¿Seguir
viudo o volver a casarse?
Por
ZHANG XUEYING
El estrecho camino hacia el matrimonio
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Los ancianos
necesitan mayor atención psicológica
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Tras morir su marido, que había pasado sus últimos
16 años postrado en cama a causa de una parálisis,
Xu Yunying pudoreanudar una vida normal. Volvió a
llenar su casa de las plantas y flores que tanto le gustan
y todos los días, cuando amanece, sale al patio para
hacer ejercicio junto con otras personas de su edad; por
la noche, se entretiene mirando la telenovela favorita.
Sin embargo, a los pocos años de esta vida de viuda
comenzó a sentirse sola. La grata memoria de la ternura
y la alegría vividas junto con su marido fue reemplazando
al doloroso recuerdo de su larga enfermedad. A pesar de
todo, no tiene intención de volver a casarse.
La actitud de Xu Yunying no es infrecuente entre las personas
mayores, sobre todo entre las mujeres con recursos económicos
modestos. Aunque sabe que los conceptos tradicionales sobre
el matrimonio están cambiando, Xu sigue considerándolos
válidos y no está dispuesta a buscar a un
hombre más joven que ella. Tampoco quiere casarse
con un hombre mayor por temor a posibles problemas de salud:
Ni mi corazón ni mi cuerpo podrían soportar
cambios repentinos; además, mi situación económica
no me permite contratar a una empleada de hogar. No quiero
pasar lo que me quede de vida cuidando a otro hombre.
Dando muestras de gran firmeza, esta mujer de 65 años
rechazó todas las propuestas de matrimonio y afirmó
claramente a todos los de su entorno que no deseaba contraer
segundas nupcias.
El Gobierno chino siempre ha alentado la libertad y la
felicidad matrimoniales. Desde finales de la década
de 1990, momento en que la población china comenzó
a envejecer, el matrimonio entre personas de la tercera
edad ha ido atrayendo una atención creciente. Empezando
por Tianjin, las 22 provincias y municipalidades de China
fueron incluyendo en sus leyes estipulaciones encaminadas
a proteger los derechos de quienes vuelven a casarse a avanzada
edad. La nueva Ley del Matrimonio promulgada en el 2001
incluye un artículo que ampara la libertad de tales
personas. Algunas comunidades y barrios de viviendas han
contribuido a enriquecer la vida de los ancianos mediante
la fundación de universidades, la organización
de cursos de canto y baile, y la construcción de
gimnasios especiales. Al mismo tiempo, aquí y allá
han ido surgiendo agencias matrimoniales. Los jóvenes,
por su parte, empiezan a considerar el matrimonio de sus
progenitores viudos con mayor sensibilidad y una actitud
más razonable, puesto que han tomado conciencia de
que éstos, a pesar de su avanzada edad, tienen también
derecho a buscar la felicidad conyugal. Asimismo, los medios
de comunicación promueven las relaciones sentimentales
y los matrimonios entre los miembros de esta franja de la
población. La respuesta favorable de la sociedad
se ha traducido en un aumento de la tasa de matrimonios
en segundas nupcias contraídos por personas de edad.
Según una investigación realizada por el profesor
Hao Maishou, sociólogo especializado en la problemática
de los ancianos de Tianjin, en los dos últimos años
dicha tasa, que a mediados de la década de 1990 era
del 7 por ciento, se ha situado en el 10 por ciento.
No obstante, el porcentaje de quienes vuelven a casarse
no puede compararse con el de quienes optan por permanecer
viudos. En el año 2000, el 30,3 por ciento de la
población anciana de Tianjin, formada por 1.300.000
personas, eran viudos, pero solamente una décima
parte volvió a casarse. Tras analizar los datos disponibles,
Du Peng, subdirector de la Oficina de Demografía
de la Universidad del Pueblo Chino, ha llegado a la conclusión
de que las viudas son más reacias a casarse de nuevo
que los viudos. Lo aducido por Xu Yunying (la preocupación
por la salud del posible nuevo marido) es una de las principales
causas de tal renuencia. Pero el motivo de mayor peso es
el concepto tradicional de que la mujer debe permanecer
fiel a su marido hasta más allá de la muerte,
concepto todavía profundamente arraigado.
La mujer no es la única perjudicada por esta mentalidad
tradicional. En efecto, las estadísticas más
recientes efectuadas en Beijing demuestran que el 50 por
ciento de los ancianos viudos cree que los mayores impedimentos
al matrimonio en segundas nupcias derivan de las ataduras
de la tradición; lo mismo opina el 48 por ciento
de los jóvenes encuestados. Otros obstáculos
cada vez más importantes son la oposición
de los hijos y las disputas ocasionadas por los bienes y
las propiedades.
Frustración
Volver a casarse no es fácil; y menos aun lo es
llevar una vida conyugal feliz. Según el profesor
Hao: De cada diez matrimonios en segundas nupcias,
ocho o nueve terminan en divorcio. Aunque en los dos últimos
años el índice de divorcios ha descendido,
todavía sigue siendo del 79 por ciento en ciudades
como Beijing y Tianjin, donde la población anciana
ocupa una elevada proporción.
La nueva Ley del Matrimonio se publicó el 28 de
abril del 2001. Al enterarse de la noticia, Wang Minxin
dijo emocionado a su flamante esposa: ¡Ahora
que tenemos una ley que nos protege, ya podemos regresar
a casa!. Cuando volvió a casarse, Wang, de
72 años y originario de Wuhan, fue expulsado de casa
por su hijo, un muchacho que aun no había completado
el primer ciclo de la enseñanza secundaria. Wang,
al que no le quedó más remedio que mudarse
con su mujer a una pequeña vivienda alquilada, llevó
rápidamente a su hijo a los tribunales, a quien el
juez declaró culpable de interferir en la libertad
matrimonial. Sin embargo, la historia no tuvo un final feliz.
Tras dos años de armoniosa convivencia, la nostalgia
de Wang por su único hijo y su nieto pudo más
que el rencor. A través de un intermediario, su hijo
le comunicó que podrían volver a vivir juntos
a condición de que se divorciase. De pronto Wang
se vio en un dilema: Mi salud ya no es la que era
y mi situación económica no es tan desahogada
como antes. Si caigo enfermo o me sucede alguna desgracia,
no tendré más remedio que recurrir a mi hijo.
Wang admitió que la decisión de volver a vivir
con su hijo tal vez no era muy inteligente, pero temía
que la felicidad de la que disfrutaba se convirtiera algún
día en una pesada carga tanto para él como
para su nueva mujer.
Algo muy diferente le ocurrió a Li, un anciano de
Sichuan que denunció a Zeng, su nueva mujer. La verdad
es que él no quería llevar el asunto a los
tribunales, pero no pudo resistir el acoso del resto de
la familia. La disputa se desarrolló como sigue.
Antes de casarse, Li y Zeng vivían cada uno en su
departamento. Después de la boda, Li se mudó
al apartamento de Zeng. La nieta de ésta necesitaba
dinero urgentemente para ir a estudiar a Japón. Pero
dado que justo en ese momento Li estaba en Cantón
por motivos de trabajo, la anciana decidió vender
el apartamento de su cónyuge sin consultar con él.
Tal proceder enfureció a los hijos de Li, que se
enzarzaron en numerosas y violentas discusiones con Zeng,
al tiempo que exigían enérgicamente a su padre,
todavía en Cantón, que recuperase el apartamento.
Muy dolido por el hecho de que Zeng no hubiese consultado
con él una decisión tan importante, Li le
pidió que le entregase el dinero. Pero Zeng, convencida
de que Li actuaba de manera irrazonable e incapaz de perdonarle
que se uniera al ataque de sus hijos, montó en cólera,
se negó a entregarle el dinero y pidió el
divorcio. Una inesperada disputa económica vino así
a destruir la armonía familiar.
En Tianjin, una pareja de ancianos que se habían
conocido por medio de una agencia matrimonial se casaron
después de un mes de apasionado noviazgo. No obstante,
tres meses más tarde se divorciaron. Según
los empleados de la agencia, el principal motivo habría
que buscarlo en las diferencias de personalidad. El antiguo
marido de la anciana seguía todos los consejos que
ella le daba; el nuevo marido, en cambio, era un poco machista
y además de hacer siempre lo que le venía
en gana, de vez en cuando se iba de viaje él solo.
Tres meses de disputas bastaron para que la pasión
amorosa se extinguiera y la felicidad conyugal se trocara
en divorcio.
La distancia entre los deseos y la realidad
A juicio de Pei Xiaomei, investigadora del Centro de Estudios
Geriátricos de la Universidad de Tsinghua, el problema
no se limita a los obstáculos que pueden surgir antes
y después de la boda, ni al número de personas
dispuestas a casarse o divorciarse, sino que se relaciona
más bien con la distancia que media entre los deseos
y la realidad.
Según esta investigadora: Es obvio que muchos
ancianos interesados en casarse de nuevo no tienen en cuenta
las condiciones que ellos mismos deben reunir. Por ejemplo,
una mujer de 60 años busca a un hombre que no sólo
goce de buena salud, sino que se encuentre en buena situación
económica y sea propietario de una vivienda. Sin
embargo, nunca se ha parado a pensar si ella cumple los
requisitos que puede exigirle un posible marido. Por lo
tanto, es como si buscara una aguja en un pajar.
Un empleado de una agencia matrimonial dijo que los hombres
saludables y propietarios de vivienda cuyos ingresos mensuales
superan los 1.500 yuanes saben que están más
solicitados, hecho que los hace cada vez más exigentes.
La mencionada investigación del profesor Hao ha
revelado que en los últimos años el interés
de las mujeres de más de 65 años por casarse
en segundas nupcias ha decrecido notablemente.
A veces, la distancia entre lo deseado y la realidad no
es sólo la habitual al elegir un cónyuge,
sino que se ve incrementada por los sentimientos y las condiciones
de vida tras contraer matrimonio, así como por las
relaciones con los hijos de la nueva pareja.
El acelerado desarrollo económico y los grandes
cambios sociales de estos últimos años producen
en los ancianos sentimientos de depresión e inseguridad.
Según una encuesta del Centro Nacional de Geriatría,
el 47,6 por ciento de los ancianos que viven en la ciudad
se consideran una carga para la familia, proporción
que en el campo se eleva hasta el 66 por ciento. Al 50,4
por ciento de aquéllos les preocupa no saber quién
les cuidará cuando caigan enfermos, porcentaje que
en el campo desciende hasta el 48,3 por ciento. Algunos
analistas señalan que existen una serie de circunstancias
que desconciertan a los ancianos obstaculizándoles
una nueva vida matrimonial, como las deficiencias del sistema
de seguros para la vejez, la escasez de recursos económicos,
el bajo nivel de desarrollo de los seguros médicos,
la insuficiencia de los servicios sociales y la pobreza
de la vida espiritual.
Por otro lado, los conocimientos, las habilidades y la
riqueza se han erigido en nuevos valores sociales, de manera
que la edad y la experiencia han dejado de ser motivos de
orgullo. La reducción de las unidades familiares
propia de la sociedad actual contribuye también a
debilitar el poder y la autoridad de los ancianos.
A los ancianos que ven su sueño convertido en realidad,
el matrimonio les trae muchas ventajas prácticas;
pero al mismo tiempo y de forma inevitable, éste
se tiñe de utilitarismo y puede convertirse en fuente
de inestabilidad.
En busca de soluciones
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Boda tradicional durante un viaje
turístico
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La Agencia Matrimonial Maishou, establecida en Tianjin
por el profesor Hao, es conocida por su compromiso
prematrimonial. El profesor Hao, sociólogo
que lleva ya más de 20 años dedicado a los
ancianos, confía en encontrar medios para evitar
los problemas matrimoniales. Tras examinar las leyes extranjeras,
se dio cuenta de que la Ley del Matrimonio de nuestro país
adolece de numerosos defectos. A principios de la década
de 1990 se plantearon una serie de problemas relacionados
con los derechos de propiedad y de sucesión, y con
el período indefinido durante el cual hay que mantener
a los ancianos. Ante dicha problemática, Hao propuso
el principio de los tres elementos invariables,
propuesta que ha tenido un amplio eco en nuestro país.
Tal principio consiste en mantener intactos el derecho de
propiedad, el derecho de sucesión y las relaciones
entre padres e hijos.
Decidido a reforzar el vínculo conyugal, el profesor
Hao elaboró el llamado compromiso prematrimonial
(en adelante, compromiso). El compromiso
contiene ocho cláusulas relacionadas con los bienes,
el tratamiento médico, los hijos y otros aspectos.
Cada una de ellas se divide en varias subcláusulas
que especifican los detalles concretos, llegando a tratar
casi todas las facetas de la vida conyugal. Según
el profesor Hao, que hace unos años añadió
varias cláusulas referentes a la certificación
de antigüedades .
Sin embargo, al principio su labor no encontró reconocimiento
social alguno. Había quienes consideraban que las
cláusulas toman partido por los hombres y algunas
ancianas las tildaban de políticas de bestias;
otras opinaban que el compromiso carecía
de fuerza legal.
De todas maneras, persistió en su acertado camino.
Con el paso del tiempo la aplicación del compromiso
ha surtido efectos notables. Hasta la fecha, sólo
se han divorciado el 5 por ciento de las 300 parejas que
lo han firmado.
El año 1999, este sociólogo fundó
Maishou, su propia agencia matrimonial, en la que se registraron
más de 100 personas deseosas de encontrar la verdadera
felicidad conyugal. Ahora, su base de datos contiene información
sobre más de 3.000 personas. A medida que su proyecto
sale adelante, el profesor Hao recibe invitaciones para
publicar columnas especiales e impartir clases y conferencias
a los ancianos de otras provincias.
Como es natural, las dificultades que ha tenido que vencer
han sido numerosas. Al principio, la mayoría de la
gente no quería firmar el compromiso
o preparaba otro cuyo contenido era parecido, pero que carecía
de firmas y certificados. A juicio del profesor Hao, ello
se debía a que los ancianos no estaban dispuestos
a gastar la mitad de su salario para un simple papel. Según
la opinión de un experto, los chinos mantienen su
concepción tradicional del matrimonio: cuando un
hombre y una mujer se casan pierden su individualidad y
pasan a formar una nueva unidad que deberá compartir
las penas y las alegrías. En cambio, este compromiso
incorpora los elementos de la cultura occidental que contribuyen
a prevenir y resolver los conflictos económicos.
Lo que resulta difícil de comprender es que haya
personas que firman el compromiso, pero no cumplen
las cláusulas; que no pagan lo que deben pagar; o
que se adueñan violentamente de los bienes del cónyuge.
No es de extrañar que en tales casos se produzca
el divorcio, siendo muy pocos los casos que llegan hasta
los tribunales.
Atraído por este fenómeno, el profesor Hao
dejó de lado el estudio de los factores económicos
para concentrarse en el del concepto de matrimonio. Cuando
llega un nuevo cliente, lo somete a una estricta investigación
durante la cual revisa sus certificados, le plantea 80 preguntas
relacionadas con su matrimonio anterior y con lo que espera
de la otra parte, etc. Es lo que él llama investigación
de los recursos sentimentales. A continuación,
lleva a cabo una investigación de los recursos
matrimoniales. Es decir, los empleados de la agencia
registran los datos relevantes que surgen en el curso de
la entrevista y toman nota sobre el aspecto físico
y los bienes. El profesor Hao lo explica así: Toda
persona tiene sus buenas cualidades. Los recursos
matrimoniales representan su capital. A veces el matrimonio
es un intercambio de recursos. Según el profesor
Hao, tales datos son muy útiles en la presentación
posterior.
El sociólogo Hao y sus dos colaboradores desempeñan
también el papel de psicólogos, puesto que
median oportunamente en las disputas, rectifican las ideas
erróneas sobre el matrimonio y ayudan a los ancianos
a adaptarse a su nueva vida. Los ancianos que se casan a
través de la Agencia Matrimonial Maishou gozan del
un servicio gratuito e indefinido de intermediación,
cuyo principal objetivo es resolver las desavenencias desde
un buen principio. En la reunión mensual de amigos,
el profesor Hao les presenta medidas y soluciones para resolver
nuevos problemas matrimoniales, y les enseña, por
ejemplo, a expresar el amor a la otra parte y a llevar una
vida conyugal feliz.
La convivencia y el matrimonio intergeneracional
La palabra convivencia está cada vez
más relacionada con los ancianos. La convivencia
de éstos ha tenido que pasar por las mismas fases
que pasó la de los jóvenes chinos en la década
de 1980: rechazo frontal, oposición y aceptación
tácita. El profesor Hao está totalmente de
acuerdo con esta elección de los ancianos.
Por convivencia se entiende en este caso la
vida en común de personas de más de 50 años,
no con el fin de procrear, sino de cuidarse y de hacerse
compañía. Entre los miembros de este tipo
de parejas no existen derechos ni deberes relacionados con
la mantenencia, puesto que de eso se encargan los hijos,
quienes conservan el derecho a heredar sus bienes. Y cuando
mueren, se entierran junto a sus anteriores cónyuges.
Si hay testamento, el reparto de bienes se efectúa
conforme a lo estipulado en sus cláusulas. Algunas
personas consideran que la convivencia representa una aspiración
al sentimiento, mientras que el matrimonio implica siempre
cierto grado de interés. De hecho, la convivencia
puede ser considerada como un tipo de relación prolongada
entre personas de distinto sexo. Si tiene la desventaja
de la inestabilidad, también tiene la ventaja de
fomentar el respeto mutuo y una libertad relativa. Conforme
al sistema de convivencia estipulado por la ley y al acuerdo
al que han llegado ambas partes, cualquiera de ellas puede
anularlo, los derechos y deberes de las mismas deben ser
puestos en conocimiento del organismo de administración
civil para su registro.
Pongamos como ejemplo un caso sucedido en la provincia
de Shandong. Tras morir su marido, una mujer permaneció
en una vivienda propiedad de la entidad en la que éste
trabajaba. Cuando volvió a casarse, dicha entidad
quería echarla. Pero el primogénito de su
segundo marido ya estaba instalado en la vivienda de éste.
Dadas las circunstancias, no tuvieron más remedio
que divorciarse, comprar la vivienda del primer marido y
volver a casarse. A juicio del profesor Hao, entre los mayores
obstáculos para el normal desarrollo de la nueva
vida matrimonial figuran precisamente estos defectos del
sistema. Ello le ha impulsado a reivindicar varias veces
la inclusión de la convivencia de los ancianos en
la Ley del Matrimonio, pero hasta la fecha sus reclamaciones
no han recibido ninguna contestación.
Cuando los ancianos vuelven a casarse, siempre topan con
ciertas dificultades. En primer lugar, es muy difícil
modificar los hábitos adquiridos y encontrar una
media naranja que comparta costumbres e intereses similares.
En segundo lugar, las condiciones objetivas, entre ellas
la vivienda, la actitud de los hijos y los recursos económicos,
suelen obstaculizar la unión. Debido a estos y otros
problemas, no es infrecuente que dos ancianos que congenian
tengan que separarse muy a su pesar. Por otra parte, los
ancianos tienen hijos a quienes cuidar y que no quieren
dejar de lado; a veces, los hijos se oponen a las segundas
nupcias de los ancianos porque necesitan que sus padres
cuiden de los nietos. Además, la mayoría de
los ancianos viven junto con sus hijos, ya que éstos
no tienen medios suficientes para comprar una vivienda.
En tales casos, a los padres les resulta casi imposible
decirles a sus hijos que se marchen porque quieren volver
a casarse. En tercer lugar, a los hijos también les
preocupan los posibles cambios en el derecho de propiedad
de la vivienda. Decididos a superar este cúmulo de
dificultades, muchos ancianos siguen el ejemplo de algunos
jóvenes y optan por la llamada convivencia
itinerante: en unos casos, un cónyuge pasa
algunas noches en la casa del otro y durante el día
cuida de sus hijos en su propia casa; en otros, ambos cónyuges
están juntos durante el día, es decir, mientras
sus hijos trabajan, para no alterar la vida cotidiana de
éstos. El profesor Hao dijo que en las grandes ciudades,
el 50 por ciento de las nuevas parejas de ancianos no se
vuelven a casar, sino que conviven.
En los últimos años ha cobrado especial auge
el llamado matrimonio intergeneracional, es
decir, el matrimonio en segundas nupcias contraído
por personas entre las que existe una gran diferencia de
edad. Basándose en su larga experiencia, la profesora
Liu, que lleva muchos años poniendo en contacto a
ancianos con fines matrimoniales, antes los ancianos solían
buscar a alguien que pudiese cuidarlos y hacerles compañía.
Ahora, en cambio, la mayoría de ellos, y en especial
los hombres, quieren encontrar una compañera joven,
bonita, tierna y de buena figura. La máxima diferencia
de edad es de 40 años, lo cual ya permite hablar
de matrimonio entre generaciones. Pero si ambas partes están
de acuerdo, la profesora Liu también les ofrece los
servicios de presentación.
El sexólogo Shi Chenli ha puesto sobre la mesa el
tema de las relaciones sexuales en este tipo de matrimonio.
La vida sexual va dejando de ser un tema tabú y está
convirtiéndose en uno de los criterios más
importantes a la hora de determinar la calidad del matrimonio.
Conforme a la calobiótica de la medicina tradicional
china, el estado de ánimo influye decisivamente en
la salud humana. El equilibrio psicológico y espiritual
refuerza el sistema inmunológico y favorece la longevidad.
En consecuencia, para conservar su vigor, los ancianos deben
llevar una vida sexual moderada.
Al mismo tiempo, la medicina contemporánea afirma
que las experiencias sexuales gratificantes estimulan al
organismo a segregar sustancias muy beneficiosas para el
metabolismo humano. Los especialistas animan a los tímidos
ancianos a hablar de la vida sexual y a aspirar a la felicidad
en este ámbito. El 90,4 por ciento de los ancianos
mayores de 60 años siente deseo sexual; de ellos,
el 54,7 por ciento siente un deseo muy acusado.
Dadas las diferencias psicobiológicas existentes
entre las mujeres y los hombres, muchos varones de más
de 70 años siguen teniendo apetito sexual, llegando
en algunos casos a ser muy intenso. Por el contrario, debido
a la degeneración funcional del aparato reproductor
femenino, las mujeres de tal edad apenas sienten ese deseo.
Por lo tanto, el matrimonio intergeneracional puede en cierta
medida compensar dicho desequilibrio.
Finalmente, el profesor Hao nos explicó que es normal
que los ancianos esperen mucho de su matrimonio en segundas
nupcias, tanto en el aspecto sexual como en el sentimental.
Para que tales ilusiones no se vean defraudadas, los ancianos
deben aprender a añadir ingredientes activos a sus
relaciones amorosas, contribuyendo así a evitar el
envejecimiento del amor.
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