Por XIN XIN
El mayong es uno de los entretenimientos favoritos
de los chinos. Según una investigación,
este juego fue inventado por los comerciantes
de Anhui, durante la dinastía Ming (1368-1644),
y tiene su raíz en la adoración
reproductiva de los habitantes locales. Los
nombres de tres tipos de fichas fundamentales,
tiao, bing y wan,
representan respectivamente los órganos
genitales del hombre y la mujer, así
como el resultado de la relación sexual
entre ambos, prosperidad de los descendientes.
En las ceremonias matrimoniales de hoy en día,
la gente sigue adornando la cámara nupcial
con alimentos que simbolizan la procreación
familiar, entre los cuales son imprescindibles
los dátiles, cacahuates, ojos de dragón
y castañas, cuyas pronunciaciones en
mandarín significan nacimiento
temprano de los hijos. La cultura de la
reproducción tradicional no se percibe
sino en algunos detalles de la vida actual,
pero sí decidió la vida de innumerables
hombres y mujeres en el pasado.
China siempre ha prestado atención al
problema demográfico. Así lo avalan
las estadísticas sobre la población
del siglo XXI a.n.e., según las cuales,
el número de habitantes ascendía
entonces a los 13.553.923. En los períodos
de Primavera y Otoño y de los Estados
Combatientes (770 a.n.e.-221 a.n.e.), cuando
la filosofía se desarrolló con
prosperidad, casi todos los filósofos
tenían opiniones propias sobre la procreación
y la población. En pocas palabras, la
cultura reproductiva ancestral estimulaba la
reproducción, y se creía que más
hijos, traían mayor felicidad.
Reproducción: responsabilidad ante los
padres y los antepasados
A diferencia de la sociedad occidental, el
concepto de los chinos sobre el sexo y la procreación
no tienen mucho que ver con la religión,
sino que se relaciona con la familia y el clan.
En la sociedad china tradicional cada familia
veneraba apasionadamente las tablillas con los
nombres de los antepasados y cada clan tenía
su propio templo ancestral. Para los chinos,
los antepasados eran el dios del clan, quien
va protegiendo el gran desarrollo de la familia.
Por lo tanto, la procreación era uno
de los asuntos más importantes de la
vida. Era la responsabilidad que había
que asumir ante los padres y los antecesores.
La finalidad del matrimonio era integrar
dos familias en una, servir juntos a los antepasados
y propagar la especie familiar, o sea traer
hijos al mundo. El marido tenía
derecho a divorciarse de su mujer, si ésta
no podía darle hijos durante su vida
fértil (antes de los 50 años de
edad).
La Xiao, amor filial, era la raíz
para mantener las relaciones familiares, el
motor de la fecundación y el núcleo
de la ética y el amor familiar, la más
importante de las virtudes. Para los chinos,
los tres siguientes casos eran los peores hacia
este sentimiento: actuar en contra de la voluntad
de los padres y ponerlos en situaciones de apuro;
no obtener cierto éxito en la causa de
honrar a sus antepasados; y no tener hijos que
pudiesen seguir sirviendo al templo ancestral.
De ellos, el último era el más
grave. Un beneficio práctico de la procreación
era lograr el mantenimiento de los hijos, pero
lo más importante radicaba en garantizar
a los antecesores tener alguien que les venerase.
La cultura reproductiva tradicional de nuestro
país estimaba contraer matrimonio y tener
hijos tempranamente. La antigua obra clásica
de China, Huang Di Nei Jing, señala que
cuando el hombre cumple 16 años y la
mujer 14, ya empiezan a tener la capacidad de
engendrar, por lo que ya pueden contraer matrimonio.
Los gobiernos del pasado solían estipular
que la edad apropiada para contraer nupcias
era de 20 para el hombre y 15 para la mujer,
y con el propósito de garantizar que
los jóvenes se casasen y engendrasen
lo antes posible, establecieron incluso un límite
máximo para la unión marital.
Guan Zhong, político de los siglos VII
y VI a.n.e. aconsejó a las autoridades
actuar como casamentero, ayudando a los viudos
a reorganizar su familia. Como rey de Yue durante
el siglo V a.n.e, Gou Jian estipuló que
los padres cometerían un crimen si sus
hijas no se casaban después de cumplir
los 17 años y sus hijos, después
de los 20 años. Por su parte, el emperador
Hui Di, de la dinastía Han (siglo II
a.n.e.), emitió una orden, mediante la
cual las familias con hijas solteras de más
de 30 años debían pagar cinco
veces más impuestos.
Como los hijos varones podían soportar
el peso del trabajo físico y perpetuar
la familia, los chinos preferían tener
más hijos varones. Tener más hijos,
según la creencia popular, significaba
mayor felicidad y la mujer era más respetada
si daba a luz un hijo varón. La
familia se librará pronto de la pobreza,
si tiene un hijo varón, pero la riqueza
no durará mucho sin un descendiente masculino,
reza un refrán popular.
En la sociedad tradicional china, una mujer
casada vivía con la familia de su marido
después de casarse y con su hijo cuando
se hacía vieja. Con el fin de alentar
a la gente a asumir la responsabilidad de Xiao
ante sus padres, un delincuente podía
ser eximido de algunos pecados, si tenía
en casa a su madre de más de 80 años.
Como prestan mucha atención a la procreación,
los chinos también poseen un concepto
sexual muy sencillo y no tienen muchos tabúes
al respecto. Confucio (551 a.n.e.-479 a.n.e.)
señaló que el contacto sexual
entre el hombre y la mujer es la sed natural
del ser humano. Otro filósofo, Meng Zi
(374 a.n.e.-289 a.n.e.), apuntó que la
relación sexual es un asunto natural
e importante, como comer, por lo que aconsejó
al gobernador esforzarse para que el pueblo
no tuviera mujer quejicosa en casa ni hombre
vagabundo. En el libro Li Ji, de la dinastía
Han del Oeste (206 a.n.e.-23 a.n.e.), se articula
que el marido tiene el deber de satisfacer la
necesidad sexual de su mujer, por lo menos un
contacto sexual con ella en cinco días,
antes de ella cumplir los 50 años. Para
garantizar la pureza de la sangre de la familia,
los chinos consideran ortodoxo el contacto sexual
dentro del matrimonio. El disoluto es el peor
de los males.
Población floreciente: símbolo
de país próspero
La tasa de supervivencia de los bebés
y el promedio de vida de la antigüedad
no pueden compararse con la sociedad moderna,
sobre todo por las guerras, las enfermedades
contagiosas y catástrofes como la hambruna,
que amenazaron siempre la reproducción
de la especie. Por lo tanto, los recursos humanos
tenían un sentido importante para una
sociedad y un país. Zhou Lang, político
del siglo V, consideraba que el territorio nacional
limitado no era un problema importante, pero
sí era grave el hecho de que la población
no aumentase.
Según la obra clásica de gobernación
nacional de China, Zi Zhi Tong Jian, la población
floreciente trae abundantes tributos y consolida
la fuerza nacional. Por lo tanto, los gobiernos
y sociólogos de diversas dinastías
feudales apreciaban una sociedad de este tipo
y estimaban el engendramiento. El rey Gou Jian
derrotó al final a su enemigo premiando
a su pueblo para que tuviese hijos. Según
su política, el Estado otorgaba dos vasijas
de vino y un perro por hijo; dos vasijas de
vino y un cerdo por hija; y si se trataba de
gemelos, corría con los gastos de crianza;
en tanto, en los casos de trillizos se buscaba
una mujer que los amamantase. Cuando la madre
estaba a punto del parto, se le suministraba
tratamiento médico gratis, y en el caso
de aquellos ancianos desamparados, viudos y
pobres sin parientes, se destinaban personas
que se encargaban de adoptar a sus hijos. Con
20 años de esfuerzos, derrotó
el reino Wu.
Cuando se fundó la dinastía Han
(206 a.n.e.), la población apenas alcanzaba
los 14 millones de habitantes, debido a la larga
duración de la guerra. El emperador Gao
Zu estimuló a su pueblo para que tuviera
hijos, absolviendo de dos años de servicio
obligatorio por cada nuevo miembro de la familia.
La dinastía Tang (618-907) también
aplicó la política de subvencionar
a los jóvenes pobres en edad apropiada
para el casamiento, fomentando así el
matrimonio y la reproducción temprana.
Además, el incremento demográfico
era también un índice para valorar
al funcionario local. En sus primeros años,
la dinastía Ming (1368-1644) también
promulgó políticas similares.
Con dos siglos de aplicación de la política
demográfica, la población de la
dinastía Han del Oeste aumentó
hasta los 59 millones de habitantes, formando
la primera cresta poblacional en la historia
de China. En sus años más prósperos,
la dinastía Tang tenía una población
de más de 50 millones de personas, mientras
la Ming osciló entre los 50 millones
y los 67 millones. La dinastía Qing (1644-1911)
experimentó el período de incremento
demográfico más acelerado en la
historia, debido al gran desarrollo de la plantación
y producción de cereales por la introducción
del maíz y el tomate desde Sudamérica
y la ampliación de las tierras roturadas
por la guarnición, así como a
la política de anexionar la repartición
de tributos personales a la contribución
territorial, por lo que tener un hijo no aumentaba
el pago de la contribución territorial.
El número de habitantes registrados en
1741 fue de 143 millones, y 53 años después,
en 1794, sobrepasó los 300 millones.
Gracias al desarrollo de la economía
capitalista en los últimos años
del período Qing, la población
nacional alcanzó los 400 millones (1834).
La cultura reproductiva tradicional china incluye
la idea del incremento demográfico moderado.
Confucio dijo que la cantidad de la población
debía corresponder a la superficie de
tierra cultivable. Si no, se afectaría
el desarrollo agrícola. Según
él, en 50 kilómetros a la redonda
podían vivir 50.000 familias en caso
de tener suficientes tierras cultivables.
El filósofo Han Feizi (280 a.n.e.-233
a.n.e.) subrayó que el rápido
incremento demográfico puede causar disputas
sociales. En el auge del crecimiento poblacional
de las dinastías Ming y Qing, algunos
eruditos sugirieron políticas para controlar
la natalidad. Feng Menglong (1574-1646), literato
de Ming, promovió los pensamientos de
cada familia, un hijo y una hija.
En el siglo XIX, la población de China
equivalía al 40 por ciento de los habitantes
del mundo. El demógrafo Yi Fuxian opina
que, aparte del motivo geográfico, la
continuidad de la civilización china
por 5.000 años tiene su raíz en
la gigantesca base demográfica y la cultura
reproductiva tradicional.
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