Contenido de Mayo del 2001
 


La vistosa indumentaria tibetana

HACE años, una amiga mía fue al Tíbet, el "techo del mundo".  Su  primera reacción a la elevada altitud la hizo sentirse deprimida, estado de ánimo que se disipó al ver como los hombres y las mujeres del lugar trabajaban y bailaban respirando el aire más enrarecido del mundo. Mi amiga quedó profundamente impresionada por el esplendor de sus bellas ropas y por el buen humor y la confianza que irradiaban los lugareños. Y pensó que el optimismo de aquella gente y su vistosa indumentaria simbolizaban el encanto y la dignidad de su vida en ese solitario puesto de avanzada.

En esta altiplanicie cubierta de nieve la ropa tiene ciertamente connotaciones inusuales, puesto que son reflejo de la historia, la cultura, las creencias, el carácter y la riqueza de la población local.

La idea general sobre la indumentaria tibetana es la de amplios mantos con largas mangas llevados al sesgo y de delantales de mujer ribeteados con vistosas bandas. No obstante, debido a la influencia de las diversas corrientes existentes dentro de su religión, se observan evidentes diferencias locales en  la manera de vestir. El aislamiento de esta región ha propiciado que la ropa tibetana se diversificara en numerosos estilos peculiares fácilmente distinguibles.

Las principales prendas de vestir tibetanas son el manto y la camisa. El manto tibetano es holgado y la parte izquierda parece más larga que la derecha debido a que suele abrocharse bajo la axila derecha. Los mantos también se sujetan con dos cinturones de tela rojos, azules o verdes.

En el Tíbet septentrional, territorio en cuyas montañas los pastores llevan una vida nómada, hace un frío glacial. Puesto que la diferencia entre las temperaturas diurnas y las nocturnas es muy acentuada, a lo largo de todo el año los pastores de esta región llevan un manto forrado de piel que por la noche usan como colcha. De día sólo utilizan la manga izquierda o no utilizan ninguna, anudando ambas a modo de cinturón. Hoy en día, la costumbre de usar solamente la manga izquierda y de dejar el hombro derecho al descubierto se reconoce inmediatamente como un estilo de vestir tibetano.

El manto tibetano forrado de piel es tan ancho que, según  se dice, tiene capacidad suficiente para cobijar en invierno a un niño de cinco o seis años. Aunque no tiene bolsillos, al ir anudado alrededor de la cintura forma una especie de bolsa en la que hay espacio de sobras para llevar lo más necesario para la vida cotidiana.

Las prendas de vestir que llevan los pastores en las praderas se distinguen por sus cinturones de adorno. La parte delantera, las orillas inferiores y las bocamangas de estas prendas también están adornadas con ribetes de velvetón, pana y lana; las mujeres visten delantales con bandas de tela de vistosos colores. Ningún paisaje pictórico puede emular en belleza la visión de los pastores errando junto con su ganado, bajo el cielo azul y las nubes blancas, por la verde hierba y las montañas nevadas.

Los campesinos tibetanos que viven en el cálido y húmedo sur confeccionan sus ropas con un tipo de lana tejida a mano. Tanto los hombres como las mujeres se abrochan por la derecha. La parte delantera, los bordes inferiores, así como el cuello y las bocamangas de las prendas masculinas están ribeteadas con telas o seda de colores llamativos. Excepto durante el crudo invierno, las prendas femeninas exteriores no tienen mangas. En general, los mantos tibetanos son largos en comparación con la altura de quien los lleva,  pero eso se soluciona levantando la parte de la cintura y atándola con un cinturón.

En Lhasa y en la prefectura de Shannan el clima es aun más cálido y húmedo. Los hombres suelen llevar mantos dobles, mientras que las mujeres visten mantos ajustados con mangas largas y delantales atados a la cintura con adornos de gran colorido.

El delantal es una de las prendas favoritas de las mujeres tibetanas. De acuerdo con las costumbres tibetanas, llevar delantal es un privilegio reservado a las mujeres casadas, por lo que las solteras no suelen usarlo. Gonggar, distrito situado en Jiedexiu, zona de la prefectura de Shannan, es sinónimo de delantal, puesto que en él se confecciona esta prenda desde hace 500 o 600 años.

Las fiestas son la mejor ocasión para contemplar y apreciar la indumentaria tibetana. Todos los años, en Nagqu, ciudad del norte del Tíbet, se celebra una carrera de caballos. Los tibetanos acuden a esta feria con sus mejores galas. Generalmente los jinetes llevan botas, mantos de color azul celeste, azul oscuro o verde pálido, y bombachos rojos o pantalones de deporte azules o negros.  Los espectadores llevan largos mantos negros, azules o amarillos forrados de piel, de cuya cintura cuelgan dagas tibetanas finamente trabajadas, pedernales, cajitas de rapé y monedas de plata; las espectadoras se adornan con sombreros ribeteados con colores que hacen juego con los ribetes de todas las prendas tibetanas, incluidas las botas; además, llevan adornos de oro, plata y cobre en sus largas trenzas, grandes pendientes y collares, así como sartas de monedas de metal que embellecen su cintura y que mecidas por la brisa tintinean musicalmente.

A los tibetanos les gusta ponerse abundantes joyas y consideran el vestido y los adornos símbolos de riqueza y hermosura. Por muy pobre que sea una familia, compra joyas para reforzar su confianza ante los demás. Los ornamentos personales que hoy en día lleva un tibetano adinerado pueden alcanzar un valor que oscila entre varias decenas de miles de yuanes y más de un millón.

Los tibetanos son budistas devotos. En el siglo VII, Song-stan-gam-po, el héroe nacional del Tíbet, se casó con la princesa Wencheng de la dinastía Tang y con una princesa nepalí que trajo dos estatuas de Sakyamuni, una del este y otra del oeste. A partir de entonces, el budismo se difundió por todo el Tíbet transformándose gradualmente en el incomparable budismo tibetano, que viene practicándose desde hace siglos.

El budismo tibetano influye no sólo en las ideas y el comportamiento de la gente, sino también en sus preferencias con respecto a la ropa y a los complementos. En la cultura budista el blanco simboliza la santidad y en su vida cotidiana los tibetanos adoran ese color, puesto que lo consideran emblema de la pureza y los buenos augurios. En consecuencia, les gusta llevar camisas blancas o ribetear sus faldas con tejidos de ese color. En cuanto a los complementos, los tibetanos usan con profusión los colores rojo, amarillo, naranja, azul y verde oscuro, gama cromática que también revela la influencia budista, no en vano Sakyamuni llevaba una kassaya amarilla, el gurú Rin-po-che un sombrero rojo y el maestro Tsong-kha-pa un sombrero amarillo. Las cuentas y el ga'u (amuleto) que hombres y mujeres llevan sobre el pecho también guardan relación con el budismo. Se cree que el ga'u trae seguridad y riqueza a quien lo lleva.

El mejoramiento de las vías de comunicación entre el Tíbet y las zonas del interior ha propiciado el florecimiento del intercambio de artículos, incluidas las prendas de vestir. Hoy en día la ropa tibetana tradicional va desapareciendo, siendo sustituida por modernos trajes de corte occidental, pantalones tejanos y otras prendas de la moda contemporánea. Las mujeres de mediana edad, aunque menos atrevidas que la gente más joven, pueden llevar un traje de chaqueta sobre su vestido tibetano y un sombrero tradicional adornado con satén dorado y plateado. Esta forma de vestir, muy popular en el Tíbet, es una muestra de la tolerancia de la cultura exterior por parte de los tibetanos.

A su vez, los adornos preferidos por las  muchachas de las zonas del interior, como los brazaletes de plata con engastes de turquesa y los collares de plata con incrustaciones de ágata y de otras piedras preciosas locales, son un reflejo de la influencia tibetana.

Muchos diseñadores de moda encuentran en la ropa tibetana tradicional una fuente de inspiración. Patrocinada por la Comisión Estatal de Asuntos Étnicos, en junio del 2000 se celebró en Kunming la I Exposición China de Vestidos y Complementos Nacionales. Los prendas tibetanas tradicionales merecieron el elogio y la admiración unánimes del público. Todos los modelos Wu Haiyan, diseñadora china de moda femenina, estaban inspirados en el estilo tibetano.

El más valioso de los conjuntos expuestos fue el formado por cuatro vestidos tibetanos de más de 300 años de antigüedad seleccionados por la prefectura autónoma tibetana de Deqen (provincia de Yunnan). Los mantos tibetanos estaban profusamente embellecidos con perlas y adornos de oro, plata y ágata. A partir de estas prendas de vestir finamente confeccionadas y exquisitamente adornadas parece posible trazar la historia de la indumentaria tibetana.

Siendo como es portadora de un tipo de cultura, la indumentaria tibetana ha despertado en todo el mundo no sólo curiosidad sino un sincero respeto.

Por nuestro reportero ZHANG HUA

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