Contenido de mayo del 2001
 

De la oscuridad a
la luz

-- Celebración del cincuentenario de la liberación pacífica del Tíbet

Durante los más de 700 años transcurridos desde la dinastía Yuan (1271-1368), el Gobierno Central de China ha ejercido su soberanía sobre el Tíbet. A lo largo del siglo XIX, las fuerzas imperialistas invadieron China, irrumpiendo no sólo en las áreas de su interior, sino también en el Tíbet, donde ¿? y sembraron las semillas de la discordia entre esta región y la madre patria. En vísperas del establecimiento de la República Popular China, las actividades separatistas acicateadas por las fuerzas imperialistas adquirieron un sesgo aun más amenazador, razón por la cual, poco después de que se fundara la Nueva China, el Comité Central del Partido Comunista de China y el Presidente Mao Zedong ordenaron la liberación pacífica del Tíbet.

La liberación pacífica del Tíbet comenzó en Qamdo. La transformación de este pequeño municipio del este del Tíbet en lo que hoy es una bulliciosa ciudad sintetiza a la perfección el progreso del todo el Tíbet. Tomando como testimonio los recuerdos de Li Guozhu, una mujer soldado que participó en la batalla de Qamdo, constatamos que el proceso de llevar al Tíbet de la oscuridad a la luz exigió el sacrificio supremo de incontables tibetanos y han.

En la historia de la humanidad cincuenta años no son sino un instante, circunstancia que hace tanto más gratificantes los cambios registrados en el Tíbet durante este período. Lo que a continuación nos explica Radi, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular de la región autónoma del Tíbet, nos ayudará a comprender mejor el nuevo Tíbet.

Nota de la redacción

Tíbet: cada vez más cerca

-- Entrevista con Radi, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular de la región autónoma del Tíbet

"El medio siglo transcurrido desde la liberación pacífica del Tíbet ha abarcado un proceso glorioso por el que las diversas etnias del Tíbet han avanzado de la oscuridad a la luz, del atraso al progreso, de la ignorancia a la cultura, de la pobreza a la prosperidad y del aislamiento a la apertura", dice el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular de la región autónoma del Tíbet.

Se suele comparar el antiguo Tíbet con la edad media europea, puesto que en ambos casos existía una monopolización del poder político y tanto los medios de producción como los siervos eran propiedad del gobierno y la aristocracia. En este tipo de sociedad los siervos no tenían derecho alguno. Aunque trabajaban duramente todo el año, vivían en un estado de pobreza perpetua, ya que los frutos de sus afanes pertenecían a los señores feudales. En 1951, la liberación pacífica del Tíbet significó el primer paso de esta tierra aislada hacia la civilización y el progreso. Las reformas democráticas llevadas a cabo en 1959 y la abolición del antiguo sistema de explotación inhumana crearon las condiciones favorables para el progreso del pueblo tibetano.

Alrededor del viejo Palacio de Potala ha ido extendiéndose una moderna ciudad; anchas calles han sustituido a las callejuelas estrechas y enlodadas, mientras que los camiones que circulan por las carreteras de alta montaña han reemplazado a las caravanas de yaks. Hoy en día el Tíbet cuenta con aeropuertos, escuelas, universidades, emisoras de televisión e industrias modernas, todo lo cual, del mismo modo que el antiguo palacio, forma parte de esta región.

Entre los tibetanos se han producido grandes cambios, no en vano el "techo del mundo" ya no está aislado del resto del planeta. En efecto, los tibetanos de hoy leen periódicos, utilizan modernos sistemas de telecomunicaciones, reciben educación, trabajan en fábricas y comercios, y acceden a la información más novedosa por medio de la Internet.

Ahora los tibetanos pueden pregonar con orgullo que en 50 años han construido un nuevo Tíbet.

Radi muestra especial interés en hablar acerca del desarrollo económico, la construcción de infraestructuras y las mejoras educativas del Tíbet actual.

En primer lugar se refiere a la construcción de la línea férrea Qinghai-Tíbet, proyecto aprobado recientemente. Esta línea férrea será la primera del mundo en su género. Dentro de seis años, una vía de 1.100 kilómetros comunicará Lhasa, capital de la región autónoma del Tíbet, con Golmud, ciudad de la provincia de Qinghai.

"La proeza que representa el tendido de estos 1.100 kilómetros de vía no debe minimizarse, puesto que exigirá tender un tramo de 550 kilómetros sobre permafrost y otro de la misma longitud por entre montañas de gran altura. En muchos tramos su altitud rebasará los 5.000 metros. En su construcción se batirá el récord de longitud de vía tendida en una altiplanicie y el de longitud de vía tendida sobre permafrost", dijo con orgullo Radi. En la construcción de esta larga línea de ferrocarril los trabajadores estarán bajo la amenaza de los desprendimientos de tierra y los aludes de barro y rocas, a los que en algunas áreas probablemente se añadirán los terremotos. Esta línea ferroviaria cruzará dos reservas naturales, por lo que deberá procurarse tanto evitar el deterioro del hábitat de la fauna y la flora, como proteger la vegetación de las zonas donde nacen los ríos Yangtze y Amarillo. También habrá que tomar en consideración los efectos de la altitud en la salud de los trabajadores, circunstancia que exige la formulación de una normativa sobre la duración de los turnos de trabajo y la utilización de equipos de emergencia para el suministro de oxígeno en los casos de mal de montaña. Esta serie de dificultades ya han impedido dos veces la construcción de una línea férrea que llegara al Tíbet: la primera en los años 50; y la segunda en 1979, año en que la construcción hubo de suspenderse "a las puertas" del Tíbet.

"Pero, sin género de dudas, el Tíbet necesita esta línea de ferrocarril", afirmó Radi.

Durante los últimos seis años el PNB del Tíbet ha aumentado a un ritmo superior al 10 por ciento anual, llegando el incremento medio al 12,9 por ciento, el más alto del país. No obstante, el Tíbet es la única región de China que carece de  ferrocarril. Su capacidad de transporte aéreo es limitada y el transporte por carretera es vulnerable a los caprichos del clima.

El Tíbet es rico en productos agropecuarios, pero actualmente no es posible transportarlos a otras provincias y su distribución dentro del Tíbet resulta también dificultosa. El desarrollo de las nuevas industrias de esta región, entre ellas la turística, la farmacéutica, la minera y la de elaboración de productos alimenticios ecológicos, exige la abertura de una vía que posibilite tanto la entrada de materias primas y de turistas, como la expedición de los productos acabados. En todos los aspectos, Tíbet necesita una vía de transporte estable y se beneficiaría mucho de ella.

“El ferrocarril no perjudicará al medio ambiente de Tíbet”, dijo Raidi, disipando así la mayor preocupación relacionada con la línea férrea Qinghai-Tíbet.

A pesar de que la construcción de esta línea hubo de suspenderse, las pruebas y los trabajos de exploración siguieron adelante. Desde entonces, el personal científico y técnico ha ido diseñando un plan para la construcción del ferrocarril que también tiene en cuenta la defensa del medio ambiente.

De acuerdo con dicho plan, el impacto de la línea férrea sobre el medio ambiente será muy reducido. Cuando la construcción del ferrocarril llegue a las zonas donde nacen los ríos Huanghe, Yangzi y Lancang, el césped se trasplantará a otras áreas antes de comenzar a sacar tierra, para devolverlo a su lugar originario una vez finalizadas las obras. En otros casos, se plantará nueva vegetación por medios artificiales.

En lugar de atravesarla, la línea bordeará la Reserva Natural de Koh Hil, de modo que su impacto sobre la flora y la fauna de esta área será mínimo. Con todo, el Ministerio de Ferrocarriles está estudiando la posibilidad de abrir corredores en los puentes a fin de que los animales no vean restringida su libertad de movimientos.

En el tendido de esta línea se invertirá un total de 13.000 millones de yuanes, cifra equivalente al actual PNB del Tíbet. En opinión de Radi, “la influencia del ferrocarril Qinghai-Tíbet marcará un hito en la historia de esta región, puesto que su entrada en servicio no sólo impulsará extraordinariamente su crecimiento económico y su progreso social, sino que propiciará el desarrollo de importantes sectores industriales, como el turismo, el comercio y la prospección de recursos”.

El ferrocarril acercará el Tíbet tanto a las demás partes de China como al resto del mundo.

Pero no solamente acortará la distancia en términos geográficos: los tibetanos también están trabajando duramente para reducir la brecha existente en otros ámbitos, como el económico, el educativo y el cultural.

Según Radi, en el Tíbet la tasa de escolarización alcanza actualmente el 85,8 por ciento, mientras que la cobertura de la radio y la televisiónaes, respectivamente, del 77,8 y el 76,2 por ciento.

Lhasa, capital del Tíbet, planea elevar durante la próxima década la calidad de la enseñanza impartida en las escuelas urbanas hasta equipararla a la de las escuelas de las áreas medianamente desarrolladas del interior del país; asimismo, confía en poder establecer un sistema educativo moderno en un plazo de 15 años. Dentro de cinco años concluirá la formación de una red de educación a distancia, servicio muy necesario si se tienen en cuenta las principales características del Tíbet, a saber, la vastedad de su territoria y su escasa densidad demográfica. Los niños de las zonas de pastoreo situadas en los alrededores de Lhasa recibirán su educación por televisión, mientras que los que viven en las zonas urbanas seguirán sus lecciones por la Internet.

Los tibetanos no quieren quedar rezagados en el campo de la informática moderna. En el Tíbet la Internet está popularizándose con gran rapidez; en las calles de Lhasa y Xigaze han aparecido algunos cafés Internet frecuentados mayoritariamente por jóvenes. Tanto las empresas como las instituciones tibetanas se sirven también de este medio para contratar a personal y son muchos los empleadores dispuestos a pagar las tarifas requeridas para navegar por la Internet. Por su parte, los departamentos gubernamentales confían en poder dar a conocer el Tíbet por este mismo canal. El sitio web Centro Chino de Información sobre el Tíbet, con versiones en chino e inglés, es el que ofrece mayor información acerca de esta región, siendo visitado por usuarios de todo el mundo.

Los ordenadores son utilizados incluso por la administración del antiguo Palacio de Potala para gestionar su colección de aproximadamente 10.000 reliquias culturales.

Para no quedar a la zaga del rápido desarrollo económico, al Tíbet le urge introducir personal capacitado procedente del interior especializado en todo tipo de ámbitos, incluidos la gestión empresarial, la explotación de los recursos turísticos, la ingeniería, los sistemas informáticos, la planificación urbanística, la medicina, la salud y la educación. El Gobierno subvenciona la investigación científica.

Radi dijo: "Hemos de reconocer que las bases para el desarrollo del Tíbet no son las idóneas y que nuestra necesidad de personal competente es apremiante".

En el 2001 China ha iniciado su X Plan Quinquenal y el Tíbet comienza una nueva etapa de desarrollo. Radi confía plenamente en las perspectivas económicas del Tíbet: "Estamos esforzándonos al máximo por mantener el crecimiento económico en el 12 por ciento anual; en el 2005, el PNB per cápita del Tíbet será el más elevado de las regiones orientales".

Con este objetivo en mente, Tíbet ha elaborado un nuevo plan centrado en las cuatro industrias en las que dispone de más recursos: el turismo, la agricultura ecológica de altiplanicie, la medicina tibetana y la minería. Además, estas cuatro industrias pilares están abiertas a los inversores foráneos.

Hoy Lhasa es una ciudad próspera en la que se mezclan personas de negocios procedentes de otras partes de China y del mundo. Una mujer de las zonas del interior dijo: "En un día he visto en Lhasa a más extranjeros que los que he visto en otros lugares a lo largo de toda mi vida".

El paisaje urbano y los templos de más de mil años de antigüedad dibujan un panorama que, sintetizando los últimos 50 años de la historia del Tíbet, combina los viejos y los nuevos tiempos. De no haber sido por la oportunidad que se presentó hace 50 años, ¿cómo serían hoy Lhasa y el resto del Tíbet? ¿Y cuál sería el relato de la historia del "techo del mundo"?

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