AGOSTO 2003


El CAPITÁN GENERAL BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME

 

El autor del artículo, coronel Jorge Pérez Labayru, Agregado Militar, Naval y Aéreo de Chile

INTRODUCCIÓN

En los distintos procesos de independencia en los países Latino-Iberoamericanos tuvieron activa y trascendente participación diversos líderes libertarios a los cuales se honra hasta nuestros días por haber forjado la Independencia en sus respectivos países. Entre ellos, el General Bernardo O’Higgins Riquelme fue un actor destacado y fulgurante por sus dotes de militar y visionario estadista, dirigiendo y también participando directamente en la Independencia de Chile y del Perú, hecho que luego de iniciales incomprensiones y duros momentos de ingratitud le valieron el reconocimiento internacional por la gesta libertaria realizada.

Es por ello que en este número de la revista China Hoy, el Agregado Militar, Naval y Aéreo de Chile ha querido presentar para conocimiento general una breve biografía con los aspectos más relevantes de la vida del Libertador, Capitán General Don Bernardo O’Higgins Riquelme.

Agradezco a China Hoy esta valiosa oportunidad que me brinda, particularmente en este número de agosto, ya que nos permite recordar su nacimiento el 20 de Agosto de 1778, y celebrar el aniversario 225 de su natalicio, y de esta manera honrar su memoria.

BIOGRAFÍA

El General Bernardo O’Higgins nació el 20 de agosto de 1778 en la ciudad de Chillán. Su padre era un irlandés al servicio de la corona de España, don Ambrosio O'Higgins, y su madre, doña Isabel Riquelme, una señora principal de la ciudad de Chillán.

En 1788, don Ambrosio O'Higgins fue nombrado Gobernador de Chile y, queriendo darle a su hijo una buena educación, lo envió al Colegio de Naturales en Chillán, luego lo mandó a estudiar a Lima, primero en el Colegio del Príncipe y posteriormente en el aristocrático Colegio de San Carlos.

Sus estudios en Inglaterra

Una de las etapas más duras de la vida de O'Higgins se inició en 1794, cuando su padre decidió enviarlo a estudiar a Europa. El joven Bernardo arribó a Cádiz (España), donde permaneció un breve tiempo, y luego partió a Inglaterra, donde se matriculó como interno en la Academia Católica de Richmond. Allí permaneció entre 1795 y 1798, aprendiendo diversas disciplinas. Entonces, conoció a Francisco de Miranda, el precursor de la independencia de América. Este le inculcó, al igual que a varios otros jóvenes americanos, la idea de la Independencia y el amor a la libertad.

General Bernardo O'Higgins Riquelme

Retorno a Chile

Finalmente, el 14 de abril de 1802 se embarcó en la fragata Aurora, que lo llevó de regreso a su patria. Don Ambrosio, su padre, había muerto en 1801 y le había legado la hacienda de San José de Las Canteras.

Jefe del ejército

En 1813, el inicio de la guerra de Independencia lo obligó a salir de su retiro temporal y se incorporó al ejército. Todas sus acciones fueron acompañadas de ascensos militares. En noviembre siguiente, la Junta de Gobierno decidió entregarle el mando del ejército, en reemplazo del General José Miguel Carrera.

Una vez producido el arribo del general español realista Mariano Osorio, O'Higgins se puso a las órdenes del General Carrera. La estrategia a utilizar para detener a Osorio fue plantear una línea defensiva en el río Cachapoal. Sin embargo, el general español logró vadearlo. Ello obligó a las tropas comandadas por O'Higgins y por Juan José Carrera a encerrarse en la ciudad de Rancagua. Durante dos días resistieron el asedio de los realistas y sin contar con ayuda, decidieron romper el cerco. Todo estaba ya perdido y solo quedaba un camino: cruzar la Cordillera de los Andes y partir hacia Mendoza.

San Martín y el Ejército de los Andes

Junto a una gran multitud de soldados y civiles, Bernardo O'Higgins emprendió la travesía cordillerana. Allí se encontró con quien sería, desde ese momento, uno de sus mejores amigos: el General José de San Martín. Juntos emprendieron la preparación del Ejército Libertador de los Andes.

Este trabajo fue largo y complejo: se debían conformar las tropas, uniformarlas y armarlas; había que planificar hasta el último detalle el desplazamiento de las distintas columnas que cruzarían la cordillera, organizar los servicios de intendencia y asistencia médica, reunir las cabalgaduras y mulares necesarios, estudiar rutas, etcétera.

El 9 de febrero de 1817 las fuerzas que habían cruzado la cordillera se reunieron en Curimón, y tres días después obtuvieron el triunfo en la batalla de Chacabuco, para posteriormente dirigirse hacia Santiago.

Objetivo: asegurar la libertad

Lo más urgente era asegurar los triunfos obtenidos y para ello era necesario derribar el poderío realista en el Perú. La preparación de la Expedición Libertadora del Perú implicaba un trabajo mucho más arduo que la del Ejército de los Andes. Era necesario conformar una fuerza mucho más numerosa que incluyera el aspecto naval. Poco a poco, se fue constituyendo la Primera Escuadra y se contrató a la oficialidad inglesa que la dirigiría.

Los temores de una nueva invasión se hicieron realidad en 1818. Afortunadamente, se pudo detener el impulso realista en la batalla de Maipú, el 5 de abril del mismo año.

Ahora, todos los esfuerzos se concentraron en la expedición hacia el Perú, que finalmente zarpó desde Chile el 20 de agosto de 1820 al mando del general San Martín, quien proclamó la independencia de ese país el 28 de julio de 1821.

Numerosas realizaciones

Tras la Batalla de Maipú, se dictó un Reglamento Constitucional que fijó las atribuciones del Poder Ejecutivo y del Senado Conservador.

Se restablecieron las instituciones creadas durante la Patria Vieja, clausuradas por los realistas, como el Instituto y la Biblioteca Nacional. Por iniciativa de O'Higgins se creó el Cementerio General en Santiago y se iniciaron los trabajos en La Cañada, ahora llamada Alameda de las Delicias.

Asimismo, se construyó un edificio -Mercado Central- para albergar a los comerciantes que vendían distintos tipos de productos en las calles.

Hubo algunas iniciativas que molestaron mucho a las familias más aristocráticas del país. Se prohibió el uso de títulos nobiliarios, de escudos de nobleza y se estableció una nueva modalidad de distinción social con la Legión al Mérito.

La abdicación

El gobierno de O'Higgins ha sido definido muchas veces como dictatorial o autoritario, pero en esos momentos en que se iniciaba la construcción de un muevo modelo de Estado no había otra posibilidad. Sea como sea, lo concreto es que la aristocracia, paulatinamente, fue manifestando su disconformidad con las nuevas líneas liberales que se imponían y empezaron a surgir voces de descontento.

En enero de 1823 el Director Supremo decidió abdicar ante una asamblea de notables, para no arrastrar al país a una guerra civil. Sus méritos no fueron desconocidos por esta asamblea, y cuando el Libertador se retiró de ella lo hizo en medio de gritos de "¡Viva O'Higgins!".

El exilio en el Perú

Tiempo después, zarpó rumbo al Perú en compañía de su familia.

En Lima, el gobierno peruano como reconocimiento a su gestión libertaria le había obsequiado las haciendas de Montalbán y Cuiba, de las que tomó posesión en 1824, dedicándose a las labores agrícolas. Sin embargo, el militar continuaba vivo, y O'Higgins también prestó servicios al general Simón Bolívar en las últimas campañas que consagraron la independencia sudamericana. Desde el exilio -suerte común a todos los libertadores de América- ayudó a su amigo San Martín, quien vivía en Francia.

En 1842, se le autorizó para retornar, pero la muerte lo sorprendió cuando preparaba su viaje.

Bernardo O'Higgins -quien en vida alcanzara los grados de Capitán General del Ejército de Chile, Brigadier de las Provincias Unidas del Río de La Plata y Gran Mariscal del Perú- murió el 24 de octubre de 1842. Sus restos fueron enterrados en Lima y repatriados en 1868, y enterrados en el Cementerio General. En 1978 fueron trasladados al Altar de la Patria, ubicado en plena avenida Alameda, en Santiago, la cual lleva su nombre.

El general O’Higgins y el general argentino San Martín se estrechan en un abrazo luego de la batalla de Maipú, que selló la independencia de Chile

 


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