
Una tarea intensa, pero agradecida
Con apenas 21 años de edad, Cecilia Navarro es teniente del Departamento de Relaciones Públicas de la Comisaría de Santiago. Para disfrutar de la oportunidad de trabajar en la Expo de Shanghai, tuvo que quedar entre las tres primeras, junto con Giovanna Hernández y Priscilla Pérez, en las exigentes pruebas de selección realizadas, que incluían exámenes físicos, psicológicos y de inglés. “Me interesa mucho China y estaba loca por venir a la Expo para conocer el país y su cultura -reconoce-. Cada día aprendo más observando nuestras diferencias y, además, aprovecho para practicar el chino. La gente es muy simpática y me impresiona que, aún sin conocerse entre ellos, muchos se quieran hacer fotos con nosotros”.
En Chile, la jornada laboral habitual de los agentes es de ocho horas diarias, pero en la Expo, ha cambiado, siendo de seis horas de lunes a viernes y de 12 los fines de semana, debido al aumento de visitantes. La misión principal de los carabineros, que no llevan armas consigo, es acompañar a los visitantes en su paseo por el pabellón, ejercer de cicerones presentándoles la cultura chilena y, a menudo, fotografiarse junto a ellos o tomar ellos mismos las instantáneas, algo que, a pesar de la fatiga que provocan las largas horas pasadas bajo los focos del pabellón, siempre hacen ofreciendo su mejor sonrisa.
“En realidad, nuestra tarea en Shanghai no tiene nada que ver con la seguridad -aclara Cecilia-. La excelente organización de la Expo tiene ya muy bien resuelta esta cuestión, por lo que, en este aspecto, nuestra presencia no sería necesaria. Fundamentalmente, somos representantes de nuestro país y de su cuerpo de carabineros, considerado el décimo del mundo, y nuestra presencia tiene como objeto mostrar a los visitantes la gentileza y el estilo de nuestra policía”, explica.
Impresiones de Shanghai y de la Expo
Les pedimos a las tres agentes que describan en una o dos palabras sus percepciones sobre la Expo y la ciudad de Shanghai, que visitan por primera vez, a lo que responden respectivamente: “muy segura”, “muy hermosa” y “muy acogedora”.
Es natural que, por deformación profesional, presten una atención especial a la seguridad; a Giovanna, le llama la atención positivamente en este sentido que “cada vez que se entra al metro, haya que pasar por controles de seguridad, algo que me parece muy bien”.
Priscilla, por otro lado, destaca aquellos lugares de la ciudad que le han resultado más atractivos: “Me gusta mucho el Bund, especialmente la vista de la Perla de Oriente, ¡no podía dejar de echar fotos! -recuerda emocionada-. También me gustaron mucho -continúa- el parque zoológico y el acuario, que son mucho más grandes que los de Chile. En el acuario, tiene una la sensación de hallarse realmente en el mar. ¡Ah! Y los rascacielos de Shanghai, tan altos y de diseños tan variados; nada que ver con los edificios de las ciudades de nuestro país”, concluye.
Cecilia, por su parte, se decanta por la gente: “La Expo me ha impresionado por su magnitud y por la paciencia de los visitantes chinos. Me maravilla su extraordinaria calma cuando los veo hacer varias horas de cola para entrar en un pabellón; y aún así, tienen arrestos para aguardar en otra fila a que les sellen sus ‘pasaportes’ de la Expo, me parece increíble -dice-. Además, muestran muchísima simpatía y son muy abiertos con los extranjeros; no paran de pedirnos que nos fotografiemos junto a ellos, les gusta darnos la mano y charlar con nosotros… Resulta muy agradable e interesante tratar con ellos”, agrega.
Las tres chicas dedican su tiempo libre a visitar otros pabellones, así como los puntos de interés de la ciudad, y, por supuesto, no han desaprovechado ninguna ocasión de hacer compras y degustar la gastronomía local. “Hasta el momento, excepto por algunos platos demasiados picantes o con demasiada grasa, no hay nada que me haya llamado la atención negativamente, más bien al contrario: la cultura china me resulta fascinante”, comenta Priscilla, quien, como buena aficionada al baile, se ha sentido también muy atraída por el taichi: “Cuando vamos a correr al parque, por las mañanas, vemos a muchos ancianos practicándolo, aunque no he visto que lo hagan los jóvenes. Cuando regrese a Chile, pienso perseverar en el ejercicio matinal, creo que es muy beneficioso, también para la juventud”, opina.
Ciudades que soñamos para nuestro futuro
Al hablar sobre las ciudades futuras, las tres jóvenes lo tienen muy claro: desean que sea una ciudad con menos polución y ruido, sin atascos, con más parques y espacios verdes, y donde nos preocupemos más por los demás.
El pabellón chileno se centra en la ciudad como espacio de relaciones y comunicación entre los seres humanos, idea resumida en el lema “La ciudad de relaciones”. Una de sus instalaciones, que pretende hacernos reflexionar en este sentido, muestra una escena consistente en una serie de personas que miran afuera a través de las ventanas de sus casas, con una actitud fría e indiferente, sin contacto entre ellas y sin conocer sus nombre, lo que se utiliza para lanzarnos la pregunta: “¿Sabes como se llaman tus vecinos?”. Seguramente, muchos habitantes de las ciudades modernas no puedan responder afirmativamente, por lo que, finalmente, se nos anima a acortar distancias, extender nuestra mano y estrecharla con quien quiera que tengamos al lado: tal y como hacen los seis carabineros del pabellón chileno, tendiendo puentes entre Chile y otros países, conectando así con el mundo.