ABRIL 2003

 

 

 

Discurso de Alberto Rodríguez Arufe, Excmo. Embajador de Cuba en Beijing

Un cesto de llamas

Actualidad del pensamiento de José Martí
José Martí y la tradición antiimperialista en América Latina

 

 

 

 

 


Un cesto de llamas

Vida, pensamiento y obra de Martí

Por HUANG ZHILIANG 

 Mi verso crecerá, bajo la yerba

Yo también creceré

Esta es la profecía que José Martí hizo para sí mismo cuando vivía.

Huang Zhiliang, Embajador de China en países latinoamericanos

Hoy, cien años después, hemos observado que la poesía de José Martí no sólo ha crecido vigorosamente en el césped de su Patria, sino también se ha esparcido en la amplia pradera latinoamericana, siendo la vanguardia del modernismo de la poesía en la literatura hispanoamericana.

El brillante ejemplo y el profundo pensamiento de José Martí, no sólo han estimulado y guiado al pueblo cubano en la conquista de su independencia nacional de ayer y el triunfo de su revolución socialista de hoy, sino que siguen estimulando a los pueblos latinoamericanos y otros pueblos del mundo en su lucha por la justicia.

Una de las impresiones más profundas que me han dejado los dos años de mi trabajo y estadía en Cuba es ver, que en ese país revolucionario, la imagen de José Martí es omnipresente y su pensamiento omnipotente.

Últimamente, he tenido la oportunidad de acercarme un poco a ese gran hombre. En el proceso de la traducción de una biografía de José Martí, de veras he quedado hondamente emocionado por su sublime virtud, su vida legendaria y sus hermosos e imperecederos versos y prosas. He logrado comprender aún mejor por qué el pueblo cubano consagra a José Martí como el Héroe Nacional y Apóstol de su independencia y por qué en Cuba y a escala mundial la gente conmemora con solemnidad a este inmortal combatiente y poeta con motivo del 150 aniversario de su nacimiento.

Pues, ¿quién es realmente José Martí? Creo que puede sintetizarse con otro verso suyo: “Un cesto de llamas”. Efectivamente, su carácter y temperamento son como un cesto de llamas; su pasión revolucionaria es como un cesto de llamas y, finalmente, él mismo se ha convertido en un fénix renacido de sus cenizas en pleno de llamas.

Tengo que reconocer que explico las ideas revolucionarias de José Martí y sus obras desde mi modesto modo de entendimiento. Al leer la biografía de José Martí no puedo por menos que asociarlo con imágenes de algunos revolucionarios predecesores de China.

José Martí, nacido en La Habana en una familia humilde de un oficial del ejército español, abrigaba desde su niñez un gran sentido de la justicia.

A la temprana edad de 9 años, el niño Martí presenció una vez el desembarco de un alijo de esclavos y la bestialidad del bocabajo. Y cuando 28 años más tarde al escribir  Versos sencillos   rememoró este hecho frente al cual se hizo su primer juramento revolucionario de “lavar con su vida el crimen” de la esclavitud.

Al entrar en el Colegio, bajo la influencia de las ideas progresistas y patrióticas de su maestro y rector de la escuela, el adolescente Martí tomó la decisión de consagrarse a la lucha por la independencia de la Patria. A los 16 años Martí fue condenado por las autoridades colonialistas españolas a 6 años de presidio por haber escrito una carta en la que invitaba al otrora condiscípulo a desertar de las tropas españolas. Se vio obligado a hacer trabajos forzados en las canteras de la Habana.

Por  El presidio político en Cuba , libro de denuncia escrito años después con sangre y lágrimas por Martí, nos enteramos del “dolor infinito” que padeció en aquellas canteras.

Acerca de una visita que le hizo su padre durante su etapa de trabajo forzado en las canteras escribió: “¡Y qué día tan amargo aquel en que logró verme y yo procuraba ocultarle las grietas de mi cuerpo, y él colocarme unas almohadillas de mi madre para evitar el roce de los grilletes y vio al fin, un día después de haberme visto paseando en los salones de la cárcel, aquellas aberturas purulentas, aquellos miembros estrujados, aquella mezcla de sangre y polvo, de materia y fango, sobre el que me hacían apoyar el cuerpo y correr y correr! ¡Día amarguísimo aquél! ¡Prendido a aquella masa informe, me miraba con espanto, envolvía a hurtadillas el vendaje, me volvió a mirar y al fin, estrechando febrilmente la pierna triturada, rompió a llorar! Sus lágrimas caían sobre mis llagas; yo luchaba por secar su llanto; sollozos desgarradores anudaban su voz y en esto, sonó la hora del trabajo, y un brazo rudo me arrancó de allí, y él quedó de rodillas en la tierra mojada con mi sangre, y a mí me empujaba el palo hacia el montón de cajones que nos esperaba ya para seis horas. ¡Día amarguísimo aquél!”.

Sin embargo, los sufrimientos infernales, en vez de doblegar al joven de 17 años, templaron más aún su voluntad revolucionaria.

Desde entonces José Martí empezó a llevar una vida errante, alejándose por largos años de su Patria querida y su añorada familia: fue dos veces desterrado a España y residió sucesivamente en México, Guatemala y Venezuela, para finalmente quedarse muchos años en Nueva York (EE.UU.).

Durante su primera etapa de destierro en España, cursó estudios universitarios con gran tenacidad y aplicación, y obtuvo con éxitos sobresalientes el título de Licenciado en Letras, Filosofía y Derecho. Tenía conocimientos enciclopédicos y una memoria excelente. Descollaba en ingenio. Contaba con gran facultad para escribir y facilidad de palabra. Dondequiera que se encontraba, se granjeaba rápidamente prestigio y popularidad, siendo objeto de admiración de los buenos y blanco de ataque de los malos.

Sala del Instituto de Estudios Latinoamericanos donde tuvo lugar el acto conmemorativo del 150 natalicio de José Martí

Hasta que llegara la hora de poder consagrarse a la lucha patriótica activa, la obra periodística y literaria era terreno central de Martí para su desempeño. Fue profesor, corresponsal, colaborador de periódicos, redactor, traductor, escritor y hasta diplomático. Mientras tanto, mantenía contactos con organizaciones patrióticas de los inmigrantes cubanos y seguía muy de cerca las luchas revolucionarias que se libraban en la Isla. En aquel período, su arma principal de lucha era la pluma.

Con lengua afilada y vista penetrante, censuró los vicios de la época, condenó la injusticia social, preconizó la independencia de Cuba y denunció la dominación colonialista española y las pretensiones expansionistas de EE.UU. Al leer los ensayos y discursos de José Martí, cuales fuesen lanza y espadas dirigidas al corazón del enemigo, no podemos por menos que recordar los ensayos y cuentos del gran escritor chino Lu Xun.

Por largo tiempo, José Martí padeció tanto pobreza como enfermedad, mientras trabajaba y escribía afanosamente, al igual que Lu Xun, quien se describía a sí mismo en estos términos: “Se alimenta del pienso pero da leche”. También es idéntica la actitud de los dos grandes maestros literarios hacia la vida y el trabajo. Lu Xun dijo: “¿Qué talento tengo yo? Sólo dedico al trabajo el tiempo que otros emplean en tomar café”. Y José Martí escribió: “A otros embriaga el vino; a mí el exceso de trabajo”.

En plena juventud, José Martí también experimentó momentos románticos. Se había enamorado con ardor volcánico de algunas mujeres hermosas y también fue querido y admirado por varias distinguidas damas de conocidas familias, debido a su talento literario y aire gallardo. Pero con su ética sublime e integridad personal resolvió correctamente esos conflictos amorosos.

A aquellas mujeres hermosas José Martí dedicó varias poesías bellísimas, entre las cuales destaca “La Niña de Guatemala”, que ha conmovido a no sé cuántos lectores. Gabriela Mistral caló en el espíritu del poema, que en el pleno de la composición vio como “el más donoso y el de ritmo más cimbreante que se haya escrito en la América Latina”.

Los logros literarios de José Martí lo han hecho ubicarse en la fila de los más grandes escritores del mundo. Si hoy tal vez no nos damos fácilmente cuenta de ello es porque la gente ya coloca a José Martí entre los grandes emancipadores del género humano, más allá de la literatura. Se está en lo cierto.

Los últimos 15 años de su corta vida, que pasó en Nueva York, constituyen el período más fecundo de su creación literaria y sobre todo, la etapa más importante de su vida revolucionaria. Durante su estadía en los EE.UU. y su recorrido por Venezuela, la República Dominicana, Haití y otros países latinoamericanos, se movió de un lado a otro clamando por la independencia total de Cuba, propagó las ideas revolucionarias entre los inmigrantes cubanos, ganó la unidad de todas las fuerzas patrióticas de dentro y de fuera de la Isla, e hizo preparativos para el nuevo levantamiento del pueblo cubano, organizando fuerzas armadas, recogiendo fondos y adquiriendo armas y municiones. Sobre todo, realizó activamente la preparación organizativa para la independencia y la fundación de la República de Cuba y fundó el Partido Revolucionario Cubano.

José Martí fue elegido “delegado del Partido”, es decir, su Presidente, convirtiéndose en el virtual máximo líder de la revolución independentista. Lo que hizo José Martí en aquella época nos recuerda la contribución que el Dr. Sun Yatsen hizo a la revolución china en 1911. Los dos grandes próceres de la revolución democrática cumplieron la misma misión histórica en diferentes períodos históricos y en distintos países.

Sin embargo, la mayor gesta histórica de José Martí consistió en que después de varios años de observación y reflexión, sintetizó de manera acertada las experiencias y lecciones de las luchas anteriores por la independencia, descartó la interferencia de las ideas erróneas autonomistas y anexionistas, y supo unirse en su entorno con Máximo Gómez, Antonio Maceo y otros héroes de la vieja generación de la Guerra de Independencia. Junto a ellos elaboró el proyecto revolucionario e inició y dirigió con gran sabiduría y valentía al pueblo cubano en la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. El papel que jugó José Martí en este sentido, tal vez podría compararse con el que desempeñó Mao Zedong en el período de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria al conducir la revolución china en crisis hasta la victoria.

José Martí no era un mero “poeta en versos”, sino un “poeta en actos”, como él mismo se calificó cuando un enemigo oculto lo tildó de “revolucionario de palabras”, dando duros contragolpes a la calumnia con su acción práctica. En enero de 1895, una vez impartida la orden del llamamiento a la insurrección armada, fue personalmente a la República Dominicana para reunirse con Máximo Gómez. En marzo terminó de escribir y firmar con Gómez el famoso “Manifiesto de Montecristi”. De inmediato, él mismo remó con Gómez y otros cinco compañeros de combate en un pequeño bote rumbo al oriente de Cuba, donde estaba el campamento de las tropas insurrectas. El propio Martí comandó y participó en los combates. El 19 de mayo, José Martí cayó heroicamente en Dos Ríos en un combate contra el Ejército español.

Cuando leía el  Diario de Campaña , “escrito con fuego” por Martí, sentí un arrebato de emoción y se me ocurrió pensar en otro mártir revolucionario latinoamericano y luchador internacionalista, Che Guevara, y su imperecedero  Diario de Guerrilla . ¿Acaso ese bravo “soldado americano” no siguió el mismo ejemplo de José Martí?

Creo que se puede apreciar la vida de José Martí citando una frase del Presidente Mao: “Es grande cuando vive y es glorioso cuando muere”. Son inmortales el ejemplo y el pensamiento de José Martí, renacido de sus cenizas en las ardientes llamas.

Desde mi sencilla apreciación, considero que la conmemoración del aniversario del natalicio de José Martí, tanto en Cuba como en China, tiene hoy día no sólo un significado histórico sino una importancia práctica.

Huang Zhiliang, Embajador de la República Popular China en países latinoamericanos.

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