Discurso
de Alberto Rodríguez Arufe, Excmo. Embajador de Cuba en Beijing
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Alberto
Rodríguez Arufe, Embajador de Cuba en Beijing, en la celebración
del 150 natalicio de José Martí |
Ante
todo quisiera agradecer al Instituto de Estudios Lationamericanos
que una vez más nos acoge con su familiar y generosa hospitalidad,
en esta ocasión para dar inicio a las actividades conmemorativas
en la República Popular China por el Aniversario del Natalicio
de José Martí que se celebrará el próximo 28 de enero.
Confieso
que la inmensidad de la obra y el pensamiento martiano, su trascendencia
y vigencia en las circunstancias actuales me resultan, además
de apasionantes, un reto difícil de superar para referirme a ellos
en unos minutos.
Me
limitaré, por lo tanto, a compartir algunas reflexiones de ciertas
facetas de su vida y su obra que considero indispensables para
acercarnos a su figura inagotable.
En
Martí se sintetiza la expresión más alta del surgimientos de la
nación cubana, su identidad cultural y sus anhelos de independencia;
en él se integran el dirigente político revolucionario de profunda
cultura humanista entregado por entero a la causa de su pueblo;
el intelectual comprometido con lo más bello y exigente del arte
y la literatura, y, al mismo tiempo, con toda causa justa; el
combatiente contra la esclavitud, el racismo y la discriminación;
el periodista, el poeta y el pensador profundo capaz de captar
la esencia de su época y avizorar los riesgos y desafíos futuros.
Fue
un luchador incansable por la unidad de los revolucionarios y
patriotas independentistas cubanos, empeño que lo llevó a la fundación
del Partido Revolucionario Cubano, del cual redactó sus bases
y estatutos, fuente de inspiración de sucesivas generaciones de
revolucionarios cubanos y fundamento indispensable, junto al marxismo
leninismo, en la ideología del Partido Comunista de Cuba.
En
Martí sobresalen los valores éticos y de conducta moral más elevados,
como el sentido del deber y la responsabilidad, la lealtad, la
solidaridad y la fe en el mejoramiento humano. En carta a su madre
en fecha cercana a su caída en combate y en plena conciencia de
los riesgos que se avecinaban, afirmó: “El deber de un hombre
está allí donde es más útil”.
Su
figura trascendental sobrepasó las fronteras de Cuba para ser
también de América y universal. El destierro político lo llevó
a Europa y desplegó más adelante su incansable lucha revolucionaria
desde Estados Unidos y numerosos países de América Latina y el
Caribe. Su obra abarcó los más diversos temas y a ella no le fue
ajeno nada de importancia humana en el mundo en que vivió.
Sus
numerosas referencias a la historia, las tradiciones y la cultura
de China son una prueba de ello.
Su
estancia en Estados Unidos le permitió con particular agudeza
avizorar el nacimiento del imperialismo norteamericano y el peligro
que representaba para las jóvenes repúblicas latinamericanas con
las que anudó profundos vínculos.
Comprendió
también con todo su dramatismo el peligro que representaba para
nuestra independencia la codiciada anexión de Cuba por Estados
Unidos.
Buena
parte de su obra y documentos fundamentales de su ideario fueron
escritos o publicados en países de América Latina, en México,
Guatemala, Venezuela, Santo Domingo, Costa Rica, Panamá, Haití
y Jamaica, dejó la profunda huella de su paso por la historia.
Fue Cónsul General de Uruguay, Argentina y Paraguay en Nueva York
y un infatigable defensor de la necesaria unión de los pueblos
de nuestra región ante el poderoso vecino del norte.
En
sus artículos sobre la Conferencia Internacional Americana de
1890 y el formidable artículo titulado “Nuestra América”, publicado
en México en 1891, podrán encontrar los estudiosos de América
Latina muchas claves de los orígenes de los problemas que han
agobiado y oprimido a los pueblos de América Latina hasta nuestros
días.
Sean
estas frases martianas una muestra de ello:
“El
desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro
mayor de nuestra América.”
“Es
la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en
cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
“Injértese
en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de
nuestras repúblicas.”
Fue
un convencido del valor de las ideas y la fuerza invencible de
éstas cuando son asumidas por el pueblo. “Trincheras de ideas
valen más que trincheras de piedra”, sentenció.
En
estos conceptos están las raíces de la batalla de ideas que libra
hoy el pueblo cubano.
Hoy,
cuando se pretende arrasar con valores éticos y morales esenciales
para la convivencia humana civilizada y la hegemonía económica,
política y militar se trata de imponer tanto por la fuerza de
las armas como en la dominación cultural de los pueblos, el pensamiento
emancipador y humanista de José Martí cobra plena actualidad y
vigencia.
Los
cubanos compartimos con sano orgullo el privilegio de haber dado
al mundo esta ilustre y trascendental figura que echó su suerte
con los pobres de la tierra y de sentirnos legítimos herederos
de su obra y sus ideas.
Muchas
gracias.
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