Por SHUANG SHUANG
XIAO Li nació en 1980, cuando en China
la Política de Planificación Familiar
(PPF) se encontraba en pleno apogeo. Tres años
antes su madre había dado a luz a otro
niño, por lo que su llegada al mundo
fue, como él lo describe, "un acontecimiento
inoportuno". Debido a ello, su mamá
perdió su puesto como médico en
el hospital del distrito.
Un trabajo ingrato
La infancia de Xiao Li transcurrió en
las zonas rurales de la provincia de Hebei,
en la casa de sus abuelos maternos. Las multas
a los matrimonios que tenían un segundo
descendiente eran comunes entonces en el pueblo.
Uno de sus amigos, recuerda, fue nombrado "Ocho
mil", por los 8.000 yuanes que sus padres
tuvieron que pagar cuando él nació.
Otra familia, añadió, "como
no logró cubrir la multa, tuvo que presenciar
la destrucción de la casa que habían
heredado de sus antepasados sin poder hacer
nada", lo cual para los campesinos es una
gran humillación, al igual que en el
caso del lugar donde yacen los restos de los
predecesores.
China experimentó un auge en la natalidad
a mediados de los años 60 del siglo XX.
En 1970 la población del país
había crecido hasta alcanzar los 800
millones de habitantes, 300 millones más
que en 1949. La PPF, desde los años 70,
estimuló inicialmente la posibilidad
de tener dos niños por pareja, pero el
Gobierno endureció su actitud y modificó
la disposición, limitando la procreación
a un solo retoño por familia, lo que
se hizo cumplir apelando incluso a medidas punitivas
administrativas y económicas.
En la década del 80, las multas eran
las medidas más comunes para los que
tenían más de un niño.
En las zonas rurales se solían ver consignas
como "Las familias que tengan un segundo
hijo corren el riesgo de perder toda su fortuna".
En la década del 80, cuando el ingreso
anual per cápita rural calculado por
el Ministerio de Agricultura alcanzó
los 437 yuanes, la multa promedio por un segundo
nacimiento llegó a los 10.000 yuanes,
según los cálculos del demógrafo
He Yafu. Estas sanciones exorbitantes obligaron
a muchas familias pobres a alejarse de su pueblo
natal, para ganar más dinero.
La aplicación de la Política
de Planificación Familiar era muy difícil
en las zonas rurales, donde existían
arraigadas tradiciones de familia y linaje,
especialmente cuando la reforma económica
rural acentuó las obvias ventajas de
la labor agrícola basada en familia individual.
La ausencia de procesos de regulación
legal también había generado corrupción
y multas arbitrarias. Habitantes de las zonas
rurales, por consiguiente, fueron hostiles hacia
esta regulación de los nacimientos y
los encargados de hacerla cumplir fueron comúnmente
despreciados.
La política encontró menos oposición
en las zonas urbanas, donde los habitantes gozaban
de mejor bienestar y los empleados estatales
no querían correr el riesgo de perder
su trabajo por tener más hijos.
En 2007 el campesino Yang Zhongchen y su esposa,
de la provincia de Hebei, presentaron una acusación
ante la Administración Demográfica
y de Planificación Familiar local solicitando
una compensación. El hecho es considerado
el primer caso relacionado con la Política
de Planificación Familiar procesado por
los órganos judiciales de China.
Sun Maohang, abogado del demandante, declaró
que no importa el resultado de la interpelación,
el asunto puede ser aceptado y entrar en el
proceso judicial, así como ser resuelto
por las vías legales, es un progreso.
En el año 2000,Yang, de 32 años,
y su esposa, 12 años más joven
que él, quien ya estuvo embarazada, fueron
a registrar su matrimonio. Cuando el esposo
llegó al departamento local de Planificación
Familiar, para tramitar la licencia necesaria
para tener un niño, o sea, el Certificado
de Autorización del Parto, se encontró
con problema. Conforme a la política
vigente entonces, aunque se trataba del primer
hijo del matrimonio, la pareja también
tenía que solicitar el documento, sin
él no se le permitiría procrear.
Esta autorización ha sido cancelada en
algunas regiones y los progenitores que buscan
su primogénito no tienen que solicitarlo.
Según reglamentos correspondientes,
el caso de Yang Zhongchen pertenecía
al casamiento tardío y no debería
encontrar problemas al solicitar el certificado.
Pero como su esposa estuvo embarazada antes
de contraer matrimonio, de acuerdo con los reglamentos
locales, la pareja tendría que pagar
una multa. Aunque Yang estaba de acuerdo en
hacerlo, por varios motivos, ellos no consiguieron
la autorización y un día los trabajadores
de Planificación Familiar llevaron a
su mujer al hospital, para que le fuera practicado
un aborto.
Después, su mujer nunca pudo volver
a salir embarazada, por lo que el matrimonio
comenzó a presentar su demanda ante los
organismos oficiales de distintos niveles. Según
los reglamentos de los años 80 del gobierno
del lugar de residencia de Yang, sin la autorización
para el parto, se debía proceder al aborto.
En realidad, en aquella época, el Ministerio
de Salud prohibía obligar a las mujeres
en estado de gestación avanzada a someterse
a una interrupción, cláusula que
fue remendada en la década del 90 del
siglo pasado.
Equidad y justicia para todos
En 2002 se ejecutó en China la primera
ley nacional de Población y Planificación
Familiar, como una solución al problema
del abuso de poder por los funcionarios
dedicados a la planificación familiar
y los dirigentes de entidades de base. Se requerían
instrumentos jurídicos para regularizar
y restringir la acción de las personas
encargadas, señaló Zhang
Weiqing, director de la Comisión Estatal
de Planificación Familiar. Esta legislación
prohíbe el aborto obligatorio y estipula
que en la aplicación de las regulaciones
vigentes no se violen los derechos personales,
de propiedad y otros derechos legítimos
de los ciudadanos.
Gu Xiulian, vicepresidenta del Comité
Permanente de la Asamblea Popular Nacional,
declaró en 2005 que el Gobierno
chino está en contra de cualquier tipo
de acciones punitivas y coercitivas y prohíbe
el aborto obligatorio y la operación
del control de la concepción obligatoria.
La ley terminó con las sanciones pecuniarias
arbitrarias contra las parejas que daban a luz
más de un hijo, y las sustituyó
por un solo pago de compensación
de crianza social, porque de todos modos,
el nacimiento de un mayor número de bebés
añade tensión a la sociedad y
a los recursos públicos. De esta
manera, se reduce el deseo de muchas parejas
a tener más de un niño, pero en
lo tocante a las familias ricas, tiene el efecto
contrario, consideró el demógrafo
Wang Feng.
Efectivamente, la recaudación de la
compensación de crianza social ha restringido
la intención de tener más de un
descendiente en las parejas de bajos o medianos
ingresos. Sin embargo, para aquellos matrimonios
con una posición económica solvente,
significa que con el pago de una suma de dinero,
ya se les permite tener más niños.
Hoy en día, los nacimientos extras en
familias ricas, sobre todo de las celebridades
y figuras públicas, llaman mucho la atención
del público, porque, por una parte, son
foco de los medios de comunicación, y
por otra, la constante revelación de
las sumas increíbles de indemnización
genera amplios debates.
El demógrafo Li Weixiong sostiene que
una mayor tasa de natalidad entre las minorías
opulentas tiene poco impacto en el control de
la población. Más problemático
es el efecto de sus acciones, que violan los
principios de justicia y equidad para todos.
De 2002 a 2005 hubo 84 casos de ricos con un
segundo hijo en Shanghai, lo que representa
el 7,17 por ciento del total de la ciudad, y
12 casos en Dalian, según cifras publicadas
por las comisiones locales de Planificación
Familiar. Muchos matrimonios de altos ingresos
esperan tener dos o más niños,
preferentemente varones, porque observan que
el hijo único será socialmente
menos capaz cuando se convierta en adulto y,
por otro lado, quieren tener más herederos
de los bienes familiares. El deseo de traer
al mundo más de un descendiente motiva
a las parejas ricas a ir al extranjero para
dar a luz, a recurrir al divorcio y celebrar
segundas nupcias, o simplemente pagar enormes
compensaciones sociales.
Los importes de indemnización varían
de un lugar a otro. Las parejas en Beijing tienen
que pagar una compensación equivalente
a tres u ocho veces el ingreso per cápita
anual de los habitantes de la ciudad. Las de
Hunan pagan de dos a seis veces el ingreso anual
del infractor, y si se trata de bigamia o nacimiento
ilegítimo, el castigo sube de seis a
ochos veces. Este territorio ha cobrado 1,3
millones de yuanes por ese concepto en un caso,
y la ciudad de Wenzhou, en la provincia de Zhejiang,
reportó que hasta agosto de 2008 tres
casos de cobro, cada uno de ellos de más
de un millón de yuanes.
Las comisiones locales de Planificación
Familiar están formulando criterios más
estrictos para los matrimonios de altos ingresos.
Deng Xingzhou, director de la Comisión
de Población y Planificación Familiar
de Beijing, reveló que las nuevas revisiones
sobre la ley apoyan la imposición de
multas más elevadas a los ricos que las
contempladas para la gente común y corriente.
Algunos académicos están a favor
del cobro de indemnizaciones más fuertes
a los ricos. Creen el hecho de tener hijos es
un consumo. Y con los tributos recaudados entre
las parejas acaudaladas se realiza una "redistribución
de la riqueza social", que contribuya a
promover el progreso social en sentido de largo
plazo.
Otros dudan de la legitimidad del régimen.
Qiao Xiaochun, especialista del Instituto de
Investigación Demográfica de la
Universidad de Beijing, cree que ese flagrante
sesgo en la política local posibilitará
la reaparición de las "sanciones
punitivas" arbitrarias en las zonas rurales.
Un argumento más apunta a que todas
las personas, ricas o pobres, deben estar sujetas
a un criterio común, incluyendo los asuntos
de la procreación. Además, las
sentencias discriminatorias provocarán
resentimiento social y constituyen una sanción
por ser ricos.
Li Ruojian, director del Instituto de Investigación
Demográfica y de Desarrollo de la Universidad
de Sun Yat-sen, sostiene que los reglamentos
oportunistas afectarán seguramente el
proyecto de control demográfico del país,
por la apertura de tan sólo un vacío
legal, que permite a las parejas tener tantos
hijos como gusten, con la condición de
pagar la compensación.
La atención pública también
se concentra en los trabajadores del Gobierno,
quienes aprovechan su autoridad para poder tener
más descendientes. En realidad, es una
conducta de corrupción. Muchos insisten
en que los funcionarios que violan el reglamento
se deben someter a multas por encima de la cantidad
establecida. Existen reportes sobre cargos que
perdieron sus puestos oficiales por abusar de
sus atribuciones al respecto y, en ocasiones,
fueron expulsados de las filas del Partido Comunista
de China (PCCh). En algunas localidades se han
promulgado estipulaciones para que los violadores
no puedan asumir cargos oficiales durante un
período de tres años una vez cometida
una falta de este tipo.
Premio a quien acata la ley
De acuerdo con las políticas de natalidad,
a los cónyuges que respeten la planificación
familiar, el Estado les dará prioridad
en aspectos como la seguridad de la vejez, seguro
social, tratamiento médico y seguro de
procreación. En 2004, el Gobierno chino
empezó a aplicar un sistema auxiliar
de planificación familiar en zonas rurales,
cuyo contenido es premiar anualmente con 600
yuanes a las uniones conyugales legales, respondiendo
a dicha política, y extender el premio
durante toda la vida.
Según el demógrafo Liu Junzhe,
la transformación de la regulación
de multar a las familias infractoras
por la de premiar a los matrimonios que
actúan dentro de la ley pone de
manifiesto que China ha respetado en mayor medida
los derechos humanos en la aplicación
de la Política de Planificación
Familiar. Para las parejas que insistan en tener
más niños de los que les permite
la legislación vigente, también
lo permitimos, comentaron los funcionarios de
la Comisión Estatal de Planificación
Familiar.
Zhang Weiqing, director de la Comisión
Estatal de Planificación Familiar, subrayó
que la PPF de China no es la llamada política
de sólo un parto que imaginaba
Occidente. En las ciudades, los matrimonios
en los que los dos miembros sean hijos únicos
pueden tener su segundo niño. En las
zonas rurales, la política de un
parto se emplea sólo en Beijing,
Tianjin, Shanghai, Chongqing, Jiangsu y Sichan;
mientras en Qinghai, Ningxia, Yunnan, Xinjiang
y Hainan, una pareja puede tener dos niños.
Las parejas de las minorías étnicas
de la zona ganadera de Xinjiang pueden tener
tres o cuatro retoños. Además,
en la mayoría de las provincias, las
familias rurales pueden tener su segundo niño,
si su primer parto fue una niña; en tanto
en las áreas rurales del Tíbet
no se ponen límites a la natalidad. Según
los análisis del demógrafo Shao
Yifu, siguiendo las directrices actuales, un
63,1 por ciento de los cónyuges tienen
un solo parto, un 35,6 por ciento procrean por
segunda vez y un 1,3 por ciento de las uniones
pueden buscar su tercer retoño.
Ahora, con el mejoramiento del nivel de vida,
los aldeanos, en su mayoría, quieren
tener un par de niños, lo que les da
más tranquilidad. Y lo que sucede frecuentemente
es que los funcionarios encargados de la Planificación
Familiar generalmente no intervienen y las parejas
pueden cumplir su deseo y pagar la compensación
de crianza social después del parto,
comentó Xiao Li.
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