO. del 2008, el señor He Zhenliang, con sus 72 años, no pudo contener las lágrimas de alegría ante los presentes en el acto, entre ellos los miembros del COI, periodistas y visitantes de diversos países.
Al presentar ante el COI el informe sobre la candidatura de Beijing en nombre de esta ciudad y de todo el país, He Zhenliang declaró que cualquier decisión que tomasen los miembros de dicho comité marcaría un hito histórico, pero que sólo una señalaría un cambio de rumbo de la historia, la de elegir Beijing, ya que ello fomentaría la amistad entre China y el resto del mundo, lo que a su vez beneficiaría a la humanidad.
Entre febrero y mayo del año en curso, He Zhenliang ha hecho 11 giras, ha visitado 20 países y regiones, y ha pasado 69 días en países extranjeros y viajando en avión, todo ello para dar a conocer China a los miembros del miembros del COI. Cuando oyó a J.A. Samaranch pronunciar "Beijing", He Zhenliang dijo que las penalidades de toda su vida se habían esfumado.
Deng Yaping es la representante del pueblo chino. Sus éxitos olímpicos la han convertido en una estrella del deporte chino muy admirada por J.A. Samaranch. En consecuencia, el respaldo de Deng tiene un gran valor para los miembros del COI y del Comité de Deportistas.
China es una de las principales potencias deportivas del mundo. En cinco Olimpiadas ha conquistado 80 medallas de oro, mientras que Francia y Canadá han conseguido, respectivamente, 57 y 25. Este es un dato favorable a China que los miembros de la Comisión de Evaluación de las candidaturas han tenido muy en cuenta.
En 1998, el escándalo de los sobornos en la concesión de los JJ.OO. de Invierno a la ciudad estadounidense de Salt Lake City supuso un duro golpe y un serio aviso para el COI. Actuando en consecuencia, se ha procedido a una reorganización de este organismo encaminada a liberarlo de las presiones políticas y económicas. Posteriormente, se concedió a varios miembros del Comité de Deportistas el derecho a participar en la votación de las candidaturas.
El carisma de Deng Yaping, la jugadora china de ping-pong que ha conquistado más campeonatos mundiales y medallas de oro olímpicas, ha sido uno de los factores decisivos en el éxito de la candidatura olímpica de Beijing.

Imagen internacional
En los siete años venideros, Beijing establecerá un récord de inversiones en la construcción de infraestructuras municipales y se esforzará por reducir la distancia que la separa de las metrópolis internacionales.
La inversión prevista, superior a los 20.000 millones de dólares, se desglosa como sigue: la mitad se destina a la construcción de las redes de metro y trenes de vía ligera, autopistas, instalaciones aeroportuarias y otras infraestructuras de transporte; una cuarta parte, a la mejora del medio ambiente; más de 3.000 millones a las telecomunicaciones y a la informatización; y el resto, a la construcción y transformación de los servicios de suministro de agua, electricidad, gas natural y calefacción.
La organización de los JJ.OO. representa para cualquier ciudad un rito de entrada en su madurez. Tokyo (Japón), Seúl (Corea del Sur) y muchas otras ciudades han sido catapultadas a la fama a raíz de su elección como sedes de tan magno evento deportivo internacional. Del mismo modo, tras de los JJ.OO. del 2008 Beijing contará con innumerables instalaciones modernas y desempeñará un papel de primer orden entre las metrópolis internacionales.
Los JJ.OO. de Sydney se caracterizaron, entre otras cosas, por la importancia concedida a la protección del medio ambiente. Beijing construirá también un barrio verde, la Villa Olímpica, en cuyos 12 kilómetros cuadrados se levantarán 14 instalaciones deportivas, una aldea de periodistas, un centro de noticias y un centro de transmisiones internacionales de radio y televisión. Además, en la ciudad universitaria, la zona turística del norte y en el oeste de la ciudad habrá sendas instalaciones deportivas.
Está previsto que los JJ.OO. del 2008 incluyan 28 deportes. El BOBICO (Comité de la Candidatura Olímpica de Beijing, en sus siglas inglesas) planea asignar 37 instalaciones deportivas a las competiciones y 58 a los entrenamientos. Las construcciones de distintos estilos embellecerán Beijing.
En comparación con la internacionalización superficial, lo más importante es la internacionalización de gran calado. En este sentido, Beijing deberá superar la prueba de adaptarse a múltiples y diversas culturas, adaptación que simboliza la evolución de una ciudad hacia su verdadera internacionalización.
Ese cambio ya se está produciendo. Apenas se anunció que los JJ.OO. del 2008 iban a celebrarse en Beijing, el Gobierno de China declaró que cuenta con la capacidad suficiente para llevar a cabo todos los trabajos de construcción y que no exigirá donaciones sociales ni personales, actitud muy diferente a la de 1990, año en que la capital fue sede de los Juegos Asiáticos.
En cuanto a los derechos humanos, tema al que los medios de comunicación extranjeros han dedicado siempre especial atención, el BOBICO adoptó una actitud abierta y no negó que China puede mejorar en esa dirección. Con ello recalcó que la celebración de los JJ.OO. en Beijing contribuirá a la resolución de esta problemática.
Wang Wei, secretario general del BOBICO, declaró: "Otorgaremos plena libertad a la prensa. Durante la celebración de las Olimpiadas, los periodistas podrán hacer todo tipo de reportajes y recoger todo tipo de noticias tanto en Beijing como en el resto del país. Asimismo, se permitirán las manifestaciones".

Cambiar la historia
Al conocerse la victoria de la candidatura de Beijing, los medios de comunicación extranjeros que criticaban la situación actual de China expresaron opiniones contradictorias. Para algunos, Beijing no está preparada para hospedar los JJ.OO., ya que a pesar de los éxitos cosechados por la reforma y la apertura, la situación sociopolítica de China no es lo suficientemente estable, como se deduce de las actividades de Falungong, la contaminación ambiental, la severa escasez de agua potable en el norte causada por la industrialización excesiva y otros problemas que afectan al país.
Otros, de los que el semanario estadounidense Newsweek es un botón de muestra, creen que la organización de los JJ.OO. pone a China unas esposas de oro y que la comunidad internacional puede aprovechar este evento deportivo planetario para supervisar la mejora de la situación de los derechos humanos, impulsar la democratización social y garantizar el cumplimiento de las normas internacionales por parte de China. Esta concepción que reduce los JJ.OO. a un evento político se ha convertido en el leitmotiv de los sectores occidentales contrarios a la candidatura de Beijing.
En la presentación de candidaturas celebrada en 1993, He Zhenliang dijo que la rivalidad por organizar los JJ.OO. no se circunscribe en absoluto a la esfera deportiva, sino que constituye una prueba de fuerza entre Oriente y Occidente.
Posiblemente por esta causa, el señor He expresó públicamente en esa oportunidad su deseo de que los JJ.OO. contribuyan a cambiar la historia.
No poca gente considera que el éxito de la candidatura de Beijing supone tanto el reconocimiento de la comunidad internacional al rápido desarrollo económico protagonizado por China en los últimos años, como un indicio de que este país en vías de desarrollo se está transformando poco a poco en un país desarrollado y de que pronto se hará realidad el sueño de los chinos de convertir la suya en una gran nación.
Las opinión de que el siglo XXI será el siglo de China es compartida desde hace tiempo por diversos sectores. Según un informe elaborado la pasada primavera por la compañía Lande para las fuerzas aéreas estadounidenses, en el 2015 China será un país merecedor de suma atención y un rival en muchos ámbitos. La CIA cree que en ese mismo año China sustituirá a Japón en el puesto de segunda potencia económica mundial.
Estas previsiones halagan a los chinos, quienes, no obstante, reconocen que la celebración de los JJ.OO. no constituye un factor decisivo. Desde el inicio mismo de la reforma y la apertura, el pueblo chino comenzó a aprender a respetar las normas internacionales; en las dos décadas transcurridas desde entonces, la estructura social ha ido diversificándose sin cesar y el pueblo ha gozado de una libertad sin precedentes. Todo ello ha alterado radicalmente la escala de valores del pueblo chino. Aunque la candidatura de Beijing hubiese sido nuevamente derrotada, la reforma habría seguido adelante a buen paso.
Si de acuerdo con lo previsto China ingresa en la OMC a finales del presente año, en el 2008 expirará el plazo de aplicación de la política de aranceles especiales orientada a la protección de las empresas estatales; en consecuencia, la media de los derechos arancelarios de China descenderá hasta el siete por ciento y las empresas foráneas disfrutarán del mismo trato que las estatales.
Esta feliz coincidencia simboliza la armoniosa fusión de China con el resto del mundo en el sentido más general.
Cuando en el año 2008 la bandera de los cinco anillos se ice en Beijing, ciudad china con 5.000 años de historia, la cultura oriental tendrá la oportunidad de mostrar al mundo su peculiar atractivo.

HE XIN

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