Un cesto de llamas
Vida, pensamiento y obra de Martí
Por HUANG ZHILIANG
Mi verso crecerá, bajo la yerba
Yo también creceré.
Esta
es la profecía que José Martí hizo para sí mismo cuando vivía.
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Huang
Zhiliang, Embajador de China en países latinoamericanos |
Hoy,
cien años después, hemos observado que la poesía de José Martí
no sólo ha crecido vigorosamente en el césped de su Patria,
sino también se ha esparcido en la amplia pradera latinoamericana,
siendo la vanguardia del modernismo de la poesía en la literatura
hispanoamericana.
El
brillante ejemplo y el profundo pensamiento de José Martí, no
sólo han estimulado y guiado al pueblo cubano en la conquista
de su independencia nacional de ayer y el triunfo de su revolución
socialista de hoy, sino que siguen estimulando a los pueblos
latinoamericanos y otros pueblos del mundo en su lucha por la
justicia.
Una
de las impresiones más profundas que me han dejado los dos años
de mi trabajo y estadía en Cuba es ver, que en ese país revolucionario,
la imagen de José Martí es omnipresente y su pensamiento omnipotente.
Últimamente,
he tenido la oportunidad de acercarme un poco a ese gran hombre.
En el proceso de la traducción de una biografía de José Martí,
de veras he quedado hondamente emocionado por su sublime virtud,
su vida legendaria y sus hermosos e imperecederos versos y prosas.
He logrado comprender aún mejor por qué el pueblo cubano consagra
a José Martí como el Héroe Nacional y Apóstol de su independencia
y por qué en Cuba y a escala mundial la gente conmemora con
solemnidad a este inmortal combatiente y poeta con motivo del
150 aniversario de su nacimiento.
Pues,
¿quién es realmente José Martí? Creo que puede sintetizarse
con otro verso suyo: “Un cesto de llamas”. Efectivamente, su
carácter y temperamento son como un cesto de llamas; su pasión
revolucionaria es como un cesto de llamas y, finalmente, él
mismo se ha convertido en un fénix renacido de sus cenizas en
pleno de llamas.
Tengo
que reconocer que explico las ideas revolucionarias de José
Martí y sus obras desde mi modesto modo de entendimiento. Al
leer la biografía de José Martí no puedo por menos que asociarlo
con imágenes de algunos revolucionarios predecesores de China.
José
Martí, nacido en La Habana en una familia humilde de un oficial
del ejército español, abrigaba desde su niñez un gran sentido
de la justicia.
A
la temprana edad de 9 años, el niño Martí presenció una vez
el desembarco de un alijo de esclavos y la bestialidad del bocabajo.
Y cuando 28 años más tarde al escribir Versos sencillos rememoró este hecho frente al cual se hizo su
primer juramento revolucionario de “lavar con su vida el crimen”
de la esclavitud.
Al
entrar en el Colegio, bajo la influencia de las ideas progresistas
y patrióticas de su maestro y rector de la escuela, el adolescente
Martí tomó la decisión de consagrarse a la lucha por la independencia
de la Patria. A los 16 años Martí fue condenado por las autoridades
colonialistas españolas a 6 años de presidio por haber escrito
una carta en la que invitaba al otrora condiscípulo a desertar
de las tropas españolas. Se vio obligado a hacer trabajos forzados
en las canteras de la Habana.
Por
El presidio político en Cuba , libro
de denuncia escrito años después con sangre y lágrimas por Martí,
nos enteramos del “dolor infinito” que padeció en aquellas canteras.
Acerca
de una visita que le hizo su padre durante su etapa de trabajo
forzado en las canteras escribió: “¡Y qué día tan amargo
aquel en que logró verme y yo procuraba ocultarle las grietas
de mi cuerpo, y él colocarme unas almohadillas de mi madre para
evitar el roce de los grilletes y vio al fin, un día después
de haberme visto paseando en los salones de la cárcel, aquellas
aberturas purulentas, aquellos miembros estrujados, aquella
mezcla de sangre y polvo, de materia y fango, sobre el que me
hacían apoyar el cuerpo y correr y correr! ¡Día amarguísimo
aquél! ¡Prendido a aquella masa informe, me miraba con espanto,
envolvía a hurtadillas el vendaje, me volvió a mirar y al fin,
estrechando febrilmente la pierna triturada, rompió a llorar!
Sus lágrimas caían sobre mis llagas; yo luchaba por secar su
llanto; sollozos desgarradores anudaban su voz y en esto, sonó
la hora del trabajo, y un brazo rudo me arrancó de allí, y él
quedó de rodillas en la tierra mojada con mi sangre, y a mí
me empujaba el palo hacia el montón de cajones que nos esperaba
ya para seis horas. ¡Día amarguísimo aquél!”.
Sin
embargo, los sufrimientos infernales, en vez de doblegar al
joven de 17 años, templaron más aún su voluntad revolucionaria.
Desde
entonces José Martí empezó a llevar una vida errante, alejándose
por largos años de su Patria querida y su añorada familia: fue
dos veces desterrado a España y residió sucesivamente en México,
Guatemala y Venezuela, para finalmente quedarse muchos años
en Nueva York (EE.UU.).
Durante
su primera etapa de destierro en España, cursó estudios universitarios
con gran tenacidad y aplicación, y obtuvo con éxitos sobresalientes
el título de Licenciado en Letras, Filosofía y Derecho. Tenía
conocimientos enciclopédicos y una memoria excelente. Descollaba
en ingenio. Contaba con gran facultad para escribir y facilidad
de palabra. Dondequiera que se encontraba, se granjeaba rápidamente
prestigio y popularidad, siendo objeto de admiración de los
buenos y blanco de ataque de los malos.
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Sala
del Instituto de Estudios Latinoamericanos donde tuvo lugar
el acto conmemorativo del 150 natalicio de José Martí |
Hasta
que llegara la hora de poder consagrarse a la lucha patriótica
activa, la obra periodística y literaria era terreno central
de Martí para su desempeño. Fue profesor, corresponsal, colaborador
de periódicos, redactor, traductor, escritor y hasta diplomático.
Mientras tanto, mantenía contactos con organizaciones patrióticas
de los inmigrantes cubanos y seguía muy de cerca las luchas
revolucionarias que se libraban en la Isla. En aquel período,
su arma principal de lucha era la pluma.
Con
lengua afilada y vista penetrante, censuró los vicios de la
época, condenó la injusticia social, preconizó la independencia
de Cuba y denunció la dominación colonialista española y las
pretensiones expansionistas de EE.UU. Al leer los ensayos y
discursos de José Martí, cuales fuesen lanza y espadas dirigidas
al corazón del enemigo, no podemos por menos que recordar los
ensayos y cuentos del gran escritor chino Lu Xun.
Por
largo tiempo, José Martí padeció tanto pobreza como enfermedad,
mientras trabajaba y escribía afanosamente, al igual que Lu
Xun, quien se describía a sí mismo en estos términos: “Se alimenta
del pienso pero da leche”. También es idéntica la actitud de
los dos grandes maestros literarios hacia la vida y el trabajo.
Lu Xun dijo: “¿Qué talento tengo yo? Sólo dedico al trabajo
el tiempo que otros emplean en tomar café”. Y José Martí escribió:
“A otros embriaga el vino; a mí el exceso de trabajo”.
En
plena juventud, José Martí también experimentó momentos románticos.
Se había enamorado con ardor volcánico de algunas mujeres hermosas
y también fue querido y admirado por varias distinguidas damas
de conocidas familias, debido a su talento literario y aire
gallardo. Pero con su ética sublime e integridad personal resolvió
correctamente esos conflictos amorosos.
A
aquellas mujeres hermosas José Martí dedicó varias poesías bellísimas,
entre las cuales destaca “La Niña de Guatemala”, que ha conmovido
a no sé cuántos lectores. Gabriela Mistral caló en el espíritu
del poema, que en el pleno de la composición vio como “el más
donoso y el de ritmo más cimbreante que se haya escrito en la
América Latina”.
Los
logros literarios de José Martí lo han hecho ubicarse en la
fila de los más grandes escritores del mundo. Si hoy tal vez
no nos damos fácilmente cuenta de ello es porque la gente ya
coloca a José Martí entre los grandes emancipadores del género
humano, más allá de la literatura. Se está en lo cierto.
Los
últimos 15 años de su corta vida, que pasó en Nueva York, constituyen
el período más fecundo de su creación literaria y sobre todo,
la etapa más importante de su vida revolucionaria. Durante su
estadía en los EE.UU. y su recorrido por Venezuela, la República
Dominicana, Haití y otros países latinoamericanos, se movió
de un lado a otro clamando por la independencia total de Cuba,
propagó las ideas revolucionarias entre los inmigrantes cubanos,
ganó la unidad de todas las fuerzas patrióticas de dentro y
de fuera de la Isla, e hizo preparativos para el nuevo levantamiento
del pueblo cubano, organizando fuerzas armadas, recogiendo fondos
y adquiriendo armas y municiones. Sobre todo, realizó activamente
la preparación organizativa para la independencia y la fundación
de la República de Cuba y fundó el Partido Revolucionario Cubano.
José
Martí fue elegido “delegado del Partido”, es decir, su Presidente,
convirtiéndose en el virtual máximo líder de la revolución independentista.
Lo que hizo José Martí en aquella época nos recuerda la contribución
que el Dr. Sun Yatsen hizo a la revolución china en 1911. Los
dos grandes próceres de la revolución democrática cumplieron
la misma misión histórica en diferentes períodos históricos
y en distintos países.
Sin
embargo, la mayor gesta histórica de José Martí consistió en
que después de varios años de observación y reflexión, sintetizó
de manera acertada las experiencias y lecciones de las luchas
anteriores por la independencia, descartó la interferencia de
las ideas erróneas autonomistas y anexionistas, y supo unirse
en su entorno con Máximo Gómez, Antonio Maceo y otros héroes
de la vieja generación de la Guerra de Independencia. Junto
a ellos elaboró el proyecto revolucionario e inició y dirigió
con gran sabiduría y valentía al pueblo cubano en la Segunda
Guerra Civil Revolucionaria. El papel que jugó José Martí en
este sentido, tal vez podría compararse con el que desempeñó
Mao Zedong en el período de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria
al conducir la revolución china en crisis hasta la victoria.
José
Martí no era un mero “poeta en versos”, sino un “poeta en actos”,
como él mismo se calificó cuando un enemigo oculto lo tildó
de “revolucionario de palabras”, dando duros contragolpes a
la calumnia con su acción práctica. En enero de 1895, una vez
impartida la orden del llamamiento a la insurrección armada,
fue personalmente a la República Dominicana para reunirse con
Máximo Gómez. En marzo terminó de escribir y firmar con Gómez
el famoso “Manifiesto de Montecristi”. De inmediato, él mismo
remó con Gómez y otros cinco compañeros de combate en un pequeño
bote rumbo al oriente de Cuba, donde estaba el campamento de
las tropas insurrectas. El propio Martí comandó y participó
en los combates. El 19 de mayo, José Martí cayó heroicamente
en Dos Ríos en un combate contra el Ejército español.
Cuando
leía el Diario de Campaña , “escrito con fuego”
por Martí, sentí un arrebato de emoción y se me ocurrió pensar
en otro mártir revolucionario latinoamericano y luchador internacionalista,
Che Guevara, y su imperecedero Diario
de Guerrilla . ¿Acaso ese bravo “soldado americano”
no siguió el mismo ejemplo de José Martí?
Creo
que se puede apreciar la vida de José Martí citando una frase
del Presidente Mao: “Es grande cuando vive y es glorioso cuando
muere”. Son inmortales el ejemplo y el pensamiento de José Martí,
renacido de sus cenizas en las ardientes llamas.
Desde
mi sencilla apreciación, considero que la conmemoración del
aniversario del natalicio de José Martí, tanto en Cuba como
en China, tiene hoy día no sólo un significado histórico sino
una importancia práctica.
Huang
Zhiliang, Embajador de la República Popular China en países
latinoamericanos.