Contenido de enero del 2001
 
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El ingreso en la OMC introducirá a China en una nueva etapa de desarrollo

¿QUÉ repercusiones tendrá en China su entrada en la OMC (Organización Mundial del Comercio)? Esta pregunta suscitó una animado debate entre los empresarios foráneos de Shanghai y de Beijing. ¿Aumentará la venta de automóviles de la General Motors. A la hora de contratar un seguro de vida, ¿preferirán los chinos las compañías aseguradoras estadounidenses? ¿Obtendrá AT&T la mayor cuota en el mercado de las telecomunicaciones, hasta hace poco monopolio del Estado chino? Los empresarios e inversores de Nueva York, Londres, París y Frankfurt también se están apresurando a encontrar respuestas para estos interrogantes.

Sin embargo, el cambio sustancial va a tener lugar dentro de este país milenario. China va a abrir por completo las puertas de su economía, cuyo cierre la había mantenido aislada del resto del  mundo. En este país, tanto las metrópolis más desarrolladas de la costa este, como las aldeas más cerradas y pobres de las provincias del oeste, situadas a miles kilómetros de aquéllas, se formularán las siguientes preguntas: ¿Qué oportunidades de desarrollo tendrán las empresas de alta tecnología de reciente creación que acaban de adoptar las normas internacionales? ¿Podrán los jóvenes emprendedores y cualificados conseguir un empleo mejor? ¿Se logrará revitalizar las empresas estatales lastradas por los equipos obsoletos y la acumulación de pérdidas? La cercana entrada de China en la OMC ha vuelto a poner todas estas preguntas sobre el tapete.

¿Qué significa la OMC?

En China, para el común de las gentes la OMC no tiene nada que ver con exactas demostraciones teóricas ni con negociaciones interminables e incontables acuerdos, sino con los cambios que se producirán en los sectores de la alimentación, el vestido, la vivienda y el transporte, necesidades básicas de la vida diaria.

Para el señor Luo, de Shanghai, la OMC significa unos zapatos. "Hace poco estuve en el extranjero y compré unas zapatillas de deporte CLAKS que me costaron solamente 40 libras, más o menos 500 yuanes. En la calle comercial Nanjinglu, esas mismas zapatillas llegan a valer hasta 2.000 yuanes. Cuando al entrar en la OMC se produzca una bajada de los aranceles, los productos de las marcas extranjeras famosas no serán tan caros como ahora", dijo el señor Luo suspirando de emoción tras regresar de su viaje por el extranjero.

Al oír hablar de la OMC, el señor Xu, de Beijing, piensa inmediatamente en los automóviles: "Si la diferencia de precio no es muy grande, escogeré un auto importado, puesto que su calidad está mejor garantizada. Cuando los precios de los autos extranjeros bajen, me compraré un BMW".

Ma Lin, que lleva un año cursando la maestría de derecho en Estados Unidos, piensa más en la relación entre la pertenencia a la OMC y las telecomunicaciones chinas: "Vivo en el estado de Missouri. Sólo pago 27 dólares al mes de teléfono; las llamadas dentro del estado son gratis, mientras que las internacionales sólo cuestan 10 centavos de dólar por minuto. Ellos se debe a que entre las empresas de telecomunicaciones la competencia es muy intensa. Creo que en China sucederá lo mismo".

La OMC animará al señor Zhou, que ejerce una profesión liberal, a suscribir una póliza de seguros. "Todavía no he contratado ningún seguro porque las compañías aseguradoras nacionales padecen problemas de funcionamiento y de administración muy graves; a pesar de que exigen mucho a sus clientes, no pueden garantizarles la prestación de los servicios contratados". Pero tras el ingreso de China en la OMC, el señor Zhou tendrá más opciones:  "Las aseguradoras extranjeras son más maduras y sus mecanismos funcionan mejor. Sea como fuere, contar con un seguro es una buena cosa".

"Las tarifas de los teléfonos celulares y de la conexión a la Internet bajarán."

"Podremos comprar productos de mejor calidad y disfrutar de mejores servicios a un precio más ventajoso."

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zOtras muchas opiniones reflejan un optimismo similar. Parece, pues, que la mayoría de los chinos asocian la incorporación a la OMC con la posibilidad de comprar "artículos de buena calidad por un precio moderado". Sin embargo, es posible que el significado del ingreso de China en la OMC se extienda más allá hasta incluir no pocas consecuencias menos deseables.

"No cabe duda de que a largo plazo los efectos serán beneficiosos; pero es muy probable que, al principio, la competencia presentada por la economía exterior suma a algunas empresas nacionales en un mar de problemas, pudiendo incluso llevarlas a declararse en quiebra. Este inevitable efecto a corto plazo es el precio de nuestra incorporación a la OMC", dijo la economista Zhang.

Durante este proceso, el pueblo no desempeñará solamente el papel de consumidor. Al principio, los  precios tanto de los pequeños productos, entre ellos los artículos de uso diario, como de los grandes, por ejemplo, automóviles y viviendas, tenderán a bajar. Pero por otro lado, empujadas por la OMC, las empresas estatales deberán seguir profundizando la reforma, lo que las obligará a despedir a un número creciente de empleados superfluos que pasarán a engrosar las filas de parados. Al mismo tiempo, la considerable reducción de los aranceles aduaneros sobre los productos agrícolas provocará un aumento del excedente de mano de obra en el agro chino. Todo ello va a moderar la alegría de los ciudadanos ante la entrada en la OMC.

No cabe duda de que el mayor reto es el planteado por el desempleo. En estas circunstancias, quienes tengan un buen expediente académico y sólidos conocimientos técnicos serán los candidatos con más posibilidades de conseguir un empleo.

Muchos jóvenes empiezan a apresurarse a estudiar inglés, pues están convencidos de que, debido a la mayor apertura económica, una buena formación lingüística les proporcionará más y mejores oportunidades. Los estudiantes chinos residentes en el extranjero regresarán a su patria junto con las empresas extranjeras para hacer realidad sus sueños en su propia tierra.

Ninguna de las iniciativas aperturistas emprendidas a lo largo de la historia podrá compararse con los efectos que tendrá el ingreso en la OMC, ya que en esta ocasión a las empresas foráneas se les abrirán casi todos los ámbitos de la economía china. Pero a fin de cuentas ¿qué  repercusiones tendrá en China su ingreso en la OMC? Esta pregunta no obtendrá respuesta hasta dentro de una o incluso varias décadas.

Sin embargo, en algunos sectores económicos los efectos se dejarán sentir de inmediato.

Las autopistas informáticas pasarán por delante de nosotros

Un día después de que EE.UU. y China firmaran su acuerdo histórico sobre la OMC, Chinatelecom anunció una reducción del 50 % en las tarifas de conexión a la Internet, que de 0,18 yuanes por minuto pasaron a 0,09. La trascendencia de tal reajuste radica no sólo en su magnitud, sino en el hecho de que evidencia la importancia concedida a los servicios que ofrece este avanzado medio de comunicación y de que ha beneficiado a sus usuarios en gran medida. A pesar de todo, las quejas del pueblo chino siguen siendo incontables. Si se instala un teléfono, hay que seguir pagando por el uso del aparato; las tarifas de los teléfonos móviles no dan muestras de que vayan a bajar; los procedimientos de cobro no son razonables; y las reclamaciones al respecto no reciben la atención que merecen.

La monopolización, problema fundamental de la industria china de la informática y las telecomunicaciones, es la culpable de las elevadas tarifas, el mayor obstáculo para la popularización de la Internet en China. Esta monopolización afectará sin duda alguna a la competitividad de nuestro país en el mercado mundial. La industria de la informática y las telecomunicaciones fue uno de los puntos sometidos a discusión en la mesa de negociaciones de la OMC. Conforme al acuerdo base, tras su ingreso en la OMC China deberá abrir este sector a los inversores foráneos y permitirles tener una cuota de este colosal mercado; por otra parte, en los años subsiguientes y de forma gradual, deberá concederles el derecho de controlar acciones. Al entrar en la década de los 90, el valor de la producción de la industria china de las telecomunicaciones empezó a aumentar a razón de un 45% anual; en 1998 el número de nuevos usuarios de teléfonos convencionales y de teléfonos celulares fue, respectivamente, de 1,8 millones y 1,1 millones. Ningún empresario experimentado está dispuesto a pasar por alto este jugoso mercado.

China se comprometió asimismo a suprimir antes del 2005 las restricciones arancelarias impuestas a la importación de aparatos de radio, equipos informáticos y de telecomunicaciones, y otros productos de alta tecnología.

Las condiciones de la economía mundial han obligado a la industria china de las telecomunicaciones a iniciar su reconversión. Bajo la guía del gobierno, las empresas CHINATELECOM, UNICOM y JITONG se han repartido el mercado chino. La subsiguiente competencia traerá consigo un ajuste paulatino de las tarifas chinas a los estándares internacionales, ajuste que beneficiará a los usuarios.

Tener un automóvil: un sueño que está haciéndose realidad

Cuando las negociaciones con la OMC llegaron a su última etapa, la industria automovilística China se encontró sin quererlo ante la encrucijada de decidir si bajaba los precios.

Un mismo modelo de la marca estadounidense Buick cuesta en EE.UU. entre 20.800 y 22.800 dólares (de 170.000 a 180.000 yuanes), mientras que en Shanghai vale entre 319.000 y 369.000 yuanes, es decir, el doble. No hay que olvidar que la media de los ingresos del ciudadano chino equivale solamente a la décima parte de la media de los ingresos del ciudadano estadounidense.

Ninguna de las miles de fábricas de automóviles del país es competitiva en el mercado internacional, siendo su producción conjunta inferior al pico de la producción de GM.

Dado que se trata de una industria en mantillas, por medio de la negociación se logró que se le concediera un plazo de protección de entre cinco y seis años. Según lo acordado, en julio del 2005 China abolirá las medidas proteccionistas no arancelarias y en el mismo mes del año siguiente reducirá los derechos arancelarios al 25%. Por lo tanto, la industria automovilística china dispondrá de una período de transición de cinco años y de una última oportunidad.

Dentro de cinco años, el poder adquisitivo de muchos chinos les permitirá comprar automóviles importados a un precio razonable. La competencia de los automóviles importados forzará el abaratamiento de los nacionales, de modo que numerosas familias modestas podrán hacer realidad su sueño de tener un automóvil.

El sector de los seguros ofrecerá mayores garantías

En China, el de los seguros es también un sector incipiente, puesto que su desarrollo se inició hace tan solo veinte años, razón por la cual se enfrenta con infinidad de problemas. Sus principales clientes son entidades y colectivos, mientras que los particulares constituyen un porcentaje muy bajo.

Muchos de sus clientes se quejan de un fenómeno que se da en casi todas las compañías aseguradoras chinas. En sus campañas de promoción, éstas ofrecen amablemente condiciones y servicios excelentes, pero cuando el asegurado recurre a ellas muestran una actitud muy distinta. Por lo tanto, si el problema no es muy grave, más vale solucionarlo por cuenta propia. El pueblo se muestra  remiso a contratar seguros, no sólo porque se trata de una actividad comercial con escasa tradición en China, sino también porque tiene poca confianza en las aseguradoras. En efecto, los ciudadanos chinos albergan muchas dudas acerca de los sistemas de operación y administración de estas empresas.

Hasta finales del año pasado, se había autorizado a nueve aseguradoras de capital foráneo a que establecieran en China sucursales y compañías de capital mixto y, recientemente, el Comité de Supervisión de la Administración de Seguros de China ha concedido la misma autorización a otras cuatro. China planea abrir poco a poco este mercado de modo que dentro de cinco años quede totalmente abierto.

La apertura de este mercado constituye un gran desafío para las aseguradoras chinas, cuyas modalidades de seguro, condiciones de garantía y ofertas de servicios todavía distan mucho de lo exigido por la normalización internacional. En cambio, en el exterior este sector cuenta con una experiencia de varios siglos, circunstancia que explica lo avanzado de sus técnicas de operación y la madurez de sus mecanismos administrativos, cualidades con las que a buen seguro conquistará el mercado chino y atraerá a personal altamente cualificado.

Sin embargo, desde el principio la apertura se ha revelado como una espada de doble filo: aunque la competencia resultará inevitable, la llegada de las compañías extranjeras supondrá la introducción simultánea de nuevas tecnologías y de mejores técnicas administrativas, lo que favorecerá la ampliación del mercado, ampliación que a su vez beneficiará a las compañías aseguradoras tanto chinas como foráneas.

Los mercados de valores en camino hacia la normalización

Las políticas del gobierno y los rumores que circulan entre bastidores afectan en gran medida a los mercados bursátiles chinos, donde las repercusiones del ingreso de nuestro país en la OMC serán también obvias. El 15 de noviembre de 1999, día en el que los representantes de EE.UU. y China llegaron finalmente a un acuerdo, en las bolsas de Shanghai y de Shenzhen, las más importantes de China, las acciones de las empresas textiles y de comercio marítimo subieron en bloque, mientras que las de las empresas del sector automovilístico y las de las empresas vinculadas a la ciencia y la tecnología bajaron en picado.

Probablemente, quienes más se preocupan por las consecuencias de la entrada de China en la OMC son los millones de accionistas chinos: la esperanza o la aprensión con la que aguardan este acontecimiento histórico dependen del sector al que pertenecen las empresas de las que son accionistas, puesto que, en definitiva, dicha entrada marcará de manera fundamental del mercado de valores. Dado que el ingreso en la OMC no beneficiará a corto plazo ni a las industrias automovilística, informática y electrónica, ni a las industrias de maquinaria y de telecomunicaciones, entre las más de mil empresas que actualmente cotizan en bolsa el número de las perjudicadas con dicho ingreso superará al de las favorecidas.

No obstante, las consecuencias de mayor calado se dejarán sentir en el funcionamiento mismo de los mercados bursátiles chinos. Como casi todo el mundo sabe, todavía no se ha procedido a la normalización de dichos mercados y en ellos se llevan a cabo numerosas operaciones poco transparentes. De las más de 200 empresas que actualmente no obtienen buenos resultados en la bolsa, 49 de ellas no sólo son deficitarias sino que han sufrido pérdidas durante varios años consecutivos. Sin embargo, siguen cotizando en los mercados de valores con la esperanza de que algún día, gracias a la especulación, el precio de sus acciones experimente una fuerte alza.

El ingreso en la OMC obligará a los mercados bursátiles chinos a efectuar un reajuste para ceñirse a las estipulaciones internacionales, así como a abandonar las operaciones irregulares y dudosas que se están llevando a cabo bajo el pretexto de las "características chinas".

Los estudios realizados revelan que la mayoría del pueblo chino ve el ingreso de China en la OMC con optimismo y espera anhelante que este se produzca cuanto antes. Pero detrás de ese optimismo y de ese anhelo se vislumbran grandes desafíos para todos los sectores económicos.

Todo cambio, por pequeño que al pueblo chino pueda parecerle, entraña el establecimiento de un nuevo sistema. El milenario "país del centro" se apresta a integrarse en el sistema económico mundial. Las empresas chinas deben acostumbrarse a la competencia. La entrada en la OMC supone para ellas un reto y, al mismo tiempo, nuevas oportunidades.

Desde que empezó a ponerse en práctica la política de reforma y apertura, China no ha cejado en su empeño de ingresar en la OMC, persistencia que ha ido acompañada de una paulatina apertura de su mentalidad y de la aceleración de su progreso.

Por YI REN escritor independiente

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