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Exploración espacial

Por XINXIN

Con el cohete portador Changzheng III A, a las 00:08 horas (hora local) del 1 de junio de 2007, China consiguió lanzar el satélite Xinnuo N.° 3 desde la base de Xichang.

El programa de exploración espacial de China se divide en tres etapas: lanzamiento de satélites, navegación espacial tripulada y exploración de la Luna. Después de más de 50 años de esfuerzos, gracias a sus propios recursos, el país se convirtió en la tercera potencia mundial en tecnología aeroespacial y obtiene resultados prometedores en este campo.

El primero de junio, el satélite de comunicación Xinnuo N.° 3 fue puesto exitosamente en órbita a bordo del cohete portador modelo Changzheng III tipo A, llegando a 100 los lanzamientos con el cohete de esa serie, desde que hace 30 años se enviara al espacio su primer satélite, el Dongfanghong N.° 1. De esta forma China se sitúa en el cuarto puesto en el mundo por la cantidad de operaciones de este tipo llevadas a cabo, sólo superada por Estados Unidos, Rusia y Europa.

Muchos saben que el gigante asiático fue la cuna del cohete y el cometa, pero ignoran que el primero en intentar volar también fue un chino. Wan Hu vivía en los últimos años del siglo XIV, cuando fue desarrollada con rapidez la tecnología del cohete. El intrépido personaje se ató estrechamente a una silla equipada con 47 cohetes de los más avanzados entonces y tomó en sus manos dos cometas. Los 47 artefactos fueron encendidos y el ensayo resultó un fracaso, pero Wan Hu fue considerado el primer hombre que intentó volar en el mundo por un medio propulsado. Herbert S. Zim, investigador estadounidense, mencionó por primera vez esta historia en su libro Rockets and Jets. Más tarde, científicos estadounidenses bautizaron con su nombre una montaña circular en el reverso de la Luna.

Alrededor del siglo I antes de nuestra era, en China se inventó la pólvora negra, compuesta por salitre y rejalgar. Varias centurias después, en el siglo IX, aparecieron los fuegos artificiales, predecesores del cohete de pólvora negra, pero existen registros del siglo X sobre cohetes de uso militar. En el siglo XIII, los cohetes chinos llegaron a Europa a través de la India y Arabia.

Del centro de lanzamiento de Jiuquan parten las naves espaciales tripuladas por astronautas chinos.

“El cohete es un ascensor hacia el cielo y el vuelo espacial tripulado depende de esta tecnología”, señaló Huang Chunping, académico y director anterior de la investigación estatal de cohetes portadores en uso del vuelo espacial tripulado. El desarrollo de este medio en China se relaciona con Qian Xuesen, precursor del estudio de los misiles en el país, quien regresó en 1955 a la patria, superando múltiples obstáculos de las autoridades estadounidenses. En 1956, bajo su dirección, comenzaron a estudiarse y fabricarse cohetes modernos, hasta que el 24 de abril de 1970 nació el cohete portador modelo Changzheng I, que sirvió para llevar a la órbita terrestre el satélite Dongfanghong N.° 1.

Los esfuerzos mancomunados de varias generaciones han permitido desarrollar los cohetes portadores Changzheng de la impulsión convencional a la impulsión de baja temperatura, de la forma de “un cohete, un satélite” a “un cohete, varios satélites”, de la órbita protierra, órbita síncrona con el Sol, a la órbita síncrona con la Tierra, formando una serie de modelos con capacidad en diferentes órbitas.

Bajo los principios de “alta seguridad, bajo costo, fuerte compatibilidad y cero toxinas y contaminación”, China está desarrollando cohetes portadores de nueva generación, cuya capacidad portadora es de 25 toneladas en órbita protierra y 14 toneladas en órbita síncrona con la Tierra, con una impulsión de despegue que llegará a más de mil toneladas.

En el nuevo siglo, el más brillante entre los cohetes portadores de la serie Changzheng es “Shenjian II F”, que se fabrica con 55 tecnologías mundialmente avanzadas para transportar naves espaciales. Ahora los objetos de mayor atención serán los cohetes portadores “Changzheng III A”, para la explotación lunar, y el “Changzheng II F”, empleado en el viaje de la nave espacial Shengzhou VII.

En los próximos siete u ocho años, China va a desarrollar el cohete portador “Changzheng V”, de gran tamaño, cuya capacidad de transporte aumentará hasta las 25 toneladas, mucho más que las 9 toneladas de los cohetes actuales, lo que sin duda será un gran avance tecnológico. Pese a la distancia de 15 años que le separa de Estados Unidos y Rusia en materia espacial, China se esforzará y alcanzará el desarrollo de esas dos potencias en un plazo breve.

En una Feria Mundial de Ciencia y Tecnología, celebrada el 9 de marzo de 1985, con el auspicio de Japón, los visitantes se sorprendieron al ver que China también poseía cohetes portadores y satélites de comunicación. Esa fue la primera muestra de productos chinos de tecnología espacial. El propio año, el Gobierno chino anunció que el cohete de la serie Changzheng comenzaría a prestar servicio comercial al mundo.

El primero de noviembre de 1988, la Corporación General de Industria Changcheng, de China, firmó un contrato en Los Ángeles, EE.UU., con la empresa local Hughes, relacionado con el lanzamiento de dos satélites australianos Optus B por el cohete atado Changzheng II. Este fue el primer servicio comercial que el país ofreció en este campo a Australia y el primer acuerdo suscrito por entidades espaciales para uso comercial. A partir de ese momento se han realizado exitosamente 24 lanzamientos comerciales para Pakistán, Australia, Suecia, Estados Unidos, Filipinas, Brasil y China, poniéndose un total de 30 satélites extranjeros en la órbita prevista.

Satélite artificial y navegación tripulada

En una calle de Fuzhou, la gente observa en una gran pantalla el lanzamiento de la nave espacial Shenzhou VI, trasmitido en directo, el 12 de septiembre de 2005.

El 17 de mayo de 1958, el entonces Presidente Mao Zedong señaló: “debemos tener también satélites artificiales”. Doce años después, el 24 de abril de 1970, el satélite Dongfanghong N.° 1 ascendió al espacio desde el desierto de Gobi, en el noreste del país, y 15 minutos después el entonces Buró Estatal de Radiodifusión comunicó que había recibido claramente la canción Dongfanghong (El Este es Rojo) que transmitía el satélite. China se convirtió así en la quinta nación del mundo con capacidad de auto desarrollo y lanzamiento de satélites artificiales.

A partir de ese momento, los científicos chinos crearon un milagro tras otro: en 1975 recibieron exitosamente el satélite retornable, tecnología que hasta ese momento sólo habían podido desarrollar cuatro países; en 1981 fueron lanzados tres satélites para los estudios astronómicos a bordo del cohete Fengbao I. La concreción de este proyecto permitió a China ampliar a cuatro la lista de potencias poseedoras de la tecnología “un cohete para múltiples satélites”. Hasta la actualidad el programa espacial chino ha fabricado y lanzado más de 50 satélites artificiales (15 tipos).

Los satélites de China se caracterizan por su bajo costo, buena calidad y alto nivel y se sitúan del tercer al quinto puesto en el mundo. Si se tienen en cuenta el número de lanzamientos, el país se coloca en el cuarto puesto; por los satélites retornables y satélites de navegación, ocupa el tercer escaño y el cuarto en lo referente a satélites de meteorología y recursos, mientras que por satélites de comunicación aparece en el quinto escaño.

Según el libro blanco Navegación espacial de China en 2006, la nación asiática fabricó y lanzó 22 satélites de diferentes tipos en el último lustro, los cuales se dividen en seis series: satélite retornable por control remoto, satélite de radiodifusión y comunicaciones Dongfanghong, satélite de meteorología Fengyun, satélite de ensayo tecnológico y exploración científica Shijian, satélite de recursos de la Tierra Ziyuan y satélite de navegación Beidou. Además, se va a formar la serie de satélite de exploración marítima. Los satélites de uso comercial que entraron en servicio, como los Fengyun I y Fengyun II, han sido designados por la organización mundial de meteorología como satélites de negocio internacional.

La exitosa travesía de la nave Shenzhou VI, en 2005, demostró que China domina completamente la tecnología de navegación espacial tripulada. Según Christian Science Monitor, el regreso de la Shenzhou VI a la Tierra sirvió para asegurar la posición del país en el club internacional de navegación espacial tripulada, donde es la única nación tercermundista presente.

 

Durante los años setenta China planeó en dos ocasiones el envío del hombre al espacio, hecho que no fue posible consumar por distintas razones. En 1986 se retomaron las investigaciones previas sobre las tecnologías para la navegación tripulada y seis años más tarde, se decidió concretar el proyecto. El 20 y 21 de noviembre de 1999, se lanzó y recuperó la primera nave espacial experimental inhabitada, proceso que se repitió con éxito en otras tres ocasiones posteriores. El 15 de octubre de 2003 despegó la Shenzhou V, primera nave espacial tripulada china, que aterrizó un día después. Sólo dos países, Estados Unidos y Rusia, habían logrado antes realizar un viaje espacial de manera independiente. Del 12 al 17 de octubre de 2005, la Shenzhou VI efectuó un vuelo de cinco días con dos astronautas a bordo. Fue esta la primera vez que China realizó actividades experimentales en el espacio con participación humana.

Shang Zhi, director general de las misiones con naves tripuladas, reconoció que “es cierto que China comenzó relativamente tarde los vuelos espaciales con cosmonautas, pero su desarrollo marcha más rápido que el de los 40 años que llevan dedicados a este trabajo Estados Unidos y la ex Unión Soviética”.

El ruso Yuri Gagarin, primer astronauta del mundo, realizó solamente una vuelta alrededor de la Tierra en el primer vuelo espacial tripulado, mientras que el chino Yang Liwei permaneció en el cosmos un día entero en el primer viaje que China envió un humano al espacio. Los experimentos iniciales de navegación hechos por los otros países emplearon animales, para probar la situación del medio ambiente y el sistema de protección de la vida, pero los científicos chinos utilizaron un robot y equipamientos modernos para obtener resultados sobre el consumo de oxígeno y dióxido de carbono, necesarios para el hombre durante el vuelo. Las avanzadas tecnologías informáticas garantizaron un mejor funcionamiento de las naves tripuladas chinas.

En términos de tamaño, la nave Shenzhou es la más grande de todas las utilizadas hasta ahora en el mundo. Puede permanecer en el espacio por medio año para ensayos científicos y, gracias a su diseño racional, realizar varias misiones y evitar los enormes gastos de lanzamiento, maniobra que requiere de un presupuesto de dos mil millones de yuanes.

En 2008 China pondrá en órbita la nave tripulada Shenzhou VII, anunció Qi Faren, académico y diseñador principal de las Shenzhou. “Enviaremos tres astronautas en esa misión, que contempla caminatas espaciales y un objetivo muy importante, el acoplamiento con la nave Shenzhou IX, para el lanzamiento posterior de una estación espacial, que permitirá realizar experimentos científicos y observar la Tierra”.

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