JUNIO 2003


Los hijos únicos ya son mayores

Por nuestra reportera ZHANG HUA


Padre e hija  

Hace 24 años, Wu Huimin, respondiendo al llamamiento nacional de “una familia, un hijo”, dio a luz a  Zhou Wenchao, su única hija, sin tener idea alguna de lo que la vida le depararía.

Como todas las madres de hijos únicos, Wu Huimin cuidaba al miembro más pequeño de la familia con esmerada atención. Dispuesta a despertar la inteligencia de la niñita, la mamá,  Wu Huimin, a la que a pesar de su módico sueldo no le dolían prendas, le compraba todo tipo de materiales pedagógicos, como casetes para aprender inglés, tarjetas para familiarizarse con los caracteres chinos y una antología con 300 poesías de la dinastía Tang. Sin embargo, Wu se sentía muy decepcionada al ver que su hija escrutaba los movimientos de sus amiguitos y no permitía que ninguno de ellos tocara sus juguetes. ¿Por qué su hija, a cuya educación estaba dedicando tantas energías, se mostraba tan egoísta y despótica?

La pequeña Zhou, por su parte, se daba cuenta nebulosamente de que, a diferencia de sus padres, ella no tenía hermanos. Pero al mismo tiempo se sentía satisfecha, puesto que tal circunstancia le permitía obtener fácilmente todo lo que quería. Como es natural, ignoraba que el hecho de pertenecer a la primera generación de unigénitos de China despertaba una curiosidad especial en todos aquellos que la rodeaban.

La personalidad a menudo caprichosa, despótica, egoísta e insolidaria de estos niños traía de cabeza a miles de padres y preocupaba a los sociólogos, los educadores, psicólogos y los medios de comunicación. ¿Qué influencia de largo alcance iban a ejercer en el futuro de China y del resto del mundo cuando llegaran a adultos?

En 1986, un reportaje titulado “Los 'pequeños emperadores' chinos” sembró la alarma en toda la sociedad: “Entre los problemas surgidos a comienzos de los años 80 destaca el conocido como 'síndrome 421' (cuatros abuelos, dos padres y un hijo), que se manifiesta en aquellos hijos únicos demasiados mimados por sus padres y sus abuelos. Su autoridad se eleva por encima de la de sus padres y llega a convertirlos a ellos mismos en 'emperadores' de la familia”.

Las virtudes


La fruta que cultiva y cosecha uno mismo tiene un sabor especial. Algunos padres envían a sus hijos únicos a la Granja de Xingxinghe para fomentar su independencia

En lo que pareció un abrir y cerrar de ojos transcurrieron 24 años y Zhou comenzó a trabajar de redactora en un periódico. Despierta y moderna, la joven no tardó en granjearse la confianza y el reconocimiento de sus colegas, sobre todo por su habilidad en el manejo del ordenador y su amplia gama de conocimientos, todo lo cual constituía una gran aportación a su trabajo. Después de años de preocupaciones, su madre pudo por fin dar un suspiro de alivio.

Tras largos años de estudios e investigaciones, Feng Xiaotian, doctor de la Facultad de Sociología de la Universidad de Nanjing, llegó a la siguiente conclusión: en contraste con lo que afirmaban los prejuicios de hace 20 años, los hijos únicos no son inferiores a los que tienen hermanos en lo tocante a las relaciones humanas. De hecho, su capacidad para el contacto social es mayor, puesto que saben cómo trabar amistad con los recién conocidos y tienen más amigos a su alrededor. Según el doctor Feng: “En la China actual, el fenómeno de 'un pequeño emperador en cada familia' no existe; y no creo que vaya a existir en el futuro”.

Durante muchos años Sun Yunxiao, estudioso del Instituto Chino para la Investigación de la Juventud, ha realizado el seguimiento de un grupo de unigénitos junto con especialistas del Instituto de Investigación Psicológica de la Universidad Normal Superior de Beijing. Su opinión coincide con la del doctor Feng: “Tienen defectos, como todo el mundo, pero pertenecen a una generación muy sobresaliente”.

Mediante el análisis de numerosas entrevistas y la realización de múltiples comparaciones longitudinales, Sun y sus colegas llegaron a las siguientes conclusiones. La distensión del ambiente social ha contribuido a que los jóvenes chinos de hoy en día sobresalgan en comparación con los de misma franja de edad de otras épocas. Ello se pone de manifiesto en la amplitud de sus conocimientos, la atención que prestan al desarrollo personal, su disposición para correr riesgos, su entusiasmo, su aptitud para defender sus derechos, su concienciación sobre la importancia de la protección del medio ambiente y, sobre todo, la extraordinaria facilidad con la que, en una época dominada por la informática y la Internet, asimilan nuevas ideas y técnicas.

Al tener solamente un hijo, los padres, además de poder garantizarle el bienestar material, pueden facilitarle la adquisición de muchas y variadas habilidades. Se comprende así la inclinación de los unigénitos a tener muchas aficiones y no menos talentos.

Con todo, no hay que olvidar un factor que ha influido de manera decisiva en el crecimiento de los hijos únicos. Nos referimos a los cambios cruciales protagonizados por China durante estos veintitantos años de reforma y apertura. En efecto, la prosperidad económica, la libertad ideológica y el progreso social han permitido a los jóvenes de esta generación vivir en un entorno mucho más favorable que el que existía cuando eran unos recién nacidos.

Los defectos


En la escuela se enseña a los alumnos a colaborar unos con otros 

Sin embargo, algunos defectos graves de los hijos únicos, como la dependencia y la falta de responsabilidad, siguen preocupando a la sociedad.

En una escuela primaria del distrito de Haidian (Beijing), el maestro mandó a un alumno barrer el suelo. Éste tomó la escoba, pero no supo qué hacer con ella. Cuando uno de sus compañeros se burló de él, respondió muy ofendido que sus padres nunca se lo habían enseñado.

No cabe duda de que se trata de una generación excesivamente mimada. Pero eso no es culpa suya, ya que nadie puede elegir cómo quiere que le eduquen. El estudioso Sun Yunxiao ejemplifica la actitud educativa de los padres chinos con una frase muy expresiva: “'Si no sacas buenas notas, no te dejaremos hacer nada', dicen a sus retoños la mayoría de los padres chinos, lo que en cierto modo resulta asombroso, ya que nunca han celebrado una reunión”.

¿Por qué los padres chinos dan tanta importancia a los estudios de sus hijos? La respuesta hay que buscarla en la escasez de recursos que padecen los centros de enseñanza superior para admitir a graan número de aspirantes. En los países occidentales desarrollados, el porcentaje de la población que cursa estudios universitarios suele ser del 50 por ciento, llegando en ocasiones hasta el 70 y el 80 por ciento. Pero dado el número de centros de enseñanza superior existentes en China, nuestro país dista mucho de tales porcentajes. Temerosos de que su único hijo pierda la oportunidad de ir a la universidad, partiendo así  de la línea de salida con desventaja, los padres chinos se incorporan a la competición junto con él. Esta actitud ha dado lugar a un fenómeno social muy extendido: la priorización de la formación intelectual en detrimento de la moral.

Según un estudio sobre los niños y adolescentes chinos realizado en 1999, lo que más preocupa a los padres son la calificación, la salud y el comportamiento. No cabe duda de que este orden refleja un rasgo esencial de la educación en la China de hoy día.

Por otra parte, los sociólogos llaman la atención sobre el hecho de que la mayoría de los padres de esta generación perdió diez años de su juventud a causa de la “revolución cultural”, período considerado una calamidad sin precedentes en la historia de China. Cuando su sed de saber era más intensa, se les obligó a abandonar la escuela, lo que les provocó un dolor y una frustración que permanecerán grabados para siempre en sus corazones. De ahí también que atribuyan tal importancia a los conocimientos librescos y que, guiados inconscientemente por una mentalidad compensatoria, proyecten sus deseos y frustraciones en sus hijos. 

Sea como fuere, la gente está empezando a plantearse la cuestión de cuál es la esencia de la educación: transmitirles conocimientos o enseñarles a vivir en sociedad. Muchos especialistas, estudiosos y padres creen que lo más importante es sembrar en los niños las semillas de una personalidad sana.

Las soluciones


A los jóvenes les gusta mandarse entre sí mensajes por el teléfono celular

Al tiempo que se preocupan de los defectos compartidos por los unigénitos, la familia, la sociedad y el Gobierno se esfuerzan por encontrar soluciones a esta problemática.

En 1995 los padres de tres familias de Beijing crearon la Casa Alegre de Xingxinghe. Convencidos de que la valentía, la independencia, la solidaridad y la disciplina son valores que sólo pueden adquirirse mediante el contacto con los demás, estos padres se unieron y fundaron una gran familia con el fin de favorecer el sano crecimiento de sus hijas únicas. Organizaron visitas a museos y parques, y excursiones al campo para que aprendieran a labrar la tierra. Estas actividades sociales y el contacto con la naturaleza ampliaron los horizontes de las niñas y desarrollaron su imaginación y su creatividad. El número de familias que participan en la experiencia de la Casa Alegre de Xingxinghe aumenta sin cesar.

Esta experiencia despertó también el interés del Instituto Chino para la Investigación de la Juventud, que después de estudiarla llegó a la conclusión de que el entorno creado en  la Casa Alegre de Xingxinghe beneficia a los niños y les ayuda a vivir su crecimiento con alegría. Después de elaborar un cuidadoso proyecto, dicho instituto ayudó a Xingxinghe a poner en marcha dos modelos de convivencia, la Granja y el Campamento Vacacional. En diciembre del 2002, el Comité Nacional de Trabajo del Cuerpo de Jóvenes Pioneros publicó varios documentos para divulgar el modelo de Xingxinghe.

En 1999, los programas de enseñanza centrados en los exámenes fueron sustituidos por programas orientados a las cualidades. Con este cambio radical, parecía que el sector educacional chino encauzaba por fin sus esfuerzos hacia la racionalización y la madurez. Ese mismo año, el Gobierno chino promulgó el decreto “Profundización de la reforma educativa y divulgación generalizada de la enseñanza de las cualidades”. Según lo estipulado en el mismo, los centros de enseñanza no deben limitarse a impartir formación intelectual, sino que deben también atender a la formación moral, física, estética y social de los alumnos, así como fomentar su desarrollo integral y su sano crecimiento. La promulgación del mencionado decreto liberó a millones de estudiantes de la pesada carga de exámenes que les oprimía hasta dejarlos casi sin aliento. De la noche a la mañana, en varios lugares del país surgieron diversas organizaciones dedicadas a la preparación de actividades extraescolares, como “Escuadras para las Vacaciones”, “Guardianes de la Protección del Medio Ambiente”, “Voluntarios Jóvenes” y “Palomas Alegres”.

Sacar provecho


El ordenador se ha convertido en el juguete favorito de los hijos únicos  

En estos últimos 20 años ha crecido la primera generación china de hijos únicos y, paralelamente, ha ido madurando la reflexión de los pedagogos sobre los métodos de enseñanza tradicionales.

En opinión de muchos psicólogos infantiles, durante la etapa preescolar debería hacerse mayor hincapié en la independencia de los niños. Chen Huichang, catedrático del Instituto de Investigación Psicológica de la Universidad Normal Superior de Beijing, nos explicó que por independencia se entiende la autodisciplina, la capacidad de actuar por sí mismo y de reflexionar de manera autónoma cuando surgen dificultades, así como la fijación de ambiciosas metas a temprana edad.

Este profesor, que ha estudiado y vivido en Australia y los Países Bajos, no se identifica con el método educativo de raíz patriarcal predominante en China hasta no hace mucho.

De acuerdo con la creencia tradicional, los padres chinos consideran que sus hijos son sangre de su sangre y forman parte de su cuerpo. Por lo tanto, no escatiman medios a la hora de satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, cayendo a menudo en una preocupación excesiva por ellos. A consecuencia de este desequilibro emocional, los niños se ven privados de su derecho a decidir y a elegir, así como de oportunidades de formarse un carácter independiente. Gracias a la influencia de la Ilustración, en los países democráticos desarrollados de Europa y América, el igualitarismo suele impregnar la  vida familiar. “Todos los miembros de la familia tienen su propio cuarto. Los padres se acostumbran a dirigirse a los hijos en un tono tentativo (diciendo cosas como '¿qué te parece si ...?'), aunque éstos todavía no sepan hablar ni entiendan muy bien. En realidad, el período preescolar es el más importante para el cultivo de la personalidad autónoma. Este es justamente el punto que la mayor parte de los padres chinos pasan por alto, mientras que por otra parte sobrevaloran la inteligencia. Por ello,  desde muy pequeños, a los niños chinos se les obliga a participar en actividades extraescolares para que aprendan inglés, piano, poesías antiguas, etcétera”. El doctor Chen no pudo evitar un gesto de desaprobación y añadió: “Los padres occidentales no dan tan importancia a las calificaciones escolares; los psicólogos les sugieren que ofrezcan a los niños el máximo de oportunidades de acceder a todo tipo de cosas y que se concentren en el desarrollo equilibrado de todas las facetas de su personalidad. Les explican, por ejemplo, que cada zona del cerebro regula los movimientos de unos músculos determinados controlan y administran diferentes funciones musculares: andar, correr, gatear, vestirse, atarse los cordones de los zapatos, dibujar, hablar, realizar trabajos manuales e interactuar con los demás son todas actividades en las que intervienen diversas partes del cerebro, contribuyendo así a su buen desarrollo. Por lo tanto, desde el punto de vista psicológico, tales actividades y otras parecidas desarrollan la inteligencia infantil”.

El instituto donde trabaja Chen organizó varios cursos para los padres en algunas ciudades chinas, pero el número de interesados fue muy reducido. Los padres chinos apenas son conscientes de que uno de los objetivos básicos de la educación es socializar a los niños.

“Entre los hijos únicos y los niños que tienen hermanos no hay diferencias de inteligencia, pero sí las hay en aspectos relacionados con la socialización, como son el trabajar en equipo, el ayudar a alguien, el compartir y el consultar a los demás, y con la personalidad, como son la autonomía y el control de sí mismo. En estos y otros aspectos, la capacidad de los unigénitos es inferior a la de los niños que tienen hermanos. En realidad, la socialización de la persona desempeña un papel más importante que la inteligencia y contribuye más que ésta a la consecución del éxito.” El doctor Chen recomienda a los padres que modifiquen su escala de valores y concedan mayor importancia a la socialización de sus hijos.

En el 2000, año en que comenzó a estudiar la socialización de los niños, el doctor Chen llevó a cabo una serie de actividades innovadoras encaminadas a favorecer su integración en la sociedad. Tales actividades de adiestramiento se diseñaron aprovechando experiencias de Occidente y adaptándolas a la situación actual de China. Las destrezas que adquieren los niños que participan en ellas incluyen jugar con otros, tomar la iniciativa, despertar interés, saber protegerse, etcétera. Por ejemplo, a los niños se les enseña que si quieren incorporarse a un juego ya iniciado, lo que deben hacer es acercarse discretamente y al cabo de un ratito preguntar amablemente si se le deja jugar.

Según el doctor Chen, si los niños chinos aprenden a afrontar los problemas, cuando crezcan serán personas muy amables.

A medida que la primera generación china de hijos únicos se integra en la sociedad, los padres empiezan a hacer un ejercicio de introspección para descubrir sus propios defectos. Si queremos educar mejor a nuestros hijos desde el principio, tal vez será necesario que haya más padres interesados en aprender a cumplir su difícil tarea. No cabe duda de que los hijos únicos chinos están influyendo de manera extraordinaria tanto en la maduración de sus padres como en el avance de la educación en nuestro país.

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